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miércoles, 1 de marzo de 2017

¿Qué pasaría si el magma fuese frío?


El enfriamiento externo de nuestro planeta, la progresiva desaparición de la atmósfera y, por lo tanto, de las condiciones favorables para la vida serían las principales consecuencias

Imagen de archivo del volcán Kilauea (Hawái) en plena erupción, en 2002. FOTO REUTERS | VÍDEO EPV
Los magmas terrestres se forman por la fusión parcial de rocas del manto superior y la corteza inferior debido a la actividad y al calor interno de nuestro planeta. Los magmas se almacenan en grandes cámaras magmáticas y pueden ascender por fallas y fracturas de la corteza terrestre hasta alcanzar la superficie. La expulsión del magma se produce durante las erupciones volcánicas en forma de lava, enfriándose y pasando a formar parte de las rocas de la superficie terrestre. El aspecto más importante de la actividad magmática es su conexión con la tectónica de placas, un proceso global que mantiene en constante renovación las rocas corticales de la Tierra.
La pregunta ¿qué pasaría si el magma fuese frío?, que se hacen miles de internautas, según el ránking de las búsquedas de Google, tiene dos posibles connotaciones: la primera asociada al enfriamiento de los magmas terrestres por el cese de la actividad y el calor internos y, por lo tanto, a la imposibilidad de fundir las rocas mantélicas y corticales; y la segunda, a la sustitución de la masa fundida de rocas que conocemos como magma por otra masa de condiciones plásticas similares pero con temperaturas mucho más frías.
Para explicar estos supuestos, los geólogos volvemos nuestras miradas a otros cuerpos del Sistema Solar. Para el primero, en el cual los magmas terrestres se enfrían y dejan de fluir desde el interior de la Tierra hasta la superficie, podríamos fijarnos en Marte, el cuerpo del Sistema Solar más y mejor estudiado. La importancia de Marte no solo radica en la búsqueda de formas antiguas o incluso actuales de vida debido a sus similitudes con la Tierra. Marte representa una probable imagen del futuro que le espera a la Tierra como consecuencia de un hipotético enfriamiento interno. El volcanismo en Marte fue bastante importante hace varias decenas de millones de años. Sobre la superficie marciana todavía se aprecian los restos de esa actividad magmática en forma de numerosos flujos de lava y edificios volcánicos, entre ellos, el monte Olimpo, la montaña más alta del sistema solar. La antigua actividad magmática marciana estaría probablemente asociada a una tectónica de placas similar a la de la Tierra actual. Por lo tanto, el enfriamiento de los magmas terrestres nos llevaría hacia un escenario parecido al Marte actual, con una escasa actividad interna del planeta, el cese de la actividad volcánica y tectónica e incluso la desaparición de la atmósfera y por lo tanto de la vida, o por lo menos de las condiciones teóricas para el desarrollo de la tan buscada vida marciana.
Para el segundo supuesto, en el que el actual magma caliente terrestre quedaría reemplazado por otro material más frío, podríamos fijarnos en Europa, uno de los cuatro satélites galileanos de Júpiter.Europa tiene un tamaño similar a nuestra Luna y una estructura interna similar a la Tierra. Está formada por una corteza de hielo que descansa sobre masas líquidas de agua (los hipotéticos océanos europeos) cuyo movimiento sustentaría una pequeña tectónica de placas. Producto de esa actividad tectónica se formarían las numerosas grietas y líneas de la corteza helada que confieren a Europa su aspecto externo de pelota de baloncesto. Por debajo de los océanos líquidos hay rocas silicatadas y un posible núcleo de hierro y níquel similares al manto y núcleo terrestre. Por lo tanto, Europa podría representar una imagen de la Tierra en la cual un enfriamiento interno habría dado paso a la formación de una corteza externa helada sobre los actuales océanos. El movimiento de estas masas líquidas por debajo de la corteza helada permitiría conservar una pequeña actividad tectónica en la cual las masas heladas reemplazarían a los continentes y los océanos al magma caliente.
En ambos casos, el panorama que se presenta en la Tierra como consecuencia del enfriamiento del magma o a la formación de magmas fríos no es muy halagüeño. El enfriamiento externo de nuestro planeta, la progresiva desaparición de la atmósfera y, por lo tanto, de las condiciones favorables para la vida serían las principales consecuencias. La actividad magmática y volcánica actuales indican que nuestro planeta sigue vivo, tanto en el sentido geológico del término, con renovación de la corteza y la formación de magmas, como en el sentido biológico, con una muy probable dependencia de la vida tal y como la conocemos de la actividad interna del planeta azul.
Raúl Merinero es doctor en Ciencias Geológicas y colaborador honorífico del departamento de Cristalografía y Mineralogía. Facultad de Ciencias Geológicas. Universidad Complutense de Madrid.
Fuente: El País.com

