viernes, 25 de enero de 2019

Fuego, sequía, huracanes e inundaciones: así fueron los fenómenos meteorológicos extremos de 2018













Los cuatro últimos años han sido los más calurosos de la Historia reciente

El incendio más mortífero de la historia de California

"Cada vez que llueve recibo un correo electrónico del director de obras públicas. Me traen sacos de arena y hago todo lo que puedo". Son las palabras de Betsy Ann Cowley, propietaria del terreno de Pulga Town, donde comenzó el incendio de Camp Fire en California, EEUU. Una hora antes de Nochebuena, Cowley compartía con este medio su angustia. Desde que se produjo el fuego en noviembre vive con el temor a que un desprendimiento o una riada se lleve todo el cañón. El informe final del Equipo de Respuesta de Emergencia de la Cuenca de California alerta del peligro de inundación del pueblo de Pulga. De darse fuertes precipitaciones, hay "riesgo para la vida" de los residentes. No queda ni rastro de la vegetación original y las características del suelo no hacen de la zona un lugar seguro. Los puentes y las vías de evacuación tampoco están en las mejores condiciones. "No quiero causarle estrés, pero necesita estar lista para buscar un terreno más alto rápidamente", son las recomendaciones que le llegan por teléfono cuando amenazan las lluvias.El incendio de Camp Fire que se produjo en noviembre fue el más destructivo y mortífero de toda la historia de California. 85 personas perdieron la vida. Se quemaron 620 kilómetros cuadrados de terreno, un área mayor a todo el término municipal de Madrid. El fuego destruyó 14.000 hogares y los daños ascienden a 9.000 millones de euros. Sin embargo, no fue el único incendio de grandes proporciones de este año en California. En esa misma fecha, algo más al sur, el incendio de Woolsey Fire arrasó 392 kilómetros cuadrados de superficie. Murieron tres personas y las pérdidas se cuentan en 2.600 millones.Aunque un acontecimiento fortuito desencadenó el desastre, el calor, la falta de lluvia, la sequedad de los bosques y el viento de la zona contribuyeron a su propagación e hicieron difícil su extinción. Según un informe de la ONG británica Christian Aid publicado este miércoles, la precipitación de la región ha sido claramente inferior a la media para este año. El estudio indica que el área quemada al oeste de EEUU se ha duplicado en los últimos 30 años, un hecho que para los científicos está relacionado con el cambio climático. "El mensaje de nuestro informe es que el cambio climático está afectando a las personas en todas partes, incluso en los países más ricos del mundo. Ya nadie está a salvo" ha afirmado a EL MUNDO Kat Kramer, delegada mundial sobre cambio climático de Christian Aid.
Las temperaturas de 2018 han sido inusuales. El dato lo confirma la Organización Meteorológica Mundial (OMM), que en su informe anual calificaba los últimos cuatro años como los más calurosos de la Historia reciente. Japón, por ejemplo, ha sufrido uno de los veranos más cálidos que recuerda el país, con olas de calor que provocaron 30.000 ingresos hospitalarios por insolación y cientos de muertes. Además, tras las altas temperaturas vinieron fuertes lluvias e inundaciones por todo el país. Murieron 230 personas. Las aseguradoras han calculado las pérdidas en casi 5.000 millones de euros.En Ciudad del Cabo, Sudáfrica, la sequía que se vive desde 2015 he llevado a la población al límite en 2018. Las autoridades incluso se prepararon para el llamado "día cero", momento en que se cerraría definitivamente la llave de paso del suministro municipal de agua. El plan preveía el corte para el 75% de los grifos de la urbe y el abastecimiento de sus casi cuatro millones de habitantes estaba programado para darse en tan sólo 22 puntos de agua. Afortunadamente, antes de que esto ocurriera, las estrictas medidas de ahorro redujeron el consumo a la mitad y las restricciones de este bien, que es indispensable para la vida, empezaron poco a poco a disiparse. La sequía le costó al país algo más de mil millones de euros.El calentamiento global producido por la emisión de gases de efecto invernadero, dice el informe de Christian Aid, está detrás de todos estos acontecimientos. Este estudio recopila casi una centena de referencias que relacionan fenómenos meteorológicos extremos y cambio climático por todo el globo terrestre. Alberto, Chris, Ernesto, Florence, Gordon, no son sólo nombres de personas, sino de ciclones tropicales. Cada año, las distintas autoridades meteorológicas preparan la lista de apelativos que usarán para designar a cada uno de ellos. 2018 será recordado por el devastador huracán Florence, que a finales de agosto adquirió la categoría 4, con vientos de hasta 220 kilómetros por hora. Su impacto se sintió desde Cabo Verde hasta la costa oeste de Estados Unidos. Murieron 51 personas y los daños materiales fueron de 15.000 millones de euros. Menos costoso en términos económicos (13.000 millones de euros), pero algo más letal en cuanto a número de víctimas mortales fue, no obstante, el huracán Michael, también de categoría 4 y vientos de 250 kilómetros hora. Este se produjo a mediados de octubre y a su paso desde Cuba a Florida y Centro América se llevó la vida de 54 personas.
Es cierto que en Estados Unidos, América Central y el Caribe ya conocen bien estos fenómenos. En la memoria de todos está el huracán Katrina, que en agosto de 2005 fue responsable de la muerte de 1.836 personas y provocó daños por valor de 95.000 millones de euros. Sin embargo, la temporada de huracanes de 2018 en el Atlántico norte ha superado en número, en extensión y en pluviosidad a la de otros años. El informe de Christian Aid alerta de que el cambio climático provocará un mayor número de ciclones tropicales y que estos tendrán graves consecuencias.En Europa, 2018 ha destacado también por la virulencia de las lluvias y las inundaciones que han dejado a su paso, llevándose la vida de 69 personas. Italia (36), Francia (16), España (13), Reino Unido (2) y Portugal (2), son los países que más han sufrido. El huracán Leslie y una serie de ciclogénesis afectaron a estos países durante la primera quincena de octubre. Tampoco hay que olvidar, por el contrario, los estragos de las altas temperaturas registradas este verano en otros países, como República Checa, Inglaterra, y Suecia. La sequía ha provocado daños valorados en 7.500 millones de dólares (6.500 millones de euros). "Las proyecciones indican que, a menos que las emisiones de carbono disminuyan rápidamente, las olas de calor como éstas se volverán normales en España. La sequía será cada vez más común y duradera y se perderán muchas casas en la costa por la subida del mar. Algunos alimentos importantes para los españoles estarán bajo la amenaza de la temperatura o de la sequía y los precios serán más altos", ha comentado Kramer. "La única forma de evitar que esto suceda es con un rápido descenso de las emisiones de carbono", ha añadido.Cuantificar los daños debido al cambio climático es complicado y sólo se puede hacer con precisión si se tienen en cuenta fenómenos meteorológicos concretos que a su vez se puedan relacionar con el calentamiento global. A ese respecto, Kramer ha explicado a este medio que las regiones más pobres, como África, son las más vulnerables y ha destacado la situación que viven países que podrían desaparecer si sigue subiendo el nivel del mar, como Bangladesh. La activista alerta de las fuertes migraciones que se producirán en un futuro debido a una población que no podrá permanecer por más tiempo en sus lugares de origen y cómo no se está teniendo en cuenta esta situación. "Los gobiernos internacionales no están preparados para los movimientos que podrían ser causados por el cambio climático", ha alertado.

