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lunes, 19 de noviembre de 2012

Cómo evitar el colapso de una Tierra superpoblada.

Ante las estatuas de la Isla de Pascua -las que aguantaron de pie y las que están rotas en el suelo- Jared Diamond tuvo una sensación sobrecogedora... "¿Y si todo esto no es la metáfora del peor escenario posible en un mundo globalizado? Si un puñado de polinesios fue capaz de destruir una isla con herramientas de piedra, ¿qué serán capaces de hacer 7.000 millones de humanos armados con bulldozers, herramientas de metal y poder nuclear?".
     Desde lo alto de las pirámides de Chichén Itzá, contemplando las ruinas de la civilización maya en plena selva, Jared Diamond se frotó los ojos e intentó imaginar cómo la deforestación, la erosión del suelo y los problemas de agua llevaron a una sociedad como aquella a una situación límite, hasta el punto de tener que abandonar sus propias ciudades...
     El tiempo ha dado la razón al autor de "Colapso". Criticado en su día por su perspectiva apocalíptica, Diamond insiste en que su visión es en todo caso "realista". Cuando hablamos con él, tras una lección magistral en el campus de UCLA sobre "la Coca-Colonización del tercer mundo", Diamond insistía en que aún había razones para el optimismo, y apuntaba los casos de sociedades al borde del precipicio (como Islandia y Japón) que se habían adaptado a los cambios y ofrecían esperanza a la especie humana.
      La crisis ha sacado sin embargo a flote los peores presagios. Emulando a los reyes mayas, las elites políticas y económicas exprimieron el día a día y no quisieron ver los problemas que despuntaban en el horizonte y que ahora nublan el presente y del futuro. Jared Diamon confía sin embargo en la capacidad de los ciudadanos para forzar el cambio político y social, aunque sea por una razón así de simple: "Nadie quiere verse en la peor de las situaciones".
      La palabra "colapso" asusta de entrada, pero el propio Diamond nos invita a perderle el miedo y a desmenuzar todo lo que ha habido siempre detrás... "A lo largo de la historia, los desastres ecológicos propiciados por el hombre han sido la causa de los colapsos. Pero casi siempre han ido asociados a otros factores, como el cambio climático, la existencia de enemigos o la alteración en los intercambios comerciales con otras sociedades. El quinto factor, también decisivo en un sentido o en otro, es la capacidad de reacción política, económica y social a los cambios".
      "Hoy por hoy sabemos que los grandes problemas ambientales están causados por la acción humana", advierte Diamond. "Estoy hablando de las presión ejercida sobre el planeta por la sobrepoblación, la erosión del suelo, la sobreexplotación de los recursos, la emisión de gases a la atmósfera o la plaga de productos químicos".
       "La situación va a peor, pero si algo bueno tiene la globalización es precisamente eso: el flujo de información impide que una sociedad pueda colapsar en total aislamiento. Por primera vez podemos aprender rápidamente de los errores -y de los aciertos- de sociedades lejanas en el espacio y en el tiempo".
        Antes de llegar al "colapso", y en su vertiente de naturalista, Jared Diamond cayó fascinado por el canto y el plumaje de las aves de Nueva Guinea (allí vuelve siempre que puede, para retomar el contacto íntimo con la naturaleza). De ahí pasó a explorar la condición humana en "El Tercer Chimpancé" y a cuestionarse siempre el papel de "La ecología en las comunidades". Con "Armas, Gérmenes y Acero" (premiado con el Pulitzer) escribió la historia jamás contada de los últimos 500 años de "dominio" occidental. En "Colapso" indaga finalmente en las razones que propician la caída -o la supervivencia- de las civilizaciones.
      Mientras el mundo gira a pesar de la crisis, y Europa cae atrapada en su propio laberinto, la auténtica batalla por el futuro se está librando en el otro extremo del planeta, advierte Diamond... "Si China se sube al "american way of life", la Tierra no sería sostenible, así de simple. Si se incopora India, avanzaremos tres veces más rápido. Si todo el Tercer Mundo sigue el mismo camino, once veces más rápido.Tal vez no se produciría un colapso repentino y global, pero sí entraríamos en un era de progresivo declive del medio ambiente, menor calidad de vida, nuevas epidemias, guerras por el control de los recursos...".
   ¿Cuál es pues la receta para evitar el suicidio ecológico? "Si queremos ser prósperos a largo plazo tenemos que consumir menos, apostar por un modelo de desarrollo que ponga menos énfasis en el consumo y más en el interés colectivo y en la protección de los recursos", asegura Diamond. "La buena noticia es ésta: la habilidad para solucionar los graves problemas ambientales que hemos creado está en nuestras manos. Somos la civilización que más lecciones puede extraer de la historia".

Fuente: ElMundo.es
Imagen: Mapa de densidad de población (Wikipedia)

lunes, 13 de agosto de 2012

El aumento de la población urbana mundial en más de 2.500 millones para 2050 afectará al clima global.

El aumento de la población urbana mundial en más de 2.500 millones de personas para el año 2050 --según las previsiones recogidas en un informe de las Naciones Unidas-- tendrá un impacto en el clima global, tal y como recogen una serie de estudios, publicados en 'Nature Climate Change'.

