sábado, 10 de marzo de 2018

El árbol geneaológico de toda la Humanidad

Esta imagen corresponde con la representación del 0,5% del árbol genealógico generado por los autores. COLUMBIA UNIVERSITY
Año 2018. El planeta ha alcanzado los 7.457 millones de habitantes. Son datos del censo mundial proporcionado por Estados Unidos. Los avances tecnológicos nos permiten la comunicación con casi cualquier persona que deseemos y el transporte nos lleva a lugares remotos en pocas horas. Cuesta recordar que, no hace tanto, necesitábamos semanas para recibir una carta y meses para llegar a países lejanos. Eran momentos en los que conocer a una persona y casarse era algo que ocurría en nuestro entorno. Con el tiempo, la humanidad se ha dispersado y con ello nuestras relaciones. Esto es lo que ha medido un grupo de investigadores que, tras analizar el parentesco de 86 millones de personas, ha creado el mayor árbol genealógico construido hasta la fecha. En él hay 13 millones de individuos conectados a lo largo de 11 generaciones y agrupados en 5,3 millones de familias distintas. Se trata de un análisis histórico mundial que va de 1840 al año 2000 y que recoge datos de perfiles públicos que provienen de Europa y América del Norte. La información incluye cuándo y dónde nació y murió cada persona.El estudio, publicado en la revista Science, lo ha dirigido el informático Yaniv Erlich, investigador de la Universidad de Columbia y responsable científico de la compañía de análisis genéticos MyHeritage, de la se ha obtenido gran parte de la colección de datos con los que se ha generado el árbol de la vida más grande del mundo.

Migraciones y casamientos
Las enormes bases de datos públicas permiten conocer parte de nuestra historia. En ellas se puede observar la reducción de la mortalidad infantil en el siglo XX o las altas tasas de mortalidad en edad militar durante las grandes guerras. Pero si hay algo novedoso que aporta este inmenso árbol de la vida de Yaniv Erlich es la posibilidad de ver con exactitud cómo han variado las relaciones humanas, un dato que se obtiene de analizar la migración y los casamientos.En las sociedades occidentales de los últimos 300 años, la mujer ha migrado más que el hombre, aunque ha recorrido distancias más cortas. Además, en estos desplazamientos las madres se han alejado menos de sus hijos de lo que lo han hecho los padres, que tienen, por otro lado, menos reparo en cambiar de país.
El lugar dónde encontrar una pareja ha cambiado a lo largo de los siglos. En Estados Unidos, antes de 1750, los habitantes encontraban un cónyuge en un radio de 10 kilómetros del lugar donde nacieron y lo más común era la elección de un primo cuarto. A partir de 1800 esta distancia se duplicó y llegó a los 19 kilómetros en 1850. En esta época, el ferrocarril produjo cambios rápidos en el transporte. La gente viajó más que nunca para encontrar un compañero, pero las parejas siguieron formándose entre parientes. Esto va en contra de lo que se creía hasta entonces: que la consanguinidad se redujo a medida que la población humana se dispersaba.

El rechazo al matrimonio entre parientes
Con la segunda Revolución Industrial, ya en 1870, el radio de distancia al que se formaron los matrimonios siguió en aumento y alcanzó los 100 kilómetros en 1950. Sin embargo, el parentesco del primo cuarto de 1850 ha pasado a ser, en la actualidad un primo séptimo.Los autores sugieren que el rechazo de la sociedad a casarse con parientes cercanos jugó un papel importante evitando la consanguinidad. Aunque los avances en el transporte durante el siglo XIX conectaron distintas poblaciones y permitieron recorrer largas distancias, no fue ésta la causa de que se redujera la relación genética, sino que fue un cambio cultural en occidente lo que evitó los casamientos entre familiares. El estudio no analiza, sin embargo, si existe también una tendencia a descartar los matrimonios concertados en los países de origen, como ocurre en ciertas culturas.
En occidente, una vez superada la tradición de enlaces en el seno de una misma familia, cabe preguntarse si la última revolución tecnológica, con la aparición de las computadoras e internet en el siglo XX y lo que llaman la revolución digital que llega hasta nosotros en pleno siglo XXI, podría contribuir a aumentar la variación genética. Hoy en día que muchas parejas conectan y se conocen por internet, sería plausible pensar que las personas viajan con mayor frecuencia fuera de sus países de origen para casarse. "En efecto", ha afirmado a EL MUNDO Yaniv Erlich. "Durante la segunda revolución industrial, el desarrollo del sistema de vías ferroviarias se correlaciona con un aumento de la migración y de los matrimonios. Otros cambios tecnológicos también pueden inducir a una mayor migración y recorrer una mayor distancia para el casamiento".