Fuente: ElMundo.es

martes, 22 de enero de 2019

Premio para el hombre que frenó al desierto.





























El agricultor burkinés Yacouba Sawadogo recibe el reconocimiento de Right Livelihood (el 'Nobel alternativo') tras popularizar una técnica de riego en el Sahel y crear uno de los bosques con más diversidad de la región

Yacouba Sawadogo tiene 72 años y es el artífice de un milagro:«Convertir tierra estéril en bosque y demostrar cómo los agricultores pueden regenerar su suelo a través del uso innovador del conocimiento local e indígena».
Las palabras de reconocimiento corresponden a la organización del premio Right Livelihood, un galardón conocido popularmente como el Nobel alternativo que en su última edición ha querido distinguir la labor de este pionero nacido en Burkina Faso. El mismo al que en la región del Sahel se conoce como El hombre que detuvo el desierto. Así se titula, de hecho, el documental de 2010 que cuenta su historia.
Fue a comienzos de la década de los 80, un periodo en el que su país sufrió una sequía extrema, cuando Sawadogo recurrió a una exitosa técnica de irrigación tradicional. «No sabría decir exactamente cuántas miles de personas murieron por la sequía, pero fueron muchas. La falta de agua provocó la escasez de alimentos, y muchas dejaron sus hogares para sobrevivir», explicó a Papel días antes de recibir el galardón -dotado con 97.000 euros- en Estocolmo.
La población burkinesa abandonó en grandes oleadas entonces, hace casi 40 años, las áreas rurales para trasladarse a las ciudades en busca de un empleo que les garantizara el sustento. Sawadogo, sin embargo, optó por viajar en sentido contrario, decidido a resucitar la tierra arrasada por la falta de agua.
Tras varias pruebas, encontró la solución en la técnica del zaï. Consiste en excavar pequeños pozos (de entre 10 y 20 centímetros de profundidad y 20 y 30 de diámetro) durante la estación seca para luego rellenarlos con residuos agrícolas o estiércol. Después de las primeras precipitaciones, cada pozo se cubre con una fina capa de suelo. En el centro se colocan semillas de sorgo o mijo.
Dicha técnica permite aprovechar mejor el agua y, consecuentemente, mejorar el rendimiento de los cultivos hasta en un 500%. Para sorpresa de quienes dudaban de la idea de Sawadogo -algunos agricultores lo tacharon de loco e incluso llegaron a incendiar sus campos debido al desconocimiento-, el zaï logró transformar unas tierras estériles en un bosque de casi 40 hectáreas donde actualmente conviven 60 especies de árboles y arbustos. O lo que es lo mismo: un bosque de insólita diversidad en una de las zonas más áridas del mundo.
El trabajo de Sawadogo ha sido aclamado tanto dentro como fuera de las fronteras de su país. No hay una semana que no reciba a algún grupo de agricultores interesados en copiar su sistema. «Los grupos suelen ser de unas 10 personas y pasan una semana conmigo para ver en qué consiste el zaï», reconoce. A su encuentro vienen no sólo agricultores locales o de países vecinos, sino también investigadores, ONG internacionales e incluso la Convención de las Naciones Unidas para Combatir la Desertificación (UNCCD), que en 2013 también reconoció sus esfuerzos en la lucha en este campo.
Frente a la amenaza que suponen los cambios en los patrones del clima en los países en vías de desarrollo, como se ha podido apreciar en algunas regiones africanas tras el paso del fenómeno de El Niño en 2015, disponer de un sistema que asegure el abastecimiento agrícola es sinónimo de una sociedad pacífica. La mayoría de los conflictos en las áreas rurales africanas son derivados, precisamente, de la escasez de alimentos y de la lucha por el del control de las tierras.
Sawadogo, por tanto, se ha convertido en un pacificador del centro de África sin empuñar jamás un arma. Lo paradójico es que ahora su trabajo se encuentra amenazado por la expansión de la ciudad de Ouahigouya, que ya se encuentra en los límites del bosque. Y ello porque el hombre que detuvo el desierto ha trabajado durante décadas en estas tierras sin importarle no ser su dueño.
El manzano de Sodoma es una de las especies que ahora crece en la región. GETTY

Fuente: ElMundo.es


miércoles, 2 de enero de 2019

Europa no está preparada para luchar contra la desertificación que la acecha
























Un informe de los auditores europeos alerta sobre la falta de medidas adecuadas en la UE ante un problema que afecta especialmente a España y Portugal

"El riesgo de desertificación en la Unión Europea no se aborda de forma eficaz y eficiente". Con esta frase resume el Tribunal de Cuentas europeo la situación de la lucha contra una de las consecuencias del cambio climático que amenaza especialmente a España y al sur del continente: la mayor vulnerabilidad a la desertificación. La radiografía de los auditores europeos, publicada este martes, continúa así: "Pese a que la desertificación y la degradación de las tierras constituyen amenazas actuales y crecientes en la UE, la Comisión no tiene una idea clara de estos problemas, y las medidas tomadas para luchar contra la desertificación carecen de coherencia".


La desertificación es una forma de degradación del suelo en las tierras secas cuya importancia ha empezado a ponerse de manifiesto este año con el largo período de altas temperaturas y bajas precipitaciones registrado durante el pasado verano. Tiene como resultado la infertilidad de los suelos y la reducción en la producción de alimentos. "Sus efectos", añade el informe, "serán especialmente agudos en Portugal, España, Italia, Grecia, Chipre, Bulgaria y Rumanía".

El tribunal llevó a cabo su fiscalización entre septiembre de 2017 y mayo de 2018 y entre otras cosas hizo visitas de auditoría a cinco Estados miembros que se declararon afectados por la desertificación: España, Italia, Chipre, Portugal y Rumanía. Fueron seleccionados también por "su vulnerabilidad a la desertificación" y para abarcar distintas condiciones climáticas, vegetación, actividades humanas y riesgos. Los auditores analizaron además documentos estratégicos, informes y datos.



































Entre la documentación consultada por los auditores europeos sobre España figura el Programa  de Acción Nacional de España de 2008, según el cual "el 74% del país está en riesgo de desertificación", tal y como refleja el informe del tribunal. El 18% presenta un riesgo alto o muy alto, mientras que el 19% tiene un riesgo medio. "La situación es especialmente preocupante en la Región de Murcia, la Comunidad Valenciana y las Islas Canarias", añade el trabajo. En estos territorios, el riesgo de desertificación es "alto" o "muy alto" en más del 90% del territorio.

"El informe me parece relevante por ser de la institución que vela por la sostenibilidad de la economía. Muestra que ecología y economía son cada vez más inseparables, y que no hacer frente al cambio climático supone grandes costes, cuando es un riesgo predecible y evitable", asegura José Luis García Ortega, responsable de cambio climático de Greenpeace.

El texto, según Ortega, advierte de "la incoherencia de las políticas asumidas hasta ahora". Y se explica: "Entendemos que ha advertido la incoherencia que supone que con fondos de la PAC se estén promoviendo prácticas agrícolas o ganaderas insostenibles, entre otros factores por el exceso de consumo de agua o por la degradación del suelo, o de la incoherencia de seguir subvencionando el uso de combustibles fósiles con una mano, mientras con la otra mano hay que hacer frente a los costes crecientes de los impactos del cambio climático, entre ellos los desplazamientos forzosos de población por la desertificación, como apunta el Tribunal de Cuentas". 