El aumento de la población urbana mundial en más de 2.500 millones de personas para el año 2050 --según las previsiones recogidas en un informe de las Naciones Unidas-- tendrá un impacto en el clima global, tal y como recogen una serie de estudios, publicados en 'Nature Climate Change'.
Así, en uno de los estudios que intenta cuantificar el impacto de la rápida expansión de las áreas megapolitanas en el clima regional, un equipo de investigadores de la Universidad Estatal de Arizona y el Centro Nacional de Investigación Atmosférica, en Estados Unidos, ha establecido que el calentamiento local del verano podría aumentar en 4 grados centígrados en la gran zona urbana de Sun Corridor, en Arizona.
Sun Corridor es el área megapolitana de más rápido crecimiento en los Estados Unidos. Ubicada en un ambiente semi-árido, se compone de cuatro áreas metropolitanas: Phoenix, Tucson, Prescott y Nogales. Con una proyección de la población que superará los 9 millones de personas en 2040, el desarrollo de esta área megapolitana ofrece una oportunidad única para analizar la influencia de la urbanización a gran escala sobre el clima, y ??su relación con el cambio climático global.
Los autores utilizaron las proyecciones de crecimiento de Sun Corridor para el año 2050. Mediante la incorporación de escenarios de máximo y mínimo crecimiento, en el modelo climático regional, los investigadores compararon sus efectos con varios experimentos, utilizando una representación urbana actual del centro de Arizona. Sus conclusiones indican que el calentamiento durante el verano será sustancial.
"El peor de los casos dio lugar a un aumento local máximo, en verano de casi 4 grados centígrados. En el mejor de los casos, con un uso del suelo más restringido, y menores zonas urbanas, los resultados siguen indicando un calentamiento local considerable, de hasta cerca de 2 grados centígrados", afirma Matei Georgesc, autor principal, y profesor de Ciencias Geográficas y Urbanismo en la Universidad de Arizona.
Un experimento adicional examinó una adaptación, en la que todos los edificios fueron dotados de techos reflectantes de color blanco. "La incorporación de estos techos, más frescos, alivió considerablemente el calentamiento en verano, lo cual reduce el calentamiento local máximo, a la mitad", señala Georgescu, "sin embargo, otra consecuencia de esta urbanización a gran escala, y la adaptación de este enfoque, incluye efectos hidroclimáticos en la región". Los techos frescos reducen la evapotranspiración y, en última instancia, esto contribuye al calentamiento.
"Esta contribución al calentamiento global se debe al aumento de la urbanización, la conversión de recursos naturales en paisajes urbanos, y la emisión de gases de efecto invernadero", afirma Alex Mahalov, coautor del estudio. Mahalov añade que, "además de proporcionar ideas para el crecimiento sostenible de Sun Corridor, y otras áreas megapolitanas, esta investigación ofrece una forma de cuantificar y comprender los impactos relativos de la urbanización, y el calentamiento global".
"Mediante la incorporación de diferentes escenarios de crecimiento de Sun Corridor, en un marco de modelos de computación de alto rendimiento, hemos cuantificado los impactos climáticos directos debidos a la expansión prevista del entorno", explica Mahalov.

Fuente: LaInformacion.com

martes, 24 de julio de 2012

Distribución de la población en la República Argentina.

En la República Argentina el 89% de la población vive en áreas urbanas mientras el resto lo hace en áreas rurales. De acuerdo con la clasificación del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos, se considera urbana a toda aglomeración que supere los dos mil habitantes, por lo cual la población argentina es predominantemente urbana.
La Argentina en su porción continental americana, tiene una superficie de 2.780.000 kilómetros cuadrados y 40.117.096 habitantes según el Censo Nacional de Población y Viviendas 2010 por lo cual resulta una densidad de población de 14,4 habitantes por kilómetro cuadrado.
La distribución de la población argentina tiene relación con factores físicos y humanos. Así es posible encontrar áreas de gran concentración de población también llamados focos demográficos como es el caso de las grandes ciudades y en contrapartida, espacios escasamente habitados o vacíos demográficos como la Patagonia por ejemplo.
Entre los factores físicos se pueden mencionar a la altitud, la latitud, el clima, la proximidad al mar, la disponibilidad de agua y la fertilidad del suelo. Entre los factores humanos se destacan los históricos, políticos y económicos. Algunos de ellos siempre han influido de manera favorable como latitudes medias, llanuras, fertilidad de los suelos, riqueza minera del subsuelo; mientras que otros se han comportado de manera desfavorable como el caso de las altas latitudes, mayores alturas, extrema aridez, climas cálidos y húmedos.
La relación entre la distribución de la población y los factores físicos permiten clasificar a la Argentina en diversas regiones o zonas: Según la altitud se puede dividir al país en planicies al este y montañas al oeste tomando como límite a la isohipsa de 500 metros sobre el nivel del mar. La Argentina de las planicies presenta una distribución de la población continua con el mayor número de ciudades y pueblos con alta disponibilidad del recurso hídrico. Por su parte, la Argentina montañosa se caracteriza por asentamientos esporádicos y de carácter disperso, con presencia humana en los oasis de los valles y en torno a los escasos cursos fluviales.
Según el clima, se puede tomar en consideración el volumen de las precipitaciones: la isohieta de 500mm es la que divide al territorio argentino en una Argentina húmeda al oriente y una Argentina árida al occidente. En este caso, la mayor presencia de población se da en la porción húmeda y solo en los oasis formados en torno a  los ríos se aglutina la población en la Argentina árida. De acuerdo a la temperatura, se puede distinguir una Argentina subtropical al norte de la isoterma de 20º C, una Argentina templada hasta la isoterma de 10º C y una Argentina fría al sur de la misma. De todas ellas es la Argentina templada la que concentra la mayor cantidad de población.
Los factores humanos (históricos, económicos y políticos) hicieron de la región pampeana la llamada área nuclear del país. El desarrollo de la ganadería, la agricultura hacia fines del siglo XIX y principios del XX, la colonización, las grandes corrientes migratorias europeas de igual periodo y la organización  política centrada en la ciudad de Buenos Aires incidieron de modo tal que la Pampa se convirtiese en la porción del territorio argentino más densamente poblada.
Es así que mientras en la llanura pampeana se concentra más del 60% de la población, con una densidad muy alta, otras áreas como la meseta patagónica y las zonas áridas del oeste tienen una densidad de población bajísima – menos de un habitante por km².
De esto resulta que un tercio de la población reside en el área metropolitana de Buenos Aires, conformada por la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y veinticinco partidos de la Provincia de Buenos Aires. Un segundo tercio de la población se localiza en el área pampeana (resto de la Provincia de Buenos Aires y parte de las Provincias de Córdoba, Santa Fe y Entre Ríos). El tercer tercio de población corresponde al resto del país.
La población argentina está distribuida de un modo desigual. Esta característica no es en sí misma un problema. El problema de la concentración de la población es que muchas veces, se asocia a servicios deficientes, desigualdad en la distribución de la riqueza, y que desde los lugares donde se concentra la población y el poder, se toman decisiones con una perspectiva centralista que a menudo ignora a otras regiones más postergadas.

