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miércoles, 19 de diciembre de 2018

Regreso a Pangea

La Tierra vista desde la Estación Espacial Internacional. NASA






















Los modelos predicen que todos los continentes volverán a reunirse en 200 millones de años. Los efectos en la evolución serán formidables.

La fragmentación de Pangea ha sido un vector esencial de la evolución de los animales, y su reunificación en el futuro lejano lo será igualmente. Con los datos paleontológicos en la mano, es sumamente improbable que los humanos sigamos aquí dentro de 200 millones de años –las especies marinas más longevas nunca han pasado de los cinco millones de años—, pero es muy posible que la vida terráquea aguante incluso nuestras agresiones más disparatadas y siga medrando. E incluso que una especie más inteligente que la nuestra haya heredado el mundo. Lee en Materia cómo será la Tierra cuando se forme el siguiente supercontinente, que probablemente se llamará Novopangea, si es que todavía hay alguien ahí que pueda ponerle un nombre. Incluso si no es así, los efectos de la geología sobre la evolución serán enormes, como ya lo han sido en el pasado.


Hace 300 millones de años, todos los continentes estaban unidos en una sola masa de tierra firme llamada Pangea. Cincuenta millones de años después, Pangea empezó a fragmentarse, y el éxodo de sus pedazos a lo largo y ancho del planeta condicionó por completo la evolución biológica de los eones ulteriores. Australia fue de los primeros pedazos en separarse de Pangea, y eso explica su biología excepcional: emús, wombats, canguros, cucaburras, koalas y ornitorrincos. Muchos de ellos son marsupiales, un grupo biológico anterior a los mamíferos, pero han desarrollado unas formas y funciones que a primera vista se pueden confundir con las de los mamíferos de otros continentes. Es uno de los casos más chocantes de convergencia evolutiva, donde dos linajes separados alcanzan unas soluciones similares para adaptarse a su función, a su clima y a su posición en ese gran esquema de las cosas que llamamos ecología.

El mamífero vivo más similar al elefante es, curiosamente, el damán africano, que no es mucho mayor que un hámster. Los grandes animales no se agrupan en una rama evolutiva que los predispone a ser grandes. Su evolución, más bien, ha estado condicionada por el fragmento continental en el que estaban viajando por el planeta sin saberlo. Los primeros mamíferos se dividieron en los tres grandes grupos actuales (afroterios como el elefante, boreoterios como los humanos y desdentados como el oso hormiguero) por la sencilla razón de que, hace 100 millones de años, África, Suramérica y Eurasia se separaron de un continente único.

El mismísimo origen de los animales, que ya era en tiempos de Darwin el problema central de la biología evolutiva, y que ahora lo sigue siendo con todavía más fundamento, coincide en el tiempo con otro fenómeno fundamental de la geología continental. Hace 600 millones de años, toda la tierra firme estaba unificada en un supercontinente mucho más antiguo que Pangea. Los geólogos lo llaman Pannotia, y estaba apiñado en las proximidades del polo sur. La fragmentación de Pannotia empezó hace 540 millones de años, en enigmática coincidencia con la explosión cámbrica que originó todos los planes de diseño animal (artrópodos como la gamba, moluscos como el mejillón, cordados como el lector) que persistimos en la actualidad.

Es improbable que los humanos sigamos aquí cuando toda la tierra firme vuelva a ensamblarse en el supercontinente de Novopangea, y mucho menos para ver los efectos de su fragmentación posterior. Ojalá algún geólogo de una especie futura, o al menos un paleontólogo extraterrestre, pueda presenciarlo y aprender algo importante de ello. El tiempo dirá.

Fuente: ElPais.com

viernes, 6 de abril de 2018

Una grieta kilométrica recuerda que África se está dividiendo en dos

La tierra se abrió hace unos días en el suroeste de Kenia (África). A lo largo de varios kilómetros, atravesando campos, agrietando carreteras y agujereando la reserva Masai Mara, la abertura ha alarmado a los lugareños y ha provocado cierto revuelo en algunos medios. Hay quienes dicen que el continente africano se está partiendo en dos. Es cierto, pero aún quedan unos cuantos millones de años para que eso ocurra.


La raja en la tierra es un recordatorio de que la Tierra es un planeta en movimiento. La superficie terrestre está agrietada como un viejo cuadro en varias placas tectónicas que, en su roce, desatan fenómenos como terremotos o erupciones volcánicas, levantan montañas y abren valles. Ese mismo movimiento hace que cada placa sea también inestable. En el caso de la región oriental de la placa africana, el encontronazo constante con las placas arábiga e india, que empujan desde el norte, está desgajando la porción este del continente africano. Su manifestación más visible es el Gran Valle del Rift, una amplia franja de terreno que va desde Mozambique, al sur, hasta el cuerno de África y más allá.
"Por debajo hay una falla en el terreno que está separando África en dos", dice el catedrático del departamento de geodinámica de la Universidad de Granada, Juan Ignacio Soto. Pero el tiempo de la separación es geológico, llevará millones de años. "Sabemos que pasará, pero no cuándo", añade. En cierta medida es el proceso inverso al que produce cordilleras como el Himalaya o los Andes. Mientras estas se elevan por el choque de dos placas que convergen, en este valle se están separando.

Estos procesos geológicos son lentos para la cronología humana. "A veces se separan unos milímetros y otras muchas la fractura se produce en el interior sin que la veamos", explica el catedrático. En otras, como esta vez, la raja es superficial y de metros de ancho. "Lo llamativo es la longitud de esta", añade. Aunque habría que confirmarlo, se apunta a que las lluvias habrían ensanchado la magnitud de la brecha.
No será la última vez que suceda. Bajo la tierra hay un proceso de división de la placa africana en dos nuevas, la nubia al oeste y la etíope al este. Es ese mismo proceso el que está detrás de algunas de las maravillas de esta parte de África. El Gran Valle del Rift está formado en realidad bajo varias fracturas de la corteza terrestre. Por encima se corresponden con el Rift Albertino el Rift de África Oriental.

El conjunto de valles sobre las fallas tiene una extensión de unos 5.000 kilómetros. A lo largo de las fracturas se encuentran los principales volcanes africanos. Los grandes lagos, desde el Victoria al Tanganica, pasando por el Turkana o el Natrón, se deben a la presencia de estas fallas. Y gracias a ellas también esta zona es la región con la mayor porción de biodiversidad que queda en el planeta. En algún momento, quizá dentro de 50 millones de años, habrá dos áfricas, pero aún no.