Toda la humanidad está conectada
En 1930, el escritor húngaro Frigyes Karinthy introdujo la llamada teoría de los 6 grados de separación entre las personas. Esta hipótesis propone que cualquier persona está conectada a otra a través de una cadena de cinco intermediarios que se conocen. Es decir, entre dos personas cualesquiera de este planeta sólo hay una separación de seis grados o conectores. ¿Puede el árbol genealógico de Erlich medir nuestra separación máxima?Erlich ha recordado que en 2004 un grupo de científicos del MIT de Massachusetts ya calcularon el ancestro común de todos los seres humanos vivos. "El estudio sugiere que si nos remontamos 75 generaciones, toda la humanidad está conectada a un mismo árbol genealógico y que se necesitan, como máximo, el doble (150 pasos) para conectar dos personas en el mundo. Son muchos en comparación con los seis grados que se dan en las redes sociales. En las redes sociales, cada individuo puede conectarse a cientos de amigos. En genealogía, uno está conectado a dos padres", ha explicado Erlich.

Un árbol útil para la biomedicina
Los investigadores han utilizado este inmenso árbol genealógico para estudiar cómo se heredan ciertas características, como la longevidad, un aspecto genético del que no se tenían datos concluyentes hasta ahora y del que se pensaba que dependía de la interacción de varios genes. ¿Qué vivamos más tiempo depende de la competencia entre distintos genes? Para este análisis, Erlich y sus colegas han estudiado los datos de 3 millones de parientes nacidos entre 1600 y 1910 y que habían vivido más de 30 años. De ellos, sólo el 16% presenta una longevidad que pudiera explicarse por causas genéticas. Los genes que favorecen a alargar la vida sólo la aumentan en cinco años, una cifra pequeña si se compara con aspectos que tienen que ver con nuestros hábitos, como el tabaquismo, que la reducen en diez. Además, al llevar estos datos al gran árbol genealógico, los científicos han comprobado que los genes de la longevidad no interactúan entre ellos, algo contrario a lo que se creía hasta ahora. El estudio desmantela esta teoría ya que de llegar a interaccionar habrían encontrado una mayor correlación entre individuos estrechamente emparentados. Y, aunque sí existe una relación entre la longevidad y el grado de parentesco, se descarta que la interacción entre esos genes afecte a su herencia.La antropología, la investigación biomédica y la salud pública pueden ahora abordar distintas cuestiones con este nuevo método que estudia el parentesco a gran escala. El mismo Erlich ha avanzado a este medio que se propone seguir esta línea de investigación para entender otros aspectos. "Tenemos datos sobre tasas de fertilidad, que es otro rasgo difícil de analizar", ha destacado el científico.

Fuente: ElMundo.es

domingo, 7 de enero de 2018

China afianza su presencia en la Antártida con su primer vuelo comercial

Sus ciudadanos ya no tienen que recurrir a operadores extranjeros

El avión llegó al continente antártico el pasado fin de semana con 22 pasajeros a bordo y tras más de 20 horas de viaje

Es el segundo país que más turistas envía a la región (44.000 en 2016), sólo por detrás de EEUU