jueves, 23 de febrero de 2017

Se descubre Zealandia, un nuevo continente sumergido en el Pacífico.

Hace poco más de diez años, Plutón perdió su condición de planeta y cambió lo que se había enseñado en las escuelas durante décadas. Ahora es posible que los libros de ciencia tengan que añadir un continente —casi totalmente inmerso en las aguas del sureste del Pacífico— en sus mapas. Solo sus montañas más altas, el 6% de su territorio, se asoman sobre el mar: sonNueva Zelanda y Nueva Caledonia. Científicos del centro neozelandés GNS Science han publicado el descubrimiento de Zelandia (nombrado como Zealandia en inglés), en la revista de la Sociedad Geológica de América (GSA), dos semanasdespués de que se encontraran restos de otro continente bajo el océano Índico.Zelandia cubre un área de 4,9 millones de kilómetros, de la que forman parte Nueva Zelanda (con una extensión de 268.680 kilómetros cuadrados) y Nueva Caledonia (con 19.000 kilómetros cuadrados).
El equipo del GNS Science empezó a investigar la posible existencia del continente hace 20 años, pero solo ahora ha logrado probar, a través de datos colectados por sensores submarinos, queZelandia reúne las condiciones necesarias para ser clasificado como tal: elevación sobre la zona circundante, geología distintiva, un área bien definida y una corteza más gruesa que el suelo oceánico normal. Según el estudio, los bordes de la corteza continental de Australia y del "nuevo" continente llegan tan cerca como 25 kilómetros entre sí. 
Los investigadores sostienen que Zelandiase formó después de la desintegración del supercontinente Gondwana, desde hace 85 millones de años hasta hace unos 30 millones de años. "A los 30 millones de años, el continente estaba en sumergimiento máximo: hay calizas por todas partes. Desde entonces, la convergencia a lo largo y cerca de la frontera de la placa del Pacífico-Australia ha levantado partes de Zelandia que formaron las islas de Nueva Zelanda", explica Nick Mortimer, líder de la investigación.
El geólogo defiende que la importancia deZelandia va más allá de añadir un nombre a la lista de continentes. "Es el continente más fino y más pequeño que se ha encontrado, y el hecho de que esté tan sumergido pero no fragmentado lo hace útil para explorar la cohesión y desintegración de la corteza continental", afirma. Mortimer también explica que Zelandia proporciona un nuevo contexto de "una tierra que se hizo más pequeña y se hundió bajo las olas" para los estudios de biología evolutiva, que pueden explicar los orígenes de la flora y fauna endémicas de Nueva Zelanda y Nueva Caledonia. 
Según el conjunto de datos de los satélites y buques de investigación que mapean todo el planeta, ya no hay ningún otro lugar para ocultar un continente sumergido, al menos no uno tan grande como el que han hallado los científicos neozelandeses. "Es posible que se encuentre microcontinentes, sobre todo en el océano Índico, pero no continentes", escriben los investigadores.
Que Zelandia sea reconocido por la comunidad científica no es una cuestión de apelar a ningún organismo y tampoco hay una lista oficial de qué continentes existen —de hecho, algunos geólogos afirman que hay cuatro, mientras que otros sostienen que son siete—. El trabajo de Mortimer y su equipo será validado cuando otros científicos empiecen a mencionarlo en sus investigaciones. "Nos gustaría que reconocieran que simplemente mostrar esa parte remota del Pacífico, con un continente sumergido, es más geológicamente preciso e informativo que el panorama anterior. Nos gustaría verlo en el mapamundi", dice el geólogo.
Fuente: El País.com


miércoles, 22 de febrero de 2017

Se descubre un nuevo continente: Zealandia.