Fuente: ElPais.com

lunes, 25 de septiembre de 2017

¿Por qué México es víctima de los terremotos?

La geodinámica de la zona y la ubicación de la capital mexicana explican la repetición e intensidad de los sismos.

Los fatalistas dirían que México, y Ciudad de México en particular, están en mal sitio. Desde un punto de vista geológico casi hay que darles la razón. Casi todo el territorio mexicano se encuentra en el borde de una de las placas de la corteza terrestre bajo las que se está desplazando otra, lo que provoca la alta sismicidad de la región. La intensidad con la que los terremotos, él último producido ayer, castigan la capital mexicana se debe más a factores locales.

¿Por qué se producen tantos terremotos en México?


Desde el devastador terremoto de 1985, en el que murieron al menos 10.000 personas, México ha sufrido una decena de sismos de una magnitud igual a superior a la del sucedido este martes. Salvo uno desatado en Baja California (en el noreste del país) en 2010, todos se han producido en la franja suroeste y central, en estados como Michoacán, Guerrero u Oaxaca. La razón de tal concentración hay que buscarla en el movimiento de las placas en las que está cuarteada la corteza terrestre

La mayor parte de México está sobre el extremo suroeste de la placa norteamericana. Aquí, se encuentra con la placa de Cocos, sobre la que descansa el océano Pacífico que baña las costas occidentales de América Central. Esta placa se está metiendo debajo de la norteamericana y es esta subducción la que genera la tensión que, cada cierto tiempo, se libera en forma de terremotos. Este encontronazo entre placas es también la causa de la gran concentración de volcanes en la región conocida como el Arco Volcánico Centroamericano.
"La placa de subducción, al meterse debajo, se atasca acumulando tensión", explica el profesor José J. Martínez Díaz, experto en geodinámica planetaria de la Facultad de Ciencias Geológicas de la Universidad Complutense de Madrid. "Al desatascarse, se produce el terremoto", añade.

¿Ha sido el sismo más intenso de México?

"El terremoto de ayer ha sido el más intenso jamás registrado en Ciudad de México", explica Víctor Manuel Cruz, investigador del Departamento de Sismología de la Universidad Autónoma de México. La magnitud de los sismos indican cuán grande es la ruptura en la falla que origina el terremoto. El sismo de ayer tuvo una magnitud de 7,1 mientras que el del 7 de septiembre alcanzó los 8,2. La intensidad indica la velocidad del movimiento del suelo en diferentes puntos a consecuencia del terremoto.

En este sentido, Cruz señala que "seguro estamos ante el más intenso registrado. El terremoto de 1985 tuvo una intensidad máxima de 35 gales [la unidad de aceleración en centímetros por segundo] mientras que el de ayer alcanzó los 58 gales en la estación de medición de Ciudad Universitaria". "Esta estación se asienta en zona de roca firme, no en el terreno de lago sobre el que se levantan algunas de las colonias de México más afectadas", explica el sismólogo, lo que puede explicar en parte por qué la destrucción del terremoto de ayer ha sido mayor. La principal razón de que el temblor haya causado una gran destrucción en la capital se debe a que el epicentro del sismo registrado ayer se estaba a apenas 120 kilómetros de la capital, mientras que el de Tehuantepec sucedió en el estado sureño de Chiapas, informa Nuño Domínguez desde Ciudad de México.

¿Es normal que se produzcan dos terremotos en apenas dos semanas casi en la misma zona y con una magnitud similar?

El 7 de septiembre pasado se producía en el sur de México, con los estados de Oaxaca y Chiapas como los más castigados, un terremoto de magnitud 8,2, aún superior al de este martes. Murieron unas 100 personas. La cercanía en el tiempo invita a pensar que están conectados. Pero su epicentro se encontró a más de 500 km del segundo sismo. "No hay una conexión directa entre los dos, aunque ambos son consecuencia de la convergencia del fondo del Pacífico (aquí sobre la placa de Cocos) y la placa norteamericana sobre la que se asienta México", asegura el profesor de geociencias de la Open University, David Rothery.

¿Existe el riesgo de fuertes réplicas?

El riesgo de réplicas peligrosas es menor, según explican en el Instituto Sísmico Nacional de México. El organismo ha registrado 31 réplicas hasta las 11 de la mañana de hoy, hora local, la mayor de ellas de magnitud 4. "En los últimos 100 años se han registrado siete terremotos muy parecidos al de ayer y todos ellos tuvieron comparativamente pocas réplicas, con lo que no esperamos muchas réplicas de intensidad considerable en esta ocasión", señala Allen Husker, sismólogo del Servicio Sismológico Nacional de México (SSN). En cambio el sismo del pasado 7 de septiembre lleva contabilizadas 3.400, la mayor de 6,1.

¿Por qué se han producido tantos derrumbes en la Ciudad de México?

La mayoría de las víctimas se han producido en Ciudad de México, a 100 kilómetros del epicentro del terremoto. También allí se han producido la mayoría de derrumbes de edificios. Además de que se trata de una de las zonas de mayor concentración de población del planeta, la Ciudad de México sí que parece estar levantada en mal sitio. Construida sobre la laguna que una vez rodeó Tenochtitlán, la gran ciudad azteca, la capital mexicana se asienta sobre terrenos muy porosos que amplifican el movimiento provocado por las ondas sísmicas.

Nieves Sánchez Guitián, del Colegio de Geólogos, sostiene que el terreno bajo la Ciudad de México "está formado por cenizas volcánicas poco consolidadas, con líquido intersticial que le da al terreno un comportamiento fluido, reduciendo su resistencia".

El temblor de 1985 causó miles de muertos y fue el fenómeno natural más mortífero en la historia de México. A pesar de causar una gran destrucción en la capital, así como en Morelos y Puebla, el temblor de ayer ha sido por ahora menos mortífero, con 225 muertos, aunque la cifra aumenta a medida que avanzan las operaciones de rescate. Husker, señala que están "analizando si los cambios en las edificaciones que comenzaron a hacerse después del sismo del 85 han hecho que la destrucción y las pérdidas humanas hayan sido menores", informa desde Ciudad de México Nuño Domínguez.

¿Un terremoto puede provocar la erupción de un volcán?