Respecto a la situación de España asegura: "No hay constancia de que los presupuestos nacionales estén preparados para hacer frente a esas contingencias, pero sobre todo la llamada de atención es si tiene sentido tener que pagar por las consecuencias de algo que podemos evitar pero que estamos alimentando con nuestros presupuestos". En el caso de España, "la respuesta evidente es que no", añade, porque aunque se ha avanzado al unificar las políticas ambientales, climáticas y energéticas bajo un mismo ministerio, la anunciada Ley de Cambio Climático sigue sin ver la luz. Como España es uno de los países más afectados por la desertificación, "debería liderar la lucha contra el problema", afirma este experto. El Ministerio de Transición Ecológica todavía no ha comentado el informe.

El informe incluye la respuesta de la Comisión Europea al trabajo de los auditores. En ella, el Ejecutivo comunitario "reconoce que el riesgo de desertificación y degradación de las tierras podría abordarse mejor" y asegura que era una parte del objetivo de la propuesta de la directiva marco sobre el suelo que la Comisión decidió retirar "a falta de una mayoría cualificada en el Consejo durante ocho años". El Ejecutivo concluye que, ante la ausencia de legislación en la UE en materia de protección del suelo, son los Estados miembros los que "tienen la responsabilidad de aplicar las medidas apropiadas a escala nacional".

Fuente: ElPais.com

miércoles, 26 de diciembre de 2018

¿Por qué nunca vemos la cara oculta de la Luna a pesar de tener rotación?






















Recreación del robot chino que tiene previsto aterrizar en la cara oculta de la Luna. CNSA

El satélite emplea el mismo tiempo en una traslación completa alrededor de nuestro planeta que en una rotación en torno a su propio eje.
La Luna, como suele ser frecuente en los satélites naturales, se encuentra en rotación síncrona (o sincrónica) alrededor de la Tierra. Esto significa que emplea el mismo tiempo en una traslación completa alrededor de nuestro planeta que en una rotación en torno a su propio eje, y esa es la razón por la cual la cara que vemos es siempre la misma. En el caso de la Luna, cada uno de estos dos movimientos, traslación y rotación, tiene un periodo de algo menos de cuatro semanas (27.32 días).


Esta rotación sincrónica es efecto de lo que llamamos acoplamiento de marea entre planeta y satélite. Cuando un satélite tiene movimiento de traslación alrededor de otro cuerpo de masa mayor acaba produciéndose un reajuste, tanto en la órbita como en la distribución de masas, de ambos cuerpos. Si uno de ellos es mucho más masivo que el otro y además su órbita es aproximadamente circular, como en el caso de la Tierra y la Luna, es el más pequeño el que sufre un mayor reajuste al movimiento del otro y que da lugar a la sincronía. En el caso de dos cuerpos con masas similares o menor distancia entre ellos, como ocurre entre Plutón y su satélite Caronte, se alcanza rápidamente un acoplamiento de marea recíproco en el que además la rotación dura lo mismo para los dos cuerpos.
El efecto del acoplamiento de marea en el caso de la Luna ha ocasionado que su forma esférica (consecuencia de su propia gravitación) se achate ligeramente. Esta forma está abultada en las direcciones del eje imaginario entre la Luna y la Tierra y la desvía, de forma casi imperceptible para nosotros, de la forma esférica. Además de esta elongación, se ha producido también una redistribución de materiales que favorece el que una de las caras acumule el material más denso y permanezca orientada por atracción gravitacional hacia el cuerpo más masivo, la Tierra, alrededor del que orbita.

El acoplamiento también tiene efectos sobre nuestro planeta. Su rotación ha ido frenándose desde la formación del sistema Tierra-Luna, pues inicialmente un día terrestre duraba unas cinco horas. Además, como sabemos, se produce el desplazamiento de los océanos en las dos direcciones de este eje imaginario entre la Tierra y la Luna y que da lugar a las mareas oceánicas. En una gran masa de agua apreciamos fácilmente el efecto y algo equivalente ocurre en la parte sólida de ambos cuerpos.

El efecto de acoplamiento continúa hoy en día. La Luna se aleja de la Tierra a una velocidad de unos tres centímetros y medio al año y tiende a un acoplamiento de marea recíproco, como Plutón y Caronte. Cuando eso ocurra, si llega a suceder en un futuro muy lejano, se logrará una órbita geoestacionaria en la que la Luna sólo será visible desde un hemisferio del planeta y un día en la Tierra será tan largo como el tiempo que tarde la Luna en dar una vuelta completa a su alrededor.

Durante la formación del sistema solar se produjeron numerosos fenómenos violentos e incluso colisiones. Gracias a las muestras de material lunar recogidas por las misiones Apolo sabemos que la Luna se formó como consecuencia de uno de esos impactos: el choque de un planetoide del tamaño aproximado de Marte con una Tierra aún en formación. El golpe tuvo tal magnitud que desprendió hasta parte del manto terrestre, fundió el material de las capas externas de ambos cuerpos y generó una enorme cantidad de roca vaporizada. Este material formó un anillo en torno a la Tierra inicial que con el tiempo dio lugar al sistema Tierra-Luna actual. Aquello ocurrió poco después de la formación del sistema solar y de la Tierra inicial, hace unos 4.000 millones de años.

Mientras se formaba el sistema Tierra-Luna se fueron definiendo las dos caras a medida que tanto nuestro planeta como su satélite se iban enfriando y se distribuían los materiales en la Luna. La cara orientada hacia la Tierra contiene los llamados mares lunares (conocidos también como maria que es el plural de la palabra latina mare). Son zonas de lava basáltica, ahora sólida, formada por materiales más densos. La cara oculta, la que no vemos desde la Tierra, contiene materiales más ligeros y está cubierta de cráteres de impacto porque es la que sufre mayor exposición al bombardeo exterior.

Fuente: ElPais.es

miércoles, 19 de diciembre de 2018

La Tierra puede volver a tener el clima de hace 50 millones de años dentro de un siglo.

Ilustración que muestra cómo pudo ser la región ártica hace 50 millones de años. 






















Un equipo de investigadores utiliza registros del pasado para elaborar modelos del clima futuro del planeta según se tomen o no medidas para frenar el calentamiento.

La Tierra ha vivido épocas mucho más cálidas. Hace 50 millones de años, durante el Eoceno, la temperatura media del planeta era 13 grados mayor, no había hielo en los polos y las selvas cubrían un mundo tropical en el que los ancestros de los mamíferos modernos ocupaban el hueco dejado por los “recién” extintos dinosaurios. Si se mantuviesen las emisiones de gases con efecto invernadero en los niveles actuales, en poco más de un siglo se llegaría a una situación climática parecida a la del Eoceno. Como suelen argumentar quienes niegan la influencia humana en el cambio climático, no sería la primera vez en la historia del planeta en la que se ha alcanzado ese punto. Lo que convierte el actual proceso en excepcional es la velocidad del cambio. En menos de dos siglos se habría revertido un proceso paulatino de 50 millones de años de enfriamiento.


El cálculo lo acaba de publicar en la revista PNAS un equipo liderado por Kevin Burke, de la Universidad de Wisconsin-Madison (EE UU), que quiere utilizar el pasado como referencia para tratar de prever cómo será el mundo hacia el que nos dirigimos. Para hacer sus predicciones los investigadores tomaron las distintas proyecciones planteadas por el quinto informe del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático de la ONU y las compararon con datos recogidos sobre la historia geológica terrestre.