Nueva Zelandia puede ser el vecino más pequeño de Australia, pero está sentado sobre un nuevo continente enorme que los científicos han llamado "Zealandia", según un informe publicado por la Sociedad Geológica de Estados Unidos.
Nueva Zelandia y Australia están relativamente cerca, pero se encuentran en continentes separados. Nueva Zelandia está sobre una masa de 1,8 millones de kilómetros cuadrados conocida como Zealandia. Este nuevo continente también incluye a Nueva Caledonia, junto con varios otros territorios y grupos insulares.
La idea de un continente potencial en esta área ha existido desde hace algún tiempo. El geofísico Bruce Luyendyk acuñó el término Zealandia en 1995.
El consagrado estudio de esta área durante los últimos 10 años ha determinado que no es sólo un grupo de islas continentales y fragmentos, sino que tiene una corteza continental grande y suficientemente bastante para ser declarado oficialmente un continente.
Anteriormente, Nueva Zelandia y Nueva Caledonia estaban agrupadas Australia bajo el nombre de Australasia.
Mientras que la mayoría de nosotros llamaría a esto el octavo continente, los geólogos consideran a menudo Europa y Asia como un continente unido llamado Eurasia.
La publicación de la Sociedad Geológica de Estados Unidos llega apenas una semana después de que los científicos encontraron un continente ''perdido'' bajo el océano Índico.

Fuente: CNN en español.

sábado, 29 de octubre de 2016

¿Por qué llueve... y por qué deja de llover?

La lluvia es vapor de agua que condensa en la atmósfera y cae al suelo a lo largo de un espacio considerable. El vapor condensado en superficie es lo que llamamos niebla.

En la atmósfera hay siempre vapor de agua, pero este no condensa hasta que el aire se satura. La saturación depende de la temperatura.  A 100ºC se necesitan casi 0.6 gramos por litro de aire para la condensación, mientras que a 0ºC  basta con casi nada, menos de una centésima de gramo para esa condensación. Por eso, en una mañana fría de invierno en un cuarto de baño con la calefacción sin poner, los espejos se llenan de gotitas de agua, mientras que esto no ocurre en verano,  o con los radiadores encendidos en invierno.

En verano, cuando el aire está mucho más lleno de vapor de agua que en invierno, pues lo emiten el suelo caliente, los ríos, embalses y sobre todo las plantas,  no llueve, pues el aire esta tan caliente que se necesitan más décimas de gramo por litro de lo que hay en la atmósfera. Solo cuando se produce una invasión de aire polar arrastrado por el ''chorro'' atmosférico el aire frío produce la condensación brusca y genera lluvias torrenciales.

De hecho, en verano, la máxima cantidad de vapor de agua en la atmósfera se sitúa sobre el Sahara, donde no llueve.

Llega el otoño, y empieza la secuencia de meandros del chorro polar que inyecta aire frío a la atmósfera encima de España,  Con el vapor de agua existente en la atmósfera y el aire frío, condensa el agua y empieza a llover.  Este mecanismo dura mientras hay agua en el suelo y ésta se evapora por el calor que aún retiene el mismo y la transpiración de los árboles que aún no han perdido las hojas.

El agua precipitada va enfriando el suelo, que evapora cada vez menos agua, y los árboles, con el frío, van perdiendo las hojas, con lo que transpiran cada vez menos.

A lo largo del otoño, y luego en el invierno, hay ya poco vapor de agua sobre la Península (al menos en su interior). Pero el Atlántico conserva el calor del verano, y evapora agua de manera constante. Cuando el chorro polar ha descendido hacia el sur en su oscilación anual, sus meandros implican arrastre de aire, ahora no polar, sino subtropical, del sudoeste hacia el noreste, con vapor de agua que entra en una península sobre la que el aire está frío: Al ascender el aire húmedo y caliente del Atlántico sobre una Península fría condensa y llueve.

Las lluvias, en la Península Ibérica (al menos al sur de la Cordillera Cantábrica) son una consecuencia del movimiento del chorro polar.

