lunes, 20 de julio de 2015

¿Qué países tienen mayor proporción de inmigrantes?

Según un estudio de Naciones Unidas el 3,2% de la población del mundo, reside en otro país distinto al de su nacimiento. ¿Cuáles son los más elegidos?

El estudio más reciente de la ONU sobre la migración internacional revela que el 3,2% de la población mundial vive en un país distinto de aquel en el que nació. La investigación incorpora 265 áreas, países o regiones, sobre las que se especifica la población de migrantes internacionales en cada uno de ellos en proporción con la población total.

Esta estadística, presentada en un informe de la ONU de 2013, se diferencia de la lista de países con mayor número de inmigrantes, liderada tradicionalmente por EE.UU., ya que lo que pretende destacar es la relación porcentual entre el número de habitantes de un lugar y la cantidad de foráneos que viven allí.

Excluyendo protectorados y territorios no incorporados, como las Islas Malvinas, San Martín y Macao, los diez primeros países con mayor proporción de inmigrantes son:

1) Ciudad del Vaticano: 100,0%

2) Emiratos Árabes Unidos: 83,7%

3) Catar: 73,8%

4) Mónaco: 64,2%

5) Kuwait: 60,2%

6) Andorra: 56,9%

7) Bahréin: 54,7%

8) Brunei: 49.3%

9) Luxemburgo: 43,3%

10) Singapur: 42,9 %

Los países del mundo con mayor porcentaje de inmigrantes RT

De todos los habitantes de la Santa Sede ninguno ha nacido allí, lo que convierte al Vaticano en el país con mayor presencia proporcional de inmigrantes. Los Emiratos Árabes Unidos y Catar son los Estados del Golfo que más explotan la mano de obra barata de trabajadores que vienen de países como Bangladesh, India y Filipinas.

En el otro extremo de la escala figuran seis países en los que se estima que sólo un 0,1% de la población nació en el extranjero: China, Cuba, Indonesia, Vietnam, Lesoto y Madagascar.

Fuente: RT


Fuente: TiempoDeSanJuan.com

sábado, 13 de junio de 2015

Un planeta de extremos climáticos.

El año 2014 fue el más cálido de la Historia. Y 14 de los 15 años más calurosos se han registrado en el siglo XIX. El aumento de temperaturas globales, la reducción de las masas de hielo y nieve y el aumento del nivel del mar han llevado a los científicos hacia el consenso inequívoco de que el mundo se está calentando a consecuencia de la actividad humana. Pero la pregunta del millón aún no ha podido ser contestada: ¿La ola de calor de 2003 en Europa, las inundaciones de Bangladesh el año pasado o la sequía que asola California desde hace meses son consecuencia directa del calentamiento causado por el ser humano?

La ciencia del clima sólo es capaz de hablar de tendencias de aumento de temperatura y de probabilidades de que ocurran más eventos extremos, pero hasta ahora no podía explicar el grado de responsabilidad del cambio climático en un acontecimiento concreto. Una nueva investigación dirigida por el prestigioso investigador de del Instituto de Ciencias del Clima y la Atmósfera de Suiza, Reto Knutti, ha roto con esos viejos miedos y ha desarrollado un modelo capaz de evaluar hasta qué punto está aumentando el cambio climático la ocurrencia de las olas de calor y de las lluvias torrenciales. Y los resultados son sorprendentes. El 75% de los eventos de temperaturas extremas y el 18% de los grandes aguaceros son atribuibles al cambio climático, según las conclusiones del trabajo, publicado hoy en la revista 'Nature Climate Change'.

Los expertos en ciencias del clima llevan años tratando de diseñar modelos que permitan averiguar el grado de implicación del calentamiento global en eventos meteorológicos extremos, como olas de calor, sequías o tormentas. Lo que han hecho los autores del estudio es aplicar a escala global los modelos diseñados para acontecimientos concretos, como la ola de calor europea de 2003, que mató a decenas de miles de personas en el continente.