En este viaje al pasado, en 2030, la Tierra ya habría retrocedido climáticamente hasta hace tres millones de años, en el Plioceno medio. Aquel mundo, en el que nuestros antepasados comenzaron a caminar erguidos, tenía una temperatura entre dos y tres grados mayor que la actual y los mismos niveles de dióxido de carbono. Sin embargo, debido a la mayor temperatura de los milenios anteriores, las capas de hielo en los polos eran más finas y el nivel del mar estaba 25 metros por encima del actual. En aquel tiempo se produjeron algunos de los cambios que hicieron el mundo como lo conocemos. Norteamérica y Sudamérica se unieron, la fusión del subcontinente indio con Asia provocó la ascensión de la cordillera del Himalaya y comenzó un periodo árido que cambió las selvas por sabanas que hicieron posible la aparición de la humanidad.

Los modelos empleados por los autores del artículo sugieren que, en el escenario más extremo, hay un 9% de regiones del planeta, concentradas en el sudeste asiático y el norte de Australia, en las que el nuevo clima no podría compararse con registros del pasado de la Tierra. En su estudio, se refieren a las llamadas para mantener las condiciones climáticas dentro de las que vieron aparecer la agricultura y con ella la civilización, algo que se define como un “espacio operativo seguro”. Comparando las proyecciones con el pasado geológico, los autores quieren comprender mejor dónde se encuentran los umbrales que nos pueden sacar de ese espacio seguro y qué significa cruzar cada uno de ellos.

En una nota de su institución, el paleoecólogo de la Universidad de Wisconsin-Madison y coautor del estudio John Williams señala que “cuanto más nos alejemos del Holoceno [el periodo que comenzó tras la última glaciación y continúa ahora] más probable es que nos salgamos del espacio operativo seguro”. Y apunta a la rápida evolución del conocimiento sobre el cambio climático y sus efectos. “En los veintitantos años que llevo trabajando en este campo, hemos pasado de esperar que el cambio climático sucediese a detectar sus efectos, y ahora estamos viendo que está provocando daños. La gente muere, se producen daños materiales y vemos incendios y tormentas más intensos que se pueden atribuir al cambio climático”, ha aseverado.

Asumiendo una visión optimista, las predicciones muestran que la vida es resistente y puede adaptarse a grandes cambios. Sin embargo, la velocidad de la transformación es inédita y, aunque la vida esté a salvo, eso no significa que las especies individuales vayan a superar esta revolución climática intactas.

Fuente: ElPais.com

Regreso a Pangea

La Tierra vista desde la Estación Espacial Internacional. NASA






















Los modelos predicen que todos los continentes volverán a reunirse en 200 millones de años. Los efectos en la evolución serán formidables.

La fragmentación de Pangea ha sido un vector esencial de la evolución de los animales, y su reunificación en el futuro lejano lo será igualmente. Con los datos paleontológicos en la mano, es sumamente improbable que los humanos sigamos aquí dentro de 200 millones de años –las especies marinas más longevas nunca han pasado de los cinco millones de años—, pero es muy posible que la vida terráquea aguante incluso nuestras agresiones más disparatadas y siga medrando. E incluso que una especie más inteligente que la nuestra haya heredado el mundo. Lee en Materia cómo será la Tierra cuando se forme el siguiente supercontinente, que probablemente se llamará Novopangea, si es que todavía hay alguien ahí que pueda ponerle un nombre. Incluso si no es así, los efectos de la geología sobre la evolución serán enormes, como ya lo han sido en el pasado.


Hace 300 millones de años, todos los continentes estaban unidos en una sola masa de tierra firme llamada Pangea. Cincuenta millones de años después, Pangea empezó a fragmentarse, y el éxodo de sus pedazos a lo largo y ancho del planeta condicionó por completo la evolución biológica de los eones ulteriores. Australia fue de los primeros pedazos en separarse de Pangea, y eso explica su biología excepcional: emús, wombats, canguros, cucaburras, koalas y ornitorrincos. Muchos de ellos son marsupiales, un grupo biológico anterior a los mamíferos, pero han desarrollado unas formas y funciones que a primera vista se pueden confundir con las de los mamíferos de otros continentes. Es uno de los casos más chocantes de convergencia evolutiva, donde dos linajes separados alcanzan unas soluciones similares para adaptarse a su función, a su clima y a su posición en ese gran esquema de las cosas que llamamos ecología.

El mamífero vivo más similar al elefante es, curiosamente, el damán africano, que no es mucho mayor que un hámster. Los grandes animales no se agrupan en una rama evolutiva que los predispone a ser grandes. Su evolución, más bien, ha estado condicionada por el fragmento continental en el que estaban viajando por el planeta sin saberlo. Los primeros mamíferos se dividieron en los tres grandes grupos actuales (afroterios como el elefante, boreoterios como los humanos y desdentados como el oso hormiguero) por la sencilla razón de que, hace 100 millones de años, África, Suramérica y Eurasia se separaron de un continente único.

El mismísimo origen de los animales, que ya era en tiempos de Darwin el problema central de la biología evolutiva, y que ahora lo sigue siendo con todavía más fundamento, coincide en el tiempo con otro fenómeno fundamental de la geología continental. Hace 600 millones de años, toda la tierra firme estaba unificada en un supercontinente mucho más antiguo que Pangea. Los geólogos lo llaman Pannotia, y estaba apiñado en las proximidades del polo sur. La fragmentación de Pannotia empezó hace 540 millones de años, en enigmática coincidencia con la explosión cámbrica que originó todos los planes de diseño animal (artrópodos como la gamba, moluscos como el mejillón, cordados como el lector) que persistimos en la actualidad.

Es improbable que los humanos sigamos aquí cuando toda la tierra firme vuelva a ensamblarse en el supercontinente de Novopangea, y mucho menos para ver los efectos de su fragmentación posterior. Ojalá algún geólogo de una especie futura, o al menos un paleontólogo extraterrestre, pueda presenciarlo y aprender algo importante de ello. El tiempo dirá.

Fuente: ElPais.com

viernes, 7 de diciembre de 2018

¿Cómo será la Tierra cuando se forme el siguiente supercontinente?

Los continentes de la Tierra se moverán y formarán un nuevo supercontinente - Fotolia

Existen cuatro escenarios probables que cambiarán la fisonomía del planeta.

La capa externa de la Tierra, la corteza sólida sobre la que caminamos, está hecha de partes rotas, algo parecido a la cáscara hecha pedazos de un huevo. Estas piezas, las placas tectónicas, se mueven alrededor del planeta a una velocidad de unos pocos centímetros al año. Cada cierto tiempo, las placas se juntan y forman un supercontinente que permanece durante más de 100 millones de años, hasta que desaparece al dispersarse las placas. Posteriormente, tras un lapso de tiempo de entre 400 y 600 millones de años, el proceso se repite.

El último supercontinente, Pangea, se formó hace unos 310 millones de años y comenzó a separarse hace 180 millones de años aproximadamente. Se cree que el siguiente se formará en 200/250 millones de años, por lo que actualmente nos encontramos en el ecuador de la fase de dispersión del actual ciclo de formación. La pregunta es, ¿cómo y por qué se formará el futuro supercontinente?

Existen, fundamentalmente, cuatro escenarios probables para dicha formación: Novopangea, Pangea Última, Aurica y Amasia. Cómo se pudiera formar cada uno depende de diferentes factores, pero todos están relacionados con el modo en que Pangea se separó y con el movimiento actual de los continentes.