Éste, como ya saben los lectores habituales del blog, es una corriente poderosa de aire que circula en la parte alta de la atmósfera, generada por la diferencia de temperaturas entre el ecuador y el Polo Norte y por la aceleración de Coriolis, ésta última consecuencia del giro del planeta de Oeste a Este.

El chorro es un río de aire que circula entre el aire mas en calma como los ríos lo hacen entre los suelos de las montañas y llanuras.

Cuando la pendiente de las montañas es fuerte, la corriente es intensa y los ríos se mueven casi en línea recta. Cuando llega a las llanuras, la corriente se debilita y los ríos hacen meandros tanto mayores cuanto menor es la pendiente que recorren.

El chorro polar era intenso en invierno y verano hace décadas, pero ahora se ha debilitado, al calentarse el Polo norte y disminuir la diferencia de temperaturas entre el Polo y el Ecuador.

Los meandros actuales son intensos, y la posición media del chorro se ha desplazado hacia el norte. Eso implica que los veranos en nuestras latitudes (Portugal, España, sur de Italia, Grecia, ..., ) son cada vez más secos, es decir, que las temporadas sin lluvias se alargan poco a poco con el paso de los años, mientras que aumentan la invasiones repentinas de aire frío en altura en verano, que causan tormentas intensas y tornados.

Los meandros del chorro polar circulan alrededor del planeta girando de Oeste a Este, con escalas de tiempo de entre 7 y 10 días. Mientras, en invierno,  llueve cuando el meandro del chorro arrastra aire húmedo desde el Atlántico central en dirección noreste, entrando por el valle del Guadalquivir y propagándose hacia el centro de la Península, acumulándose la lluvia en las laderas de los montes españoles que dan al oeste  y dejando casi en seco el sotavento de esas cordilleras.

En la figura vemos las zonas de lluvia (manchas de color morado/rojo) que se mueven desde Cadiz y Huelva por el valle del Guadalquivir hacia la Serranía de Cuenca y hacia la Sierra del Segura, y cómo no hay lluvia a sotavento de estas sierras.

Hemos detectado que los meandros del chorro han disminuido en número entre Octubre y Abril, de forma que las lluvias de Noviembre son ahora más escasas y las de Abril se están desplazando hacia Marzo. 

Eso quiere decir menos meses húmedos y más meses secos, en España.

Aunque esta semana se ha premiado a la Convención Marco de Naciones Unidas contra el Cambio Climático, y al Acuerdo de París, con uno de los premios Princesa de Asturias, y aunque ese acuerdo debe entrar en vigor el próximo 4 de Noviembre, no se detecta el más mínimo esfuerzo, ni en España, ni en el mundo, para limitar las emisiones de gases contaminantes hacia la atmósfera de nuestro planeta.

La racionalidad de tratar de frenar el cambio climático choca con la irracionalidad subyacente en el cerebro.

Sabemos por qué llueve, y sabemos que poco a poco España se va a ir secando.  Hemos visto que son los gramos de vapor de agua en cada litro de aire lo que genera la lluvia. Algunos de esos gramos los proporcionan los árboles.

En las montañas costeras del Mediterráneo se han deforestado sistemáticamente sus laderas: Por intereses comerciales, por desidia. Se han permitido los incendios forestales al no mantener totalmente limpio el sotobosque. Como ha explicado siempre el buen meteorólogo Millán Millán, las masas de aire con vapor de agua que entran desde el Mediterráneo ascienden por las laderas de las cadenas costeras, y precisan unas centésimas de gramo de vapor añadido a cada litro de aire mediante la evapotranspiración de los árboles para saturar en los ambientes cálidos y templados de las costas: Sin árboles no las reciben y vuelven al mar sin descargar lluvia.

Los bosques generan lluvia y los desiertos se auto-mantienen secos y extienden su sequía.

Los lectores de este blog saben que la naturaleza es no lineal, con retroalimentaciones positivas. Si destruimos los bosques aumentamos la falta de lluvia que hace aún más difícil que los pocos que vayan quedando sobrevivan.

Los desiertos, crecientes en extensión, almeriense y murciano, son consecuencia de la deforestación masiva de esas regiones españolas.

