domingo, 31 de agosto de 2014

Puerto Rico se vacía lentamente.


La población de la isla decrece por la migración y la baja natalidad
Aumenta a su vez el número de personas que viven en Estados Unidos
Las tasas de natalidad en Puerto Rico están entre las más bajas de la región y de su historia

Los puertorriqueños no regresan, no nacen ni se quedan en su isla de origen. Desde hace un lustro hay más de ellos viviendo en Estados Unidos que en Puerto Rico, donde la población se avejenta y decrece, en medio de la crisis económica que comenzó en 2006 y que desde entonces ha impulsado la más reciente ola migratoria de isleños hacia el continente, que ya luce como la más grande del último siglo y no se detiene. Y al mismo tiempo, en tierra firme la comunidad se reacomoda: a la vez que los nuyoricans del norte se desplazan (puertorriqueños en Nueva York), se afianzan en el sur los disneyricans (isleños que viven en Florida).

Entre el año 2000 y el 2010, la población de Puerto Rico decreció por primera vez en su historia moderna en un 2,2%, de 3,8 millones de HABITANTES a 3,7 millones, y se cuadruplicó el porcentaje de puertorriqueños viviendo en Estados Unidos, de 12% en 1950, en el periodo conocido como “la gran migración”, a 55% en 2010. En esa década, unas 300.000 personas nacidas en la isla o que habían regresado a ella, se mudaron a alguno de los 50 Estados del país norteamericano. Y el flujo de migrantes ha sido muchísimo mayor durante los últimos tres años: solo entre 2010 y 2013, 144.000 puertorriqueños se mudaron a Estados Unidos y el número de habitantes de la isla se contrajo aún más —a 3,6 millones—, de acuerdo con un análisis publicado el pasado 11 de agosto por el Centro de Investigaciones Pew.

“Esa cifra es realmente impresionante, es la primera vez que se puede documentar esa cantidad”. El antropólogo Jorge Duany ha estudiado durante décadas los movimientos migratorios en el Caribe, desde del siglo XIX hasta ahora. Según su análisis, hasta 2010 ésta era “una nación en vaivén”, en un trasiego constante de sus habitantes entre la isla y el continente. “Ese vaivén se ha ido reduciendo. Desde 1970 en adelante el flujo de regreso fue significativo, pero ahora el movimiento es en una sola dirección. Cuando esto empezó la gente pensó que era más de lo mismo. Pero estamos hablando ya de una sangría muy grande de personas y que continúa”, dice Duany.

Entre 1900 y 2009, 1,8 millones de puertorriqueños habían abandonado la isla para irse a Estados Unidos. A partir de 1917, cuando el Congreso otorgó la ciudadanía estadounidense a los puertorriqueños, un buen número de ellos se estableció en Nueva York, el puerto mejor conectado con el de San Juan. Más tarde, entre 1945 y 1965, medio millón de jornaleros agrícolas se alistaron en el ejército o fueron empleados como mano de obra barata en las granjas estadounidenses. Este movimiento pasó a la historia como “la gran migración”. Las siguientes tres generaciones de puertorriqueños nacidos en Estados Unidos, los nuyoricans, comenzaron a regresar a la isla a partir de 1970.