El primer vuelo comercial de China a la Antártida aterrizó con éxito este fin de semana con 22 pasajeros a bordo, algo que los medios del país aseguran que marcará una nueva era para el pujante mercado del turismo en el Polo Sur y que servirá a Pekín para elevar y afianzar su posición e influencia en esta estratégica región.El vuelo, operado por Deer Jet, partió el jueves de la ciudad de Hong Kong y llegó a Ciudad del Cabo (Sudáfrica) 15 horas más tarde. Tras repostar combustible, el avión despegó para otro viaje de cinco horas y media que aterrizó con éxito en un aeropuerto de la Antártida. Allí, tras descansar un buen rato, los pasajeros aún tuvieron que cubrir a bordo de una aeronave entre cinco y seis horas más hasta alcanzar el punto más meridional de la Tierra el sábado por la noche, según un comunicado emitido por la compañía.
Un ejecutivo de la firma calificó de "hito" lo sucedido, ya que libera a los ciudadanos chinos de tener que recurrir a los servicios de una agencia extranjera para poder llegar a este destino, la única posibilidad con la que contaban hasta la fecha. Aunque sin restar mérito a lo logrado, la BBC señaló que el tramo desde Ciudad del Cabo en adelante había sido organizado por el operador turístico White Desert, que ofrece desde Sudáfrica viajes al Polo Sur con regularidad, por lo que más bien se trataría de una cooperación entre un organizador de viajes chino y otro de los ya veteranos en el sector.Desplazarse hasta el séptimo continente en avión es la excepción más que la norma. De hecho, la gran mayoría de los turistas acuden en barco, generalmente desde el puerto argentino de Ushuaia. Otra de las opciones más habituales es partir desde Nueva Zelanda, una ruta que suelen escoger las personas interesadas en un itinerario más histórico en el que se siguen los pasos de los famosos exploradores del pasado. La duración de todos ellos varía -desde unos pocos días a varias semanas, generalmente entre los meses de diciembre a febrero-, así como su precio, costando la opción más barata unos 4.200 euros.De acuerdo con la Asociación Internacional de Operadores Turísticos de la Antártida (IAATO, por sus siglas en inglés), una organización de compañías turísticas que operan en este territorio bajo una autorregulación muy exigente, China fue la segunda fuente de turistas más grande para la Antártida en 2016 (la primera es Estados Unidos). El gigante asiático aportó un 12% del total de los 44.000 visitantes que acudieron a este lugar, una cifra que se espera que crezca rápidamente en el futuro.Impacto ecológico del aumento de turistas
La cuestión del turismo y su impacto en un ecosistema tan delicado como este siguen de plena actualidad, más aun teniendo en cuenta la tendencia alcista en el número de visitas que se está registrando. Un estudio publicado hace unos años por los doctores universitarios Javier Benayas y Martí Boada reconocía que el mayor peligro del turismo antártico "no es tanto el impacto físico y/o ecológico", sino el continuo incremento del transporte de turistas y el número de barcos y aviones que se desplazan al continente, "lo que implica un mayor riesgo de accidentes con alta probabilidad de posibles vertidos contaminantes" en un entorno bastante impredecible.Aunque sin menospreciar los peligros, otros ponen el foco en los beneficios que esta actividad acarrea, como el aumento de la conciencia sobre el cambio climático entre los visitantes y la generación de unos ingresos que sirven para financiar expediciones científicas. "Todavía hay espacio para más turistas", aseguró Amanda Lynnes, de la IAATO, al canal británico. "Pero la supervisión continua es absolutamente clave", añadió.Entre sus normas se encuentran la limitación del acceso a buques con más de 500 pasajeros a bordo, que solo 100 de ellos puedan estar en tierra en un momento determinado o incluso la distancia máxima a la que un turista se puede acercar a un pingüino.
El reciente éxito de Pekín también goza de una gran carga simbólica para un país que cada vez busca mayor protagonismo en esta zona. "El vuelo comercial demuestra una vez más que China está cambiando gradualmente de ser un país grande que realiza actividades en la región a ser uno fuerte", dijo Dong Yue, investigador del Instituto de Investigación Polar de la Universidad Oceánica de China, al diario oficialista Global Times. "Sin embargo, la protección viene antes que la utilización. Tenemos que asumir nuestra obligación de proteger los recursos naturales de la Antártida como país consultivo del Tratado Antártico", subrayó en referencia al texto aprobado en 1959.Desde 2013, China ha identificado las regiones polares como una de las nuevas fronteras estratégicas del país, lo que se traduce en una fuerte voluntad política en formar parte del cómo se gobernarán estos territorios en el futuro. Para ello, el reciente Congreso del Partido Comunista estableció en su nuevo plan quinquenal que el Gobierno invertirá grandes cantidades de dinero en proyectos de exploración de los dos polos. "Con el tiempo, las ambiciones chinas contemplan poder presentar su propia propuesta para influir en cómo se gobernarán las dos regiones polares", afirmó Nengye Liu, de la Universidad de Adelaida.