Fuente:
Daguerre, C. y Sassone, M (2007). “Geografía de Argentina Configuración y Organización del Territorio”. Buenos Aires, Ed. Kapelusz.
Programa Conectar Igualdad


viernes, 8 de junio de 2012

Científicos advierten de un colapso planetario inminente e irreversible.

Una veintena de prestigiosos investigadores asegura en la revista «Nature» que el impacto humano puede llevar a la Tierra a un «nuevo régimen» para el cual no estamos preparados en tan solo unas pocas décadas 

Las llamadas de atención ya han sido muchas pero ésta, por el prestigio de las voces que la realizan y lo tajante de su mensaje, quizás consiga, por fin, hacerse escuchar. Un renombrado plantel de 22 científicos de todo el mundo, entre ellos algunos españoles del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), ha advertido de que la Tierra se aproxima a un colapso inminente e irreversible. En cuestión de décadas, si no se toman las medidas adecuadas -algo para lo que, por fortuna, aún estamos a tiempo-, la humanidad se enfrentará sin remedio a un «nuevo régimen para el que no estamos preparados». El panorama desolador incluye carencia de alimentos y de agua potable, enormes sequías, extinción de especies y migraciones masivas de gente en busca de su propia supervivencia «como nunca hemos visto en la historia». Las causas, según explican en la revista «Nature», son el brutal crecimiento de la población, la destrucción de los ecosistemas naturales en todo el mundo y el cambio climático.
Desde sus comienzos, la Tierra ha sufrido cinco grandes episodios de extinciones masivas asociados a cambios climáticos que han transformado las características de todo el planeta. El último gran gran cambio se produjo hace unos 14.000 años, cuando el 30% de la superficie terrestre perdió la capa de hielo que la cubrió durante el último período glacial. Desde entonces, el planeta se ha mantenido más o menos estable hasta la aparición y el desarrollo de la civilización humana. Sin embargo, los científicos creen que esto está a punto de cambiar. Y la culpa es nuestra.
Para empezar, somos muchos y consumimos demasiados recursos. La tasa de crecimiento anual de la población es de unos 77 millones de personas, casi mil veces superior a la experimentada hace entre 10.000 y 400 años. Hemos alterado el paisaje gravemente y emitimos a la atmósfera cantidades ingentes de CO2. «Sí, tenemos motivos para asustarnos. Hay grandes posibilidades de llegar a un punto de no retorno, catastrófico, para el que no hay marcha atrás, y las consecuencias pueden ser enormes para nuestra calidad de vida como especie. Tendremos problemas muy grandes», afirma a ABC.es Jordi Bascompte, biólogo de la Estación Biológica de Doñana, que ha participado en el trabajo.
El científico compara al mundo con una taza en el borde de una mesa a punto de caer y hacerse añicos. No parece que se produzcan grandes cambios mientras se acerca al filo, pero un ligero movimiento al final (léase, por ejemplo, una subida de temperaturas) y, de repente, el golpe puede ser terrible. La lista de fatales consecuencias es interminable. Perderíamos la polinización de los campos agrícolas -un proceso natural que hacen insectos como las abejas y del que dependen los cultivos-, muchas especies se extinguirían y otras se adaptarían, la provisión de agua potable y de alimentos sería mucho menor a consecuencia de la disminución de la biodiversidad y aumentarían las zonas mundiales desérticas. «Las grandes sequías conllevarían grandes migraciones y el regreso de enfermedades infecciosas que en el mundo occidental creemos erradicadas», apunta el biólogo. En palabras de Anthony Barnosky, profesor de biología en la Universidad de California Berkeley y principal autor de la revisión, «realmente será un nuevo mundo, desde el punto de vista biológico».

A tiempo de evitarlo

Y todo esto puede estar a la vuelta de la esquina. Los estudios realizados por los científicos, según han podido observar en ecosistemas locales, su particular bola de cristal, predicen que puede ocurrir alrededor del año 2025. Alrededor de esa fecha, si seguimos al mismo ritmo, habremos destruido el 50% de los hábitats naturales mundiales. Y en 2045, el 55% (ahora vamos por el 43%). «Es rápido, sabemos las causas y las implicaciones. Es un buen momento para actuar y evitarlo. Si la taza está en el borde es infinitamente más sencillo empujarla hacia el lado adecuado, aunque suponga un gran esfuerzo, que intentar repararla cuando ya haya caído», dice Bascompte.
Los investigadores creen que todavía estamos a tiempo de revertir la situación. Para ello, apuestan por frenar el crecimiento de la población, reducir el uso de energía per capita en los países del primer mundo y optar por las sostenibles, emplear los recursos de forma más racional e intentar proteger las zonas vírgenes de la Tierra.
Algunos quizás consideren estas conclusiones demasiado alarmistas. A ellos, Bascompte les diría que «esa es la realidad. Puede ser dura, pero es mucho mejor enfrentarse al problema que obviarlo. Es similar a alguien que tiene un cáncer y pretende ignorar lo que le dice el médico. Ignorar la información nunca es una buena decisión».

Fuente: ABC.es

 

lunes, 7 de noviembre de 2011

360 millones de chinos menos y más envejecimiento.

La ley del hijo único ha sido un éxito rotundo. Según estimaciones oficiales, la política de natalidad china, introducida en 1978, ha evitado el nacimiento de unos 360 millones de personas. Así, los chinos ya no suponen una quinta parte de la población mundial, y su peso en el total continuará cayendo si se mantiene la actual tasa de fecundidad de 1,54 hijos por mujer, solo siete centésimas por encima de España (1,47). El gigante asiático alcanzará su cénit demográfico en 2025, con 1.400 millones de habitantes. En una década, India le arrebatará su título de país más poblado del planeta.