La ruptura de Pangea condujo a la formación del océano Atlántico, que aún se está abriendo y ampliando. En consecuencia, el océano Pacífico se está estrechando. El Pacífico alberga un anillo de zonas de subducción a lo largo de sus bordes (el Cinturón de Fuego del Pacífico), donde el suelo oceánico es subducido bajo las placas continentales hacia el interior del planeta. De esa manera, el suelo oceánico antiguo se recicla y puede penetrar en las columnas volcánicas. El Atlántico, en cambio, tiene una gran cresta oceánica que produce una nueva placa, pero solo alberga dos zonas de subducción: el Arco volcánico de las Antillas Menores, en el Caribe, y el Arco de las Antillas Australes, situado entre Sudamérica y la Antártida.

Novopangea
Novopangea
De mantenerse las condiciones actuales, es decir, que el Atlántico continúe abriéndose y el Pacífico cerrándose, tendríamos un escenario en el que el siguiente supercontinente se formaría en las antípodas de Pangea. El continente americano chocaría con una Antártida que se encontraría navegando a la deriva hacia el norte, para posteriormente colisionar con los ya reunidos África y Eurasia. Este hipotético supercontinente recibe el nombre de Novopangea o Novopangaea.

Pangea última

Pangea Última
La apertura del Atlántico, sin embargo, podría ralentizarse e, incluso, comenzar a cerrarse en el futuro. Los dos pequeños arcos de subducción del Atlántico podrían extenderse a lo largo de la costa este de toda América, lo que llevaría a una nueva formación de Pangea tras la colisión de América, Europa y África, produciendo un supercontinente llamado Pangea Última, que estaría rodeado completamente por un susperocéano Pacífico.

Áurica

Aurica
Sin embargo, si el Atlántico desarrollase nuevas áreas de subducción, algo que podría estar ocurriendo ya, tanto el Pacífico como el Atlántico podrían cerrarse. Esto significa que debería crearse una nueva cuenca oceánica para reemplazarlos.

En este escenario, la grieta panasiática que atraviesa Asia desde el oeste de India hasta el Ártico se abriría para formar un nuevo océano. El resultado sería la formación del supercontinente Aurica. Debido a la deriva actual de Australia hacia el norte, se situaría en el centro del nuevo continente, ya que el Extremo Oriente y América cerrarían el Pacífico a cada lado. Las placas europeas y africanas se reunirían así con América por el cierre del Atlántico.

Amasia

Amasia
El cuarto escenario predice un destino completamente diferente para la futura Tierra. Algunas de las placas tectónicas se están desplazando actualmente hacia el norte, incluidas África y Australia. Se cree que esta deriva es impulsada por anomalías en el interior de la Tierra (en el manto, concretamente) heredadas de Pangea. Debido a esta deriva hacia el norte, se puede imaginar un escenario en el que todos los continentes excepto la Antártida continúen viajando hacia el norte. Esto significa que, al final, se reunirían en torno al Polo Norte en un supercontinente llamado Amasia. En este escenario, tanto el Atlántico como el Pacífico permanecerían abiertos en su mayoría.

De estos cuatro escenarios, consideramos que Novopangea es el más probable. Obedecería a la progresión lógica de las direcciones actuales que adoptan las placas continentales a la deriva, mientras que los otros tres escenarios necesitarían de procesos adicionales para verse realizados.

Para la formación de Aurica, tendrían que crearse nuevas zonas de subducción en el Atlántico.

Pangea Última solo se formaría con la inversión de la apertura del Atlántico.

Por último, el nacimiento de Amasia dependería de anomalías producidas por Pangea en el interior de la Tierra.

Investigar el futuro tectónico de la Tierra nos obliga a explorar los límites de nuestro conocimiento y a pensar en los largos procesos que rodean a nuestro planeta. También nos lleva a observar el sistema terrestre como un todo, y nos plantea una serie de preguntas: ¿Cuál será el clima del siguiente supercontinente? ¿Cómo se ajustará la circulación oceánica? ¿Cómo evolucionará y se adaptará la vida a su nuevo entorno? Son el tipo de preguntas que ponen a prueba los límites de la ciencia porque hacen lo propio con los límites de nuestra imaginación.

The Conversation
Mattias Green es investigador de Oceanografía física en la Universidad de Bangor.

Hannah Sophia Davies es investigadora en la Universidad de Lisboa.

Joao C. Duarte es investigador y coordinador del Grupo de Geología y Geofísica Marina en la Universidad de Lisboa.

Este artículo se ha publicado originalmente en «The Conversation».


Fuente: ABC.es

sábado, 24 de noviembre de 2018

Los grandes edificios vacíos generan más plusvalía que si estuvieran con gente.

Imagen ilustrativa. Edificios de la ciudad de Santa Fe Argentina


La socióloga holandesa Saskia Sassen pasó por Buenos Aires y planteó los desafíos de la urbanización y el rol del Estado.

El destino de las ciudades, cómo las ha transformado el proceso de globalización y los desafíos de la vida en las metrópolis son algunas de las cuestiones que desvelan a la socióloga, escritora e investigadora holandesa Saskia Sassen, quien participó esta semana del segundo Congreso Internacional de Urbanismo, en Buenos Aires.

La experta, que fue una de las figuras más buscadas entre los asistentes al encuentro organizado por el Ministerio de Desarrollo Urbano porteño en la Usina del Arte, dialogó con Infobae sobre el nuevo rol de las ciudades y los grandes desafíos frente al escenario que augura que, para 2050, más del 75% de la población mundial será urbana.

"Las ciudades hoy son espacios operacionales estratégicos. Esto es el resultado de un proceso que comenzó en los '70 y luego fue cambiando hasta transformarse en lo que son hoy. Por un lado las grandes empresas que estaban en las ciudades, las grandes bancas, las aseguradoras se estaban yendo de las ciudades que estaban empobrecidas y había mucha violencia. Nueva York se declara en bancarrota, pero también estaban así París y Tokio. Las clases medias, las que podían, se iban a los suburbios. Pero algo pasa que cambia la cosa", explica Sassen.

-¿Y qué es lo que cambia?
-Lo que cambia es que al mismo tiempo que sucede esto hay una segunda tendencia: es un empuje hacia la globalización. Estas grandes empresas que no tienen necesidad de estar en ningún lugar específico, empiezan a necesitar la intermediación. Y eso, se lo da la ciudad.


-¿Qué es la intermediación?
-Las empresas quieren operar en 10, en 20 países y necesitan de esa gente brillante altamente especializada. Es lo que da el conocimiento muy especializado. Se necesitan expertos de Argentina, expertos de Mongolia y así, de todos los países. Esas grandes empresas y nuevas necesitan acceso a ese grupo y ese grupo está en las ciudades. Este sector llega con sueldos muy altos, empleados muy bien pagos, y ellos son los que empiezan a desplazar a las clases medias modestas.

-¿En dónde se ve esta desigualdad?
-En todas las ciudades del mundo vemos edificios vacíos, pero lo que realmente está pasando no lo podemos ver con los ojos. Hay enormes ganancias del sistemas financiero y grandes pérdidas de hogares, que en realidad son personas sin techo. Los grandes edificios vacíos generan más plusvalía que si estuvieran con gente porque el sector de inversores solo quiere materialidad. Es muy alarmante esto que sucede.