Las conclusiones y la estadística del trabajo son robustas, según los expertos, pero se sigue sin poder decir 'esta inundación se debe al cambio climático'. A lo máximo que podrán llegar los investigadores es a asegurar que el 18% de esas lluvias son consecuencia directa del calentamiento.
«Lo que han estudiado los autores es lo que conocemos como atribución, es decir, asignar una relación de causa-efecto, y eso es algo muy difícil», explica José Manuel Moreno, catedrático de la Universidad de Castilla La Mancha y vicepresidente del Grupo II del Panel Intergubernamental para el Cambio Climático de Naciones Unidas (IPCC, por sus siglas en inglés). «El símil del fumador es perfecto. No podemos decirle a nadie que haya muerto por fumar, pero sí podemos explicarle cuánto ha crecido la probabilidad de morir anticipadamente debido al tabaco», explica Moreno.

Lo que sí han elaborado los autores es un mapa del mundo con las probabilidades de ocurrencia de temperaturas y lluvias extremas en distintos puntos del planeta. «El aumento de la probabilidad de que ocurran eventos extremos en España y en el resto del sur de Europa es sustancialmente mayor que en Europa central o del norte», explica Erich Fischer, investigador del Instituto de Ciencias del Clima y Atmosféricas de Suiza y autor principal del trabajo.

En este escenario de aumento global de extremos climáticos, España no está precisamente bien situada. «Aunque nuestros resultados no se fijan en las diferencias regionales, el cambio a largo plazo es consistente con las tesis aceptadas hasta ahora de que España y el sur de Europa son 'hotspots' (zona de riesgo) que sufrirán en mayor medida los eventos extremos de altas temperaturas», dice Fischer. «Con respecto a las lluvias extremas, los cambios en el sur de Europa no están claros», reconoce.
No obstante, a escala global sí se ha evaluado lo que ocurrirá en el futuro en diferentes escenarios de aumento de temperatura. Lo más llamativo quizá es el impacto que tendrá el cambio climático sobre las lluvias torrenciales si se cumplen los objetivos marcados por los científicos y que se prevé que sean reconocidos por la comunidad internacional en la Cumbre del Clima de París en diciembre de 2015. En un mundo 2ºC más cálido, el 40% de las grandes tormentas se deberán al cambio climático.

«La idea de que en un mundo dos grados más caliente cerca de la mitad de las lluvias extremas no hubieran ocurrido si no fuera por el cambio climático causado por el ser humano debería dar que pensar a los políticos que tratan de mitigar y de adaptarse al cambio climático», plantea en un artículo que acompaña a la investigación Peter Stott, investigador del Met Office, el servicio meteorológico británico.

Fuente: ElMundo.es

En busca de predecir los terremotos.

La Tierra se retuerce a 15 kilómetros bajo la superficie de Nepal. Un cabalgamiento de placas geológicas -la piel de roca de nuestro planeta, para entendernos- donde una se desliza bajo la otra tras el choque de continentes que formó hace 55 millones de años la cordillera del Himalaya continúa sacudiendo la zona de cuando en cuando. Y normalmente los temblores no vienen solos, sino seguidos de un buen número de réplicas que en ocasiones empeoran las consecuencias de la catástrofe humana.
Los geólogos llevan siglos estudiando los mecanismos que causan los terremotos. El problema para los expertos ha sido siempre poder llegar a predecir con suficiente antelación cuándo se va a producir un gran temblor como los últimos que han azotado Nepal causando más de 8.000 muertes. Desde hace años, diversos proyectos internacionales investigan con diferentes metodologías cómo lograrlo.

Quizá el modo más prometedor es mediante la perforación del subsuelo en zonas sísmicas. El objetivo es alcanzar la falla que provoca los temblores en cada lugar para instalar sensores que puedan medir la deformación de la roca, los fluidos, la temperatura... Y poder así llegar a hacer previsiones del riesgo sísmico.