Pekín muestra sus datos demográficos con triunfalismo, pero la decisión de limitar a uno el número de descendientes de cada pareja también ha provocado graves problemas sociales. El más evidente es el brusco envejecimiento: el 13,3% de la población ya supera los 60 años. Los menores de 14 son 16,6%.

El Gobierno chino espera que para 2050 haya cuatro personas de más de 65 años por cada diez que tengan entre 15 y 64, lo que supone un reto económico para un país que no cuenta con una red de seguridad social sólida, y para los individuos que, sin el apoyo de hermanos, tendrán la responsabilidad de cuidar de padres y abuelos. El vuelco de la pirámide demográfica pondrá pronto en peligro el milagro económico, según algunos estudios.

Otra consecuencia negativa es el desequilibrio de sexos. Aunque el infanticidio está en proceso de extinción, la tecnología permite realizar abortos selectivos. La Academia de Ciencias Sociales de China los considera ya "muy comunes".

El resultado es que, de media, en el país nacen 119 varones por cada 100 mujeres, una relación que se dispara hasta los 130 por cada 100 en algunas zonas rurales. Así, en 2020 podría haber en China 24 millones de hombres más que de mujeres, un hecho que ya ha disparado la compra de esposas, incluso en países vecinos, y el tráfico de mujeres.

Los hijos únicos ya son más de 100 millones, y la sociedad los tacha de individualistas y materialistas. Varias ciudades, entre ellas las megalópolis de Shanghai y Cantón, han pedido al Gobierno central que revise la política de natalidad. Pero, de momento, la cúpula del Partido Comunista no da su brazo a torcer.


Fuente: ElPais.com

miércoles, 2 de noviembre de 2011

La población mundial crece a un ritmo que se frena.

El paso de los 6.000 a los 7.000 millones se ha dado en 12 años.- Es el mismo tiempo que se tardó en pasar de los 5.000 a los 6.000 millones.

La población mundial alcanzó oficialmente el pasado lunes los 7.000 millones de habitantes. Hace apenas 12 años éramos 6.000. Pese a todo, el ritmo de crecimiento se ha frenado. Los anteriores 1.000 millones se ganaron también en 12 años (de 1987 a 1999), pero como se partía de 5.000 millones el aumento de la población fue del 20%. Ahora, en los últimos 12 años, el incremento (también 1.000 millones), representa el 17%.

Quizá este relativo freno explique la tranquilidad con que el Fondo para la Población de Naciones Unidas (UNFPA por sus siglas en inglés) ha elaborado el informe correspondiente. Lejos de los mensajes más preocupantes lanzados cuando se llegó a los 6.000 o a los 5.000 millones -riesgo de falta de recursos, guerras por el agua-, el fondo ha preferido enfocar el asunto desde el punto de vista de los 7.000 millones de oportunidades que este número de habitantes representa.

La calma ha sido manifiesta en la presentación del trabajo que ha tenido lugar esta mañana en la casa de América de Madrid. El jefe de Población y Desarrollo del FNUPA, José Miguel Guzmán, expuso que "no hay problemas de espacio para esa cantidad de personas". "Cabrían en Puerto Rico", dijo. A lo mejor Guzmán exageró, pero lo que sí es cierto es que si se toma el territorio de mayor densidad de población del mundo, Macao (18.534 personas por kilómetro cuadrado), ese número de habitantes cabría en 377.684 kilómetros cuadrados. Prácticamente la superficie de Japón (377.873 kilómetros cuadrados), y menos que España (504.782 kilómetros cuadrados). Otra cosa es que ese número de habitantes exija hacer "equilibrios" entre el agua disponible, los alimentos y la energía, indicó Guzmán. "A más población, esta relación es más difícil", afirmó.

Porque la ausencia de un mensaje preocupante no quiere decir que la ONU no crea que el crecimiento debe limitarse. Así lo demostraba a las claras la presencia en la rueda de prensa de esta mañana de la representante de la Federación de Planificación Familiar Estatal, Isabel Serrano. Y es que casi la mitad de estos 7.000 millones son menores de 25 años, lo que indica una potencialidad reproductiva tremenda si no se consigue asegurar que las mujeres tengan capacidad para espaciar sus embarazos a voluntad (o evitarlos). Algo que casi 300 millones de mujeres en edad fértil no tiene a su alcance, bien por cuestiones políticas (Gobiernos que no permiten el uso de anticonceptivos), religiosas o de género (acceso a preservativos, posibilidad de negociarlo, hábitos culturales asociados a la reproducción y la sexualidad como la mutilación genital.... etcétera). Y esto no es exclusivo de los países menos desarrollados. "No es casual, como se ve en Latinoamérica, que a peor política de planificación familiar -Nicaragua, El Salvador- haya menor desarrollo", indicó Serrano.

Pero este mundo mayoritariamente joven es, a la vez, el que mayor número de personas mayores ha tenido nunca. Casi 900 millones, el 12% del total, lo es, lo que representa nuevos retos, dijo Guzmán. Hasta ahora, en los países pobres, las personas no llegaban a viejos, y los que lo hacían eran los que tenían mejores condiciones (más dinero, salud), por lo que podían ayudar a los más jóvenes. Pero eso está cambiando, por lo que habrá que plantear servicios que protejan su salud, sus derechos. Y, de nuevo, esto tiene una perspectiva de género, ya que las cuidadoras son, en todo el mundo, mayormente mujeres.

Respecto al futuro del planeta, Guzmán no quiso hacer un vaticinio. "En 2100 la población podrá ser de menos de 7.000 millones o de 12.000 millones. Basta con que la media de hijos por mujer sea 0,5 más o menos para producir esa variabilidad", afirmó. Lo que parece claro es que para entonces solo África estará aumentando de población (en Asia se espera que empiece a bajar en 2050).

