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sábado, 13 de junio de 2015

El origen de las lenguas europeas.

Montículos funerarios de la Edad de Bronce Dinamarca
La Edad del Bronce fue un momento de grandes migraciones humanas. Y con ellas también de una enorme circulación cultural que implicó importantes cambios tanto en Asia como en Europa Central. Aquellos cambios dieron forma hace entre 3.000 y 5.000 años a la estructura demográfica actual del Viejo Continente, según dos investigaciones publicadas en la revista Nature que suponen el mayor estudio genético sobre poblaciones antiguas europeas realizado hasta la fecha.

El primero de los dos trabajos, dirigido por el investigador del Harvard Medical School de Boston David Reich y por el de la Universidad de Adelaida (Australia) Wolfgang Haak, ya fue publicado en la edición online de la revista hace algunos meses y analizó el ADN de 69 individuos con una antigüedad de entre 8.000 y 3.000 años. Pero Nature ha querido esperar a la publicación de un segundo estudio liderado por el investigador del Centro de GeoGenética de la Universidad de Copenhague Eske Willerslev. En este caso, los científicos han analizado la información genética de 101 individuos, 19 de ellos completos, lo que duplica el número de genomas de esta época disponibles para la ciencia.

A priori puede parecer que nada tiene que ver el ADN con el lenguaje o la dispersión cultural. Y, en efecto, así es. Pero en este caso la genética ha acudido al rescate de las ciencias arqueológicas y lingüísticas, para cerrar un viejo debate en torno al momento en el que las lenguas indoeuropeas entraron en Europa Central.
Desde hace tiempo existen dos hipótesis enfrentadas sobre cuándo se produjo la entrada en Europa de una familia de lenguas que incluye las itálicas, las germánicas o las eslavas, entre otras. Una de estas teorías proponía la entrada desde Anatolia -una península perteneciente a la actual Turquía- durante el Neolítico, hace más de 8.000 años, con los primeros agricultores. En cambio, los nuevos datos genéticos revelados por ambos trabajos se decantan por una entrada muy posterior de aquel lenguaje que sirvió de germen para dar lugar a la mayor parte de las lenguas que se hablan en la actualidad en Europa. Esta segunda hipótesis propone una entrada durante la Edad de Bronce desde las estepas de Asia Central, actuales Rusia, Ucrania o Kazajistán, empujados por la innovación que supuso la rueda y los carros tirados por caballos.

Los datos aportados por ambos trabajos demuestran por primera vez que hubo un cambio genético muy fuerte en Europa Central en aquella época, lo que podría explicar también un gran cambio cultural. «La magnitud del movimiento migratorio habría llevado consigo también un cambio idiomático», explica John Novembre, del Departamento de Genética humana de la Universidad de Chicago en un artículo que acompaña a ambos trabajos.
Además, los investigadores hallaron una gran similitud entre los genomas europeos analizados y las poblaciones llamadas Yamna, que habitaban las estepas. La información genética concuerda con las sospechas de los lingüistas que creían más probable una entrada posterior ya que la mayoría de las lenguas antiguas ya contenían referencias a la rueda, el eje del carromato, las riendas y otros vocablos relacionados con el tiro de caballos. Sería difícil explicar la presencia de estas palabras en todas las lenguas si su expansión se hubiese producido antes de la industria de la rueda.

Además, los datos genéticos indican que estas poblaciones también se expandieron hacia el Este. Lo que encaja con un posible origen de las lenguas tocarias que llegaron hasta China.

Sin embargo, ninguno de los trabajos explica algunos aspectos de la expansión de las lenguas europeas. «Sabemos que la rama más antigua de las lenguas indoeuropeas es el Hitita, hablada en el norte de Anatolia, lo que encajaba a la perfección con la otra teoría. Lo que no explican los trabajos es cómo las ramas más antiguas están en el sur de Europa», dice Carles Lalueza-Fox, investigador del Instituto de Biología Evolutiva de Barcelona. Y probablemente no pueden hacerlo por la falta de datos debido a las complicadas condiciones de conservación de muestras en los climas de las penínsulas Ibérica e Itálica, de Grecia o de Turquía, algo en lo que ya está trabajando el equipo del investigador español.

Pero el enorme trabajo de genética necesario para extraer la información de muestras antiguas no siempre bien conservadas ha arrojado otros datos interesantes al margen del lenguaje. Por ejemplo, que la pigmentación clara de los Europeos ya estaba presente en la Edad de Bronce. Aunque no así la tolerancia a la lactosa, que, según los investigadores, se debe a una selección positiva sobre el consumo de leche en adultos más reciente de lo que se creía.

Fuente: ElMundo.es

martes, 25 de marzo de 2014

El mapamundi de la felicidad.


INFORMES Día internacional de la felicidad

La crisis ha hecho mella en el ánimo de los ciudadanos de Grecia, España, Portugal e Italia

Según la ONU, la ansiedad y la depresión son de las principales causas de infelicidad

Una rama de la psicología afirma que se puede enseñar y aprender a ser feliz

(...)
Las causas de la felicidad de alguien son tan diversas que generalizar el sentimiento a toda la población de un país y hacer clasificaciones para ver cuál es más feliz y cuál menos parece una misión imposible. Sin embargo, se hace. Y, claro, los resultados son tan variados como los motivos por los que la gente dice ser feliz. Así, dependiendo de lo que se estudie, a la cabeza se sitúan lugares tan lejanos y culturalmente diferentes como Costa Rica (primer puesto en el Índice del Planeta Feliz 2012), Indonesia (encuesta de Ipsos 2014) oDinamarca (Informe Mundial de la Felicidad de la ONU, 2013).
No obstante, en lo que sí coinciden los tres informes es que España no es ese país tan alegre que retrata siempre un conocido anuncio navideño. La crisis y el desempleo son algunas de las razones más importantes que explican el descenso en la felicidad de los españoles. Puede que 'el dinero no dé la felicidad', como dice una manida frase, pero la falta de él sí influye en este sentimiento. El mundo, en general, "es un lugar menos feliz desde hace cinco años", como señala el profesor Jeffrey Sachs, del Instituto de la Tierra de la Universidad de Columbia, que participó en la elaboración del informe de la ONU.
"La felicidad es relativa, pero cuando vemos que mucha gente en un país dice ser feliz nos interesa conocer la intensidad de ese sentimiento, cómo evoluciona y cambia a lo largo del tiempo. Y eso sí que se puede medir. Nosotros lo hacemos", explica a EL MUNDOKeren Gottfried, del departamento de encuestas de opinión pública de Ipsos. "A diferencia de otros informes, nosotros lo que hacemos es preguntarle a la gente: 'teniendo todos los factores en cuenta (económicos, sociales, etc.) ¿diría que usted es muy feliz, bastante feliz, no muy feliz o nada feliz?' Y eso nos da la medida de la felicidad por países", aclara.
Timothy Sharp, jefe del Instituto de la Felicidad de Australia y psicólogo clínico, afirma a este medio que "algunos componentes de la felicidad son medibles y cuantificables y, definitivamente, se puede enseñar a alguien a ser feliz". Y da las seis claves que utilizan en su Instituto para motivar a la gente. "Claridad (tener objetivos claros); llevar una vida saludable (ejercicio, nutrición y pautas de sueño); optimismo (un pensamiento realista pero optimista); centrarse en las fortalezas de uno y no en las debilidades; disfrutar del momento (aprovechar el presente) y otros factores relacionados con las relaciones sociales.
La ONU y lo que le preocupa a la gente