Poco después del sismo, el volcán Popocatépetl entró en erupción. El fenómeno, aunque no es habitual, ya se ha producido en otras zonas, como en Japón, Chile o Nicaragua. No se trata de que el terremoto despierte al volcán. De hecho, como explica el vulcanólogo del Instituto de Ciencias de la Tierra Jaume Almera/CSIC, Joan Martí, para que un volcán entre en fase eruptiva tras un terremoto, éste tiene que ser de gran magnitud pero, sobre todo,  "el volcán debe estar ya en fase de desequilibrio". Por eso, este terremoto no ha despertado otros volcanes de la región.

¿Se pueden predecir los terremotos?

Es en lo que anda la ciencia desde hace casi un siglo, pero no parece aún posible. Lo que si se está haciendo es anticipar sus peores efectos. México dispone de uno de los mejores sistemas de alerta temprana que, con un margen de unas decenas de segundos puede avisar a los ciudadanos para que se protejan. Una amplia red de sensores, la mayoría situados en las cercanías de la zona de subducción de la placa de Cocos, registra el más leve temblor y activa las alarmas. El problema esta vez es que el terremoto tuvo su epicentro demasiado cerca de una gran urbe como Ciudad de México y no dio tiempo a avisar con antelación a la población.

Fuente: ElPais.com
imagen placas tectónicas: desismos.blogspot.com

viernes, 6 de mayo de 2016

Los terremotos destructivos y las grandes fallas de la corteza terrestre.

El terremoto destructivo que afectó el pasado día 16 de abril a Ecuador ha conmovido a la opinión pública, como ocurre cada vez que se produce uno de estos eventos, y ha puesto en evidencia la necesidad de prevenir este tipo de catástrofe natural y de estar preparados para paliar los daños y proteger a la población. Actualmente no es posible predecir, con suficiente grado de certeza cuándo se va a producir un terremoto. Por ello, para controlar el riesgo sísmico se trabaja en abordar la prevención, caracterizando los terremotos esperables en una zona en términos de localización, máximas magnitudes y periodos de recurrencia. Para lograr esos datos es necesario no sólo disponer de los registros instrumentales de los terremotos sino también el conocimiento científico de los factores geológicos de las fuentes de los terremotos.Ecuador es un país sometido a una alta sismicidad porque se encuentra localizado al lado de la zona de contacto entre dos placas de la litosfera, la placa de Sudamérica y una de las placas del Pacífico, la Placa de Nazca. Ambas convergen en esta zona a una tasa de unos 61 milímetros al año, de forma que la segunda se introduce hacia el interior por debajo de la placa de Sudamérica en un fenómeno denominado subducción. El foco de este terremoto se ha situado a 19,2 kilómetros de profundidad, en la superficie de contacto entre ambas placas, que es un plano inclinado unos 16 grados hacia al Este. Se trata por lo tanto de un terremoto interplaca de subducción en el que ha roto un área que alcanza unos 160 kilómetros de longitud.Las zonas de subducción similares a la de Ecuador han producido muchos de los mayores terremotos registrados, como el de Valdivia (Chile), de 1960 y magnitud 9.5; el de Tohoku (Japón), de 2011 y magnitud 9.0, y el de Sumatra, de 2004 y magnitud 9.1. La magnitud del terremoto de Tohoku, que provocó la crisis de la central nuclear de Fukushima, fue mucho mayor que la de terremoto de Ecuador, porque rompió un área de 400 x 200 kilómetros.Pero gran parte de los terremotos superficiales, con el foco a menos de 60 kilómetros de profundidad, se generan por deslizamientos bruscos a lo largo de fallas que rompen la relativamente fría corteza terrestre. El modelo de movimiento en fallas y la generación de terremotos fue desarrollado para explicar el terremoto de San Francisco de 1906. Aquel terremoto, de magnitud 7.9, se produjo al romper a lo largo de más de 432 kilómetros la falla activa de San Andrés, que separa las placas Pacífica y de Norteamérica. La rotura en grandes fallas activas ha producido en las últimas décadas importantes terremotos destructivos: el de Izmit (Turquía), de 1999 y de magnitud 7.4, se produjo por un deslizamiento en la falla de Anatolia; el de Katmandú (Nepal), en 2015, fue debido a una falla situada en la base del Himalaya. Más próximo a nosotros el terremoto de Lorca de 2011, de magnitud 5.1, se produjo en la falla de Alhama de Murcia, causando sorprendentemente importantes daños.Una serie de nuevas especialidades de la geología, como la tectónica activa y la paleosismología, están cambiando nuestra percepción de las relaciones entre fallas y terremotos. Las fallas activas se investigan mediante la excavación de zanjas en las que se observa cómo estas estructuras rompen suelos y sedimentos, se detectan sismos prehistóricos y se calcula su cinemática, los periodos de recurrencia de paleosismos y su magnitud. Nuevas metodologías, como la interferometría de radar, las medidas de las deformaciones del suelo mediante observaciones con GPS, la geomorfología tectónica y la arqueosismología, dan datos muy precisos y valiosos.En nuestro país hay registro de grandes terremotos históricos destructivos y la inmensa mayoría son debidos a fallas activas, salvo alguno de foco profundo. Dada la importancia del cálculo de la peligrosidad sísmica de las fallas activas en la Península Ibérica, han progresado en los últimos quince años los estudios de tectónica activa y de paleosismología, y en varias universidades e instituciones existen grupos de investigación especializados que han aportado, en varios congresos con el título Iberfault, sus conclusiones sobre la paleosismicidad y las fallas activas de la península. Un resultado de estos trabajos ha sido la creación y gestión de una base pública de datos de las fallas ya estudiadas, denominada Base de datos de fallas activas cuaternarias de Iberia (QAFI), que ha sido promovida y que gestiona el Instituto Geológico y Minero de España. Todos estos nuevos conocimientos científicos se están aplicando ya en los estudios de riesgo sísmico en varias comunidades autónomas y en el nuevo Mapa de peligrosidad sísmica realizado en 2012 por el Instituto Geográfico Nacional.

Fuente: Ramón Capote (Catedrático Universidad Complutense de Madrid) - ElMundo.es

sábado, 9 de abril de 2016

El volcán Chimborazo le quita un récord al Everest.