Solo una década después, se reanudó el éxodo, ya no solo hacia los destinos tradicionales en el noreste —Nueva York, Nueva Jersey, Boston, Hartford—, sino también en dirección a la costa oeste y al sur —California, Texas, Florida. Y luego en 2006 entró en vigor la eliminación de la sección 936, el programa federal de exenciones contributivas que dio impulso a la industria manufacturera en Puerto Rico y la convirtió en el primer destino de las inversiones estadounidenses. Esto provocó un colapso económico que se mantiene hasta ahora, y que ha sido una de las causas principales de la huida en la última década.
Los que se van no tienen reemplazo en EL FUTURO, ya que las actuales tasas de fecundidad en Puerto Rico están entre las más bajas de la región y de su historia. “La natalidad era altísima hasta mediados del siglo pasado, había 40 nacimientos por cada mil personas. Eran como cuatro, cinco o seis niños por mujer”, recuerda Duany. Pero el país se convirtió “en un laboratorio” para ensayar técnicas de control de natalidad: llegaron las píldoras y la esterilización. En la actualidad, nacen 10 o 12 niños por cada mil personas, 1,7 por mujer. “La experiencia histórica indica que cuando la tasa de fecundidad llega a ese nivel tan bajo es muy difícil que se recupere, a menos que haya un cambio en las circunstancias de la economía y un grupo de migrantes jóvenes que afecte esas tasas”, según este antropólogo.
Hasta 2012 había en Estados Unidos 4,9 millones de puertorriqueños. En proporción son más jóvenes que sus connacionales en la isla. Unos 300.000 de ellos viven en la región central de Florida, entre las ciudades de Orlando, Tampa y Miami, y se les conoce popularmente como disneyricans, floriricans u orlandoricans. La gran migración a estas ciudades comenzó en los años 70, con la apertura de los parques temáticos de Disney y la consolidación del bum turístico.
“Las estadísticas socioeconómicas para los puertorriqueños en Orlando son más favorables que en otras partes de Estados Unidos y la comunidad en su conjunto es sustancialmente distinta de las demás”, explica Duany. Al menos la mitad de los disneyricans nacieron en la isla y son inmigrantes recientes; el 65% se define como “blanco”, el idioma que predomina entre ellos es el castellano, son políticamente más conservadores y la mayoría son propietarios. En Nueva York, en cambio, las dos terceras partes de los puertorriqueños nacieron en Estados Unidos, la mitad se define como “blanco”, el inglés es su primera lengua, su situación económica es más precaria y tradicionalmente han sido más demócratas.
La influencia política de los disneyricans en la política estadounidense está aún por definirse, pero de antemano se prevé que podría ser determinante. “Desde hace varios años se viene diciendo que los puertorriqueños de Florida podrían decidir las elecciones presidenciales o de gobernador. Se habla de un gigante dormido que no se acaba de despertar”, concluye el antropólogo.

Fuente: ElPais.com

Un Atlas de la vida marina en el océano Antártico.

Un grupo de cerca de 150 científicos ha creado el Atlas Biogeográfico del Océano del Sur, que documenta la biodiversidad marina en el Antártico desde los tiempos de las primeras expediciones a la zona, según ha informado el Comité Científico de la Investigación sobre el Antártico (SCAR, por sus siglas en inglés), que ha coordinado la investigación, presentada en la conferencia científica que se celebra del 25 al 28 de agosto en Auckland (Nueva Zelanda).

Según la organización, la iniciativa ha contado con la participación de 147 investigadores procedentes de 91 instituciones en 22 países como, entre otros, Australia, Bélgica, Canadá, Chile, Dinamarca, Francia, Alemania y también España. Durante los últimos cuatro años, este equipo ha recopilado datos sobre la presencia, evolución, cambios genéticos y efectos del cambio climático sobre más de 9.000 especies de la zona, desde bacterias hasta ballenas.

"Por primera vez, desde los años en los que el Capitán Cook exploraba el Antártico, la comunidad científica ha reunido, analizado y cartografiado la diversidad marina de este entorno en un atlas comprensivo, una base de datos accesible que facilitará la conservación de la vida salvaje", ha destacado el principal editor e investigador del Real Instituto Belga de Ciencias Naturales, Claude de Broyer.

'Un aumento espectacular'

La cantidad de especies catalogadas por el Atlas constituye un "aumento espectacular" con respecto a los números que se manejaban anteriormente, según el científico del British Antarctic Survey, Huw J. Griffiths, que ha explicado a Europa Press que, gracias a nuevas técnicas como el análisis del ADN, la comunidad científica ha podido revisar el conocimiento existente sobre la vida salvaje en el Antártico y constatar, por ejemplo, que el isópodo gigante Glyptonocus antarcticus, que se consideraba una especie es en realidad "once especies distintas".
Preguntado por los efectos de la actividad del ser humano en la biodiversidad en el Antártico, Griffith ha distinguido entre especies "más amenazadas" como las ballenas, focas y algunos peces, que "todavía se están recuperando" de la explotación humana en el pasado, y otros grupos como los invertebrados que habitan el fondo del mar, que se han mantenido "razonablemente a salvo" de la influencia humana.