La Asamblea General de la ONU proclamó en 2012 el 20 de marzo como el Día Internacional de la Felicidad, a petición del Reino de Bután. Y, al año siguiente publicaron su primer informe mundial sobre el tema, del que destacan su interés porque "existe una creciente demanda internacional para que las políticas públicas estén más cerca de lo que les preocupa a la gente".
Este documento, el más exhaustivo de todos, analiza seis variables: larenta per cápita, ayudas y apoyo social, esperanza de vida, percepción de la corrupción, prevalencia de generosidad y libertad para tomar decisiones. Con todo ello en cuenta, el informe recoge que Latinoamérica es la zona que más está mejorando sus niveles de felicidad. Pero los tres países más felices, en función de esos puntos, son Dinamarca, Noruega y Suiza (ver gráfico). En la cola están Togo, Benin y la República Centroafricana.
Entre los países que más pérdida de bienestar han experimentado debido a la crisis económica están, por este orden, Grecia, España, Italia y Portugal. "La confianza en la policía y en el sistema jurídico ha caído en picado", dice el documento. Según el profesor Sachs, "los efectos de la crisis en el estado de ánimo de los ciudadanos serán más duraderos que la propia crisis".
También dedica un apartado a la enfermedad mental, "una de las principales causas de infelicidad en el mundo". Los trastornos como la depresión y los problemas de ansiedad afectan al 10% de la población. Pero "incluso en los países ricos, menos de la tercera parte de las personas con estos problemas recibe tratamiento, a pesar de que existe a un coste muy bajo", critica la ONU.
A pesar de que uno de cada 10 ciudadanos experimentará depresión o ansiedad en algún momento de su vida, ningún Gobierno gasta más del 15% de su presupuesto de salud en el cuidado de la salud mental. E incluso cuando llegan a esa cifra, como es el caso del Reino Unido y Escocia, esto supone sólo el 1% del PIB. "Necesitamos una actitud completamente diferente ante la salud mental", dice el Organismo internacional.
¿Un planeta feliz?

El Índice del planeta feliz, elaborado por la Fundación de Nuevas Economías (Nef), se calcula según la esperanza de vida, la experiencia personal de sentirse bien y la huella ecológica (esto es, una medida per cápita de la cantidad de tierra requerida para sostener los patrones de consumo de un país); "La mayoría de los indicadores nacionales de progreso se basan en la actividad económica: cuánto estamos consumiendo o produciendo. Pero no tienen en cuenta lo que realmente importa, lo que hace que la gente viva feliz ahora y en el futuro. El índice del planeta feliz pone el foco en esto", explican desde la Fundación.
Y la conclusión es que "los resultados confirman que no vivimos en un planeta feliz, porque ningún país es capaz de combinar con éxito los tres marcadores de una alta esperanza de vida, un alta sensación de bienestar con vivir en un entorno ecológico".
Según esos tres valores, los países más felices (de 151) son Costa Rica, Vietnam y Colombia. Mientras que los más tristes son Qatar, Chad y Botswana.
Y coincide con los otros estudios que "España (en el puesto 62) y Grecia (en el 83), han mostrado un descenso significativo en la sensación de bienestar de sus habitantes durante 2007 y 2010, debido a la crisis"
Dónde viven los muy felices

El documento más reciente sobre el tema ha sido publicado por Ipsos, que realizó una encuesta en 2013 en 24 países, en el que España ocupa el puesto 17. Este informe, realizado exclusivamente con las respuestas de los ciudadanos sobre si se sienten felices o no, refleja que el país donde la gente es más feliz es Indonesia, seguido por la India y México. Los ciudadanos menos felices están en Italia, Hungría y Corea del Sur.
Por regiones, Latinoamérica tiene la proporción más elevada de ciudadanos que dicen ser 'muy felices'. Después se sitúa Norteamérica, Oriente Medio y África, Asia y, por último, Europa.

Fuente:ElMundo.es

lunes, 4 de marzo de 2013

Errores de la proyección Mercator.

Investigador muestra y explica el verdadero mapa del mundo

Hace 4 siglos se aceptó y utilizó el mapa diseñado por el cartógrafo Gerhard Kremer, una proyección conocida como Mercator, la cual fue el más aceptado y utilizado durante los últimos cuatro siglo, sin embargo el historiador alemán Arno Peters hace pocos años demostró que el mundo no es como lo muestra el mapa.
En ese sentido el doctor en educación Carlos Díaz Merchant, en su visita a Oaxaca presentó para El Sol del Istmo lo que llamó “el verdadero mapa del mundo”, ya que el actual tiene numerosas incorrecciones que pueden resumirse bajo el calificativo de "eurocentrismo".
"Son siempre los países del Tercer Mundo, los estados ex coloniales, las naciones de los pueblos de color los que resultan perjudicados por el mapa Mercator, este mapa es una expresión de la época de europeización del mundo, de la época en la que el hombre blanco dominaba el planeta, de la época de la explotación colonial del mundo, por una minoría de razas de señores blancos, implacables, bien armados y técnicamente superiores. . . "
La distorsión eurocéntrica se mantiene si comparamos países concretos: Italia tiene igual tamaño que Somalia (ésta última es dos veces mayor); Suecia aparece dos veces mayor que Egipto, cuando lo cierto es precisamente lo contrario, entre otros detalles.
“La falta de información es, pues, la principal causa de la propagación de una visión del mundo errónea y que fomenta la insolidaridad, por lo que Arno Peters intentó buscar una alternativa que conservara las ventajas para el uso generalizado del mapa Mercator y que le añadiera otras cualidades, especialmente la fidelidad en la representación de las áreas”.
El resultado se publicó en 1974 y a partir de entonces ha recibido un apoyo creciente, el mapa nos sorprende inicialmente porque da a cada uno lo suyo, corrigiendo incluso la discriminación cromática, ya que hace unos 300 años, J. Hübner (un pedagogo alemán) impuso la idea de representar la totalidad de un estado en un color uniforme; eso supuso que los países colonizados compartían el color de la tierra madre europea, en ese sentido Peters ha sustituido ese anacronismo, asignando un color a cada parte de la Tierra y mostrando los estados particulares como variaciones de ese color; se atiende, pues, más a las propiedades geográficas, naturales, del mundo que a las diferencias nacionales.
Carlos Díaz Merchant, autor de “Geografía y desencuentro. Trascendencia e impacto pedagógico del mapamundi Arno Peters” destacó que es preciso “refundar la escuela” ya que como es evidente en geografía, en materias como Historia y otras también se siguen mal formando a los alumnos.