-¿Cuál es el rol del Estado en este contexto?
-Lo que pasa con la globalización es que concluye con la privatización de más y más funciones que estaban en manos del Estado, porque no es capaz de contener la experiencia y el conocimiento de todos los países. Entonces ahora es más complejo, con más interacciones, negociaciones. Pierde capacidad y por ende, autoridad. Una de las cosas que pasan es que los techies (así llama Sassen a esas personas y asesores con conocimiento muy especializado) es que van al gobierno municipal y dicen: tenemos esta innovación, y los gobiernos las compran. Y yo siempre digo que no lo debería hacer. Los sectores públicos compran y compran y luego no lo usan, no saben bien cómo usarlo o al final no les sirve.

-¿Puede la tecnología acompañar ese crecimiento de una manera sustentable?
-Ahí hay un desafío y va a llevar trabajo, recursos y tiempo; que permita a los miembros de un gobierno de ciudad tener los conocimientos para distinguir qué les sirve y qué no. Dentro de la municipalidad u otros espacios de gobierno habría que desarrollar un poco de conocimiento de estas tecnologías, pero un poco; pero enfocar el encuentro con los techies, que hacen sus negocios y decir: 'Yo tengo este problema', y plantearlo, '¿cómo me pueden ayudar?'. Es decir que sea al revés de lo que sucede hoy. De ahí puede surgir una provocación y que los techies se enfoquen sobre las cuestiones urbanas y no solamente sobre la tecnología como si existiera en un vacío.

-¿En este desafío entra la utilización de los recursos naturales?
-Los estados nacionales simplemente parecen no estar preparados para hacer una diferencia mayor. Hicieron alguna diferencia, por ejemplo, en China que ya cuenta con la mitad de su energía a partir de fuentes renovables. Hay algunos gobiernos que lo manejan mejor que otros; en Estados Unidos, por ejemplo, entró en regresión. Pero en los últimos años 36 gobiernos y unas 150 multinacionales han acaparado la mayoría del planeta. Uno de los mayores problemas que tenemos es que usamos mediciones que hoy no sirven.

-¿Cómo es eso?
-El PBI per cápita que hemos usado por más de un siglo no es una buena medida. Son viejos instrumentos que ya no sirven para medir la economía. La minería registra como positivo, pero una vez que acabaron es tierra queda muerta, el agua envenenada. Es bueno hoy, pero ¿en 70 años? Por ejemplo las enormes plantaciones que supuestamente modernizan, se registran en términos positivos y un pequeño agricultor que ha mantenido la tierra a través de generaciones no se registra.

-¿En este contexto hay esperanza?
-Tenemos la supervivencia; esperanza es una palabra muy bella. Somos muchos en el mundo. Estamos hablando de reinventar, de luchar, de aceptar que hemos perdido mucho, de aceptar que vamos a vivir con enormes cantidades de gente. Hay toda una nueva generación que quiere luchar, gente joven sobre todo, y hay también viejos expertos que lo han visto todo. En el medio hay una generación práctica, de predadores, sin vergüenza. Esa generación que duró por varias décadas no puede aceptar lo que es la destrucción, pero afortunadamente están los extremos. Vamos a seguir luchando.
   Fuente: Infobae.com
                                                          imagen ilustrativa: El Litoral


viernes, 23 de noviembre de 2018

Las olas de calor afectan a la fertilidad masculina.


El cambio climático podría representar una amenaza para la fertilidad masculina, según un estudio realizado por 10 investigadores de universidades de Polonia y Reino Unido, que aseguran que las olas de calor dañan los espermatozoides en los insectos, lo que acarrea impactos negativos para la fertilidad en varias generaciones.El estudio, publicado en la revista Nature Communications, indica que la infertilidad masculina durante las olas de calor podría ayudar a explicar por qué el cambio climático está teniendo un impacto en las poblaciones de especies, como las extinciones relacionadas con el clima durante los últimos años."Sabemos que la biodiversidad está sufriendo debido al cambio climático, pero las causas y sensibilidades específicas son difíciles de precisar. Hemos demostrado en este trabajo que la función espermática es un rasgo especialmente sensible cuando el ambiente se calienta", apunta Matt Gage, de la Universidad de Anglia del Este (Reino Unido) y autor principal del estudio.Gage añade que, "dado que la función del esperma es esencial para la reproducción y la viabilidad de la población, estos hallazgos podrían proporcionar una explicación de por qué la biodiversidad está sufriendo bajo el cambio climático"."Las olas de calor son eventos climáticos extremos particularmente dañinos. Se sabe que las extinciones locales ocurren cuando los cambios de temperatura se vuelven demasiado intensos. Queríamos saber por qué sucede esto. Y una respuesta podría estar relacionada con el esperma", añade.Los científicos observaron los efectos de olas de calor en escarabajos rojos de la harina (Tribolium castaneum), que fueron expuestos a condiciones térmicas estándar u olas de calor simuladas de cinco días entre cinco y siete grados más de la temperatura óptima. A partir de ahí analizaron el daño potencial del calor al éxito reproductivo, la función del esperma y la calidad de la descendencia.

Comportamiento sexual

Los investigadores descubrieron que las olas de calor reducían a la mitad la cantidad de descendientes que los machos podrían producir y que un segundo episodio de este tipo casi los esteriliza. Por el contrario, las hembras no se vieron afectadas por las olas de calor.Después de las olas de calor experimentales, los machos redujeron la producción de espermatozoides en tres cuartas partes y cualquier esperma producido posteriormente tardaba en migrar a los órganos femeninos y era más probable que muriera antes de la fertilización.Además, las olas de calor causaron un cierto impacto en el comportamiento sexual masculino porque los machos se apareaban con la mitad de frecuencia que cuando no había episodios de altas temperaturas, que causaron daños en la fertilidad de tres generaciones."Se cree que los escarabajos constituyen una cuarta parte de la biodiversidad, por lo que estos resultados son muy importantes para entender cómo reaccionan las especies al cambio climático. La investigación también ha demostrado que el choque térmico puede dañar la reproducción masculina en animales de sangre caliente, y trabajos anteriores han demostrado que esto conduce a la infertilidad en los mamíferos", explica Kirs Sales, investigador de posgrado de la Universidad de Anglia del Este.

Fuente: ElMundo.es

sábado, 17 de noviembre de 2018

Google Maps estrena modo Globo 3D para que veamos los lugares en dimensiones más realistas

Google Maps acaba de estrenar el modo Globo en 3D en su versión web de escritorio. Para acceder a este nuevo modo, que muestra el globo terráqueo de manera tridimensional, tan sólo tenemos que ir alejándonos del mapa en el que estemos con el zoom de alejamiento, obteniendo dicho globo terráqueo 3D con el que también podemos interactuar.

Esto significará que a través de este modo de visualización, obtendremos las masas de tierra de cualquier parte del mundo lo más próximo a la realidad, es decir, veremos los lugares con sus dimensiones prácticamente realistas.

Y es que en las proyecciones planas, se suele distorsionar las masas de tierras de los lugares que se encuentran más alejados del ecuador como medida compensatoria por el aplanamiento del mapa terráqueo.

De ahí que Google, a través del perfil de Google Maps en Twitter, indicase que: “Con el modo Globo 3D en el escritorio de Google Maps, la proyección de Groenlandia ya no es del tamaño de África.”

El nuevo modo de visualización ya está disponible para todos los usuarios, compatible con los principales navegadores web de escritorio. Así que ahora podemos hacernos una mejor idea del área de tierra que ocupa cada lugar sin verse perjudicado por las posibles distorsiones en función de la ubicación de cada zona en las proyecciones planas de los mapas.

