Y ese mínimo histórico todavía podría reducirse más, ya que el periodo de deshielo no ha terminado todavía en las latitudes boreales y queda al menos una semana de fusión. Como es sabido, el agua del Ártico sigue un ciclo anual de congelación y deshielo, llegando a su máxima extensión en torno a marzo, al final del invierno, y al mínimo en septiembre, cuando acaba el verano.
En las últimas décadas los científicos han observado un continuo descenso de la extensión del hielo, que se aprecia especialmente en el mínimo anual de septiembre. Desde 1972, además, se ha duplicado la velocidad de deshielo durante el verano y la extensión se ha redudido un 10% por década hasta llegar a la de 2011, que para los expertos de Bremen es el récord histórico conocido por el hombre y posiblemente, el punto más bajo alcanzado por el hielo en los últimos 8.000 años según sus estimaciones.
El National Snow and Ice Data Center (NSIDC) de EEUU, el gran centro de referencia mundial en el estudio de los hielos, todavía no ha emitido su informe de septiembre, pero se espera que los resultados sean similares a los de la Universidad de Bremen. Ya en agosto, el NSIDC señalaba que el nivel de hielo estaba cerca del récord anterior de 2007 y con una tendencia a empeorar.
Un Ártico navegable por primera vez
De hecho, en el verano de 2011 ha sido posible navegar por dos históricos pasos cerrados al hombre durante siglos. Tanto el Paso del Noroeste, al norte de Canadá, como el Paso del Noreste, por el norte de Siberia, han quedado abiertos para el paso de los grandes barcos de carga. Esto ocurrió por primera vez en la historia conocida en 2008 y en 2009 y se ha vuelto a repetir por tercera vez en 2011. La apertura de espacios hasta ahora vedados al hombre ha despertado el interés por llevar a cabo una explotación comercial del Ártico y ha generado la disputa diplomática entre los países con intereses en el área.
Los pasos del Noroeste y Noreste, abiertos en el verano de 2011
En el Ártico, las temperaturas han aumentado en las últimas décadas el doble que en el resto del planeta y el hielo ha retrocedido de forma tan continua y rápida que los científicos creen que es posible que dentro de 30 años se podrá ver un océano Ártico completamente desprovisto de hielo en verano, cuando las peores predicciones del Panel Intergubernamental para el Cambio Climático de la ONU daban como fecha el año 2100.
Los datos fósiles prueban que la última vez que el Ártico estuvo sin hielo en verano fue hace 125.000 años, en pleno mínimo glacial y cuando la civilización humana no existía, pues el 'Homo sapiens' ni siquiera había salido de África.
Para los expertos de Bremen, el deshielo creciente del Ártico es fruto de la acción humana y de la emisión de gases de efecto invernadero que calientan la atmósfera. "No hay variabilidad natural ni fenómeno meteorológico que explique estos cambios de un año para otro que está experimentando el hielo. Los modelos climáticos muestran que la reducción está relacionada con el calentamiento global de origen humano, que en el Ártico cobra especial notoriedad debido al efecto albedo", afirman en un comunicado.
El efecto albedo o el de reflexión de la luz por las superficies claras explica el proceso de aceleración espiral en la que ha entrado el Ártico. Las superficies blancas del hielo reflejan casi el 100% de la luz que reciben, pero cuando el hielo se derrite por una ligera subida de temperatura del mar, la superficie de agua oscura absorbe más luz, con lo que el agua se calienta más rápido y produce más deshielo. Esto crea unp proceso de retroalimentación severo que hace que cada vez sea más rápida e intensa la pérdida de agua helada.
De hecho, los científicos señalan que el Ártico no sólo ha perdido extensión de hielo, sino también grosor y antigüedad del mismo. Tras el mínimo de septiembre, el hielo vuelve a recuperarse durante el oscuro invierno polar, pero el nuevo casquete que se crea es menos grueso y más frágil que los hielos antiguos que ya se perdieron y por eso, al llegar la primavera, se esfuman mucho más rápido que antaño.
El grupo de trabajo de la Universidad de Bremen, dirigido por Georg Heygster, observa los dos polos desde hace años por medio del satélite Aqua de la NASA. Para ellos, el deshielo ártico tiene repercusiones directas sobre los ecosistemas boreales. "Afecta a las algas y los pequeños animales que forman la cadena alimenticia de la que dependen los peces, los mamíferos y el propio hombre". Los científicos señalan que el Ártico tiene un papel fundamental en la regulación del clima de la Tierra, como si fuera una especie de termostato planetario. Los cambios que en él acontecen influyen sobre las corrientes oceánicas y atmosféricas de todo el globo y pueden generar alteraciones en cadena en todo el planeta.
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