Fuente: elsoldelistmo.com.mx

domingo, 10 de octubre de 2010

Más allá de la era del petróleo. (Parte 3/3)


LA CARRERA HACIA LOS LÍQUIDOS ALTERNATIVOS

Aunque estén decididos a seguir expandiendo el suministro de petróleo convencional el mayor tiempo posible, los funcionarios del gobierno y la industria son conscientes que en algún punto estos esfuerzos se harán progresivamente más ineficaces. También saben que la presión pública para reducir las emisiones de dióxido de carbono –apaciguando la acumulación de gases de efecto invernadero que ocasionan el cambio climático- y evitar exponerse a un conflicto en Medio Oriente, aumentará en los próximos años. En consonancia, están poniendo mayor énfasis en el desarrollo de alternativas al petróleo que se consigan en el país o en el vecino Canadá.
Este nuevo énfasis recibió por primera vez atención en el último Discurso a la Nación de Bush. Remarcando la independencia energética y la necesidad de modernizar las normas de economización de los combustibles, el presidente anunció un ambicioso plan para aumentar la producción doméstica de etanol y otros biocombustibles. El Gobierno parece favorecer diversos tipos de alternativas al petróleo: el etanol producido en hornos con maíz, un tipo de mijo u otros productos no alimenticios (etanol celulósico); diesel derivado en gran medida de poroto de soja (biodiesel); y líquidos derivados de carbón (carbón-a-líquido) , gas natural (gas-a-líquido) y petróleo de esquistos. Todos estos métodos están siendo probados en laboratorios de universidades y plantas de escala reducida, y se aplicarán a instalaciones más grandes –en escala comercial- en los próximos años con la ayuda de varias agencias gubernamentales.
En febrero, por ejemplo, el Departamento de Energía anunció subsidios por un total de U$S 385 millones para la construcción de seis plantas piloto para fabricar etanol celulósico que, cuando se terminen en 2012, producirán más de 130 millones de galones de etanol celulósico por año. (EEUU produce ya grandes cantidades de etanol cocinando y fermentando mazorcas de maíz, un proceso que consume grandes cantidades de energía y malgastan una valiosa materia alimenticia, para suplantar sólo una pequeña parte de nuestro consumo de petróleo; las plantas celulósicas propuestas usarían biomasa no comestible como materia prima y consumirían mucha menos energía).
Igualmente ansiosas por desarrollar alternativas al petróleo están las grandes compañías energéticas; todas ellas han instalado laboratorios o divisiones para explorar las futuras opciones energéticas. La BP ha estado particularmente agresiva; en 2005 estableció la BP Energía Alternativa y apartó U$S 8000 millones para este propósito. En febrero pasado, en un nuevo giro, anunció un subsidio de U$S 500 millones –posiblemente el más grande de su tipo en la historia- a la Universidad de California, Berkeley, a la Universidad de Illinois y al Laboratorio Nacional Lawrence de Berkeley, para fundar un Instituto de Biociencias de la Energía con el fin de desarrollar biocombustibles. BP dijo que se espera que el instituto “explore la aplicación de la biociencia”•... (para) ...” la producción de energía nueva más limpia, principalmente combustibles para el transporte terrestre”.
Casi todas las grandes compañías petroleras apuestan fuerte a las arenas bituminosas de Canadá –una sustancia viscosa, que se encuentra en la provincia de Alberta de Canadá, que puede convertirse en petróleo sintético- pero sólo con enorme esfuerzo y gasto. De acuerdo con el Departamento de Energía, la producción de betún canadiense aumentará de 1.1 millones de barriles equivalentes de petróleo (mboe) en 2005 a 3.6 mboe en 2030, un aumento que, se espera, será encaminado en gran parte a los EEUU. Esperando facturar de esta bonanza, las corporaciones gigantescas como Chevron se apresuran a comprar licencias en los campos bituminosos del norte de Alberta.
Pero siendo atractivo desde una perspectiva geopolítica, la extracción de las arenas bituminosas de Canadá es ambientalmente destructiva. Requiere vastas cantidades de energía para recuperar el betún y convertirlo en un líquido útil, liberando tres veces más gases de efecto invernadero que el petróleo convencional; el proceso resultante intoxica las fuentes de agua y deja un desolado paisaje lunar para el mañana. Aunque rara vez figura en la prensa de EEUU, está creciendo en Canadá la oposición al daño ambiental que desatarían estas operaciones monumentales.
Los factores ambientales también se destacan ampliamente en otra fuente potencial de líquidos codiciada por las empresas de energía de EEUU, con fuerte apoyo gubernamental: el petróleo de esquistos, líquidos petrolíferos extraídos de roca inmadura que se encuentra en la cuenca del río Green en el oeste de Colorado, el este de Utah y sur de Wyoming. Los geólogos del gobierno afirman que los esquistos en EEUU contienen el equivalente de 2.1 billones de barriles de petróleo- la misma cantidad que el stock original de petróleo en el mundo. Sin embargo, el único medio de recobrar este tesoro proclamado es destripar una vasta área virgen y calentar la roca a 500 grados generando, en el proceso, montañas de material de desecho. También aquí, se ha generado una creciente oposición al asalto masivamente destructivo del ambiente. Sin embargo, Shell Oil ha establecido una planta piloto en el condado Río Blanco, del oeste de Colorado, con fuerte apoyo del Gobierno Bush.

LA VIDA DESPUÉS DEL PICO

Tenemos ahora un retrato de la situación energética global después del pico del petróleo convencional, con tropas corriendo de una zona caliente productora de petróleo a otra, y una parte creciente de nuestro combustible para transporte terrestre provista por líquidos no petrolíferos de un tipo u otro. No se puede prever con precisión qué forma exacta tomará la futura ecuación de energía, pero es obvio que el arduo proceso marcará los debates de la política norteamericana, interna e internacional, por un largo período.
Como lo sugiere esta breve evaluación, el paso del pico del petróleo tendrá consecuencias profundas y duraderas para este país, de no fácil solución. Encarando este futuro debemos, sobre todo, desechar las respuestas simples, tales como la ´independencia´ energética basada en el pillaje de las áreas vírgenes remanentes en Norteamérica o la falsa promesa del etanol basado en maíz (que puede proveer sólo una ínfima fracción de los requerimientos de nuestro transporte). Por sobre todo está claro que muchos de los combustibles alternativos propuestos por el Gobierno Bush plantean daños significativos por sí, y deben ser examinados cuidadosamente antes de comprometer grandes cantidades de fondos públicos para su desarrollo. El camino más seguro y más moralmente defendible es repudiar cualquier ´consenso´ que reclame el uso de la fuerza para proteger las fuentes del petróleo de ultramar, y esforzarse por conservar lo que queda del petróleo mundial, reduciendo su consumo.


