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viernes, 4 de septiembre de 2015

La caza y la pesca convierten al ser humano en un superdepredador.

Un estudio demuestra que el humano tiene tasas de depredación hasta 10 veces superiores a las de los grandes carnívoros
La tecnología y conducta humana comprometen el futuro de la fauna del planeta
La sexta gran extinción está en marcha

Ni el tiburón blanco ni el león. El único superdepredador del planeta es el ser humano. Ahora que la caza y la pesca de subsistencia son residuales, un estudio muestra que el ser humano tiene tasas de depredación hasta 10 veces superiores a las de los grandes carnívoros. El trabajo, que cuantifica el carácter depredador humano, apuesta por un cambio radical en las prácticas de caza y pesca. Para la primera, exige aprender a convivir con los animales. Para la segunda, dejar de pescar a los peces adultos e ir a por los más pequeños.

Que los humanos son el mayor depredador del planeta lo dice la larga lista de las extinciones de animales a manos del hombre. Desde los mamuts y los tigres diente de sable hasta el armadillo gigante, pasando por la casi aniquilación del bisonte americano o la práctica desaparición de, al menos, dos especies de rinocerontes, en casi todos los casos los humanos fueron y son los agentes causales. En unas ocasiones la extinción sucede al grave deterioro del ecosistema donde vivía el animal, en otras es el propio avance humano el que se lleva por delante a toda una especie. Pero hoy, son las prácticas de caza y pesca humanas las que comprometen el futuro de los animales.

Un grupo de ecólogos canadienses ha querido desentrañar qué hace tan letal al ser humano y cuantificar su grado de depredación en comparación con los mayores depredadores del planeta, como los grandes felinos, los mamíferos marinos o los tiburones. Para ello, repasaron toda la bibliografía científica que encontraron con estudios y estadísticas oficiales sobre la caza y pesca humanas o las investigaciones con datos sobre sus rivales en la cúspide ecológica. En su trabajo, publicado en Science, incluyeron a casi 400 especies de depredadores, 282 marinas y 117 terrestres.

"Examinamos todos los datos disponibles sobre animales marinos y mamíferos terrestres de cada océano y cada continente a excepción de la Antártida. La mayoría de la información es de 1990 en adelante", decía en una teleconferencia el profesor de la cátedra Hakai-Raincoast de la Universidad de Victoria (Canadá), Chris Darimont. Según sus estimaciones, la pesca marina humana es el depredador dominante de las presas adultas, con una ratio de explotación mediana (valor medio o central) del 14% del total de biomasa de ejemplares adultos al año. Esa mediana no refleja los valores extremos, con casos de especies que llegan al 80%. "Esta ratio mediana es unas 14 veces la de cualquier otro depredador no humano del océano", añade Darimont. Ya sean orcas, tiburones o atunes.
En tierra, los datos, aunque menores, son igual de reveladores. Los humanos y resto de depredadores muestran una tasa de depredación similar: los primeros capturan hasta un 6% de herbívoros como ciervos, caribúes o alces mientras que los segundos rebajan el porcentaje hasta el 5% anual. Sin embargo, los humanos son el único depredador que convierte a los otros depredadores en presas. Combinando estos dos hechos, el ser humano tiene una ratio de depredación de animales terrestres nueve veces mayor que la del león o el tigre. Y eso que los investigadores retiraron de la ecuación al lobo, que supone un tercio del total de depredadores cazados por el hombre.

"En general, no nos comemos a los grandes carnívoros, así que se les mata como un trofeo, por razones de competencia, para reducir las pérdidas en el ganado, o por la medicina" (sic), comenta en un correo Darimont. Hace decenas de miles de años, los humanos, en un lento proceso, empezaron a dejar de ser presa de estos animales para convertirse en depredadores. Las distintas tecnologías para la caza, desde el arco hasta el rifle pasando por el uso del perro, y en el último siglo, el uso de combustibles fósiles, ha hecho que la caza no tenga apenas coste para los humanos cuando para los demás depredadores siempre existe el riesgo de salir mal herido.