Ante lo que le estamos haciendo al planeta debemos, por nuestro propio bien, no ya por el de nuestros hijos, cambiar muchas de nuestras pautas de vida. Las consecuencias de seguir haciendo lo que hacemos están claras como la luz del día: En economía (crisis estructural indefinida), en sociología (envejecimiento sin paliativos), en el hogar en el que vivimos (un cambio climático que no se frena).

Necesitamos cambiar como lo necesitaba la sociedad francesa en 1879. Podemos cambiar de manera suave.

O mediante cataclismos.

Nosotros decidimos.

¡Delenda est pollutio!


Fuente: ElMundo.es
El por qué de las cosas
Antonio Ruiz de Elvira
Catedrático de Fí­sica Aplicada en la Universidad de Alcalá de Henares. Su investigación se centra en la Fí­sica del Clima y de la Atmósfera de la Tierra. Es autor de "Quemando el futuro: clima y cambio climático" (ed. Nivola).


martes, 11 de octubre de 2016

¿Por qué son tan destructivos los huracanes?

Un hombre intenta cruzar un río desbordado por el huracán Matthew en Grand Goave (Haití). EFE
Y los tifones, y los tornados.

Los tres fenómenos son esencialmente lo mismo, siendo los tifones los huracanes del mar de la China, y los tornados, pequeños (espacialmente) huracanes que tienen lugar en tierra.

Los tres son columnas de vapor de agua que ascienden en la atmósfera,  desde una superficie (del mar o de la llanura) caliente hacia zonas altas de la atmósfera y  los tres son autoalimentados mientras haya agua en la superficie o cerca de ella, en el caso de los tornados.

El mecanismo es sencillo para huracanes y tifones: El agua del mar esta muy caliente a finales del verano y durante el otoño en las zonas tropicales, mientras que al ir retirándose el sol hacia el sur, entra aire frío en las capas medias y altas de la  atmósfera.

El vapor de agua sube en la atmósfera con el aire recalentado de la superficie. Al subir el vapor se enfría (porque hay menos presión) y al enfriarse se condensa en gotitas de agua, que son las nubes que vemos.

Al condensar desprende mucho calor, 2 kJ por gramo de vapor. Este calor mantiene el aire ascendiendo y debido al giro de la Tierra sobre su eje, girando en el sentido contrario al de las agujas del reloj. Alrededor del centro del huracán, el aire sube en una pared que señala una región central de aire en calma.

Los vórtices en la atmósfera no pueden llegar al centro, es imposible por las mismas leyes de la física. Pero los vientos a nivel del mar o del suelo si se acercan hacia ese centro con intensidades muy elevadas.

Pongan una lámina de agua en un plato, y con una pajita, absorban el agua de un punto con toda la fuerza posible. Al hacer esto mueven el líquido y disminuyen la presión en la parte baja de la pajita. El agua del resto del plato se apresura a acercarse a la misma con alta velocidad.

Cuanto más sube la columna de aire con vapor y agua, mayor es la diferencia de presiones entre la parte de fuera del huracán y su centro.

El huracán Matthew que ha destrozado, de nuevo, como otros muchos huracanes, Haiti, y ha causado daños de consideración en Florida, ha tenido una presión en su interior de 940 hPa.  La presión atmosférica normal es de 1013 hPa.

Imaginen un coche o una  vivienda cerrados con aire a la presión atmosférica normal. Por encima pasa el ojo del huracán con 940 hPa. La diferencia son 73 hPa. Un Pa (pascal) se define como un newton de fuerza por metro cuadrado.

Los seres humanos tenemos, en nuestros brazos o piernas, una fuerza de 700 Newtons.

73 hPa son 7300 Pascales o 7300 newtons por metro cuadrado.  7300 newtons es la fuerza para levantar a diez personas.  Normalmente esa fuerza es capaz de romper los vidrios de los coches.

Si el tejado de una casa tiene una superficie de 70 metros cuadrados, la fuerza de la diferencia de presiones es de 7300 x 70 =511.000 newtons: Una fuerza que levanta una masa de 50 toneladas.

Lo aconsejable, aunque entre agua, es dejar aberturas en las paredes de las casas (ventanas entornadas, persianas con rendijas), para que se equiparen las presiones dentro y fuera de los edificios, y lo mismo con las ventanas de los vehículos: Dejar rendijas abiertas.