por Michael Klare* Resumen: el profesor Klare, agudo analista de la geopolítica de los recursos naturales y crítico de los gobiernos de EEUU, esboza el panorama que se presenta al mundo, y en particular EEUU, ante el inevitable fin de la era del petróleo tradicional, y barato. *Profesor estadounidense, especialista en temas de defensa, autor de los libros “Guerra por los Recursos” y “Sangre y petróleo”. Artículo publicado por The Nation. 12-11-2007. Traducción de Hugo Palamidessi

FUENTE: InfoMORENO Nº 226

sábado, 9 de octubre de 2010

Más allá de la era del petróleo. (Parte 2/3)


EL NUEVO “CONSENSO DE WASHINGTON”

La necesidad de un rol militar vigoroso de EEUU en la protección de los activos energéticos en el extranjero, ha sido un tema principal de la política exterior norteamericana desde 1945, cuando el presidente Roosevelt se encontró con el rey Abdul Aziz de Arabia Saudita y prometió proteger el reinado en reciprocidad por el acceso privilegiado al petróleo saudita.
En la más famosa expresión de este lazo, el presidente Carter afirmó en enero de 1980 que el flujo irrestricto de petróleo del Golfo Pérsico está entre los intereses vitales del país y que para proteger ese interés, los EEUU empleará “cualquier medio necesario, inclusive la fuerza militar”. Este principio fue citado posteriormente por el presidente Reagan como la razón para ´reembanderar´ los buques tanques kuwaitíes con la enseña norteamericana durante la guerra Irán-Irak de 1980-1988, y protegerlos con buques de guerra norteamericanos, una actitud que llevó a esporádicos choques con Irán. El mismo principio fue invocado subsecuentemente por George Bush como justificación para la Guerra del Golfo en 1991.
Considerando estos hechos pasados, es importante reconocer que el uso de la fuerza militar para proteger el flujo de petróleo importado ha gozado generalmente de amplio apoyo bipartidario en Washington. Inicialmente la visión bipartidista estaba enfocada fundamentalmente en el área del Golfo Pérsico, pero desde 1990 se ha extendido también a otras áreas. El presidente Clinton buscó ansiosamente establecer estrechos lazos militares con los estados de Azerbaiján y Kazajstán del mar Caspio, luego de la ruptura de la URSS en 1991, mientras que G. W. Bush ha buscado ávidamente aumentar la presencia de EEUU en las regiones productoras de petróleo de África, y llegando a favorecer el establecimiento de un Comando en África de EEUU (Africom) en febrero.
Uno podría imaginarse que la actual debacle en Irak sacudiría este consenso, pero no hay evidencia que sea así. En realidad, parece que sucede lo contrario: temerosos, posiblemente de que el caos en Irak se extienda a otros países de la región del Golfo, las principales figuras de ambos partidos llaman a vigorizar el rol militar de EEUU en la protección del suministro de energía importada.
Quizás la expresión más explícita de este consenso de élite es el informe de un grupo independiente, “Consecuencias de la dependencia de EEUU del petróleo sobre la seguridad nacional”, respaldado por muchos Demócratas y Republicanos prominentes. Fue publicado en octubre de 2006 por el bipartidario Consejo de Relaciones Exteriores (CFR), encabezado conjuntamente por John Deutch, vicesecretario de defensa en la administració n Clinton, y James Schlesinger, secretario de defensa en las administraciones de Nixon y de Ford. El informe advierte sobre los crecientes peligros que se ciernen sobre el fluir seguro del petróleo importado. Concluyendo que sólo los EEUU tienen la capacidad de proteger el comercio global del petróleo contra la amenaza de una obstrucción violenta, argumenta sobre la necesidad de una presencia militar fuerte de EEUU en las áreas claves de producción y en los senderos marinos que traen el petróleo extranjero a las playas norteamericanas.
La toma de conciencia sobre este nuevo “Consenso de Washington” sobre la necesidad de proteger las fuentes externas de petróleo con tropas norteamericanas, ayuda a explicarse muchos desarrollos recientes en Washington. Lo que es más relevante, echa luz sobre la posición tomada por el presidente Bush al justificar su determinación de retener una potente fuerza norteamericana en Irak, y sobre el por qué los Demócratas encuentran tan difícil oponerse a esa posición.
Consideremos el discurso liminar sobre Irak del 13 de septiembre. “Si nos sacaran de Irak” profetizó, “se envalentonarí an los extremistas de toda clase...Irán se beneficiaría del caos y vería alentado en sus esfuerzos por obtener armas nucleares y dominar la región. Los extremistas podrían controlar una parte clave de la oferta energética global” Y luego viene el golpe: “Cualquiera sea el partido político al que pertenece o cualquiera sea su posición acerca de Irak, deberíamos poder coincidir en que Norteamérica tiene un interés vital en prevenir el caos y proveer esperanza en Medio Oriente”. En otras palabras, en Irak ya no se trata de democracia o armas de destrucción masiva o terrorismo, sino de mantener la estabilidad regional para asegurar el flujo seguro de petróleo y mantener estabilizada a la economía norteamericana; era casi como si estuviera hablando a la multitud bipartidaria que apoyó el informe de CFR que citábamos.
Es muy claro que los Demócratas, o por lo menos los principales Demócratas, encuentran extraordinariamente difícil rebatir este argumento de plano. En marzo, por ejemplo, la senadora Hillary Clinton dijo al New York Times que Irak está “justo en el centro de la región petrolera” y por lo tanto “se opone directamente a nuestros intereses” que se convierta en un estado fracasado o en un peón de Irán. Esto significa, continuó, que será necesario mantener indefinidamente algunas tropas de EEUU en Irak, para proveer apoyo logístico y entrenamiento a los militares iraquíes. El senador Barack Obama también ha hablado de la necesidad de mantener una presencia militar robusta en Irak y el área circundante. Así, mientras consideran adecuado el retiro de la mayoría de las brigadas de combate de EEUU de Irak, ha abogado por “una fuerza que pueda prevenir el caos en una amplia zona”.
Dada esta perspectiva, es muy duro para los Demócratas desafiar a Bush cuando dice que se necesita una presencia militar ´duradera´ de EEUU o cambiar la actual política del Gobierno, bloqueando una retirada militar importante o algún otro hecho imprevisto. Del mismo modo, será difícil para los Demócratas evitar un ataque norteamericano a Irán si se puede presentarlo como un paso necesario para prevenir que Irán amenace en el largo plazo la seguridad del suministro de petróleo en el Golfo Pérsico.
Tampoco podemos anticipar un cambio dramático en la política de EEUU en la región del Golfo por parte del nuevo gobierno, ya sea Demócrata o Republicano. Si algo cambiara, podemos esperar un aumento del uso de la fuerza militar para proteger el flujo transoceánico del petróleo, a medida que el nivel de amenaza aumenta junto con la necesidad de nuevas inversiones para prevenir reducciones aun mayores en el suministro global.