Esa combinación de conducta y tecnologías humanas es, para los investigadores, la base del desajuste de muchos ecosistemas. Los otros depredadores eligen como presa a los ejemplares más jóvenes y débiles. La consecuencia a corto plazo es que no reducen la tasa reproductiva de los adultos y eliminan posibles focos de infección entre los rebaños. A largo plazo, como mecanismo de selección natural, favorecen la mejora genética de sus presas. Los humanos, en cambio, eligen las mejores piezas, adultos en su máximo esplendor, elegidos por tener la mejor cornamenta o la melena más grande. El impacto ecológico a corto es evidente, las consecuencias de esta selección artificial a largo aún están por estudiar.

Pezqueñines, sí gracias
El mismo análisis lo aplicaron a las especies marinas. El resultado es problemático porque no es lo mismo la caza, que en su mayoría es por el trofeo o la mal llamada medina tradicional, que la pesca moderna e industrial, de la que se alimentan milones de personas. También es paradójico, ya que supone contradecir el paradigma actual de la conservación marina ejemplificado en las campañas oficiales del pezqueñines, no gracias.
"El cambio evolutivo entre las presas de los humanos impulsado por apuntar a los adultos ha reducido el tamaño corporal , especialmente entre los peces. Esto es preocupante porque los peces más pequeños tienen menos descendencia y las poblaciones ya no SOPORTANlas capturas humanas como en el pasado", sostiene Darimont.

¿Significa eso que todo el modelo de sostenibilidad de la pesca basado en la captura de los adultos, no es tan sostenible? "Sí, de hecho, nosotros estamos sugiriendo que el paradigma central de la gestión de recursos pesqueros y vida silvestre ha de ser reconsiderado y ha de serlo porque, en especial en el entorno marino, cuando nos fijamos en las estrategias reproductivas conformadas por la evolución, estas se apoyan en un régimen depredador que se centra en los juveniles y mantiene niveles de explotación reducidos entre los adultos, lo que beneficia a estas poblaciones y, en última instancia, a los humanos", asegura el investigador canadiense.
Los investigadores creen que para volver a un equilibrio habría que actuar en varios frentes. En cuanto a los animales terrestres, solo un cambio en la conducta humana podría salvar a los grandes depredadores. "En algunos casos, para proteger a los grandes carnívoros amenazados por la caza de trofeos exigirá una presión social que impulse un cambio político. El rechazo moral expresado en todo el mundo por la muerte de Cecil, el león, nos señala que ese tiempo puede estar algo más cerca", dice Darimont.

En cuanto a la pesca, su colega y coautor del estudio, Thomas Reimchen. apunta que no se trata tanto de dejar de pescar a los adultos para enredar a las crías sino de adecuar la ratio de depredación humana a la natural. "Se trata de ir a unas tasas de extracción de juveniles similar a la de los otros depredadores que, en general son menores al 10%", apunta Reimchen. Eso supondría reducir drásticamente las capturas pesqueras. Además, tanto la captura como el procesado de los pequeños ejemplares es más costoso que los grandes.

Los investigadores reconocen que es un reto de tal magnitud que presenta grandes dificultades pero, añaden: "No es muy diferente de lo que cada vez con más frecuencia e intensidad se está hablando de cambiar nuestro modelo basado en la economía del carbono". Es el carácter de superdepredador, tanto en el uso de los combustibles fósiles como en el de la biodiversidad, el que ha llevado a los humanos y al planeta a la situación actual.

Fuente: ElPais.com

martes, 25 de agosto de 2015

Los grandes deltas del mundo sufrirán mayores inundaciones.

El delta del río Ganges, que muere en el Índico (color añil) es uno de los
 más amenzados por las inundaciones. / USGS EROS DATA CENTER
Un nuevo mapa mundial dibuja la situación actual y futura de las tierras bajas más afectadas por los eventos climáticos extremos y la subida del nivel del mar
La subida del nivel del mar se ha acelerado más de lo que se pensaba

Un nuevo mapa de riesgos de los grandes deltas del planeta dibuja la situación actual y futura de las tierras bajas, es decir, las zonas o regiones con poco relieve que habitualmente se encuentran a menos de 150 metros de altitud. En el futuro, habrá mayor riesgo de inundaciones azuzadas por la alteración del complejo sistema fluvial por parte de los humanos, eventos climáticos extremos y el aumento del nivel del mar. Esta vez, según este estudio, los países ricos no tendrán tan fácil escapar de las consecuencias del cambio climático con sus trucos de ingeniería.