"Estamos aún lejos de llegar a predecir un terremoto en la escala temporal humana, pero en tiempos geológicos sí sabemos dónde y cuándo se van a producir grandes terremotos", asegura María José Jurado, experta en terremotos del Instituto de Ciencias de la Tierra Jaume Almera (CSIC). "Pero se podría hacer una analogía con la Meteorología, donde es muy sencillo hacer previsiones porque tenemos muchísimos observatorios vía satélite y de muchos otros tipos para saber qué tiempo hará dentro de unos días. Si nosotros tuviéramos una red de observatorios de terremotos en el subsuelo nos permitiría saber dónde y cuándo se puede producir un terremoto", dice Jurado.

Esta investigadora española ha sido líder de algunos proyectos internacionales destinados precisamente a perforar el subsuelo oceánico en la falla que produjo el terremoto de Japón del año 2011 para instalar sensores que ayuden en la predicción de seísmos en el futuro. «El objetivo del proyecto es penetrar los fondos oceánicos de las zonas en las que se producen los epicentros de los terremotos para monitorizarlos y poder estudiar su origen», asegura Jurado. «Estas investigaciones nos servirán para desarrollar un sistema de predicción de terremotos con un plazo suficiente como para poder actuar y evitar grandes daños», explica. A escala global, podríamos imaginarla como una gran Red de Observatorios de los fenómenos sísmicos. Por desgracia, en Japón aún no se han podido alcanzar los 5.000 metros de profundidad del hipocentro de aquel devastador seísmo. En la actualidad, el Chikyu, el buque de perforación científica japonés, está entre los 2.000 y los 3.000 metros.

Desgraciadamente, España se ha quedado fuera de los dos grandes consorcios internacionales, el Programa Internacional para el Descubrimiento del Océano (IODP, por sus siglas en inglés) y el Programa Internacional de Perforación Científica Continental (ICDP, en inglés), por no pagar desde 2011 las cuotas a las que se comprometió como país.

Precisamente, estos programas en los que España ya no participará ya han avanzado en este tipo de técnicas de perforación para predecir seísmos en lugares señalados como la falla de San Andrés (California), la de Nankai (Japón), entre otros. De hecho, uno de los proyectos que se están evaluando en el organismo internacional es para perforar en el Tibet, lo que podría haber ayudado ante una catástrofe natural como la que está asolando Nepal.

Fuente: ElMundo.es

El origen de las lenguas europeas.

Montículos funerarios de la Edad de Bronce Dinamarca
La Edad del Bronce fue un momento de grandes migraciones humanas. Y con ellas también de una enorme circulación cultural que implicó importantes cambios tanto en Asia como en Europa Central. Aquellos cambios dieron forma hace entre 3.000 y 5.000 años a la estructura demográfica actual del Viejo Continente, según dos investigaciones publicadas en la revista Nature que suponen el mayor estudio genético sobre poblaciones antiguas europeas realizado hasta la fecha.

El primero de los dos trabajos, dirigido por el investigador del Harvard Medical School de Boston David Reich y por el de la Universidad de Adelaida (Australia) Wolfgang Haak, ya fue publicado en la edición online de la revista hace algunos meses y analizó el ADN de 69 individuos con una antigüedad de entre 8.000 y 3.000 años. Pero Nature ha querido esperar a la publicación de un segundo estudio liderado por el investigador del Centro de GeoGenética de la Universidad de Copenhague Eske Willerslev. En este caso, los científicos han analizado la información genética de 101 individuos, 19 de ellos completos, lo que duplica el número de genomas de esta época disponibles para la ciencia.

A priori puede parecer que nada tiene que ver el ADN con el lenguaje o la dispersión cultural. Y, en efecto, así es. Pero en este caso la genética ha acudido al rescate de las ciencias arqueológicas y lingüísticas, para cerrar un viejo debate en torno al momento en el que las lenguas indoeuropeas entraron en Europa Central.
Desde hace tiempo existen dos hipótesis enfrentadas sobre cuándo se produjo la entrada en Europa de una familia de lenguas que incluye las itálicas, las germánicas o las eslavas, entre otras. Una de estas teorías proponía la entrada desde Anatolia -una península perteneciente a la actual Turquía- durante el Neolítico, hace más de 8.000 años, con los primeros agricultores. En cambio, los nuevos datos genéticos revelados por ambos trabajos se decantan por una entrada muy posterior de aquel lenguaje que sirvió de germen para dar lugar a la mayor parte de las lenguas que se hablan en la actualidad en Europa. Esta segunda hipótesis propone una entrada durante la Edad de Bronce desde las estepas de Asia Central, actuales Rusia, Ucrania o Kazajistán, empujados por la innovación que supuso la rueda y los carros tirados por caballos.