En cuanto al viento: Un viento de 200 km/h equivale a 55,5 metros por segundo.

La presión de un viento así, al chocar con una pared, o una vela se puede calcular multiplicando la densidad del aire, 1.2 kilos por metro cúbico por el cuadrado de la velocidad: unos 18 hPa, que sobre un metro cuadrado nos dan 1800 Newtons: Dos veces y media la fuerza de una persona.

En los huracanes llueve. Llueve mucho, pero tambien llueve mucho en otras incidencias meteorológicas. Sin no hay vías de desagüe, si las casas están en las laderas o en las vaguadas, si no están algo elevadas como defensa contra inundaciones, ese agua, mucha agua, se lleva por delante vidas y posesiones.

La energía acumulada dentro de un huracán no es inmensamente alta, por unidad volumen. Pero el huracán tiene un gran volumen. La energía térmica de un huracán puede calcularse de varias formas. Si tenemos en cuenta la masa de vapor de agua que se convierte en agua líquida y  los 2000 Joules que se liberan en esta conversión, la energía de un huracán equivale a unos 52 millones de billones (españoles) de Joules al día, o 600 billones de watios, o 0.6 billones de kilowatios, 200 veces la potencia eléctrica humana.

Si se calcula como energía disipada por los vientos, las cantidades son 1.500 millones de kilowatios, la mitad de la potencia eléctrica de los seres humanos.

Estas cantidades inmensas de energía tienen un rendimiento termodinámico muy bajo:  La cantidad de energía térmica es 400 veces mayor que la de los vientos.

Los daños de los huracanes se deben, como en otros muchos casos, a las fuerzas de la naturaleza, pero también, y esto es muy importante,  al descuido de los seres humanos: Los edificios del sureste americano no están diseñados para soportar esas fuerzas que son grandes, pero no inmensamente grandes. Unos buenos edificios hechos en hormigón, o en madera tratada de forma moderna, resisten los huracanes.

El gran desastre del huracán Katrina se debió mucho más a la malísima calidad de los diques que drenan el delta del Mississippi y a la baja calidad de los edificios, que a las propias fuerzas de presiones y vientos del fenómeno, exactamente igual que los desastres de los terremotos se deben a unos edificios e infraestructuras que no están preparados para resistir esas fuerzas.

De la misma manera que no se aplica el principio de precaución respecto del cambio climático, no se aplica ese principio a las zonas de riesgo de huracanes, y en otro orden de cosas, de tornados en Oeste Medio de los EEUU.

De la misma manera que, como escribía hace un par de semanas, los ingenieros de caminos no diseñan las carreteras con arcenes muy amplios por donde puedan acudir policía y grúas en los casos de accidentes, las normas de construcción en las zonas de huracanes en los EEUU, México y Centroamérica, o en las Filipinas y las costas de China, o respecto a los terremotos, en las fallas geológicas de California y de toda la costa pacífica americana, son inmensamente defectuosas.

Es siempre mejor prevenir que tratar de curar (los muertos, por ejemplo, no tienen cura). Como con el cambio climático, o la acústica, la inversión productiva para prevenir los riesgos es porcentualmente muy baja.

Sin embargo, el ser humano, como los políticos españoles, prefiere tumbarse a la bartola y pensar que ''Ya se arreglará''.

No se arregla nunca, pero .... así somos: Vivimos dentro de un mundo de sueños con tal de no hacer un 10% de esfuerzo más del que hacemos, un esfuerzo adicional que nos devuelve una ganancia del 100% (dos veces) del esfuerzo normal.

¿Aprenderemos?

Fuente: ElMUndo.es
El Por qué de la cosas
Antonio Ruiz de Elvira

Catedrático de Fí­sica Aplicada en la Universidad de Alcalá de Henares. Su investigación se centra en la Fí­sica del Clima y de la Atmósfera de la Tierra. Es autor de "Quemando el futuro: clima y cambio climático" (ed. Nivola).

El Porqué de las Cosas es un proyecto divulgativo impulsado con la colaboración de Obra Social 'la Caixa'.   

viernes, 6 de mayo de 2016

Los terremotos destructivos y las grandes fallas de la corteza terrestre.