Fuente: wwwhatsnew.com

lunes, 12 de noviembre de 2018

Las primeras lluvias en 500 años fulminan a los microbios de Atacama, el desierto más árido

Uno de los lagos efímeros formados en Atacama tras la lluvias de 2015 y 2017 CARLOS GONZÁLEZ SILVA


El rango de extinción en las especies microbianas que vivían en Atacama antes de las lluvias es del 85%

Sólo algunos tipos de bacterias siguieron activas y reproduciéndose

Debido a su parecido, en Atacama se estudia si hay o pudo haber habido vida en Marte

Ciencia extrema para buscar otros planetas

Dicen que el agua es vida pero para los microbios acostumbrados a subsistir sin ella, la inesperada caída de lluvia ha supuesto la muerte. Lo acaban de comprobar en el corazón del desierto chileno de Atacama, seguramente el lugar más seco de la Tierra. Las primeras lluvias importantes de las que se tiene constancia en 500 años han causado estragos en su vida microbiana, según sostiene un equipo internacional liderado por científicos españoles del Centro de Astrobiología (CAB/CSIC-INTA). Los resultados se han presentado esta semana en la revista Scientific Reports.En este lugar extremadamente inhóspito situado al norte de Chile llueve tan poco que su precipitación media anual suele estar por debajo de los cuatro milímetros por metro cuadrado, frente a, por ejemplo, los 576 mm. de precipitación media que registra Sevilla o los 359 mm de Santiago de Chile.Pese a su extrema aridez, durante el llamado invierno altiplánico, que tiene lugar entre diciembre y marzo, las corrientes de aire húmedo provenientes de los Andes propician que a veces caiga algo de nieve. Sin embargo, en los últimos tres años, ha habido tres sorprendentes episodios meteorológicos en el corazón hiperárido de Atacama que han desafiado a su clima habitual y que los autores de este estudio vinculan con el cambio climático: en 2015 llovió de manera significativa en dos ocasiones (el 25 de marzo y el 9 de agosto). Y el 7 de junio de 2017 volvió a haber precipitaciones que, según explica Alberto G. Fairén, coautor del estudio, "por primera vez desde que hay registros, formaron lagunas efímeras". 

Muerte por exceso de agua
Tras estudiar la microbiología de estos lagos hipersalinos encontraron algo inesperado: "Contrariamente a lo que cabría esperar intuitivamente, hemos descubierto que el aporte de agua no ha supuesto un florecimiento de la vida en Atacama. Ha causado una enorme devastación en las especies microbianas que habitaban estos lugares antes de las lluvias", detalla Fairén, investigador del CAB, a través de un correo electrónico.
El primer arcoíris captado en el desierto de Atacama CARLOS GONZÁLEZ SILVA

Sólo algunas bacterias, bautizadas como Halomonas, siguieron activas desde el punto de vista metabólico y siguieron siendo capaces de reproducirse en esas lagunas que se formaron con el agua de lluvia, según este estudio.Así, dice Fairén, "el rango de extinción fue del 85%, principalmente debido al estrés osmótico", es decir, por una situación de desequilibrio debido a los cambios en el aporte de agua. Lo más habitual en la naturaleza es que el estrés osmótico se produzca por la ausencia de agua pero en Atacama esas alteraciones han tenido lugar por la abundancia repentina de lluvia: estos microorganismos estaban perfectamente adaptados a vivir en condiciones de extrema sequedad y optimizados para sacar el máximo provecho de la escasísima humedad. Ante las nuevas condiciones de inesperada inundación, dice Farién, "no han sido capaces de adaptarse y han muerto por exceso de agua".

Marte en la Tierra
Atacama, un amplio desierto que ocupa una superficie de 105.000 kilómetros cuadrados, es uno de los mejores laboratorios al aire libre para los científicos interesados en estudiar la habitabilidad de Marte debido a lo parecidos que son. Su superficie es muy salina, rica en nitratos, sulfatos y percloratos y extremadamente pobre en sustancias orgánicas. Además, la radiación es muy alta. Y pese a ello, hay organismos adaptados a este entorno tan hostil.Por todo ello, desde 2003, se llevan a cabo allí investigaciones que tratan de conocer mejor los mecanismos que hacen posible aquí la vida y esclarecer qué sucedió en el planeta rojo, donde hace entre 4.500 y 3.500 millones de años había grandes cantidades de agua líquida en su superficie. Lo saben gracias a las pruebas hidrogeológicas que se han conservado en forma de minerales hidratados en la superficie y de huellas de ríos, lagos y deltas y lo que creen que podría ser un océano. Después, el planeta rojo fue perdiendo su atmósfera y su hidrosfera, hasta convertirse en el mundo seco que se han encontrado los vehículos robóticos que lo exploran. No obstante, hace entre 3.500 y 3.000 millones de años hubo ocasiones en los que grandes volúmenes de agua excavaron su superficie formando canales y causando inundaciones catastróficas. La hipótesis de este equipo de científicos es que, si aún existían comunidades de microbios habituadas al clima seco extremo, estos microbios marcianos habrían sufrido un estrés similar al que han visto ahora en Atacama al tener que hacer frente de repente a abundante agua. Por ello, según argumenta Fairén, su trabajo sirve "para establecer un análogo con lo que sucedió en Marte en la época en la que perdió su agua líquida, y contribuye a explicar el destino de una posible biosfera marciana primordial".Mirando al pasado, los científicos saben que el corazón de Atacama ha sido árido durante los últimos 150 millones de años, e hiperárido desde hace 15 millones de años. La gran sequedad de su ambiente ha hecho también de este desierto uno de los mejores lugares para la observación astronómica. Por ello, aquí se han instalado algunos de los más grandes y potentes telescopios del mundo, como ALMA, el Telescopio Muy Grande (en inglés, Very Large Telescope, VLT) y el Telescopio Extremadamente Grande (ELT), que está siendo construido actualmente.

Fuente: ElMundo.es

miércoles, 7 de noviembre de 2018

La verdad sobre el mapa de Peters

Desde hace unos años, en escuelas, libros de texto y en folletos de ONGs se puede ver un mapamundi algo extraño, como el de la figura, que muchos califican como el “mapa solidario”. Se trata del mapa de Peters, que llama la atención por su aspecto distinto al habitual.
Proyección de Peters


Hacer un mapa de nuestro mundo no es sencillo. Tomemos una naranja. Con cuidado, quitémosle la piel a gajos. Y tratemos ahora de poner esta piel sobre una mesa, sin que se rompa. ¿Cómo lo ven? Si queremos, además, que aquello tenga forma rectangular, es, simplemente, imposible.

Está claro que si queremos hacer un mapa plano de la Tierra, hay que adaptarlo. A lo largo de la historia, las soluciones adoptadas han sido diversas, siendo la más conocida de todas la proyección de Mercator. Más recientemente, se ha hecho muy popular la proyección de Peters de la que hablamos o, más correctamente, la proyección de Gall-Peters. Porque Arno Peters presentó en 1974 un mapa similar al que en 1885 presentó James Gall a la Asociación Británica para el Avance de la Ciencia . Tenemos ya los primeros síntomas de que el tal Peters era bastante “listo”.