Una medición con GPS confirma que el volcán ecuatoriano es el punto más alejado del centro terrestre

Una tercera misión geodésica francesa cumple su periplo por Las tierras del ecuador. Así se conocía al Ecuador del siglo XVIII, al que llegaron los científicos de la primera misión geodésica que ayudó a determinar la forma achatada de la Tierra. Ahora que se cumplen 280 años del trabajo de los franceses Charles-Marie de La Condamine, Louis Godin y Paul Bouguer, junto a los españoles Jorge Juan y Antonio de Ulloa, que fueron enviados por el rey de España Felipe V, sus herederos científicos se han propuesto medir al centímetro el punto más alejado del centro de la Tierra, el volcán Chimborazo, de 6.268 metros de altitud, y que se encuentra a 6.384 kilómetros de distancia del centro terrestre, dos más que la cima del globo, el Everest, debido a las diferencias del diámetro del planeta en estas dos localizaciones continentales.
“Por la herencia que nos dejaron sabemos que los puntos que quedan cerca de la línea ecuatorial están más alejados del centro de la tierra, pero faltaba un valor, medir la distancia más grande desde el centro”, explica Jean Mathieu Nocquet, del Instituto Francés de Investigación para el Desarrollo (IRD). Con este objetivo en mente, un grupo de expedicionarios franceses y ecuatorianos subieron al volcán Chimborazo (6.268 metros sobre el nivel del mar), la montaña más alta de Ecuador, en febrero pasado, y colocaron en la cumbre un sistema de posicionamiento global (GPS) de alta precisión, que a través de una antena de 60 centímetros de largo recibe la señal de 15 satélites de diferentes países. “Para obtener datos precisos dejamos el GPS durante dos horas y luego procesamos la información que se almacenó en ese lapso de tiempo”, explica Mathiew Perrault, del Instituto Geofísico (IG).
Los resultados que arrojó la medición se acaban de conocer y concluyen que la cumbre del volcán está a 6.384.415,98 metros del centro de la Tierra. Este nuevo cálculo confirma que el Chimborazo es el punto más distante del centro de la Tierra, y por lo tanto más cercano al Sol, y está 40 metros por delante en esta clasificación de la cima del nevado Huascarán, en Perú, que sería el segundo punto más alejado.
Tras 280 años

La utilización de GPS, que tiene un margen de error de más o menos 10 centímetros, hizo ganar en 2001 tres metros a la montaña más alta de Europa, el Mont Blanc, que pasó de medir 4.807 a 4.810,4 metros según este sistema. El Everest, en Nepal, también ha sido medido con el sistema GPS. Oficialmente cuenta 8.848 metros, aunque según este otro proceso es un poco más bajo, 8.846,4 metros. Sin embargo, el Everest, que es la montaña más alta del planeta, está dos kilómetros por detrás del Chimborazo en cuanto a la distancia del centro terrestre (6.382). La Tierra tiene mayor radio en el ecuador que en los polos, lo que juega a favor del Chimborazo en su disputa honorífica con el Everest.

La celebración de los 280 años de la primera misión geodésica ha sido un pretexto para recordar la historia común de Ecuador y Francia. La expedición al Chimborazo fue un primer paso, pero la embajada de Francia en el país andino ha planificado actos conmemorativos hasta julio. Habrá coloquios científicos, jornadas pedagógicas en escuelas y exposiciones sobre la reconstrucción sociocultural y científica de las misiones francesas a territorio ecuatoriano. Una de las actividades más curiosas será una cena de época en la que se servirán los platos que posiblemente degustaron los científicos que llegaron al país en 1736.

Fuente: ElPais.com

domingo, 13 de diciembre de 2015

La deriva continental cumple 100 años.

Pese a precedentes más antiguos, la hipótesis que Alfred Wegener publicó en 1915 es el origen de la moderna tectónica de placas.

La moderna tectónica de placas supuso un salto conceptual en la geología comparable al átomo de Bohr en la física, o al código genético en la biología.
Wegener demostró que no solo la forma de las líneas de costa a los dos lados del Atlántico, sino también las estructuras geológicas del oriente americano y el occidente africano, sus tipos de fósiles y las secuencias de sus estratos, presentaban unas similitudes asombrosas.
Nuevos datos sobre paleomagnetismo y sedimentos marinos, junto a la observación de las cordilleras suboceánicas –por donde emerge de las entrañas de la Tierra el nuevo suelo que va desplazando los continentes actuales—, reivindicaron la hipótesis de la deriva continental.


Cuando Alfred Wegener murió –en 1930, durante la última de sus expediciones a Groenlandia—, la gran idea de su vida había sido descartada, olvidada y vilipendiada. La idea era la deriva continental, y habrían de pasar aún 30 años para que se sacara del cajón, se demostrara correcta y se convirtiera en el fundamento de la gran revolución de la geología, la moderna tectónica de placas, un salto conceptual comparable al átomo de Bohr en la física, o al código genético en la biología. Así son las revoluciones de la ciencia, que no solo devoran a sus hijos, sino también a sus padres.
La chispa que encendió la hipótesis de la deriva continental es la misma que habrán observado miles de niños al echar un vistazo al mapamundi colgado de la pared del aula: el desconcertante parecido entre las líneas de costa de Sudamérica y África, a los dos lados del Atlántico. Y no fue Wegener el primero en reparar en ello. El filósofo británico Francis Bacon ya mencionó el parecido de las líneas de costa en su Novum Organum de 1620, y también lo hizo el conde de Buffon, un naturalista francés del siglo XVIII, y el alemán Alexander von Humboldt hacia el final de esa misma centuria. Von Humboldt llegó a sugerir que aquellas dos costas habían estado juntas en el pasado.
Pero Wegener fue mucho más allá de esas meras impresiones visuales. No solo era explorador, sino también meteorólogo y geofísico, y ello le permitió reunir un cuerpo de evidencia multidisciplinario y que, en retrospectiva, se puede considerar más bien aplastante. Wegener demostró que no solo la forma de las líneas de costa a los dos lados del Atlántico, sino también las estructuras geológicas del oriente americano y el occidente africano, sus tipos de fósiles y las secuencias de sus estratos, presentaban unas similitudes asombrosas.