Esto tiene otra implicación: que si aumentan los habitantes de los países pobres, van a tener que contaminar para crecer. Un debate que ya se ha planteado en las cumbres del clima. Y que puede ser otra fuente de conflictos.

Fuente: ElPais.com

lunes, 31 de octubre de 2011

No digan cambio climático, digan superpoblación.

La Tierra ha sobrepasado los 7.000 millones de habitantes. En algún lugar del mundo -por estadística le correspondería a un rincón de la India, Pakistán o del sur de África- ha nacido el ciudadano 7.000 millones. Se trata de una cifra histórica y de un hito tecnológico.

Una cosa porque hace apenas un siglo la población era tres veces menor. Y lo segundo porque parecía que el planeta no soportaría la carga de alimentar a tanta población. La innovación es responsable directa de garantizar el abastecimiento de agua, alimento y energía a un planeta superpoblado.

Pero las tendencias demográficas no se quedan en el dato. Segundos después del nacimiento del habitante 7.000 millones comenzaba una alocada carrera por alcanzar los 8.000 millones en 2024 y los 9.000 antes de 2050. La superpoblación plantea multitud de retos. Pero quizá uno de los más olvidados es el del calentamiento global.

Las previsiones trazadas por el Panel Intergubernamental para el Cambio Climático de Naciones Unidas (IPCC, por sus siglas en inglés) están basadas en tres pilares: crecimiento económico, evolución de la energía y población mundial. Pero en los debates internacionales este último punto ha pasado casi desapercibido para los negociadores.

Un aumento de 3ºC en 2100

"Es un dato clave, el escenario más verosímil plantea un mundo en 2050 de 10.000 millones de habitantes con el máximo nivel de intervención en energía y en tránsito de personas", explica Luis Balairón, director del Programa de Análisis y Atribución de Cambio Climático de Aemet, a título personal. "En ese escenario nada descabellado la temperatura aumentaría 3ºC en todo el planeta antes de fin de siglo".

El objetivo internacional marcado por el acuerdo no vinculante de Copenhague establece que lo países tomarán medidas para evitar que la temperatura suba más de 2ºC. Pero, según las previsiones del IPCC, aunque se actúe de la forma más ambiciosa, el solo aumento de la población mundial ya haría que la temperatura subiera un grado centígrado más de lo que firmaron los países tras la cumbre del clima de Copenhague en 2009.

El transporte es responsable de un tercio de las emisiones de gases de efecto invernadero, por lo que actuar sobre este sector resulta clave en un escenario con más de 7.000 millones de habitantes queriendo vivir como estadounidenses. Pero las medidas no son fáciles de tomar. "No hay ningún país que se haya enriquecido y cuyos habitantes conciban la vida sin viajar a otros lugares, sin conocer países exóticos para ellos", opina Balairón.

Una oportunidad apra cambiar el modelo energético

Los mayores expertos del mundo en políticas energéticas y lucha contra el cambio climático no lo ven todo negro. Para ellos la superpoblación y la escasez de recursos suponen una oportunidad. Para Domingo Jiménez Beltrán, exdirector de la Agencia Europea del Medio Ambiente, hay que acometer ya esta tercera revolución industrial de la que habla Rifkin. "El cambio climático es una oportunidad para potenciar la economía mediante un cambio del modelo de desarrollo y del modelo energético".

El experto en energía y asesor gubernamental, Jeremy Rifkin, considera que la única salida es una nueva revolución industrial basada en energías limpias y en una red energética democrática y global que imite a internet. "La población creciente en un modelo basado en la segunda revolución industrial está poniendo contra las cuerdas la agricultura, el acceso al agua y está amenazando el clima del planeta todo al mismo tiempo", explicó Rifkin recientemente a ELMUNDO.es. "Hay que tener un pensamiento del siglo XXI. Hay mucho dinero para invertir. El problema es que se hace en ideas viejas, del siglo pasado".


Fuente: ElMundo.es

jueves, 15 de septiembre de 2011

San Juan es la sexta provincia con más ancianos en Argentina.

El 1,1% de la población tiene entre 80 y 84 años. Está después de Santa Fe, La Pampa, Buenos Aires, Entre Ríos y Mendoza.

El Instituto Nacional de Estadísticas y Censo (INDEC) comenzó a difundir los datos definitivos, y discriminados, del Censo que se realizó el año pasado. Datos que, por ejemplo, demuestran que San Juan es una de las diez provincias que menos crecimiento poblacional tuvo en los últimos 9 años, y que ocupa el sexto lugar con mayor cantidad de ancianos, detrás de Santa Fe, La Pampa, Buenos Aires, Entre Ríos y Mendoza.

Del total de las 681.055 personas que viven en San Juan, más de 7.491 tienen entre 80 y 84 años, según los datos del último Censo. Porcentaje que se repite en Tucumán en donde el total de la población es de 1.148.188 habitantes, casi el doble de la población local. Otras de las provincias donde también la cantidad de hombres y mujeres de entre 80 y 84 años es del 1,1% son Catamarca y San Luis, pero en una población de 367.828 y 432.310 habitantes respectivamente.

Lo curioso, según los datos proporcionados por el INDEC, es que San Juan supera ampliamente en cantidad de gente de este rango de edad, a otras jurisdicciones donde la cantidad de población es mucho mayor que la sanjuanina. Por ejemplo, en Misiones donde hay 1.101.593 habitantes, el 0,3% tiene entre 80 y 84 años, es decir el 0,8% menos que la provincia.

Desde el Instituto de Investigaciones Económicas y Estadísticas (IIEE), que intervino en la realización del Censo 2010, dijeron que aún desconocen las razones por las que San Juan, con menos cantidad de población que otras provincias, tenga mayor número de personas de entre 80 y 84 años. "No podemos decir que sea porque haya crecido la expectativa de vida, aunque puede ser una de las causas, porque todavía no hemos hecho ningún tipo de análisis de los datos obtenidos en el censo. Una vez que hayamos procesado toda la información, pasaremos a la etapa analítica", sostuvo Sila Mugnani, titular del instituto mencionado.