No obstante, ha advertido de que tanto unos como otros se enfrentan al "desafío común" que presentaría un potencial aumento de las temperaturas, sumado a la acificación de los océanos y las alteraciones en las fuentes de alimentación, entre otros.

En este sentido, su compañero en la investigación y profesor de Oceanografía Biológica en la Universidad Marie Curie de París (Francia), Philippe Koubbi, ha añadido que la Comisión para la Conservación de los Recursos Marinos Vivos Antárticos (CCAMLR, por sus siglas en inglés) lleva trabajando desde 2005 para la designación de Áreas Marinas Protegidas (AMP) en el Antártico, con espacios ya declarados como la reserva en las Islas Orcadas del Sur, otros en camino de serlo como los del mar de Ross y Antártida del Este y otros todavía por proponer como el mar de Weddell o la Península Antártica.

"Aunque el sector de la pesca está bien controlado por el CCAMLR, todavía existe el problema de capturas ilegales. Por eso es fundamental un Atlas como este, con una base de datos que nos proporcione una comprensión global de la biodiversidad en el Antártico. A partir de ahora, los científicos ya sabrán qué áreas hay que proteger y podrá continuarse así con estudios área por área, a nivel regional", ha subrayado.

Fuente: ElMundo.es

martes, 12 de agosto de 2014

América Latina debe cuidar el agua para calmar su sed de energía.

Se calcula que la región aumentará un 550% su generación de electricidad en los próximos 35 años
La sequía: el enemigo silencioso de Latinoamérica.

¿Recuerda la última vez que se quedó sin luz en su casa? ¿Y la última vez que se fue el agua? ¿Qué pasaría si estas restricciones comenzaran a producirse a menudo y simultáneamente? Estas son situaciones que no son ajenas para muchas personas en América Latina y con el crecimiento previsto de la población mundial en las próximas décadas, la demanda de agua y energía no hará más que aumentar presionando aún más los recursos existentes.

Las últimas cifras de la Asociación Internacional de Energía (IEA) señalan que para 2035, el consumo mundial de energía crecerá un 35% y el consumo de agua por parte del sector eléctrico se incrementará en un 85%, especialmente en los países en desarrollo, una prueba de la interdependencia que existe entre ambos sectores.

Si bien la crisis hídrica global todavía es una posibilidad del futuro, los problemas energéticos son un fenómeno presente. La escasez de agua ya genera impactos negativos en el sector energético en muchos lugares del mundo. La relación entre agua y energía es tan estrecha que, cuando esta falla, se generan a su vez problemas en el consumo del agua, en especial en el sector agrícola.

Según el Consejo Mundial de Energía, para el año 2050, por ejemplo, en América Latina la generación de electricidad se incrementará en 550% y el consumo de agua crecerá en 360%. En África, por otra parte, la producción de energía aumentará un 700% y el uso del agua en 500%. Este aumento se explica por la mayor demanda de agua para las centrales hidroeléctricas, pero también por la refrigeración de las centrales térmicas y nucleares, así como la extracción y el refinado de combustibles.
En este contexto, el cambio climático también amenaza con elevar la temperatura del planeta y causar sequías más frecuentes y pronunciadas, que reducirán la disponibilidad de agua.

En un mundo que no cuide sus recursos naturales afectados por el cambio climático, los números pueden llegar a ser mucho peores, con impactos en la economía y la estabilidad política de muchos países, señala el estudio del Banco Mundial "Energía Sedienta: Asegurar suministros en un mundo con disponibilidad limitada de agua".

Un problema de todos

Este problema es bien conocido en Brasil. En 2012, el nivel de agua en las represas en el sudeste y centro-oeste del país alcanzó el 28% de su capacidad a causa de la peor sequía en 50 años. Este volumen de agua, está por debajo del mínimo para garantizar el suministro de electricidad.

Casi 10 años antes, el país vivió ocho meses de racionamiento a causa de la sequía en el noreste, que resultó en una pérdida de 54 mil millones de reales (23 mil millones de dólares) para la industria y un fuerte impacto en el crecimiento económico de 2001. En la vecina Venezuela, otro país muy dependiente de la energía hidroeléctrica, también la población ha estado enfrentando problemas de cortes en el suministro.

