jueves, 9 de julio de 2009

¿Utopía?


En este siglo en que la productividad condena el sueño, miles de mundos posibles esperan que alguien los despierte. Así, vivimos, nos formamos opiniones, creamos costumbres, obedecemos hábitos, como una especie de paraguas que nos proteja del caos, de lo infinito, de lo desconocido; vivimos construyendo y reproduciendo una tradición. Habermas la definiría como todo lo que hacemos a-problemáticamente, todo lo que hacemos sin cuestionarnos. La importancia de la filosofía, la ciencia y el arte es que buscan "abrir nuestros ojos", para que empecemos a cuestionarnos nuestras acciones, para que podamos enfrentar la tradición, para abrir los ojos a nuevos mundos. Por eso, desde la filosofía, queremos proponer una revalorización positiva del concepto de “utopía” (no en términos de “sueño” o “pesadilla”) sino como plan de acción hacia nuevos horizontes y rumbos.
La utopía es un género literario, el híbrido resultante entre la creencia judeo-cristiana del paraíso ultramundano y el mito helénico de la ciudad ideal. Además de haber funcionado como un recurso útil para la teoría política, la utopía juega un papel significativo dentro de la totalidad de discursos posibles que puedan ser estudiados o valorados en relación con una sociedad dada y en un tiempo determinado (por ejemplo, el discurso mítico y el científico).[1] Como discurso, la utopía se diferencia del mito en su forma especial de entender la historicidad, y tiene con respecto al discurso científico una igual pretensión de validez, pues lo utópico se funda en una experiencia de historicidad que posibilita la asunción de la propia realidad humana como contingente y como perteneciente a un ámbito específico que incluye al propio sujeto como ser histórico. Este aspecto de la utopía en cuanto discurso histórico ha sido estudiado por Arturo A. Roig,[2] quien, desde el punto de vista de la teoría del texto, nos ofrece un enfoque complementario de “utopía.” Este autor encuentra en la utopía como discurso tres funciones: una primera (función crítico-reguladora) referida a la utopía como hecho histórico y de lenguaje, una segunda, la liberadora del determinismo legal, que reivindica la utopía como portadora de una verdad distinta a la del discurso científico; y por último una función anticipadora del futuro que ubica a la utopía como horizonte histórico y movilizador de cambios. No existen motivos para no considerar el “pensamiento utópico”[3] como filosófico, ya que es la clase pensamiento que no sólo inspira la producción de utopías sino también que juega un papel genuino en relación con el cambio futuro de las condiciones sociales existentes, a partir de una crítica rigurosa de la realidad, al inspirarse en conflictos existentes en la convivencia social. El pensamiento utópico es filosófico, porque cuenta con un método: semejante al método hipotético deductivo, se diferencia del mismo por el uso de la imaginación como una experimentación mental de posibilidades en las que interviene la capacidad imaginativa, un ejercicio de las posibles ampliaciones de la realidad. La utopía siempre alude a una estructura total del mundo, y es el pensamiento utópico el que la imagina y expresa.
La utopía es plan de acción, herramienta teórica, lienzo de mundos imaginarios, primer paso hacia un modo más auténtico de existencia. Plantear una utopía no es soñar despierto, es vivir entre dos mundos, acercándolos, conectándolos. Como intelectuales no podemos resignarnos a reproducir fielmente una tradición que condena el pensamiento crítico y utópico, por considerarlo poco viable para los intereses de un país en “desarrollo.” Muy por el contrario, pensar es un derecho y un trabajo. En estos tiempos, dar pasos firmes en la búsqueda y construcción de mundos mejores, desde el lugar en el que estemos, es un acto de valentía, y el mejor legado que podemos dejar a las futuras generaciones.

Lic. Carla Graffigna


[1] Cfr Frank y Fritzie Manuel “El pensamiento utópico en occidente (antecedentes y nacimiento de la utopía hasta el siglo XVI)” Turus ediciones, España, 1981. pag 33.
[2] Arturo Roig, “La Utopía en el Ecuador,” Biblioteca básica del pensamiento ecuatoriano, Quito, ecuador, 1987
[3] Cfr. “Filosofía Feminista y Utopía: una alianza poderosa” María Isabel Santa Cruz, Margarita Roulet, Ana María Bach, en “Perfiles del feminismo Iberoamericano 1” María Luisa Femeninas (compiladora) Bs. As, Ed Catálogos, 2002.pag 238-240.
imagen: Escher

1 comentario:

  1. Buen artículo. Los nuevos horizontes de la Geografía o frentes de investigación como algunos estudiosos los han llamado: “geografía de las utopías" requieren definir precisamente la utopía desde la disciplina. Buen aporte.

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