(Continúa en próximo posteo)

por Michael Klare* Resumen: el profesor Klare, agudo analista de la geopolítica de los recursos naturales y crítico de los gobiernos de EEUU, esboza el panorama que se presenta al mundo, y en particular EEUU, ante el inevitable fin de la era del petróleo tradicional, y barato. *Profesor estadounidense, especialista en temas de defensa, autor de los libros “Guerra por los Recursos” y “Sangre y petróleo”. Artículo publicado por The Nation. 12-11-2007. Traducción de Hugo Palamidessi

FUENTE: InfoMORENO Nº 226

viernes, 8 de octubre de 2010

Más allá de la era del petróleo. (Parte 1/3)

El pasado mayo, en una no proclamada y casi no percibida acción, el Departamento de Energía proclamó un giro fundamental, casi de época en la historia de EEUU y, en verdad, del mundo entero: nos estamos acercando al fin de la Era del Petróleo y entramos en la Era de la Insuficiencia. El departamento dejó de hablar de ´crudo´ (oil) en sus proyecciones sobre la disponibilidad futura de petróleo, y comenzó a hablar de ´líquidos´. El departamento indicó que la producción global de ´líquidos´ aumentaría de 84 millones de barriles equivalentes de petróleo diarios (mboe en inglés, NdT) en 2005 hasta unos 117.7 mboe en el 2030 –apenas suficientes para satisfacer la demanda mundial, pronosticada en 117.6 mboe.

Además de sugerir el grado hasta el cual las empresas petroleras han dejado de ser meras suministradoras de petróleo y son ahora proveedoras de una amplia variedad de productos líquidos –incluyendo combustibles sintéticos derivados de gas natural, maíz, carbón y otras sustancias- este cambio sugiere algo más fundamental: hemos entrado en una nueva era de competencia intensificada por la energía y de confianza creciente en el uso de la fuerza para proteger las fuentes de petróleo de ultramar.

Para apreciar la naturaleza del cambio, es útil hurgar un poco más a fondo en la curiosa terminología del Departamento de Energía. ´Líquidos´, explica el departamento en su Perspectiva Internacional de Energía (International Energy Outlook) de 2007, abarca `petróleo´ convencional así como líquidos ´no-convencionales´ , notoriamente arenas bituminosas (bitumen), aceite de esquistos, biocombustibles, líquidos de carbón y líquidos de gas. Habiendo sido una vez un componente relativamente insignificante del negocio de la energía, estos combustibles han llegado a asumir mucha importancia ante la declinante producción de petróleo convencional.

En realidad, el Departamento de Energía proyecta que la producción de líquidos no-convencionales se cuadruplique, saltando de unos 2.4 mboe por día en 2005 a 10.5 mboe en 2030. Pero la historia real no es el crecimiento impresionante en los combustibles no-convencionales sino el estancamiento en la producción de petróleo convencional. Mirado desde esta perspectiva, es difícil escapar a la conclusión que el cambio de “oil” a “líquidos” en la terminología del departamento, es un no tan sutil intento de disfrazar el hecho de que la producción mundial de petróleo está en, o cerca de, su capacidad pico, y que podemos esperar pronto una caída en la disponibilidad global de petróleo convencional.

El petróleo es, por supuesto, una sustancia finita, y los geólogos han avisado desde hace tiempo que terminará desapareciendo. La extracción de petróleo, como la de otro recurso no renovable, seguirá una curva parabólica en el tiempo. La producción crece rápidamente al principio y luego gradualmente se hace lenta hasta aproximadamente la mitad de la fuente original se haya agotado.; en este punto se llega a un pico en la producción sustentable y la producción empieza una declinación irreversible hasta que se torna demasiado caro extraer lo poco que queda. La mayoría de los geólogos creen que hemos ya alcanzado el punto medio en el agotamiento de la herencia original de petróleo en el mundo, y el único debate real es sobre cuan cerca hemos llegado de ese punto, habiendo algunos expertos que pregonan que estamos ahora en el pico, mientras otros dicen que todavía estamos a unos pocos años o quizá a una década de llegar a él.

Hasta hace muy poco, los analistas del Departamento de Energía estaban firmemente en el campo de los optimistas furiosos que clamaban que el pico del petróleo estaba tan lejos en el futuro que no era preciso pensarlo mucho. Dejando de lado el aspecto científico del asunto, la promulgación de esa visión tan rosa obviaba cualquier promoción de mejoras en la eficiencia del combustible para automotores o de urgir adelantos en el desarrollo de combustibles alternativos. Dada las prioridades de la Casa Blanca, no es de sorprenderse que esta visión prevaleciera en Washington.

Sin embargo, en sólo los seis últimos meses los signos de un inminente pico en la producción de petróleo convencional han hecho imposible ignorarlos, aun a los conservadores analistas de la industria. Estos signos han venido, por un lado del mundo pacífico de las transacciones comerciales y fijación de precios, y por otro del análisis de los expertos internacionales en energía.

Lo más dramático quizás, haya sido el aumento espectacular de los precios del petróleo. El precio del crudo liviano, dulce, cruzó la longeva barrera psicológica de los U$S 80 por barril en el New York Mercantile Exchange (NYMEX) por primera vez en septiembre, y desde entonces ha crecido hasta U$S 90. Muchas razones han sido mencionadas para el aumento de los precios del crudo, incluyendo conmociones en la región productora de petróleo del Delta en Nigeria, sabotajes en oleoductos en México, aumento de la actividad de huracanes en el Golfo de México y temores de ataques turcos a los santuarios de la guerrilla kurda. Pero la realidad subyacente es que la mayoría de los países productores de petróleo están bombeando a máxima capacidad y encuentran difícil aumentar la producción para enfrentar la creciente demanda internacional.

Aun una decisión de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) de inflar la producción en 500.000 barriles por día, no logró parar el impulso alcista de los precios. Preocupados porque un aumento excesivo de los costos del petróleo disparara una recesión mundial y redujera la demanda de sus productos, los países de la OPEP acordaron, en una reunión en Viena el 11 de septiembre, aumentar su producción conjunta. “Pensamos que el mercado está un tanto alto” explicó el ministro del petróleo kuwaití, Mohammad al-Olaim. Pero la movida logró poco para calmar el aumento de los precios. Claramente, OPEP tendría que emprender un mucho mayor crecimiento de la producción para alterar el entorno del mercado, y no está claro que sus miembros tengan la capacidad de hacerlo, ahora o en el futuro.

Un signo de alerta de otro tipo fue provisto por la decisión tomada por Kazajstán en agosto de 2007, de suspender el desarrollo de la región petrolífera gigante de Kashagan, en su sector del Mar Caspio, iniciado en un principio por un consorcio de compañías occidentales a fines de los años 90. Se dijo que Kashagan es el proyecto petrolífero más promisorio desde el descubrimiento de petróleo en Prudhoe Bay, Alaska, a fines de los `60. Pero la empresa ha encontrado enormes problemas técnicos y todavía no ha producido un solo barril de petróleo. Frustrado por el fracaso de obtener algún beneficio económico del proyecto, el gobierno kazajo ha argumentado riesgos ambientales y excesos de costos para justificar la suspensión de las operaciones y pedir mayor opinión sobre el proyecto.