Los datos aportados por ambos trabajos demuestran por primera vez que hubo un cambio genético muy fuerte en Europa Central en aquella época, lo que podría explicar también un gran cambio cultural. «La magnitud del movimiento migratorio habría llevado consigo también un cambio idiomático», explica John Novembre, del Departamento de Genética humana de la Universidad de Chicago en un artículo que acompaña a ambos trabajos.
Además, los investigadores hallaron una gran similitud entre los genomas europeos analizados y las poblaciones llamadas Yamna, que habitaban las estepas. La información genética concuerda con las sospechas de los lingüistas que creían más probable una entrada posterior ya que la mayoría de las lenguas antiguas ya contenían referencias a la rueda, el eje del carromato, las riendas y otros vocablos relacionados con el tiro de caballos. Sería difícil explicar la presencia de estas palabras en todas las lenguas si su expansión se hubiese producido antes de la industria de la rueda.

Además, los datos genéticos indican que estas poblaciones también se expandieron hacia el Este. Lo que encaja con un posible origen de las lenguas tocarias que llegaron hasta China.

Sin embargo, ninguno de los trabajos explica algunos aspectos de la expansión de las lenguas europeas. «Sabemos que la rama más antigua de las lenguas indoeuropeas es el Hitita, hablada en el norte de Anatolia, lo que encajaba a la perfección con la otra teoría. Lo que no explican los trabajos es cómo las ramas más antiguas están en el sur de Europa», dice Carles Lalueza-Fox, investigador del Instituto de Biología Evolutiva de Barcelona. Y probablemente no pueden hacerlo por la falta de datos debido a las complicadas condiciones de conservación de muestras en los climas de las penínsulas Ibérica e Itálica, de Grecia o de Turquía, algo en lo que ya está trabajando el equipo del investigador español.

Pero el enorme trabajo de genética necesario para extraer la información de muestras antiguas no siempre bien conservadas ha arrojado otros datos interesantes al margen del lenguaje. Por ejemplo, que la pigmentación clara de los Europeos ya estaba presente en la Edad de Bronce. Aunque no así la tolerancia a la lactosa, que, según los investigadores, se debe a una selección positiva sobre el consumo de leche en adultos más reciente de lo que se creía.

Fuente: ElMundo.es

sábado, 2 de mayo de 2015

La cubierta vegetal mundial aumenta a pesar de la deforestación tropical.

China y Rusia tienen muy mala prensa ambiental. Tampoco sale bien parada la oscilación térmica conocida como El Niño (ENSO), un complejo fenómeno que provoca periodos de sequías alternados con intensas lluvias en muchas partes del planeta. Sin embargo, un estudio muestra como, a pesar de la deforestación de las selvas tropicales, estos tres actores o factores están haciendo reverdecer el planeta. Pero los investigadores advierten de que no se puede fiar el futuro del clima de la Tierra a chinos, rusos y los caprichos de El Niño.

Las plantas son la base de la vida. Sobre ellas descansan los ecosistemas de los que, en última instancia, dependen los humanos. La cubierta vegetal es, además, la primera línea de defensa contra el cambio climático. Bosques, selvas, pastos, matorrales o campos cultivados retiran de la atmósfera la cuarta parte del CO2 antropogénico (en su mayoría por los combustibles fósiles) que está calentando el planeta. Por eso, cada hectárea arrancada a las selvas amazónicas, de Indonesia o el África ecuatorial es un drama global.