Pero la menor disponibilidad de agua no afecta únicamente a las represas. Otras modalidades de generación de energía también están padeciendo la escasez de este recurso. En 2007, en Australia —que entonces vivía la peor sequía en mil años— tres plantas de carbón tuvieron que reducir la producción para proteger los depósitos de agua municipales.

En resumen, el 59% de las empresas de energía y el 67% de las empresas eléctricas sufrieron algún inconveniente relacionado con los recursos hídricos en los últimos cinco años, según el Informe del Agua de 2013, publicado por CDP, una consultoría de temas ambientales.

Si las empresas tienen dificultades por la falta de agua y energía, la situación no es más fácil para la población. Hoy en día, más de un tercio de los habitantes del planeta viven en zonas donde se reduce el suministro de agua, según el Programa Mundial de Evaluación de los Recursos Hídricos (WWAP). Y de acuerdo con el AIE, 2.500 millones de personas tienen poco o ningún acceso a la electricidad.

Una planificación realista

A pesar de estas preocupaciones, la planificación y la producción en el sector de la energía se han hecho sin tener en cuenta las limitaciones actuales y futuras de agua. Esta es una de las principales conclusiones del estudio, el primero de una iniciativa —también llamada Energía Sedienta— cuyo objetivo es alentar a los países a actuar de manera diferente.

China, uno de los primeros países que trabajan con la iniciativa, incorporará esta limitación a su próximo plan quinquenal de energía (2016-2020). Entre las soluciones propuestas a China y otros países, están:

Usar más energía renovable, como la solar y eólica
Reciclar y reutilizar el agua usada en la operación de las centrales nucleares
Reemplazar las plantas viejas e ineficientes
Aumentar la eficiencia de la producción de biocombustibles
Crear leyes y regulaciones sobre el derecho de uso del agua en tiempos de escasez
Integrar la infraestructura de energía y agua
Y, por último, se anima a los gobiernos y las personas a hacer algo simple, pero que no siempre se cumple: conservar el agua y ahorrar energía siempre que sea posible, sin importar el lugar. Este es el primer paso hacia un mundo en el que los cortes de luz y agua sean cada vez menos una amenaza.

Fuente: ElPais.com 
Mariana Kaipper Ceratti

Huracanes censurados.

¿Quién se encarga de bautizar a estos ciclones tropicales y elabora la lista con los nombres que se les asignará en cada temporada?
Nos encontramos en plena temporada de huracanes en la zona del Atlántico Norte y noreste del Pacífico. Abarca desde el 1 de junio hasta el 30 de noviembre, aunque cada zona del planeta tiene su propia época del año donde se dan las condiciones para que estos monstruos de la naturaleza puedan formarse. Uno de los factores principales será la temperatura del agua, que ha de tener como mínimo 26,5 grados centígrados hasta una profundidad de al menos 50 metros. Pero ¿quién se encarga de bautizar a estos ciclones tropicales y elabora la lista con los nombres que se les asignará en cada temporada? En esta ocasión nos centraremos en el Atlántico Norte. El organismo encargado de tal función es el Centro Nacional de Huracanes de EE UU. En 1979 se crearon seis listas, cada una con 21 nombres alternativos de hombre y mujer desde la A a la Z, con lo cual estaban cubiertos los seis años siguientes. Si en una temporada se forman más de 21 ciclones, se utilizarán las letras del alfabeto griego (alfa, beta...). Cuando pasan seis años y se acaban las listas, se vuelven a reutilizar, pero con una condición: si un huracán por su fuerza e intensidad resultara muy destructivo, devastador o causara un número elevado de víctimas, el Gobierno del país afectado podrá pedir que se sustituya por otro, que empezará por la misma letra y género (masculino o femenino). Uno de los motivos es por respeto a las víctimas. Desde entonces, muchos han sido los huracanes retirados de estas listas. Seguro que recuerdan algunos… Camille (1969, vientos superiores a 300 km/h), Andrew (1992), Mitch (1998, con 11.000 muertos y 8.000 desaparecidos), Katrina, Rita, Wilma, Stan y Dennis (2005), Tomás (2010), Sandy (2012), Ingrid (2013)...

Fuente: ElPais.com