domingo, 10 de octubre de 2010

Más allá de la era del petróleo. (Parte 3/3)


LA CARRERA HACIA LOS LÍQUIDOS ALTERNATIVOS

Aunque estén decididos a seguir expandiendo el suministro de petróleo convencional el mayor tiempo posible, los funcionarios del gobierno y la industria son conscientes que en algún punto estos esfuerzos se harán progresivamente más ineficaces. También saben que la presión pública para reducir las emisiones de dióxido de carbono –apaciguando la acumulación de gases de efecto invernadero que ocasionan el cambio climático- y evitar exponerse a un conflicto en Medio Oriente, aumentará en los próximos años. En consonancia, están poniendo mayor énfasis en el desarrollo de alternativas al petróleo que se consigan en el país o en el vecino Canadá.
Este nuevo énfasis recibió por primera vez atención en el último Discurso a la Nación de Bush. Remarcando la independencia energética y la necesidad de modernizar las normas de economización de los combustibles, el presidente anunció un ambicioso plan para aumentar la producción doméstica de etanol y otros biocombustibles. El Gobierno parece favorecer diversos tipos de alternativas al petróleo: el etanol producido en hornos con maíz, un tipo de mijo u otros productos no alimenticios (etanol celulósico); diesel derivado en gran medida de poroto de soja (biodiesel); y líquidos derivados de carbón (carbón-a-líquido) , gas natural (gas-a-líquido) y petróleo de esquistos. Todos estos métodos están siendo probados en laboratorios de universidades y plantas de escala reducida, y se aplicarán a instalaciones más grandes –en escala comercial- en los próximos años con la ayuda de varias agencias gubernamentales.
En febrero, por ejemplo, el Departamento de Energía anunció subsidios por un total de U$S 385 millones para la construcción de seis plantas piloto para fabricar etanol celulósico que, cuando se terminen en 2012, producirán más de 130 millones de galones de etanol celulósico por año. (EEUU produce ya grandes cantidades de etanol cocinando y fermentando mazorcas de maíz, un proceso que consume grandes cantidades de energía y malgastan una valiosa materia alimenticia, para suplantar sólo una pequeña parte de nuestro consumo de petróleo; las plantas celulósicas propuestas usarían biomasa no comestible como materia prima y consumirían mucha menos energía).
Igualmente ansiosas por desarrollar alternativas al petróleo están las grandes compañías energéticas; todas ellas han instalado laboratorios o divisiones para explorar las futuras opciones energéticas. La BP ha estado particularmente agresiva; en 2005 estableció la BP Energía Alternativa y apartó U$S 8000 millones para este propósito. En febrero pasado, en un nuevo giro, anunció un subsidio de U$S 500 millones –posiblemente el más grande de su tipo en la historia- a la Universidad de California, Berkeley, a la Universidad de Illinois y al Laboratorio Nacional Lawrence de Berkeley, para fundar un Instituto de Biociencias de la Energía con el fin de desarrollar biocombustibles. BP dijo que se espera que el instituto “explore la aplicación de la biociencia”•... (para) ...” la producción de energía nueva más limpia, principalmente combustibles para el transporte terrestre”.
Casi todas las grandes compañías petroleras apuestan fuerte a las arenas bituminosas de Canadá –una sustancia viscosa, que se encuentra en la provincia de Alberta de Canadá, que puede convertirse en petróleo sintético- pero sólo con enorme esfuerzo y gasto. De acuerdo con el Departamento de Energía, la producción de betún canadiense aumentará de 1.1 millones de barriles equivalentes de petróleo (mboe) en 2005 a 3.6 mboe en 2030, un aumento que, se espera, será encaminado en gran parte a los EEUU. Esperando facturar de esta bonanza, las corporaciones gigantescas como Chevron se apresuran a comprar licencias en los campos bituminosos del norte de Alberta.
Pero siendo atractivo desde una perspectiva geopolítica, la extracción de las arenas bituminosas de Canadá es ambientalmente destructiva. Requiere vastas cantidades de energía para recuperar el betún y convertirlo en un líquido útil, liberando tres veces más gases de efecto invernadero que el petróleo convencional; el proceso resultante intoxica las fuentes de agua y deja un desolado paisaje lunar para el mañana. Aunque rara vez figura en la prensa de EEUU, está creciendo en Canadá la oposición al daño ambiental que desatarían estas operaciones monumentales.
Los factores ambientales también se destacan ampliamente en otra fuente potencial de líquidos codiciada por las empresas de energía de EEUU, con fuerte apoyo gubernamental: el petróleo de esquistos, líquidos petrolíferos extraídos de roca inmadura que se encuentra en la cuenca del río Green en el oeste de Colorado, el este de Utah y sur de Wyoming. Los geólogos del gobierno afirman que los esquistos en EEUU contienen el equivalente de 2.1 billones de barriles de petróleo- la misma cantidad que el stock original de petróleo en el mundo. Sin embargo, el único medio de recobrar este tesoro proclamado es destripar una vasta área virgen y calentar la roca a 500 grados generando, en el proceso, montañas de material de desecho. También aquí, se ha generado una creciente oposición al asalto masivamente destructivo del ambiente. Sin embargo, Shell Oil ha establecido una planta piloto en el condado Río Blanco, del oeste de Colorado, con fuerte apoyo del Gobierno Bush.

LA VIDA DESPUÉS DEL PICO

Tenemos ahora un retrato de la situación energética global después del pico del petróleo convencional, con tropas corriendo de una zona caliente productora de petróleo a otra, y una parte creciente de nuestro combustible para transporte terrestre provista por líquidos no petrolíferos de un tipo u otro. No se puede prever con precisión qué forma exacta tomará la futura ecuación de energía, pero es obvio que el arduo proceso marcará los debates de la política norteamericana, interna e internacional, por un largo período.
Como lo sugiere esta breve evaluación, el paso del pico del petróleo tendrá consecuencias profundas y duraderas para este país, de no fácil solución. Encarando este futuro debemos, sobre todo, desechar las respuestas simples, tales como la ´independencia´ energética basada en el pillaje de las áreas vírgenes remanentes en Norteamérica o la falsa promesa del etanol basado en maíz (que puede proveer sólo una ínfima fracción de los requerimientos de nuestro transporte). Por sobre todo está claro que muchos de los combustibles alternativos propuestos por el Gobierno Bush plantean daños significativos por sí, y deben ser examinados cuidadosamente antes de comprometer grandes cantidades de fondos públicos para su desarrollo. El camino más seguro y más moralmente defendible es repudiar cualquier ´consenso´ que reclame el uso de la fuerza para proteger las fuentes del petróleo de ultramar, y esforzarse por conservar lo que queda del petróleo mundial, reduciendo su consumo.


por Michael Klare* Resumen: el profesor Klare, agudo analista de la geopolítica de los recursos naturales y crítico de los gobiernos de EEUU, esboza el panorama que se presenta al mundo, y en particular EEUU, ante el inevitable fin de la era del petróleo tradicional, y barato. *Profesor estadounidense, especialista en temas de defensa, autor de los libros “Guerra por los Recursos” y “Sangre y petróleo”. Artículo publicado por The Nation. 12-11-2007. Traducción de Hugo Palamidessi

FUENTE: InfoMORENO Nº 226

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