Mugnani también dijo desconocer las causas de que la provincia sea una de las diez que menos crecimiento poblacional registró desde el Censo del 2001 hasta el del año pasado. Según los datos, en San Juan, en el lapso de nueve años, creció en un 9,8% la cantidad de habitantes, pasando de 620.023 a 681.055. Mientras, en provincias como Santa Cruz y Tierra del Fuego, la población creció en un 39,1 y 25,8% respectivamente.

Al respecto, Mugnani sostuvo que, por el momento, tampoco se puede afirmar por qué el crecimiento de población entre los censos 2001 y 2010, es casi menos de la mitad del registrado entre los censos 1991 y 2001. En este lapso la cantidad de habitantes creció más del 17%, pasando de 528.715 a 620.023 personas.

La titular del IIEE dijo que sobre este tema se analizará si el menor crecimiento producido, con respecto al registrado entre los censos 1991 y 2001, se originó como producto de un mayor número de muertes y de emigraciones, o fue producto de un descenso en la tasa de natalidad. Estimó que en un par de semanas ya se tendrá el análisis y lectura de todos los datos obtenidos con el censo del año pasado.

En cifras

2,1 es el porcentaje de la población actual de la provincia que tiene entre 70 y 74 años de edad.

291 es la cantidad de viviendas colectivas (hospitales, albergues, etc.) que hay en la provincia actualmente.

11 mil es la cantidad aproximada, en la provincia, de personas mayores de 10 años que son analfabetas.

Fuente: DiariodeCuyo.com.ar
por Fabiana Juárez

viernes, 2 de septiembre de 2011

Primeros datos definitivos del Censo 2010 en Argentina.


El Censo 2010 reveló que el total de población de la República Argentina es
de 40.117.096 habitantes, 20.593.330 mujeres y 19.523.766 varones. En el período intercensal 2001/2010, tomando los datos del total del país, se observa un nivel de crecimiento del 10,6%, muy similar al registrado en la década 1991/ 2001.
En el año 2010 el total de extranjeros censados representó el 4,5% de la población total del país. De esta forma, por primera vez desde 1914 aparece un cambio en la tendencia descendente de su participación relativa; se verifica un leve aumento en la población extranjera para el año 2010. Probablemente este aumento sea producto de las mejores posibilidades de inserción laboral, acceso a los servicios de salud, educativos, etc. que brinda nuestro país.
El total de viviendas es de 13.835.751, presentando un incremento del 14,9% con respecto al Censo anterior.
Asimismo el total de hogares en el país es de 12.171.675 con lo cual se registra un incremento del 20,8% respecto al Censo anterior.
En cuanto a la disponibilidad de servicios en los hogares se destaca la disponibilidad del servicio de gas que ha pasado de una cobertura del 50,3% en 2001, a un 56,2% de hogares que cuentan con dicho servicio en 2010. Estos porcentajes representaban un total de 5.068.110 hogares en 2001, que se han convertido en 6.835.836 en la actualidad.
La situación en torno a las redes de agua corriente también presenta mejoras a nivel nacional, pasando de 80,1% (8.066.400 hogares) en 2001 a 83,9% (10.211.736 hogares) que cuentan con dicho servicio en 2010.
Respecto al desarrollo de los desagües cloacales en los hogares del país, se observa el pasaje de un 47,2%, en 2001, a un 53,1% en 2010. En este aspecto, todas las regiones presentan un alto grado de crecimiento. Se destaca el NOA, que ha pasado de 39,4 a 48,1% en los últimos 10 años, y la Región Patagónica que pasó de 63,5% a 72,4%.

Fuente: INDEC

viernes, 22 de julio de 2011

Nació un nuevo país: Sudán del Sur.

Desde 1955, el norte y el sur de Sudán han peleado por diferencias religiosas, étnicas, ideológicas y por el petróleo. A partir del pasado 9 de julio, Sudán del Sur es un nuevo país independiente.

AUTOR: Por Matthew Teague / F: George Steinmetz

(El siguiente es un fragmento del artículo original)

(...)
El origen de las tensiones en Sudán es tan geográfico, tan agreste, que se podría ver incluso desde la superficie de la Luna. El ancho marfil del Sahara en el norte de África, pegado a la sabana verde y las selvas del centro del continente, cada vez más estrecho. Un gran colmillo manchado de pasto. Por lo general, las poblaciones están a un lado u otro de esa brecha vegetal. Qué lado, norte o sur, define en gran parte la cultura -la religión, la música, la vestimenta, la lengua- de la gente. Sudán se extiende a ambos lados, abarcando el desierto árido en el norte y las praderas y bosques de lluvia tropical en el sur, y las culturas enajenadas a cada lado.

En Sudán, los árabes y los africanos negros se han enfrentado desde hace tiempo. Los conquistadores islámicos del siglo VII descubrieron que muchos habitantes de la tierra que entonces llamaban Nubia ya eran cristianos. Los nubios lucharon contra ellos hasta alcanzar un punto muerto que duró más de un milenio, hasta que el gobernador otomano en El Cairo los invadió, explotando la tierra al sur de Egipto como una reserva de marfil y humanos. En 1820 esclavizó a 30,000 personas conocidas como "sudán", que significaba simplemente "negros".

A la larga, la repulsión que mostraba el mundo hacia la esclavitud sacó a los comerciantes de esclavos del negocio. Los otomanos se retiraron a principios de los años ochenta del siglo xix y, en 1899, después de un breve periodo de independencia para Sudán, los británicos tomaron el control y gobernaron sus dos mitades como regiones distintas. No pudieron guarnecer todo Sudán -es un país enorme, 10 veces el tamaño del Reino Unido-, así que gobernaron desde Jartum y otorgaron poderes limitados a los líderes tribales en las provincias. Mientras tanto, fomentaron el islam y el árabe en el Norte, y el cristianismo y el inglés en el Sur. Invirtieron esfuerzos y recursos en el Norte y dejaron al Sur languidecer. Y surge la pregunta: ¿por qué? ¿Por qué se creó un solo Sudán?