El terremoto destructivo que afectó el pasado día 16 de abril a Ecuador ha conmovido a la opinión pública, como ocurre cada vez que se produce uno de estos eventos, y ha puesto en evidencia la necesidad de prevenir este tipo de catástrofe natural y de estar preparados para paliar los daños y proteger a la población. Actualmente no es posible predecir, con suficiente grado de certeza cuándo se va a producir un terremoto. Por ello, para controlar el riesgo sísmico se trabaja en abordar la prevención, caracterizando los terremotos esperables en una zona en términos de localización, máximas magnitudes y periodos de recurrencia. Para lograr esos datos es necesario no sólo disponer de los registros instrumentales de los terremotos sino también el conocimiento científico de los factores geológicos de las fuentes de los terremotos.Ecuador es un país sometido a una alta sismicidad porque se encuentra localizado al lado de la zona de contacto entre dos placas de la litosfera, la placa de Sudamérica y una de las placas del Pacífico, la Placa de Nazca. Ambas convergen en esta zona a una tasa de unos 61 milímetros al año, de forma que la segunda se introduce hacia el interior por debajo de la placa de Sudamérica en un fenómeno denominado subducción. El foco de este terremoto se ha situado a 19,2 kilómetros de profundidad, en la superficie de contacto entre ambas placas, que es un plano inclinado unos 16 grados hacia al Este. Se trata por lo tanto de un terremoto interplaca de subducción en el que ha roto un área que alcanza unos 160 kilómetros de longitud.Las zonas de subducción similares a la de Ecuador han producido muchos de los mayores terremotos registrados, como el de Valdivia (Chile), de 1960 y magnitud 9.5; el de Tohoku (Japón), de 2011 y magnitud 9.0, y el de Sumatra, de 2004 y magnitud 9.1. La magnitud del terremoto de Tohoku, que provocó la crisis de la central nuclear de Fukushima, fue mucho mayor que la de terremoto de Ecuador, porque rompió un área de 400 x 200 kilómetros.Pero gran parte de los terremotos superficiales, con el foco a menos de 60 kilómetros de profundidad, se generan por deslizamientos bruscos a lo largo de fallas que rompen la relativamente fría corteza terrestre. El modelo de movimiento en fallas y la generación de terremotos fue desarrollado para explicar el terremoto de San Francisco de 1906. Aquel terremoto, de magnitud 7.9, se produjo al romper a lo largo de más de 432 kilómetros la falla activa de San Andrés, que separa las placas Pacífica y de Norteamérica. La rotura en grandes fallas activas ha producido en las últimas décadas importantes terremotos destructivos: el de Izmit (Turquía), de 1999 y de magnitud 7.4, se produjo por un deslizamiento en la falla de Anatolia; el de Katmandú (Nepal), en 2015, fue debido a una falla situada en la base del Himalaya. Más próximo a nosotros el terremoto de Lorca de 2011, de magnitud 5.1, se produjo en la falla de Alhama de Murcia, causando sorprendentemente importantes daños.Una serie de nuevas especialidades de la geología, como la tectónica activa y la paleosismología, están cambiando nuestra percepción de las relaciones entre fallas y terremotos. Las fallas activas se investigan mediante la excavación de zanjas en las que se observa cómo estas estructuras rompen suelos y sedimentos, se detectan sismos prehistóricos y se calcula su cinemática, los periodos de recurrencia de paleosismos y su magnitud. Nuevas metodologías, como la interferometría de radar, las medidas de las deformaciones del suelo mediante observaciones con GPS, la geomorfología tectónica y la arqueosismología, dan datos muy precisos y valiosos.En nuestro país hay registro de grandes terremotos históricos destructivos y la inmensa mayoría son debidos a fallas activas, salvo alguno de foco profundo. Dada la importancia del cálculo de la peligrosidad sísmica de las fallas activas en la Península Ibérica, han progresado en los últimos quince años los estudios de tectónica activa y de paleosismología, y en varias universidades e instituciones existen grupos de investigación especializados que han aportado, en varios congresos con el título Iberfault, sus conclusiones sobre la paleosismicidad y las fallas activas de la península. Un resultado de estos trabajos ha sido la creación y gestión de una base pública de datos de las fallas ya estudiadas, denominada Base de datos de fallas activas cuaternarias de Iberia (QAFI), que ha sido promovida y que gestiona el Instituto Geológico y Minero de España. Todos estos nuevos conocimientos científicos se están aplicando ya en los estudios de riesgo sísmico en varias comunidades autónomas y en el nuevo Mapa de peligrosidad sísmica realizado en 2012 por el Instituto Geográfico Nacional.