Como el ascenso dramático en los precios del petróleo, el episodio de Kashagan es una indicación de las crecientes dificultades de la industria en su esfuerzo para impulsar la producción para enfrentar el aumento de la demanda. “Todas las compañías petroleras están peleando para hacer crecer la producción” Peter Hitchens, de Teather & Greenwood, dijo al Wall Street Journal en julio. “Se torna más y más difícil llevar los proyectos en tiempo y dentro del presupuesto”.

Que esta debilidad de la industria no es un problema temporario sino el síntoma de una tendencia de largo plazo, fue confirmado por dos importantes estudios publicados el verano pasado por organizaciones conservadoras de la industria. El primero de estos fue publicado el 9 de julio por la Agencia Internacional de Energía (IEA), afiliada de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos, el club de las principales potencias industriales. Titulado “Informe del mercado petrolero en el mediano plazo”, es una evaluación llana de la ecuación global oferta-demanda en el período 2007-2012. La noticia no es buena.

Prediciendo que la actividad económica mundial crecerá en promedio el 4.5 % por año durante este período –en gran parte impulsado por el crecimiento desenfrenado en China, India y el Medio Oriente- el informe concluye que la demanda global de petróleo aumentará un 2.2 % por año, empujando el consumo mundial de, aproximadamente 86 millones de barriles por día (Mbd) en 2007, a 96 mbd en 2012. Con suerte y nuevas inversiones masivas, la industria petrolera será capaz de aumentar la producción suficientemente como para satisfacer –apenas- la demanda más alta que se anticipa para 2012. Más allá de eso sin embargo, parece poco posible que la industria pueda sostener cualquier aumento en la demanda.”El petróleo parece estar muy justo en estos cinco años” declaró la agencia.

En la base de la conclusión general de este informe hay una cantidad de preocupaciones específicas. Lo más notable es que señala una declinación preocupante en el flujo de los campos más antiguos en los países no-OPEP, y la necesidad correspondiente de una mayor producción de los países OPEP, muchos de los cuales están localizados en áreas proclives a conflictos de Oriente Medio y África. Las cantidades involucradas conmueven. A primera vista parecería que sería una meta considerada razonable la necesidad de unos 10 Mbd extra entre 2007 y 2012, o sea 2 Mbd por día cada uno de los cinco años. Pero eso no toma en cuenta que hoy día el mundo necesita unos 5 millones extra: 3 para compensar la declinación en los pozos antiguos, más 2 millones de demanda adicional. Este es un desafío intimidatorio y posiblemente inalcanzable, especialmente si se considera que casi todo el petróleo adicional tendrá que provenir de Irán, Irak, Kuwait, Arabia Saudita, Argelia, Angola, Libia, Nigeria, Sudán, Kazajstán y Venezuela, países que no inspiran el tipo de confianza que se necesitará para verter centenares de miles de millones de dólares en nuevos trépanos, ductos y otras partes esenciales de infraestructura.

Causas similares de ansiedad pueden encontrarse en el segundo estudio principal publicado en el último verano, “Enfrentando las duras verdades acerca de la energía”, preparado por el National Petroleum Council (NPC), una importante organización de la industria. Como se supone que presenta una visión ´equilibrada´ del dilema de la energía nacional, el informe NPC fue ampliamente elogiado en Capitol Hill y en los medios; a su brillo se agregaba la identidad de su autor principal, el ex ejecutivo en jefe de ExxonMobil, Lee Raymond.

Al igual que el informe IEA, el estudio de NPC empieza proclamando que, con la combinación correcta de políticas y mayor inversión, la industria es capaz de satisfacer la demanda de EEUU y del mundo de petróleo y gas natural. “Afortunadamente el mundo no se está quedando sin recursos energéticos” afirma el informe corajudamente. Pero los obstáculos al desarrollo y distribución de esos recursos abundan, de modo que se requiere urgentemente políticas y prácticas prudentes. Aunque “no hay una única y fácil solución a los múltiples desafíos que enfrentamos” los autores concluyen que “confiamos que la rápida adopción de estas estrategias” permitirá a los Estados Unidos satisfacer sus necesidades de energía en el largo plazo.

Sin embargo, al leer más profundamente el informe, surgen serias dudas. Aquí otra vez las preocupaciones surgen de las crecientes dificultades de extraer petróleo y gas de lugares poco favorables y de los riesgos geopolíticos asociados con la creciente dependencia de proveedores inamistosos e inestables. De acuerdo a NPC (usando datos tomados de IEA), se estima que se necesitarán, en los próximos 25 años, U$S 20 billones en nueva infraestructura para asegurar que estará disponible la energía suficiente para satisfacer la demanda mundial que se prevé.

El informe afirma luego algo obvio: “Será necesario un clima de inversión estable y atractivo para atraer el capital adecuado para la evolución y expansión de la infraestructura energética”
Aquí es donde debería empezar cualquier observador astuto para alarmarse realmente, puesto que, como señala el informe, no es de esperar un clima así. A medida que el centro de gravedad de la producción mundial de petróleo se desplaza definitivamente hacia los países de la OPEP y los estados cuya producción está centrada en lo estatal, como Rusia, el mercado llegará a ser dominado más por los factores geopolíticos que por los mercantiles.

“Estos corrimientos plantean profundas implicaciones para los intereses, estrategias y elaboración de políticas de EEUU” afirma el estudio. “Muchos de los cambios esperados podrían elevar los riesgos de la seguridad energética de EEUU, en un mundo donde es probable que la influencia de EEUU decline a medida que el poder económico se desplaza a otras naciones. En los años venideros, las amenazas a la seguridad de las principales fuentes mundiales de petróleo y gas natural pueden empeorar”.

Las implicaciones son obvias: los principales inversores no parece que vayan a expeler los billones de dólares necesarios para acrecentar sustancialmente la producción en los años venideros, lo que sugiere que la producción global de petróleo convencional no alcanzará los elevados niveles predichos por el Departamento de Energía, sino que afrontarán pronto una declinación irreversible.

Esta conclusión lleva a dos impulsos estratégicos obvios: primero, el gobierno buscará aliviar los escrúpulos de los principales inversores en energía prometiéndoles proteger sus inversiones en ultramar por medio del despliegue de fuerzas militares estadounidenses; y segundo, la industria buscará contener su apuesta, desplazando una parte cada vez más grande de sus fondos de inversión hacia el desarrollo de líquidos no-petrolíferos.


(Continúa en próximo posteo)

por Michael Klare*

Resumen: el profesor Klare, agudo analista de la geopolítica de los recursos naturales y crítico de los gobiernos de EEUU, esboza el panorama que se presenta al mundo, y en particular EEUU, ante el inevitable fin de la era del petróleo tradicional, y barato.