Una razón, de nuevo, es geográfica. Conforme el Nilo fluye hacia Egipto, une las culturas dispares a lo largo de sus riberas en una relación irregular, a veces odiosa. Define el comercio, el medio ambiente, incluso la política, vinculando los asuntos del Norte con los del Sur. Cuando los británicos gobernaban, necesitaban controlar el Canal de Suez en la boca del Nilo, porque unía a Gran Bretaña con la "joya de la corona", India. Eso significaba que había que controlar el Nilo.
No es de sorprender que cuando los británicos se retiraron, a mediados de los cincuenta del siglo XX, el lugar cayó en una guerra civil. Los rebeldes del Sur combatieron ferozmente al gobierno del Norte durante los sesenta, y medio millón de personas murió antes de que las dos partes alcanzaran un acuerdo en 1972. Sin embargo, el pacto sólo le dio a cada lado una oportunidad de rearmarse para lo que sería una guerra mucho más sangrienta.

Durante la tregua entre las dos guerras civiles, el gobierno en Jartum se unió a Egipto para embarcarse en un impresionante proyecto en el Sur. Donde el Nilo se extiende a través del sur de Sudán -esa gran planicie- forma el Sudd, uno de los humedales más grandes de África. Las inundaciones anuales del río rejuvenecen las tierras de pastoreo donde las tribus del Sur han mantenido por mucho tiempo su ganado. Los socios decidieron construir un canal de 360 kilómetros para desviar el río pasando el Sudd, en dirección al norte, para abastecer de agua al sediento Egipto. Trajeron una máquina excavadora de ocho pisos y los hombres de la tribu se quedaron de pie mirando cómo destrozaban sus pastos.

A comienzos de la guerra civil de 1983 se formó un grupo rebelde llamado Ejército de Liberación del Pueblo de Sudán (ELPS) y en uno de sus primeros y llamativos actos atacó las oficinas centrales de la constructora del canal Jonglei, interrumpiendo el proyecto.

Siguieron años de derramamiento de sangre, que terminaron en 2005 después de que las extraordinarias maniobras diplomáticas a puerta cerrada trajeran consigo el Acuerdo de Paz Integral de Sudán. Este pacto le dio al sur de Sudán una medida de autonomía: su propia constitución (basada en la separación de la religión y el Estado), un ejército y una moneda. Ahora Sudán se tambalea entre la posibilidad de una paz duradera y la amenaza de la violencia reciente. En 2011, según el pacto, la gente del sur de Sudán votará para ver si se separa del norte y forma un país completamente independiente.

Ambos lados sonríen y asienten frente al pacto, temerosos de que romperlo incite la intervención extranjera. Al mismo tiempo, continúan una guerra subterránea de acusaciones y antagonismo. Las profundidades de esa duplicidad -y las oscuras posibilidades de paz- se me hicieron evidentes a la mitad de mi estancia en Sudán, cuando media docena de hombres en traje me abordaron en el aeropuerto de Juba, la capital del Sur. Me metieron a la fuerza en un camión lleno de soldados pertrechados con rifles de asalto y me llevaron a un complejo habitacional de la ciudad. Ahí me quitaron el teléfono y la cámara, me negaron agua o el acceso al baño durante un día y una noche de interrogatorios. Se rehusaron a llamar al consulado de Estados Unidos. Eran agentes de inteligencia sudaneses.

El arresto me desconcertó, no sólo porque no levantaron ningún cargo en mi contra sino también porque su comportamiento iba contra la calidez y la buena voluntad que los sudaneses del sur suelen mostrar a los occidentales. Esa noche, cuando me liberaron, un oficial de seguridad de nombre Gas me explicó: la agencia de inteligencia pensó que era un espía. Más tarde me enteré que un chofer que había tratado de extorsionarme me había señalado como tal, pero el incidente subraya lo profundo de las sospechas entre Norte y Sur.

De manera que surge otra pregunta: ¿en medio de semejante animosidad, por qué el Norte no ha dejado simplemente que el Sur se separe? Y una vez más la respuesta es la geografía, que ahora los une de una manera nueva: el petróleo. Mucho del petróleo está en el Sur, pero el Norte, donde se encuentran todas las refinerías, controla la distribución de las ganancias.

(...)
Las fuerzas del Norte poseían equipo y armas muy superiores. Utilizaban aviones para bombardear los tanques de combustible y a las tropas del Sur, de manera que el ELPS peleaba una guerra de guerrillas en el monte. Cada vez que la unidad de Logocho se trasladaba a un nuevo territorio, cada uno de los soldados cavaba una zanja poco profunda del tamaño de un hombre. Cuando escuchaban el rugido de los bombarderos sobre sus cabezas, se metían en las zanjas, esperando lo mejor. Más de una vez, Logocho se acostó boca abajo, aspirando el olor de la tierra removida, mientras sus amigos morían a su alrededor.

Un amigo cristiano le había mostrado una Biblia y una de sus historias ahora cobraba sentido. "Ay -había dicho Isaías sobre el sitio que hoy se llama Sudán-. Ay de la tierra ensombrecida por el zumbido de las alas que está más allá de los ríos de Etiopía".
los bombarderos sobrevolaban como langostas. Roger Winter sabía que había cruzado una línea. Pero el liderazgo del sur de Sudán encontró un guía e inspiración en Winter.

En 1994, los líderes del brazo político del ELPS, el Movimiento de Liberación del Pueblo de Sudán (MLPS), tuvieron su primera convención nacional bajo las copas de la selva cerca de la frontera con Uganda. Jartum sabía de la reunión y había enviado aviones a bombardearla.