El malvado mapa de Mercator

El mapamundi más conocido, el mapa de Mercator fue duramente criticado por Peters y sus seguidores y su creador, Gerard de Cremere (o Kremer) -Mercator es la versión latinizada de su apellido- ha sido acusado de malintencionado al realizar esta proyección del mundo. Aquí las principales acusaciones:

1.- Representa correctamente el denominado primer mundo -Norteamérica y Europa-, mientras que África y Suramérica aparecen muy reducidas. Como ejemplo, se dice que Groenlandia, con 2,1 millones de km cuadrados, es, en la proyección de Mercator, mayor que África, que tiene, aproximadamente, 30 millones de km cuadrados.

Aparecen ya las primeras contradicciones. ¿No era el primer mundo el favorecido? ¿Tenía acaso Mercator especial predilección por la prácticamente inhabitada Groenlandia?



2.- Mercator coloca Europa en el centro del mapa y desplaza la línea del ecuador hacia abajo, por temas ideológicos, políticos, colonialistas o de poder.

Quien así opina probablemente ignora que, en realidad, está criticando una vista parcial del mapa de Mercator. El conocido como mapa de Mercator tiene la linea del ecuador en el centro. Este es el mapamundi basado en la proyección de Mercator, completo.



Mapa completo del mundo según la proyección de Mercator 

No es culpa de Mercator que se utilice la versión limitada de su proyección de la Tierra. Y, en cualquier caso, ese tema también tiene explicación, que más adelante daremos.

El mapa de Mercator: la realidad

¿Cuál era el fin último del mapa de Mercator? Mercator presentó su mapa para la navegación marítima. La proyección de Mercator es una proyección cilíndrica de una superficie esférica. Y Mercator tuvo que realizar cálculos para que su proyección fuera útil en navegación.

El primer paso para realizar cualquier proyección cilíndrica es tomar la proyección cilíndrica equidistante, con paralelos y meridianos perpendiculares. En el siguiente mapa cada cuadrícula es un cuadrado de 15ºx15º.

Proyección Cilíndrica Equidistante

Esto conlleva, inevitablemente, una deformación. La línea del ecuador mide en la realidad 40.000 km, mientras que los polos son un punto. Y aquí los tenemos representados, ambos, con la misma longitud. Estamos estirando la Tierra en horizontal, más cuanto más alejados nos encontremos del ecuador. La solución que adopta Mercator para mantener la forma de los continentes es un estiramiento también en vertical, mayor cuanto más alejados del ecuador nos encontremos. Como vemos en la siguiente imagen, lo que antes eran cuadrados son ahora rectángulos, cada vez más estirados. Y fijémonos en que esto es así en el mapa completo de Mercator que colocamos más arriba.



Pero Mercator no lo hace de cualquier manera. Lo hace de tal manera que, además de mantener la forma de los continentes, se mantienen las direcciones correctamente, para poder trazar los rumbos de navegación. Es decir, la principal ventaja de la proyección de Mercator es que las líneas de rumbo constante (líneas que forman un ángulo constante con los meridianos) son representadas con segmentos rectos. Es decir, podemos pintar correctamente nuestro rumbo de navegación como una recta, cosa que no sucede sobre una superficie esférica.

¿Y el mapa de Peters?

Empecemos llamándolo correctamente: de Gall-Peters. Su punto de partida es, también, la proyección cilíndrica equidistante, pero, con el objetivo de mantener las proporciones en las áreas, Peters aumenta la escala vertical de las regiones cercanas al ecuador para compensar el estiramiento en horizontal de las regiones templadas. Pero crea así graves problemas de deformación en África y Sudamérica. Y, por supuesto, ni sirve para navegar, ni para calcular distancias entre dos puntos, ni para nada.

Pero apliquemos a Arno Peters su propia medicina. Esto es lo que dice Peters sobre el mapa de Mercator:

Son los países del Tercer Mundo, los estados ex-coloniales, las naciones de los pueblos de color, los que resultan perjudicados por el mapa Mercator. Este mapa es una expresión de la época de europeización del mundo, de la época en la que el hombre blanco dominaba el planeta, de la época de la explotación colonial del mundo, por una minoría de razas de señores blancos, implacables, bien armados, y técnicamente superiores…

¡Qué bonito! El problema es que su mapa tampoco pasa ese filtro. Lo de que cada continente mantiene su área está muy bien pero, ¿qué países no sufren deformación respecto a su aspecto real? Mirad el mapa de Peters: Europa y Norteamérica, mientras el tercer mundo queda casi irreconocible. ¡Vaya! ¿No era este el mapa solidario? Es que Peters no tenía otra solución, podría argumentar alguien. Pues resulta que sí. La hay. Esta es:

Mapa de Peters modificado

Lo único que hemos hecho es reducir el mapa de Peters en vertical. Al 60%. Se mantienen las áreas proporcionales y se recuperan las formas. Pero hay un precio. Se aplastan ligeramente Europa y Norteamérica. ¿Es eso un problema? Quizá sí, si lo que pretendes es vender mapas “solidarios” es esos países.

Concluyendo

El mapa de Mercator no es perfecto. Ninguna proyección cilíndrica de una esfera lo puede ser.

Pero la proyección de Mercator tenía un fin: proporcionar un mapa útil en navegación. No lo saquemos de contexto y pretendamos ver en él ningún fin maquiavélico. Es tremendamente injusto criticarlo. Mercator, en realidad, se limitó a idear una manera de proyectar la superfice terrestre sobre un mapa plano para que fuera útil en navegación. En base a ello, comenzó a realizar un atlas del mundo, que no pudo concluir. Fue su hijo quien culminó la tarea.

¿Por qué se nos presenta a veces recortado? Por pura estética. No hay tierra, salvo la Antártida, por debajo de la latitud 55ºS. Y esta aparece muy deformada, descomunal, en la proyección de Mercator. Podéis comprobarlo en el mapa completo de Mercator que pusimos más arriba.

Curiosamente, los mapas rectangulares que se hacen hoy en día de otros mundos, Venus, Marte, o Mercurio por ejemplo, son proyecciones de Mercator. Por algo será. O, si nos vamos a googlemaps, veremos que es, también, un mapa de Mercator. Porque sigue siendo útil. Simplemente.

Arno Peters fue un personaje muy espabilado, que logró que la ONU y las ONGs compraran su “producto”, copia, como dijimos, del trabajo de Gall. Y se hizo rico gracias a ello. Este mapa invade hoy en día las escuelas y los libros de texto. Paradojas del mundo occidental, que la única preocupación que parece sentir por el Tercer Mundo es el que sus áreas aparezcan proporcionalmente representadas en un mapa. Lo de ayudarles a salir del subdesarrollo no parece interesar tanto.

¿Debe volver el mapa de Mercator a las escuelas y los libros de texto? No tiene por qué. La proyección de Mercator tiene un fin práctico, que no es representar fidedignamente nuestro mundo. Hay, para ello, otros mapas. El mejor de todos ellos es, quizá el aceptado actualmente por la National Geographic Society (NGS), la proyección de Winkel-Tripel.


Mapa del mundo según Proyección de Winkel Tripel
Y, si no quedamos a gusto, lo podemos hacer más justo. Acabemos con la supremacía de los países del norte en nuestros mapas e invirtámoslo. ¿Me lo compran?

Mapa del mundo según Proyección de Winkel Tripel invertido

Fue un colega quién me habló por primera vez de esta historia. Estos temas son polémicos y prefiere permanecer en el anonimato. Pero desde aquí mi agradecimiento, por este y por tantas otras cosas. Es un lujo tenerle como amigo. Quienes le conocéis, sabréis de quien hablo.

Fuente: Naukas.com