Fuente: Ramón Capote (Catedrático Universidad Complutense de Madrid) - ElMundo.es

sábado, 9 de abril de 2016

El volcán Chimborazo le quita un récord al Everest.

Una medición con GPS confirma que el volcán ecuatoriano es el punto más alejado del centro terrestre

Una tercera misión geodésica francesa cumple su periplo por Las tierras del ecuador. Así se conocía al Ecuador del siglo XVIII, al que llegaron los científicos de la primera misión geodésica que ayudó a determinar la forma achatada de la Tierra. Ahora que se cumplen 280 años del trabajo de los franceses Charles-Marie de La Condamine, Louis Godin y Paul Bouguer, junto a los españoles Jorge Juan y Antonio de Ulloa, que fueron enviados por el rey de España Felipe V, sus herederos científicos se han propuesto medir al centímetro el punto más alejado del centro de la Tierra, el volcán Chimborazo, de 6.268 metros de altitud, y que se encuentra a 6.384 kilómetros de distancia del centro terrestre, dos más que la cima del globo, el Everest, debido a las diferencias del diámetro del planeta en estas dos localizaciones continentales.
“Por la herencia que nos dejaron sabemos que los puntos que quedan cerca de la línea ecuatorial están más alejados del centro de la tierra, pero faltaba un valor, medir la distancia más grande desde el centro”, explica Jean Mathieu Nocquet, del Instituto Francés de Investigación para el Desarrollo (IRD). Con este objetivo en mente, un grupo de expedicionarios franceses y ecuatorianos subieron al volcán Chimborazo (6.268 metros sobre el nivel del mar), la montaña más alta de Ecuador, en febrero pasado, y colocaron en la cumbre un sistema de posicionamiento global (GPS) de alta precisión, que a través de una antena de 60 centímetros de largo recibe la señal de 15 satélites de diferentes países. “Para obtener datos precisos dejamos el GPS durante dos horas y luego procesamos la información que se almacenó en ese lapso de tiempo”, explica Mathiew Perrault, del Instituto Geofísico (IG).
Los resultados que arrojó la medición se acaban de conocer y concluyen que la cumbre del volcán está a 6.384.415,98 metros del centro de la Tierra. Este nuevo cálculo confirma que el Chimborazo es el punto más distante del centro de la Tierra, y por lo tanto más cercano al Sol, y está 40 metros por delante en esta clasificación de la cima del nevado Huascarán, en Perú, que sería el segundo punto más alejado.
Tras 280 años

La utilización de GPS, que tiene un margen de error de más o menos 10 centímetros, hizo ganar en 2001 tres metros a la montaña más alta de Europa, el Mont Blanc, que pasó de medir 4.807 a 4.810,4 metros según este sistema. El Everest, en Nepal, también ha sido medido con el sistema GPS. Oficialmente cuenta 8.848 metros, aunque según este otro proceso es un poco más bajo, 8.846,4 metros. Sin embargo, el Everest, que es la montaña más alta del planeta, está dos kilómetros por detrás del Chimborazo en cuanto a la distancia del centro terrestre (6.382). La Tierra tiene mayor radio en el ecuador que en los polos, lo que juega a favor del Chimborazo en su disputa honorífica con el Everest.

La celebración de los 280 años de la primera misión geodésica ha sido un pretexto para recordar la historia común de Ecuador y Francia. La expedición al Chimborazo fue un primer paso, pero la embajada de Francia en el país andino ha planificado actos conmemorativos hasta julio. Habrá coloquios científicos, jornadas pedagógicas en escuelas y exposiciones sobre la reconstrucción sociocultural y científica de las misiones francesas a territorio ecuatoriano. Una de las actividades más curiosas será una cena de época en la que se servirán los platos que posiblemente degustaron los científicos que llegaron al país en 1736.

Fuente: ElPais.com