Como él mismo señaló en su publicación de 1915 –de la que celebramos el centenario—, si reuniéramos esos dos continentes, todas las estructuras “casarían como las líneas de texto en un periódico roto”, en la eficaz metáfora citada en Science por los geólogos Marco Romano, de la Universidad de Roma, y Richard Cifelli, del Museo Sam Noble de Norman, en Oklahoma. Wegener también conjeturó que los continentes representaban placas enormes de una roca más ligera que flotaban sobre rocas oceánicas más densas, una idea que, aunque no del todo correcta, prefigura la tectónica de placas moderna.
Pero, como tal vez habría cabido esperar, una hipótesis tan rompedora con la geología de comienzos del siglo XX, y por muy bien que estuviera fundamentada, solo podía desatar tormentas con gran aparato eléctrico en los estamentos académicos de la época. Aunque la deriva continental suscitó en 1915 algunos apoyos, como el de los geólogos Émile Argand y Alexander du Toit, fueron muchos más los científicos que optaron por quemar al hereje. “La hipótesis de la deriva”, escriben Romano y Cifelli, “era tan iconoclasta que se ganó el vitriolo, el ridículo y el desprecio de los especialistas, cuyos propios trabajos publicados partían de la premisa de una corteza terrestre horizontalmente inmóvil”.

El punto débil de la hipótesis era que Wegener no pudo encontrar un mecanismo convincente para alimentar todos esos movimientos de continentes. Avanzó tímidamente un par de ideas basadas en la rotación de la Tierra y algún otro fenómeno, pero eran tan obviamente incorrectas o insuficientes que solo sirvieron para ponérselo más fácil a sus atacantes del ramo de la geofísica. Pasado el revuelo inicial, la gran idea de Wegener fue olvidada en un cajón humillante de la historia.
Y allí se quedó hasta tres décadas después de morir Wegener, cuando nuevos datos sobre paleomagnetismo y sedimentos marinos, junto a la observación de las cordilleras suboceánicas –por donde emerge de las entrañas de la Tierra el nuevo suelo que va desplazando los continentes actuales—, reivindicaron la hipótesis de la deriva continental y desarrollaron alrededor de ella una nueva síntesis de la geología, la tectónica de placas que fundamenta esa ciencia en la actualidad.

Wegener no pudo saberlo, pero la Tierra le dio la razón.


Fuente: ElPais.com


lunes, 30 de julio de 2012

Encuentran un valle tan profundo como el Gran Cañón bajo el hielo antártico.

Situada en Antártida Occidental, esta depresión ayuda a explicar la importante pérdida de hielo que padece esta región

british antarctic survey
La Corriente de Hielo de Ferrigno desemboca en la bahía de Eltanin, en Antártida Occidental 
Más de 1.500 metros de desnivel escondidos bajo una inmensa capa de hielo. Científicos del British Antarctic Survey (BAS) han encontrado un profundo valle en Antártida Occidental tan hondo como el Gran Cañón del Colorado.
El descubrimiento se ha realizado bajo la Corriente de hielo Ferrigno, en una región considerada remota incluso para los estándares antárticos. Antes de la visita de los científicos del BAS, sólo se había ido una vez, hace medio siglo. Las corrientes de hielo son regiones heladas que se desplazan a mayor velocidad que las de su alrededor. El caso más típico es el de las lenguas glaciares.
Según el grupo de científicos, que ha publicado su trabajo en la revista Nature, este valle bajo el hielo está conectado con el mar. El océano transmite a través de éste su potencial calorífico tierra adentro, y favorece la fusión del hielo. Puesto que ésta es la región de la Antártida que más hielo pierde cada año —y es responsable ella sola del 10% del aumento del nivel de los óceanos—, comprender su geomorfología es de vital importancia científica.

Fusión del hielo

«Durante los últimos 20 años hemos usado satélites para monitorizar las pérdidas de hielo de la Antártida. Y hemos sido testigos de un deterioro del mismo en prácticamente toda su costa», afirma Robert Bingham, glaciólogo y coautor del trabajo. «En algunos glaciares, incluyendo la Corriente de hielo Ferrigno, esta pérdida ha sido especialmente pronunciada. Para entender los motivos necesitábamos saber qué había bajo la superficie helada».
«Lo importante es que este espectacular valle cuadra a la perfección con los registros de descenso de hielo superficial de los que se tenía constancia gracias a las mediciones por satélite», recalca Bingham.
Para llevar a cabo el análisis geomorfológico de la zona, los investigadores arrastraron un radar —capaz de atravesar el hielo— con una moto de nieve a lo largo de más de 2.500 kilómetros. Toda la zona tiene una superficie relativamente plana, lo que ayudó a la tarea. Bajo la planicie helada, otra planicie rocosa atravesada por el escarpado valle de más de 1.500 metros de profundidad. «Si pudieses quitar todo el hielo de ahi, verías algo tan gigante como los valle tectónicos africanos y de una profundidad tan destacada como la del Gran Cañón del Colorado», dice Bingham.
 
Fuente: ABC.es

 

jueves, 22 de marzo de 2012

Características geomorfológicas y geológicas del Valle de Tulúm (San Juan - Argentina)


El valle de Tulúm es una depresión tectónica intermontana con características de semibolsón y disposición meridional que abarca una superficie de 323000 hectáreas, ubicada en el centro sur de la provincia de San Juan. Posee forma alargada en sentido norte sur con 100 Km. aproximados de extensión y un ancho que varía entre 5 y 30 Km. El valle se encuentra a un altura media de 600 msnm.

El valle posee basamento pampeano cubierto por secuencias sedimentarias paleozoicos, terciarios y cuaternarios (Rosales Fritz, 2000) con grandes fallas en sentido NNE-SSO con bloques fallados y basculados. Los sedimentos más nuevos y que recubren la superficie del valle son de edad cuaternaria originados por procesos fluviales y aluviales del río San Juan y por derrubios coluviales de las estructuras que lo circundan como así también favorecidos por procesos eólicos en cuya litología se presentan materiales de textura gruesa a fina a medida que la llanura aluvial, de igual modo el abanico aluvial, se extienden hacia el sureste. Los depósitos cuaternarios del valle están representados por gravas, gravillas, arcillas, arenas y limos.