Sin embargo, un estudio publicado en Nature Climate Change y realizado por investigadores de Australia muestra ahora que la deforestación de los bosques tropicales está siendo compensada con la reforestación en otras partes del planeta en la última década. Con datos de varios satélites de 20 años, los científicos han comprobado que grandes zonas de Rusia, China, el norte de Australia, el sur de África y hasta el este de Brasil están recuperando el verde.

"A pesar de la continua deforestación en América del Sur y el sudeste de Asia, hemos encontrado que la disminución en estas regiones se ha visto compensada por la recuperación de los bosques fuera de zonas tropicales y un nuevo crecimiento en las áridas sabanas y matorrales de Australia, África y el sur de América", dice el científico del Centro para la Investigación del Cambio Climático de la Universidad de Nueva Gales del Sur (Australia) y principal autor del estudio, Yi Liu.
Entre las ganancias de masa forestal y, por tanto, retirada de CO2 de la atmósfera, destacan las obtenidas en Rusia y China. Las mediciones satelitales muestran que en ambos países la cubierta vegetal ha aumentado en las últimas décadas, aunque por razones bien diferentes. "En Rusia, los bosques han ocupado de forma natural las tierras de cultivo abandonadas tras la caída del comunismo. Mientras, en China, los proyectos de repoblación masiva de árboles han aportado una cantidad destacada a la biomasa global", sostiene Liu. "Entre ambos actores, compensan más de la mitad de la pérdida de carbono debida a la deforestación tropical", añade.

En concreto, la pérdida de selvas tropicales ha conllevado una reducción de su capacidad de retener carbono robado a la atmósfera de unas 210.000 toneladas de CO2 (Tm/CO2) anuales entre 2003 y 2012. Por su parte, la nueva cubierta vegetal en Rusia y China captura cada año 100.000 y 70.000 Tm/CO2 respectivamente. Si se tiene en cuenta que la aportación de las selvas tropicales al total es de un 44%, por un 17% de los bosques templados y boreales, China y Rusia se merecen un aplauso.

El resto de las felicitaciones por aumentar la cubierta vegetal del planeta hay que dárselas a las sabanas y áreas de matorral. Su aportación al ciclo del carbono (medido como el intercambio neto entre la atmósfera y la tierra) no ha sido estudiada con la misma intensidad que la de los bosques. Por supuesto, por hectárea, su capacidad de captura es menor, pero se trata de grandes extensiones que, por azares del clima, están más verdes que nunca.

"Estos otros paisajes son relevantes porque cubren una extensión muy grande, particularmente en el hemisferio sur, cubriendo una buena parte de Australia, las sabanas africanas y en el sur de la Amazonia, el Cerrado. Si incluimos las áreas de matorral de zonas semiáridas, abarcamos una extensión aún mayor", recuerda el director del Global Carbon Project y coautor del estudio, el catalán Josep Canadell. Para este investigador de CSIRO, la agencia nacional de investigación de Australia (como el CSIC en España), "los flujos y cantidades de carbono son aún más pequeños que en los trópicos, pero lo importante es que estas regiones están cambiando".
Combinadas, la biomasa de sabanas y matorrales alojan, según el estudio, 50.000 Tm/CO2 al año desde hace un lustro. Eso hace que la captura neta global haya aumentado en los últimos años, invirtiendo la tendencia general de pérdida de cubierta vegetal observada en la última década del siglo pasado.

Hay varios factores que están elevando el protagonismo de sabanas, áreas de arbustos y, en menor medida de los campos cultivados: cambios en el uso del suelo, mejores técnicas agrícolas, reducción de incendios... Pero para Canadell hay dos elementos claves. "Hay evidencias de que una razón es el aumento de la eficiencia en el uso del agua debido al incremento del CO2 en la atmósfera", comenta. Puede parecer una paradoja, pero, como recuerda el investigador catalán, "el CO2 es malo para el clima, pero no para las plantas". Como sucede en un invernadero, al haber mayor concentración de dióxido de carbono, los estomas de la planta (poros en las hojas que le permiten respirar) no tienen que abrir tanto para tomar la misma cantidad de CO2, perdiendo menos agua que pueden usar para crecer más.
El otro factor tiene que ver con la oscilación térmica El Niño y su reverso, La Niña. Este fenómeno, que se inicia en el océano Pacífico, afecta a los patrones de lluvia, alternando periodos muy secos con meses de lluvias torrenciales en zonas donde dominan las sabanas o el matorral. El cambio climático está afectando a este juego infantil, alterando aún más la impredecible duración de cada periodo y su carácter más o menos seco.