*Profesor estadounidense, especialista en temas de defensa, autor de los libros “Guerra por los Recursos” y “Sangre y petróleo”. Artículo publicado por The Nation. 12-11-2007. Traducción de Hugo Palamidessi

FUENTE: InfoMORENO Nº 226

viernes, 24 de septiembre de 2010

La expansión urbana descontrolada en Europa.

Europa es uno de los continentes más urbanizados de la Tierra. Alrededor del 75 % de su población vive en zonas urbanas. Sin embargo, el futuro urbano de Europa es una cuestión que suscita gran inquietud. Más de una cuarta parte del territorio de la Unión Europea se puede considerar suelo urbano.
En 2020, aproximadamente el 80 % de los europeos residirá en zonas urbanas. En 7 países, la proporción será del 90 % o más. En consecuencia, se agudiza la demanda de suelo en las ciudades y sus alrededores. Día tras día, todos somos testigos de cambios rápidos, visibles y conflictivos en los usos del suelo, que modifican los paisajes y afectan al medio ambiente de las ciudades y de su entorno como nunca antes.
Las ciudades se extienden y se reducen las distancias entre ellas y el tiempo que se tarda en pasar de una a otra. Esta extensión de las ciudades tiene lugar por toda Europa, impulsada por los cambios en el estilo de vida y las pautas de consumo, y se conoce generalmente con el nombre de «expansión urbana descontrolada». Los datos disponibles demuestran de manera concluyente que la expansión urbana descontrolada ha acompañado al crecimiento de las ciudades europeas durante los últimos 50 años.
Se habla de expansión urbana descontrolada cuando la tasa de cambio del uso del suelo de rústico a urbano es superior a la tasa de crecimiento demográfico de una determinada zona durante un período determinado. La expansión urbana descontrolada debería considerarse, con razón, uno de los principales retos comunes a los que debe hacer frente la actual Europa urbana.
Un reciente estudio de ámbito europeo revela que las ciudades crecen rápidamente y sin freno: más del 5 % en un decenio equivalente a tres veces la superficie de Luxemburgo. Las zonas donde más se aprecian los efectos de la expansión urbana descontrolada están en países o regiones que registran una elevada densidad demográfica y un nivel elevado de actividad
económica (Bélgica, los Países Bajos, Alemania meridional y occidental, el norte de Italia o la región de París) y/o un rápido crecimiento económico (Irlanda, Portugal, Alemania oriental o la Comunidad de Madrid). La expansión urbana descontrolada se pone especialmente de manifiesto en los países o regiones que se han beneficiado de las políticas regionales de la UE y de su financiación. También se observan nuevas pautas de desarrollo, en torno a pequeñas ciudades o en el campo, a lo largo de los corredores de transporte y de muchas zonas del litoral que suelen estar conectadas a valles fluviales.
En Europa, el crecimiento de las ciudades ha estado impulsado históricamente por el aumento de la población urbana. Pero en la actualidad, a pesar de la escasa o nula presión demográfica, existen diversos factores que siguen impulsando la expansión, cuyo origen está en el deseo de llevar un nuevo estilo de vida en el extrarradio, lejos del centro de las ciudades.
Entre las causas que generan estas tendencias, hallamos las socioeconómicas, tanto micro como
macro. La calidad de los sistemas de transporte, el precio del suelo, las preferencias individuales en materia de vivienda, las tendencias demográficas, las tradiciones y limitaciones culturales y el atractivo de las zonas urbanas existentes son factores que influyen en la forma en que se desarrolla un área urbana. Otra de las causas principales es la aplicación de políticas de ordenación en el ámbito local y regional. Incentivada por los Fondos de Cohesión y por los Fondos Estructurales de la Unión Europea, que financian el desarrollo de las infraestructuras, la expansión descontrolada se ha acelerado en respuesta a la mejora de las conexiones de transporte y el aumento de la movilidad personal. Las ciudades son por naturaleza lugares donde se concentran grandes cantidades de personas en pequeñas superficies. Esto presenta ciertas ventajas evidentes para el desarrollo económico y social. En algunos aspectos, puede incluso ser beneficioso para el medio ambiente. Por ejemplo, el uso del suelo y el consumo de energía tienden a ser menores en las áreas urbanas en comparación con las áreas de población dispersa. El tratamiento de los residuos y de las aguas residuales se beneficia de economías de escala. De este modo, los problemas tradicionales de salud ambiental derivados de un agua potable que presenta riesgos, unos saneamientos inadecuados y unas viviendas deficientes básicamente han desaparecido de las ciudades de la Unión Europea. No obstante, la población urbana todavía sufre problemas ambientales severos y localizados, como la exposición al ruido, episodios de contaminación atmosférica de gran repercusión, la gestión de los residuos, las restricciones de agua potable y la falta de espacios abiertos.
Sin embargo, la actual tendencia hacia la creación de nuevas áreas urbanas de baja densidad está generando un aumento del consumo. En los últimos 50 años, la cantidad de espacio por persona en las ciudades europeas ha aumentado más del doble. En los últimos 20 años, la superficie construida en muchos países de Europa occidental y oriental ha aumentado un 20 %, mientras que la población sólo ha crecido un 6 %. En particular, el transporte (es decir, la movilidad) sigue siendo un reto crucial para la ordenación urbana. Las infraestructuras de transporte tienen muy diversos efectos sobre los paisajes, como el sellado del suelo, que agrava las consecuencias de las inundaciones, y la fragmentación de los espacios naturales, por mencionar tan sólo dos de ellos.
La movilidad y la accesibilidad son factores clave para la cohesión territorial de Europa. También son elementos esenciales para mejorar la calidad de vida de las comunidades. Se cree que los kilómetros recorridos por carretera en áreas urbanas aumentarán un 40 % entre 1995 y 2030. El parque de automóviles de la UE 10 todavía no ha alcanzado los niveles de la UE 15, lo que indica que todavía cabe esperar un mayor crecimiento.
Si no se hace nada al respecto, es previsible que la congestión de las carreteras aumente de forma significativa hasta 2010 y que los costes que acarrea se eleven hasta aproximarse al 1 % del PIB de la Unión Europea. Sin embargo, las infraestructuras de transporte implican algo más que ir añadiendo kilómetros de carretera y ferrocarril. Dichas infraestructuras deben formar parte de un enfoque global, que tenga en cuenta el verdadero impacto de las inversiones dirigidas a crear y sostener las economías urbanas locales. Debe ser parte de un desarrollo equilibrado y policéntrico, que reduzca los daños al medio ambiente.
Pero las estrategias e instrumentos para controlar la expansión urbana descontrolada dependen en gran medida de la realidad actual de Europa, donde existen varios niveles de gobierno interrelacionados, desde el ámbito local hasta el europeo. Esto es así especialmente en el caso de los importantes flujos financieros que moldean los presupuestos de ordenación. En la actualidad, las políticas de ordenación suelen ser reflejo de la lógica del mercado. Sería mejor que reflejasen una visión del desarrollo urbano, en la cual se integrasen plenamente las consideraciones ambientales y sociales en las políticas de ordenación territorial en todas las fases del ciclo, desde la identificación del problema y la formulación de las políticas hasta su aplicación y posterior evaluación. Esto podría comportar varios beneficios, como por ejemplo:
• coherencia en todas las fases del ciclo político;
• mayor cooperación entre organismos en todos los niveles de responsabilidad;
• un uso efectivo de los Fondos Estructurales y Fondos de Cohesión a escala comunitaria, combinados con la normativa ambiental, a fin de evitar y paliar la expansión urbana descontrolada;
• corrección de los fallos del mercado que favorecen la expansión urbana descontrolada, mediante estímulos relacionados con el precio del suelo en y entre zonas urbanas, así como en su entorno;
• comparación e intercambio de buenas prácticas para desarrollar ciudades más compactas;
• creación de zonas verdes en las ciudades.