Los límites del valle, están señalados por distintas unidades fisiográficas estructurales. Estos son al norte el Alto Estructural de Mogna, integrado por lomadas plegadas y falladas por la orogenia terciaria y fuertemente erosionados por el agente erosivo hídrico dando lugar a bad lands. Estas lomadas se identifican con la toponimia de loma de Las Tapias y El Salado; también conforma el límite norte la sierra de Villicúm que forma parte de la Precordillera. (Rosales Fritz, 2000)

Al oeste conforman el límite macizos antiguos de edad paleozoica que conforman la morfoestructura de la Precordillera de La Rioja, San Juan y Mendoza formada por rocas sedimentarias marinas dolomíticas calcáreas y clásticas del paleozoico y rocas sedimentarias del neógeno afectada por la orogenia terciaria. Conforman el límite occidental las Sierras Chica de Zonda y de Marquezado. (Rosales Fritz, 2000)

El límite este está conformado por el flanco occidental de las sierras pampeanas, macizos antiguos cristalinos de edad precámbrica cuya litología está representada por rocas metamórficas y graníticas del proterozoico superior y paleozoico inferior con bloques fallados y basculados, erosionados en el mesozoico y sobre elevados por la orogenia terciaria. La unidad fisiográfica que lo representa es la sierra de Pie de Palo.

En el valle la presencia precámbrica se localiza en la parte central y centro-occidental por los cerros de Barboza y Valdivia respectivamente. El primero ubicado en el sector meridional al límite del área de estudio, fuera del sector enmarcado en éste trabajo en el departamento Rawson. Este cerro alcanza una altura de 776 msnm y 10 Km. de largo por 2,5 Km. de ancho en su parte central, está constituido por rocas metamórficas y cataclásticas (deformadas). Al igual que el Pie de Palo, es un bloque fracturado y fallado de basamento cristalino con fracturas orogénicas inversas. Está fallado en el lado occidental y con extensión a una falla de rumbo NNE-SSO posiblemente coincidente con el curso del río San Juan (Rosales Fritz, 2000).

El límite sur está conformado por la zona de coalescencia de las llanuras aluviales de los ríos San Juan y Mendoza cuya expresión morfológica más importante es el nivel de base de dichos ríos dados por las lagunas del Rosario y Huanacache.

La llanura aluvial del valle de Tulúm es una formación hídrica de escasa pendiente como consecuencia de la acción de transporte y deposición del río San Juan que alcanza un desarrollo de 100 Km. aproximadamente con rumbo sureste y de mayor amplitud al sur del valle que al norte del mismo. Está conformada por depósitos sedimentarios en particular cuaternarios aportados por la acción de proceso aluviales-fluviales y cuyo espesor varía, pero en lugares como Sarmiento alcanza un grosor de alrededor de 1000 metros antes de alcanzar el terciario (Acosta, 2003). Los sedimentos son más finos a medida que se avanza hacia el sudeste y están conformados por gravas, gravillas, arcillas, arenas y limos. No solo el río interviene en su génesis, sino también los macizos que rodean el valle aportan derrubios coluviales favorecida por la acción eólica que forma dunas en particular al sudeste de la planicie aluvial.

Las geoformas de origen eólico son acumulaciones de materiales provenientes de procesos aluviales y coluviales por acción del viento, los que predominan de cuadrante sudeste y forman dunas transversales de dirección este-oeste y en ciertas zonas no tienen forma definida. Algunas dunas o médanos están sujetos por vegetación, por lo que son fijos, en especial cerca del cerro Barboza. Poseen una altura de 2.5 metros y una distancia entre crestas de 5 metros, están conformadas por arenas de textura fina seleccionada. Las dunas están disectadas y junto a los valles entre dunas conforman zonas bajas salinizadas, posiblemente por la deforestación (Rosales Fritz 2000).

Sobre la llanura aluvial encauza su caudal el río San Juan en la parte distal de su curso inferior, en éste río desaguan los arroyos Los Tapones y Agua Negra que son afluentes colectores de la descarga natural producida por el abanico aluvial. En la planicie aluvial los cursos hídricos tienen cauces meandriformes hasta que el río alcanza su nivel de base en las lagunas del Rosario y Huanacache conformando parte de la cuenca exorreica del Desaguadero-Colorado, aunque no siempre es un río exorreico por la acción de embalsar su caudal (69 m3/s).

Otra unidad fisiográfica que conforma el valle de Tulúm asociada a la acción hídrica del río San Juan, es el abanico aluvial. El río ingresa al valle por la quebrada de Ullúm conformando en las cercanías del dique De La Roza el punto apical y área natural de recarga del abanico y de los acuíferos del valle con material de textura gruesa como gravas y gravillas. Con una extensión de 25 Km. el cono se ensancha hacia el sudeste hasta alcanzar su parte distal y área natural de descarga con materiales finos como arenas, arcillas y limos. En la zona de coalescencia del abanico con la llanura aluvial es donde se halla el área de estudio, aunque ya en ambiente de planicie.

Sobre el abanico aluvial y en segundo lugar sobre la llanura aluvial es donde se asienta el mayor porcentaje de población y actividad económica sanjuanina.

En el pasado el río tenía su entrada al valle por la quebrada de zonda, conformando así también otro abanico aluvial con las mismas características del actual; el viejo abanico se encuentra emplazado algo más al sur, pero el nuevo se halla sobreimpuesto a él.

Por ultimo conforman el valle los piedemontes de la precordillera y de las sierras pampeanas, se presentan como fajas de desarrollo desigual. Los materiales que los conforman son rocas de distintas edades geológicas, con labios de fallas activas y altamente erosionados. El límite entre el piedemonte y el abanico o la llanura es imperceptible.


Fragmento GARCIA RUIZ, Juan Pablo “Recuperación de suelos en el Sudeste del Departamento Rawson” FFHA, UNSJ 2005.

Fuente consultada:

ROSALES FRITZ, Carla Vanesa “Geología de los depósitos modernos en las adyacencias del Río San Juan y Arroyo Agua Negra e implicancias ambientales, Departamentos 9 de Julio, Rawson y 25 de Mayo, Provincia de San Juan. Tesis de Licenciatura, Departamento de Geología, FCEFyN, UNSJ, 42pp. 2000.

ACOSTA, Ricardo “Comportamientos de las Temperaturas y Precipitaciones en San Juan en periodos Históricos Distintos” 2003.

domingo, 12 de febrero de 2012

Amasia: el supercontinente que fusionará América y Asia.

La fuerte atracción hacia el polo norte provocará dentro de millones de años la fusión de América y Asia dando lugar a Amasia, el nombre con el que científicos estadounidenses han bautizado al que creen que será el próximo supercontinente de la Tierra.

Según sus cálculos, esta gran masa de tierra llegará a formarse dentro de entre 50 y 200 millones de años, de acuerdo con una investigación publicada en la revista británica 'Nature'.