Hacía mucho tiempo que los líderes del Sur habían abandonado los poblados y las carreteras -blancos fáciles para las bombas- y se habían adentrado en la selva. Hombres como Garang y su segundo al mando, Salva Kiir, habían crecido en campamentos rurales de ganaderos y se sentían cómodos refugiados en el campo. Más de 500 personas de todo Sudán se abrieron paso hasta el sitio de la reunión y los soldados del ELPS se movían entre el pasto alto de los alrededores, peinando los pisoteados senderos para que los bombarderos no pudieran verlos. Los organizadores de la reunión habían tallado escalones en la ladera de la colina, donde la gente se sentó en un anfiteatro camuflado naturalmente y escuchó a Winter hablar sobre democracia.

Después de esa primera y accidentada convención política, el ELPS formó su propio gobierno, con Garang como presidente.

En enero me senté con Salva Kiir, quien se convirtió en presidente de Sudán del Sur tras la muerte de Garang en 2005, en un choque de helicóptero. Se veía intranquilo en la oficina presidencial, rodeado del oropel del poder político centroafricano. Llevaba un sombrero vaquero negro, obsequio del presidente George W. Bush, y estaba desparramado torpemente sobre un sillón vistoso que parecía apretarle. Su cargo político también lo oprimía, en sentido figurado. Jamás se hubiera esperado que le impusieran la presidencia, dijo, y en su visión de un Sudán del Sur se ve a sí mismo pasándosela a alguien más. "Una transferencia de poderes pacífica -dijo-, esa es la base de una democracia". Pareció cobrar vida cuando le pregunté sobre su infancia entre las vacas, durmiendo a su lado, amamantándose de ellas. "Delicioso", respondió sonriendo. ¿Aún tiene vacas? "Un hombre nunca dice cuántos hijos o vacas tiene -dijo-. A veces dices una. Pueden ser 10 o 100 o 1000". ¿Entonces cuántas tiene? Se rio. "Una".

En los años que siguieron a la reunión en la selva, Winter continuó obsesionado con el sur de Sudán, esforzándose por que Sudán y Estados Unidos se entendieran. En Sudán del Sur la gente sabía poco sobre la política de Occidente; a menudo lo llamaban senador Roger cuando se aparecía en la selva. Los estadounidenses sabían aún menos acerca de Sudán. Para 2001, Winter había aceptado un puesto en la Agencia para el Desarrollo Internacional de Estados Unidos y la guerra en el sur de Sudán lo consumía.
La mañana del 11 de septiembre se encontraba en una junta en Washington, donde se discutía un posible cese al fuego en los montes Nuba. Las noticias de los ataques terroristas de ese día llegaron a media reunión, junto con órdenes de evacuar las oficinas federales. Winter recuerda haber pensado que no iría a ninguna parte. Estamos tan cerca. Había planeado conducir hasta la embajada sudanesa, pero el tráfico estaba paralizado y era imposible, así que se pasó el día negociando por teléfono.
Durante los primeros años de la guerra civil, los únicos estadounidenses que prestaban atención especial a los problemas del sur de Sudán eran algunos miembros de las iglesias cristianas. Veían la guerra como un asunto religioso entre agresores islámicos y víctimas no musulmanas. El 11 de septiembre fortaleció esa idea. Los líderes de la iglesia y sus congregaciones presionaron a los responsables de fijar las políticas en Washington para que hicieran algo en el sur de Sudán.

Winter sabía que la guerra civil sudanesa no era simplemente una batalla entre el islam y el cristianismo: en muchas partes, Sudán del Sur es un mosaico de tribus animistas que no saben nada del cristianismo. Sabía que la lealtad étnica significa más que la religión. Conocía la economía involucrada, sabía que el Norte había reprimido el desarrollo en el Sur. Quería que más estadounidenses, especialmente los de Washington, pensaran en Sudán, y reclutó la ayuda de periodistas y legisladores.

Allí donde árabes y africanos negros habían peleado históricamente por las tierras de pastoreo, ahora luchaban por el petróleo, que ascendía incluso hasta 3000 millones de barriles, en su mayoría en una línea fronteriza en disputa entre el Norte y el Sur donde las tribus y los clanes han estado en conflicto durante mucho tiempo.

El conflicto era complicado, pero Winter nunca dio por descontado el poder de la religión como una fuerza para el bien. Lo había visto por sí mismo en 2002.

En un poblado sudanés del sur llamado Itti, cerca de la frontera con Etiopía, Winter había encontrado una iglesia presbiteriana donde más de 300 personas se reunían bajo el techo de hierba cada domingo. Un domingo, el joven pastor, un hombre llamado Simon, a quien Winter había conocido antes brevemente, se paró al frente y habló acerca de la "paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento", citando al apóstol Pablo. La paz incluso con los árabes.

Después del oficio se acercó al grupo de viejos de la iglesia y les preguntó qué podía hacer para ayudar a la congregación. Ellos se consultaron entre sí mientras Winter y Simon discutían las posibilidades.
Nuestro pastor, Simon, es un hombre listo, dijeron. Pero nunca ha tenido una educación apropiada como pastor. ¿Podrías ayudarlo?

Winter estaba atónito. Esta gente apenas tenía suficiente para comer, ¿y escogían educación? Durante los siguientes años pagó personalmente la asistencia de Simon a la escuela de teología en Kampala, Uganda, aceptando la palabra del joven de que regresaría a la desolación relativa de la pequeña Itti.
(...)
Los años que Winter invirtió en riñas diplomáticas culminaron con un pacto en 2005 firmado por el Norte y el Sur. El caos y la carnicería de la historia de Sudán hacen imposible predecir si el tratado se mantendrá durante las votaciones de 2011 para la independencia. Pero Winter ?junto con sus colegas estadounidenses y los negociadores de Kenia, Reino Unido, Noruega y otras partes? negoció algo en Sudán que alguna vez pareció imposible: la paz. Una paz que se ha mantenido por cinco años.
(...)

Fuente: National Geographic