Referencias
EEA (2006), Urban sprawl in
Europe — the ignored challenge,
Informe nº 10/2006 de la AEMA,
Agencia Europea de Medio
Ambiente, Copenhague.


Fuente: Agencia Europea de Medio Ambiente (EEA Briefing, 2006) ISSN 1830-2254

miércoles, 22 de septiembre de 2010

Cinco países se disputan el Ártico.

Los Estados limítrofes negocian el reparto del Polo, rico en petróleo y vital para las comunicaciones.


Cinco países iniciaron en 2008 conversaciones para repartirse el Ártico, una de las últimas zonas de la Tierra que aún no tiene como dueño a ningún Estado y que se calcula que alberga bajo el hielo una cuarta parte de las reservas mundiales de petróleo (consulte el gráfico). Dinamarca, anfitriona de la cumbre, quiere que Estados Unidos, Noruega, Canadá y Rusia acaten las reglas de juego establecidas por Naciones Unidas en 1982 para llevar a cabo un eventual reparto. "Esta reunión es el principio de un proceso que puede durar años", afirma en una entrevista telefónica Lars Kullerud, presidente de la Universidad del Ártico, una red internacional de universidades con sede en esa región.

"Es el principio de un proceso que puede durar años", afirma un experto.

Están en juego 1,2 millones de kilómetros cuadrados de fondo marino que han ganado atractivo para algunos gracias al cambio climático. El deshielo facilita un mayor acceso a las bolsas de hidrocarburos y abre nuevas rutas marítimas, que permiten un ahorro de hasta 8.600 kilómetros en un viaje entre Tokio y Hamburgo. Los cinco países limítrofes quieren asegurarse cuanto antes una parte del pastel y sus ministros presentarán sus demandas durante la cumbre de tres días que ayer empezó en Ilulissat, una pequeña ciudad de Groenlandia que tiene el mayor glaciar del mundo.

Las bases para un acuerdo están sentadas. "Se trata de un paso importante, porque las partes se sientan en la misma mesa para reconocer que existe un desacuerdo, para cooperar en algunos ámbitos y, quizá, empezar a encontrar una solución al problema de la soberanía", dice Pablo Pareja, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Pompeu Fabra y autor de un estudio sobre el Ártico. "El Ártico es un espacio todavía no asignado. Tradicionalmente ha sido considerado alta mar", añade.

La región ártica, en la que viven sobre un enorme casquete de hielo entre dos y cuatro millones de personas, se ha convertido en los últimos años en objeto de disputa. El derecho internacional, plasmado en la Convención sobre el Derecho del Mar de Naciones Unidas, establece que los países con salida al mar tienen derecho a extender su zona de soberanía hasta 200 millas naúticas (370 kilómetros) desde la costa. Pero este límite se puede ampliar si un país demuestra que su plataforma continental, que es el lecho marino anexo al continente, va más allá de esa distancia.

Esta salvedad abrió las puertas a las reclamaciones. Para probar que sus demandas están fundamentadas, varios países han organizado expediciones cartográficas para reivindicar el mayor territorio posible. El momento más tenso se produjo en 2007, cuando un equipo ruso en submarino plantó una bandera del país en el fondo marino.

La resolución al conflicto puede durar años, entre 10 y 15, según el Gobierno danés. Estados Unidos no ha ratificado todavía el tratado de la ONU (se firmó en 1982 y entró en vigor en 1994) y, hasta que no lo haga, el litigio no se cerrará. "Una vez adoptado el tratado, hay 10 años de plazo para plantear reivindicaciones y, aunque Washington lo firme en breve, como parece probable, todavía tendrá esa década para protestar", explica Lars Kullerud.

"Todo el mundo está esperando a Estados Unidos", concluye el presidente de la Universidad del Ártico. Uno de los objetivos de la reunión de Ilulissat es que todos se comprometan a respetar dicho tratado.

En un mundo que explota al máximo sus recursos naturales, el Ártico es una de las pocas zonas que permanecen vírgenes. Un 25% de las reservas desconocidas de petróleo y gas están bajo estas aguas. Excavar para llegar hasta el crudo no ha estado hasta ahora al alcance de las petroleras, pero el cambio climático ha hecho más fina la capa de hielo, mientras la tecnología ha mejorado mucho. La operación puede ser, pese a todo, muy cara, pero con el barril de brent a 130 dólares extraer crudo del Ártico puede resultar rentable.

El oro negro no es la única ventaja de ser propietario de una porción de esta zona. "Con el deshielo se puede abrir una vía de navegación permanente por el norte y tener acceso a una vía como ésta es clave para países como Estados Unidos, que ahora tienen que llegar al otro lado del mundo a través del estrecho de Malaka (en Asia), el cabo de Agujas (en Suráfrica) y el cabo de Hornos (en América Latina)".

Hay dos pasos, el del noreste (no navegable), y el del noroeste, que se abrió durante unos meses por primera vez en 2007. Los investigadores calculan que los barcos podrán utilizar este último paso todo el año a partir de 2050 por el cambio climático.

Las ONG han pedido que los países limítrofes lleguen a un acuerdo que dé garantías medioambientales al Ártico, una propuesta con la que coinciden algunos países que están fuera de la disputa, como Francia y España.


Comercio y riqueza

- Reservas de crudo Un 25% de las reservas de petróleo y gas natural por descubrir está en el Ártico.

- Rutas comerciales El paso del Noreste no es navegable, mientras el paso del noroeste ya está abierto varios meses al año, y se prevé que a partir de 2050 esté en funcionamiento durante todo el año. A través del paso del

noroeste, entre Tokio y Nueva York hay 14.000 kilómetros; si el recorrido pasa por el canal de Panamá, son 18.200.- Población. En el Ártico viven entre dos y cuatro millones de personas, repartidas entre Canadá, Dinamarca, Noruega, Rusia y EE UU, incluidos más de 20 grupos indígenas.


Fuente: ElPais.com

(España, 2008)