Fuente: ElMundo.es

Una cuarta parte de la Tierra será muy seca si la temperatura aumenta dos grados.

Respecto a la temperatura global que había antes de la era industrial

Un estudio recrea cómo será la Tierra si la temperatura global aumenta 2ºC o 1,5ºC respecto a la era industrial

La España verde se seca

La sequía y los grandes incendios forestales han hecho que 2017 pase a la historia como uno de los peores años para la naturaleza en España y Portugal, pero también en regiones lejanas como California (EEUU). A la falta de lluvias en otoño -ha sido el más seco de este siglo- se han sumado unas temperaturas inusualmente altas. Y es que, si en 2016 sorprendió la ola de calor que hizo en septiembre, el buen tiempo del que disfrutamos en octubre de 2017 en buena parte de España era más propio de meses primaverales como mayo o junio. Pero lejos de ser extraordinarios, parece que estos cambios en las estaciones podrían convertirse en habituales si la temperatura global sigue aumentando. Al menos así lo cree un equipo internacional de investigadores que han calculado cómo será el mundo en dos escenarios climáticos: con un aumento de dos grados respecto a la temperatura que había al inicio de la era industrial, o con un incremento de 1,5ºC, que es el objetivo marcado por la comunidad internacional en los acuerdos del clima. El camino para lograrlo, según los científicos del clima, pasa inevitablemente por reducir significativamente la emisión de gases de efecto invernadero.Los detalles de la investigación, realizada por científicos británicos y chinos, se publican esta semana en la revista Nature Climate Change. Según sus estimaciones, en ambos casos aumentaría la desertificación pero ese medio grado de diferencia, asegura el estudio, importa y mucho pues supondría "una reducción dramática" de la fracción de la superficie terrestre que experimente cambios importantes en comparación con lo que ocurriría si el incremento es de dos grados. En concreto, afirman que hasta un 25% de la superficie de nuestro planeta pasaría a ser "significativamente más seca" con dos grados más. 

Más sequías graves e incendios

Esto se traduciría en un aumento de las sequías graves y de los incendios forestales que a lo largo del siglo XX y en lo que llevamos de siglo XXI ya han ido aumentado en el Mediterráneo, en el sur de África y la costa este de Australia. "La aridez es una seria amenaza porque puede tener un impacto crítico en sectores como la agricultura, la calidad del agua y la biodiversidad", advierte en una nota de prensa Chang-Eui Park, científico de la Southern University of Science and Technology (SUSTech) en Shenzhen (China) y coautor de la investigación. Para estimar la aridez de un territorio se combina la información sobre las precipitaciones y la evaporación. Los investigadores estudiaron las proyecciones a partir de 27 modelos climáticos globales para identificar qué áreas del mundo cambiarán sustancialmente teniendo en cuenta las variaciones que están experimentando en la actualidad y simulando un aumento de 1,5º y 2ºC respectivamente.Así, concluyeron que las regiones que son semiáridas en la actualidad se convertirán en áridas. "Nuestra investigación predice que la aridez afectará a entre el 20 y el 30% de la superficie terrestre mundial cuando las temperaturas globales experimenten un aumento de dos grados. Pero si el calentamiento se limita a 1,5ºC, dos tercios de las regiones afectadas podrían evitar que esa aridez fuera significativa", señala Manoj Joshi, de la Escuela de Ciencias Ambientales de la Universidad de East Anglia (Reino Unido). España sería uno de los países más beneficiados si el aumento de temperaturas se limita a 1,5ºC, según señala Tim Osborn, de la Universidad de East Anglia. Junto a España, los demás países del sur de Europa, el sureste de Asia, el sur de África, Centroamérica y el sur de Australia serían los más favorecidos por un calentamiento limitado. Todas estas regiones vulnerables, destaca el artículo, acogen al 20% de la población mundial.

Fuente: ElMundo.es