Así, ambos continentes se unirán por el polo norte, mediante una cordillera montañosa que permitirá cruzar de Alaska a Siberia y viceversa, de acuerdo con expertos de la Facultad de Geología y Geofísica de la Universidad de Yale (EEUU).

América permanecerá situada sobre el anillo de fuego del Pacífico, una zona de intensa actividad sísmica y volcánica, pero su orografía cambiará radicalmente porque la atracción hacia el Polo fusionará América del Sur con el Norte.

Este desplazamiento provocará a su vez la desaparición del océano Ártico y del mar Caribe, según explicó Ross Mitchell, geólogo de Yale y uno de los autores del artículo.

Nuna, Rodinia y Pangea

Han pasado alrededor de 1.800 millones de años desde que se formó el primer supercontinente, Nuna, al que siguieron Rodinia y Pangea, última gran masa de tierra con centro en el África actual y que con el tiempo y la acción de las placas tectónicas conformó los continentes actuales.

El estudio del magnetismo de las rocas de entonces ha servido en el presente al equipo de Mitchell para determinar la distancia que existió entre uno y otro y estimar dónde se situaría Amasia, cuyo centro localizan en algún punto del actual océano Ártico, a noventa grados de distancia del centro del supercontinente anterior, Pangea.

Esta teoría, a la que han denominado ortoversión, desafía los dos modelos tradicionales defendidos hasta el momento para predecir la evolución de las masas terrestres, según detalló Mitchell.

De estas dos últimas hipótesis, una sugiere que la próxima gran masa continental se formará sobre la región en la que existió el supercontinente anterior (introversión), y la otra, todo lo contrario, defiende que será en un punto opuesto a donde se encontraba su predecesora (extroversión).

De esta forma, los partidarios de la introversión localizan el centro del próximo supercontinente en África, mientras que los defensores del modelo de extroversión lo sitúan en el océano Pacífico, en algún punto entre las islas de Hawaii, Fiji y Samoa.

Según estos modelos, la unión se produciría a través del océano Atlántico o del Pacífico respectivamente, mientras que el modelo de Mitchell se decanta por una unión a través del Ártico.


Fuente: ElMundo.es

lunes, 11 de julio de 2011

Terremoto de Japón: Antes y después del tsunami.


Tras el intenso terremoto y el tsunami que asolaron Japón el pasado 11 de marzo, las imágenes de satélite están resultando esenciales para proporcionar una imagen clara de la extensión de las consecuencias, y contribuir así a la ayuda. Éstas han demostrado cómo ha cambiado el paisaje de Japón, desplazándose hacia el este.

Este tipo de catástrofes naturales son una demostración más de la inmensa energía que la Tierra puede liberar en un terremoto de magnitud 8,9, y el potencial devastador que puede llegar alcanzar. Así nos ha dejado, al mundo boquiabierto. Se estima que la línea de costa noroeste del país se ha desplazado hasta 4 metros hacia el este, y poblaciones enteras han resultado barridas por el tsunami.

En respuesta al que ha resultado ser el terremoto más grave sufrido por Japón desde que se tienen registros, ya desde el día en que éste se produjo el gobierno de Japón activó la carta internacional de espacio y grandes catástrofes. Como resultado, diversas agencias espaciales y operadores de todo el mundo están aportando imágenes de satélite para mapear y evaluar el grado de devastación de las áreas afectadas. Fue hace 10 años cuando se realizó esta carta internacional es un mecanismo único para garantizar que las imágenes de satélite llegan rápida y gratuitamente a las autoridades y trabajadores que se enfrentan a las consecuencias del desastre. Aportando los datos de observación de la tierra se contribuye a la coordinación de recursos y expertos de todo el mundo. Esto posibilita una respuesta rápida a los desastres.

Las imágenes de satélite están proporcionando una información esencial para los equipos de búsqueda y rescate, así como para la estimación de daños. Las imágenes de ‘antes y después’ revelan los cambios en el territorio, y los lugares donde antes había edificios y carreteras.

Imágenes de Japón vistas desde el cielo

El trabajo está siendo coordinado por la agencia espacial japonesa JAXA y el Instituto Asiático de Tecnología. Los datos proceden de numerosos satélites, como los alemanes TerraSAR-X y RapidEye; el francés SPOT-5; y Envisat, de la ESA. Varios satélites estadounidenses están aportando imágenes en alta resolución. Ya en las 48 horas posteriores al devastador terremoto de Japón se obtuvieron 63 imágenes de satélites, ahora a disposición de los equipos de ayuda y los responsables de la toma de decisiones. Centros especializados europeos junto con las Naciones Unidas colaboran en el análisis de los datos de satélite para ofrecer productos de valor añadido.

Tsunami en Japón

Durante las próximas semanas el acceso a las imágenes de satélite será esencial para una respuesta sostenida de la crisis, así como para una evaluación más precisa de los daños de cara a la reconstrucción y contribuir a la comprensión de estas amenazas geológicas, y en última instancia para establecer futuros sistemas de alerta.

Alto riesgo sísmico de Japón

Japón está situado en el cinturón de fuego, una región geológicamente activa que cubre la práctica totalidad de las costas del Pacífico. Japón es por tanto una zona de alto riesgo sísmico, y como tal está considerado por los expertos en terremotos un ‘supersite’. La iniciativa internacional Geo-Hazard Supersites, coordinada por el Grupo de Observación de la Tierra, se nutre de 20 años de observaciones de radares en satélites para comprender mejor los riesgos geológicos.

El objetivo es explotar el procesado interferométrico, para generar un mapeado muy preciso de la deformación del terreno antes y durante los eventos sísmicos. Esto contribuirá al conocimiento de los fenómenos tectónicos de Japón. Esta iniciativa –un ejemplo más de colaboración entre agencias espaciales- promueve la investigación en riesgos sísmicos facilitando a la comunidad científica internacional el acceso a una amplia variedad de datos.