"El cambio climático está trayendo más variabilidad al clima y, por tanto, a los ciclos de auge y colapso. Hemos estudiado estos ciclos y la vegetación crece más cuando hay más lluvia que la que se pierde cuando hay menos, por lo que creemos que el resultado final es que los sistemas podrán capturar más carbono", explica el director ejecutivo del Global Carbon Project.

Sin embargo, este aumento en el verde del planeta no basta. Como recuerda Canadell: "sabemos que sobre el 50% de las emisiones procedentes de las actividades humanas permanece en la atmósfera aún después de que la otra mitad sea retirado por la vegetación terrestre y los océanos. La única manera de estabilizar el sistema climático es reducir las emisiones de los combustibles fósiles a cero".

Fuente: ElPais.com
Miguel Angel Criado

viernes, 24 de abril de 2015

Las dos Américas se unieron millones de años antes de lo que se creía.

Sedimentos hallados en los Andes llegaron de Panamá arrastrados por antiguos ríos hace unos 13 millones de años, según un estudio en 'Science'
La nueva datación podría afectar a mucho de lo que se sabe de la historia del planeta
2.000 años de historia de Sudamérica escritos en el hielo.

Las dos Américas se convirtieron en una mucho antes de lo que se creía. La unión por lo que hoy es Panamá se produjo hace unos 13 millones de años y no 3,5 millones como daba por hecho la comunidad científica. Una investigación de geólogos colombianos ha datado rocas encontradas en los Andes en esa fecha que, aseguran, solo pueden proceder del istmo ya emergido. De confirmarse este retraso, los libros de ciencia tendrán que reescribir lo que se sabe sobre la primera glaciación de la era actual o la gran emigración de especies que se produjo entre ambas Américas.

La teoría más aceptada sobre la fecha en que los dos continentes americanos se unieron sostiene que un proceso iniciado unos 20 millones de años atrás se completó hace unos 3,5 millones. El juego de tronos entre la placa del Caribe, la Sudamericana y la Norteamericana fue salpicando el mar que separaba ambas Américas de un mosaico de islas. La partida culminó con la emergencia de una lengua de tierra que separó para siempre las aguas del Pacífico y el Atlántico.

La unión americana explica muchas cosas que pasaron desde entonces. Como atestigua el registro fósil, es desde esa fecha cuando se produce lo que llaman el Gran Intercambio Americano: muchas especies de vertebrados migraron de un continente a otro. Varias investigaciones muestran, además, que a partir de entonces, las especies y sedimentos marinos de los actuales Pacífico y Caribe empiezan a diferenciarse. Hay quienes, incluso, señalan que la actual era de glaciaciones se inicia al separar los mares. La emergencia del istmo habría intensificado la circulación oceánica en el Atlántico y el Pacífico que, en un complejo proceso, hace que los hielos se expandan o retiren del hemisferio norte de forma periódica. La última de esas retiradas permitió la expansión del hombre moderno.
"Es una hipótesis muy elegante pero si el cierre se produjo mucho antes, debería ser revisada", dice el profesor de la Universidad de los Andes (Colombia), Camilo Montes. Este paleogeógrafo, junto a investigadores de otras universidades colombianas, ha encontrado pruebas que les permiten retrasar el cierre unos 10 millones de años más atrás, a la época geológica conocida como Mioceno Medio. "Sabemos que va a haber mucho debate y que nos van a dar palos por muchos lados", reconoce un Montes que, sin embargo, cree en la fortaleza de su hallazgo.

