miércoles, 22 de septiembre de 2010

Cinco países se disputan el Ártico.

Los Estados limítrofes negocian el reparto del Polo, rico en petróleo y vital para las comunicaciones.


Cinco países iniciaron en 2008 conversaciones para repartirse el Ártico, una de las últimas zonas de la Tierra que aún no tiene como dueño a ningún Estado y que se calcula que alberga bajo el hielo una cuarta parte de las reservas mundiales de petróleo (consulte el gráfico). Dinamarca, anfitriona de la cumbre, quiere que Estados Unidos, Noruega, Canadá y Rusia acaten las reglas de juego establecidas por Naciones Unidas en 1982 para llevar a cabo un eventual reparto. "Esta reunión es el principio de un proceso que puede durar años", afirma en una entrevista telefónica Lars Kullerud, presidente de la Universidad del Ártico, una red internacional de universidades con sede en esa región.

"Es el principio de un proceso que puede durar años", afirma un experto.

Están en juego 1,2 millones de kilómetros cuadrados de fondo marino que han ganado atractivo para algunos gracias al cambio climático. El deshielo facilita un mayor acceso a las bolsas de hidrocarburos y abre nuevas rutas marítimas, que permiten un ahorro de hasta 8.600 kilómetros en un viaje entre Tokio y Hamburgo. Los cinco países limítrofes quieren asegurarse cuanto antes una parte del pastel y sus ministros presentarán sus demandas durante la cumbre de tres días que ayer empezó en Ilulissat, una pequeña ciudad de Groenlandia que tiene el mayor glaciar del mundo.

Las bases para un acuerdo están sentadas. "Se trata de un paso importante, porque las partes se sientan en la misma mesa para reconocer que existe un desacuerdo, para cooperar en algunos ámbitos y, quizá, empezar a encontrar una solución al problema de la soberanía", dice Pablo Pareja, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Pompeu Fabra y autor de un estudio sobre el Ártico. "El Ártico es un espacio todavía no asignado. Tradicionalmente ha sido considerado alta mar", añade.

La región ártica, en la que viven sobre un enorme casquete de hielo entre dos y cuatro millones de personas, se ha convertido en los últimos años en objeto de disputa. El derecho internacional, plasmado en la Convención sobre el Derecho del Mar de Naciones Unidas, establece que los países con salida al mar tienen derecho a extender su zona de soberanía hasta 200 millas naúticas (370 kilómetros) desde la costa. Pero este límite se puede ampliar si un país demuestra que su plataforma continental, que es el lecho marino anexo al continente, va más allá de esa distancia.

Esta salvedad abrió las puertas a las reclamaciones. Para probar que sus demandas están fundamentadas, varios países han organizado expediciones cartográficas para reivindicar el mayor territorio posible. El momento más tenso se produjo en 2007, cuando un equipo ruso en submarino plantó una bandera del país en el fondo marino.

La resolución al conflicto puede durar años, entre 10 y 15, según el Gobierno danés. Estados Unidos no ha ratificado todavía el tratado de la ONU (se firmó en 1982 y entró en vigor en 1994) y, hasta que no lo haga, el litigio no se cerrará. "Una vez adoptado el tratado, hay 10 años de plazo para plantear reivindicaciones y, aunque Washington lo firme en breve, como parece probable, todavía tendrá esa década para protestar", explica Lars Kullerud.

"Todo el mundo está esperando a Estados Unidos", concluye el presidente de la Universidad del Ártico. Uno de los objetivos de la reunión de Ilulissat es que todos se comprometan a respetar dicho tratado.

En un mundo que explota al máximo sus recursos naturales, el Ártico es una de las pocas zonas que permanecen vírgenes. Un 25% de las reservas desconocidas de petróleo y gas están bajo estas aguas. Excavar para llegar hasta el crudo no ha estado hasta ahora al alcance de las petroleras, pero el cambio climático ha hecho más fina la capa de hielo, mientras la tecnología ha mejorado mucho. La operación puede ser, pese a todo, muy cara, pero con el barril de brent a 130 dólares extraer crudo del Ártico puede resultar rentable.

El oro negro no es la única ventaja de ser propietario de una porción de esta zona. "Con el deshielo se puede abrir una vía de navegación permanente por el norte y tener acceso a una vía como ésta es clave para países como Estados Unidos, que ahora tienen que llegar al otro lado del mundo a través del estrecho de Malaka (en Asia), el cabo de Agujas (en Suráfrica) y el cabo de Hornos (en América Latina)".

Hay dos pasos, el del noreste (no navegable), y el del noroeste, que se abrió durante unos meses por primera vez en 2007. Los investigadores calculan que los barcos podrán utilizar este último paso todo el año a partir de 2050 por el cambio climático.

Las ONG han pedido que los países limítrofes lleguen a un acuerdo que dé garantías medioambientales al Ártico, una propuesta con la que coinciden algunos países que están fuera de la disputa, como Francia y España.


Comercio y riqueza

- Reservas de crudo Un 25% de las reservas de petróleo y gas natural por descubrir está en el Ártico.

- Rutas comerciales El paso del Noreste no es navegable, mientras el paso del noroeste ya está abierto varios meses al año, y se prevé que a partir de 2050 esté en funcionamiento durante todo el año. A través del paso del

noroeste, entre Tokio y Nueva York hay 14.000 kilómetros; si el recorrido pasa por el canal de Panamá, son 18.200.- Población. En el Ártico viven entre dos y cuatro millones de personas, repartidas entre Canadá, Dinamarca, Noruega, Rusia y EE UU, incluidos más de 20 grupos indígenas.


Fuente: ElPais.com

(España, 2008)

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