Fuente: GeoRevista.es

jueves, 3 de marzo de 2011

Características geológicas y geomorfológicas del Valle de Tulúm (San Juan, Argentina)

El valle de Tulúm es una depresión tectónica intermontana con características de semibolsón y disposición meridional que abarca una superficie de 323000 hectáreas, ubicada en el centro sur de la provincia de San Juan. Posee forma alargada en sentido norte sur con 100 Km. aproximados de extensión y un ancho que varía entre 5 y 30 Km. El valle se encuentra a un altura media de 600 msnm.
El valle posee basamento pampeano cubierto por secuencias sedimentarias paleozoicos, terciarios y cuaternarios (Rosales Fritz, 2000) con grandes fallas en sentido NNE-SSO con bloques fallados y basculados. Los sedimentos más nuevos y que recubren la superficie del valle son de edad cuaternaria originados por procesos fluviales y aluviales del río San Juan y por derrubios coluviales de las estructuras que lo circundan como así también favorecidos por procesos eólicos en cuya litología se presentan materiales de textura gruesa a fina a medida que la llanura aluvial, de igual modo el abanico aluvial, se extienden hacia el sureste. Los depósitos cuaternarios del valle están representados por gravas, gravillas, arcillas, arenas y limos.
Los límites del valle, están señalados por distintas unidades fisiográficas estructurales. Estos son al norte el Alto Estructural de Mogna, integrado por lomadas plegadas y falladas por la orogenia terciaria y fuertemente erosionados por el agente erosivo hídrico dando lugar a bad lands. Estas lomadas se identifican con la toponimia de loma de Las Tapias y El Salado; también conforma el límite norte la sierra de Villicúm que forma parte de la Precordillera. (Rosales Fritz, 2000)
Al oeste conforman el límite macizos antiguos de edad paleozoica que conforman la morfoestructura de la Precordillera de La Rioja, San Juan y Mendoza formada por rocas sedimentarias marinas dolomíticas calcáreas y clásticas del paleozoico y rocas sedimentarias del neógeno afectada por la orogenia terciaria. Conforman el límite occidental las Sierras Chica de Zonda y de Marquezado. (Rosales Fritz, 2000)
El límite este está conformado por el flanco occidental de las sierras pampeanas, macizos antiguos cristalinos de edad precámbrica cuya litología está representada por rocas metamórficas y graníticas del proterozoico superior y paleozoico inferior con bloques fallados y basculados, erosionados en el mesozoico y sobre elevados por la orogenia terciaria. La unidad fisiográfica que lo representa es la sierra de Pie de Palo.
En el valle la presencia precámbrica se localiza en la parte central y centro-occidental por los cerros de Barboza y Valdivia respectivamente. Este cerro alcanza una altura de 776 msnm y 10 Km. de largo por 2,5 Km. de ancho en su parte central, está constituido por rocas metamórficas y cataclásticas (deformadas). Al igual que el Pie de Palo, es un bloque fracturado y fallado de basamento cristalino con fracturas orogénicas inversas. Está fallado en el lado occidental y con extensión a una falla de rumbo NNE-SSO posiblemente coincidente con el curso del río San Juan (Rosales Fritz, 2000).
El límite sur está conformado por la zona de coalescencia de las llanuras aluviales de los ríos San Juan y Mendoza cuya expresión morfológica más importante es el nivel de base de dichos ríos dados por las lagunas del Rosario y Huanacache.
La llanura aluvial del valle de Tulúm es una formación hídrica de escasa pendiente como consecuencia de la acción de transporte y deposición del río San Juan que alcanza un desarrollo de 100 Km. aproximadamente con rumbo sureste y de mayor amplitud al sur del valle que al norte del mismo. Está conformada por depósitos sedimentarios en particular cuaternarios aportados por la acción de proceso aluviales-fluviales y cuyo espesor varía, pero en lugares como Sarmiento alcanza un grosor de alrededor de 1000 metros antes de alcanzar el terciario (Acosta, 2003). Los sedimentos son más finos a medida que se avanza hacia el sudeste y están conformados por gravas, gravillas, arcillas, arenas y limos. No solo el río interviene en su génesis, sino también los macizos que rodean el valle aportan derrubios coluviales favorecida por la acción eólica que forma dunas en particular al sudeste de la planicie aluvial.
Las geoformas de origen eólico son acumulaciones de materiales provenientes de procesos aluviales y coluviales por acción del viento, los que predominan de cuadrante sudeste y forman dunas transversales de dirección este-oeste y en ciertas zonas no tienen forma definida. Algunas dunas o médanos están sujetos por vegetación, por lo que son fijos, en especial cerca del cerro Barboza. Poseen una altura de 2.5 metros y una distancia entre crestas de 5 metros, están conformadas por arenas de textura fina seleccionada. Las dunas están disectadas y junto a los valles entre dunas conforman zonas bajas salinizadas, posiblemente por la deforestación (Rosales Fritz 2000).
Sobre la llanura aluvial encauza su caudal el río San Juan en la parte distal de su curso inferior, en éste río desaguan los arroyos Los Tapones y Agua Negra que son afluentes colectores de la descarga natural producida por el abanico aluvial. En la planicie aluvial los cursos hídricos tienen cauces meandriformes hasta que el río alcanza su nivel de base en las lagunas del Rosario y Huanacache conformando parte de la cuenca exorreica del Desaguadero-Colorado, aunque no siempre es un río exorreico por la acción de embalsar su caudal (69 m3/s).
Otra unidad fisiográfica que conforma el valle de Tulúm asociada a la acción hídrica del río San Juan, es el abanico aluvial. El río ingresa al valle por la quebrada de Ullúm conformando en las cercanías del dique De La Roza el punto apical y área natural de recarga del abanico y de los acuíferos del valle con material de textura gruesa como gravas y gravillas. Con una extensión de 25 Km. el cono se ensancha hacia el sudeste hasta alcanzar su parte distal y área natural de descarga con materiales finos como arenas, arcillas y limos. En la zona de coalescencia del abanico con la llanura aluvial es donde se halla el área de estudio, aunque ya en ambiente de planicie.
Sobre el abanico aluvial y en segundo lugar sobre la llanura aluvial es donde se asienta el mayor porcentaje de población y actividad económica sanjuanina.
En el pasado el río tenía su entrada al valle por la quebrada de zonda, conformando así también otro abanico aluvial con las mismas características del actual; el viejo abanico se encuentra emplazado algo más al sur, pero el nuevo se halla sobreimpuesto a él.
Por ultimo conforman el valle los piedemontes de la precordillera y de las sierras pampeanas, se presentan como fajas de desarrollo desigual. Los materiales que los conforman son rocas de distintas edades geológicas, con labios de fallas activas y altamente erosionados. El límite entre el piedemeonte y el abanico o la llanura aluvial es imperceptible.


Fuente: García Ruiz, Juan Pablo (2005) "Recuperación de Suelos en el Sudeste del Departamento Rawson" FFHA-UNSJ, Tesis de grado. (Fragmento)