Estos geólogos colombianos aprovecharon las obras de ampliación del Canal de Panamá para buscar en los estratos más antiguos una piedra, el circón. Este mineral metálico tiene dos particularidades. Por un lado, es muy resistente a la meteorización, así que su erosión es muy lenta. Además, se presenta con pequeñas cantidades de uranio. El proceso por el que uranio decae (de un isótopo radiactivo a otro) hasta convertirse en uno estable de plomo es conocido y es una de las bases de la geocronología.
Tal y como muestran en la revista Science, desde el canal fueron yendo cada vez más al sur, realizando perforaciones y catas hasta llegar al flanco occidental de la Cordillera Central colombiana, donde acaban los Andes. Encontraron muestras de circón que no podían ser originarias de esa zona y "en capas de hace unos 15 millones de años y no en las de 3,5 millones de años", comenta Montes. "Lo más probable, casi seguro, es que procedan de Panamá", añade.

De hecho, tras someter las distintas muestras a su desintegración por láser y su análisis por un espectrómetro de masas, la relación de isótopos de uranio y plomo entre las obtenidas en Panamá y las colombianas concluye que el circón de ambas tiene el mismo origen. Para los investigadores, este mineral llegó hasta Colombia arrastrado por antiguos ríos en un largo proceso de erosión. Y claro, para que haya un río antes debe de haber una tierra por el que discurra y esa tierra no puede ser otra que el istmo de Panamá.

La gran migración animal
De confirmarse este retraso de al menos 10 millones de años en la unión de las dos Américas, la nueva fecha cuestiona mucho de lo que la ciencia daba por cierto hasta ahora. La hipótesis elegante de los 3,5 millones de años y su conexión con la gran migración de especies entre ambos continentes se debilita. También lo hace su relación con el cambio climático que trajo las glaciaciones por el cierre del istmo. Si se produjo mucho antes, ¿porqué los animales esperaron millones de años a atravesar Panamá?

"La respuesta es muy sencilla, el cierre del canal marítimo no jugó ningún papel en el cambio climático", asegura el profesor de geología de la Universidad de Colorado en Boulder (EE UU), Peter Molnar. Aunque hubo especies de vertebrados como camélidos, parientes de los pecaríes o grandes felinos que fueron del norte al sur y antecesores del perezoso e incluso plantas que emigraron al norte antes de los 3,5 millones de años, la gran migración se produjo después de esa fecha.
Para Molnar, la unión de las dos Américas fue un requisito necesario pero no suficiente. En realidad, pudo ser el frío de la glaciación que se inició en aquel tiempo lo que produjo la estampida. "El Gran Intercambio Americano es enteramente consecuencia del cambio climático. Durante las edades de hielo, los trópicos se enfrían y secan. Los animales que cruzaron vivían en sabanas. Ellos debían cruzar lo que hoy es Panamá. Cruzaron porque el clima había cambiado la vegetación y la barrera climática cambió por completo", explica. Y el ciclo de glaciaciones del Cuaternario (periodo actual) coincide con la explosión de registros fósiles, no con el cierre del canal marítimo.

De una tacada, Montes y sus colegas desmontan tres de las bases de la historia geológica. Sin embargo, los defensores de la teoría original se muestran muy escépticos con sus conclusiones. Uno de guardianes de la fecha de los 3,5 millones de años es el estadounidense Anthony Coates, investigador del Instituto Smithsonian de Investigación Tropical. Coates ha dedicado buena parte de su vida a investigar la unión entre los continentes americanos y no le convencen los argumentos de Montes.

"Incluso aunque el circón se transfiriera como ellos dicen, y hay serias dudas sobre la historia de que proceda de un protopanamá, se trata de una región relativamente pequeña de Colombia y esto no descarta que el resto de cientos de kilómetros del istmo tuviera vías marinas como sucede en el arco indonesio actual, que nosotros creemos que es una buena comparación con la América Central de hace 10 o 15 millones de años", dice Coates en un correo. Es decir, sin negar que pudiera haber ya entonces alguna conexión, sería más en forma de archipiélago que de una gran lengua de tierra.

Montes replica que las muestras del occidente colombiano que han analizado proceden de varias zonas del arco panameño: "la única forma de explicar esto es tener un rio troncal que conectara una buena parte del istmo".

Fuente: ElPais.com

jueves, 23 de abril de 2015

Un estudio vincula el 'fracking' a 30 terremotos en Texas en 2014.

A finales del año 2013 y principios de 2014, cerca de 30 terremotos sacudieron las inmediaciones de la ciudad de Azle, en Texas (EEUU), donde nunca habían tenido relación alguna con los temblores de tierra. Los vecinos y algunos expertos se apresuraron a vincular aquellos movimientos con una técnica de inyección en el subsuelo del agua de desecho que genera la extracción de gas mediante el llamado 'fracking'. En aquel momento, la indignación ciudadana se manifestó durante días reclamando a la administración y a los reguladores que frenase las actividades industriales hasta que la ciencia se pronunciase al respecto. Y ahora lo ha hecho en una investigación recién publicada en la revista 'Nature Communications'.

Un equipo de geólogos y sismólogos de la Universidad Southern Methodist de Dallas (Texas, EEUU) y del Servicio Geológico de EEUU (USGS, por sus siglas en inglés) demuestra en el trabajo que la inyección de grandes volúmenes de estas aguas residuales combinada con la extracción de salmuera del subsuelo en los pozos de gas agotados son la causa más probable de los 27 terremotos que sintió la población de Azle entre diciembre de 2013 y la primavera de 2014. Los temblores no superaron los 3,7 de magnitud máxima, la misma que tuvo el reciente movimiento de Urda en Toledo y que no causó daños.

En la zona afectada hay identificadas dos fallas geológicas que podrían ser responsables de los temblores. Los científicos desarrollaron un complejo modelo en 3D para saber si el cambio de presiones producido por la inyección de fluidos podría ser la causa de los terremotos en una zona donde había dos pozos de inyección de aguas de desecho y más de 70 de 'fracking', una forma de extraer gas natural para la que hay que perforar y romper estratos rocosos de pizarra a gran profundidad en el subsuelo inyectando agua a presión mezclada con arena y sustancias químicas.

"El modelo indica que en una de las fallas se genera una diferencia de presiones", explica Matthew Hornbach, autor principal del estudio. "Cuando simulamos el funcionamiento del pozo durante 10 años con un amplio rango de parámetros, el modelo predice cambios suficientemente grandes como para desencadenar terremotos en fallas que ya tenían presiones", asegura.

En Estados Unidos, las aguas contaminadas que se generan durante el proceso de extracción de petróleo y gas se suelen inyectar en el espacio subterráneo dejado por los hidrocarburos. Los científicos demostraron ya en 2013 que esta técnica puede afectar a las tensiones geológicas de zonas en las que hay presencia de fallas. Por ejemplo, un estudio publicado en 2014 en 'Science', revelaba que cuatro pozos de inyección situados en Jones, Oklahoma (EEUU) afectaron hasta a 35 kilómetros y fueron capaces de provocar hasta el 20% de los terremotos de todo el centro de EEUU. De hecho, Oklahoma llegó a superar a California -el estado que suele ostentar el récord- en número de terremotos al año, no en intensidad. Y lo mismo sucedió con la cadena de terremotos que se produjeron en marzo de 2014 en Poland Township, Ohio (EEUU), que fueron provocados por las actividades de fracking (o extracción de hidrocarburos mediante fracturación hidráulica) en la zona, según una investigación.

En cualquier caso, la reinyección no se va a utilizar ni ahora ni en el futuro en los proyectos de exploración de gas no convencional en España, según un portavoz de Shale Gas España, la patronal de las empresas de explotación gasista mediante esta técnica. «En España, el agua de retorno que se recupere tras el proceso de estimulación hidráulica se almacenará en tanques certificados y sellados para su tratamiento o reciclaje», explica.

Fuente: ElMundo.es