A los humanos nos gusta vivir cerca del río. Más de la mitad de la población mundial se asienta a lo largo de alguno de ellos. La concentración es mayor en la desembocadura: unos 340 millones de personas viven en el delta de los mayores ríos del mundo. Otros 140 millones se encuentran en un radio de 25 kilómetros. Las razones son evidentes, tradicionalmente han sido zonas ricas en pesca y muy fértiles para la agricultura. Muchas civilizaciones, desde las mesopotámicas hasta la romana, pasando por las asiáticas, han nacido donde moría algún río.

"Los deltas son sistemas complejos. Dependen del suministro regular de sedimentos para balancear el hundimiento natural de la tierra", explica el investigador de la Universidad de la Ciudad de Nueva York, Zachary Tessler. Pero este proceso dinámico lleva tiempo siendo alterado por los humanos. "Las actividades humanas afectan a la integridad de los deltas reduciendo el aporte de sedimentos en el río desde la cabecera y también cómo se depositan en el delta", añade. Las presas río arriba, los diques y canales alteran la circulación del limo. "Además, la extracción de aguas subterráneas, petróleo o gas bajo el delta también pueden aumentar la ratio de hundimiento" concluye. ¿Resultado? Un mayor riesgo de sufrir inundaciones ya sean marinas o fluviales.


Tessler, junto a un grupo de colegas, ha elaborado el que podría ser el primer mapa de riesgos de los 48 mayores deltas del mundo. Usando datos geofísicos de cada delta, su exposición a eventos climáticos como maremotos o huracanes, el grado de desarrollo urbano, socioeconómico y de infraestructuras de protección de la zona y la cantidad de personas que viven en el delta, los investigadores han podido establecer un índice de exposición al riesgo de los habitantes de los deltas.
Los 10 deltas más expuestos, donde la catástrofe sería mayor, son todos asiáticos o africanos. Entre los cinco primeros se encuentran los grandes ríos que mueren en el golfo de Bengala, en la India y Bangladés, como el Krishna (el más expuesto), el Ganges o el Brahmani. Para encontrar un delta expuesto en los países más desarrollados hay que ir hasta el puesto 29, con el río Po, en el norte de Italia. El Ebro aparece en un meritorio 39 lugar en este índice que combina riesgos climáticos, grado de desarrollo e impacto en la población.
El mapa muestra los deltas estudiados y sus cuencas. Arriba, situación de riesgo actual medida
 por el color y población afectada (diámetro del círculo). Abajo, situación futura en un escenario de costes de infraestructuras elevados. / TESSLER ET AL/SCIENCE




"El Ebro se beneficia de acabar en el Mediterráneo, teniendo por tanto una puntuación relativamente baja en el índice de eventos peligrosos. Aunque se enfrenta con tormentas relativamente importantes asociadas a crecidas del río o grandes olas en la costa, no tiene que lidiar con ciclones tropicales o tormentas como las que suceden, por ejemplo en el delta del Misisipi. Por otro lado, el Ebro se beneficia de tener un gobierno eficaz y un elevado PIB per cápita en comparación con otros deltas. Dicho esto, río arriba, la cuenca esta poblada de presas que reducen la llegada de sedimentos al delta", comenta Tessler.
En los últimos lugares de la lista aparecen dos de los deltas más conocidos del mundo desarrollado, el del Misisipi, en EE UU, y el del Rin, que, tras atravesar toda Alemania muere en la costa de los Países Bajos. Ambos son el ejemplo del triunfo del hombre sobre la naturaleza. Como ocurre con el Ebro, el grado de desarrollo de estos países ha hecho que toda la ingeniería existente se haya puesto al servicio de su estabilidad.
Pero lo que muestra el estudio de Tessler y sus colegas, publicado en la revista Science, es que, en el futuro, ni los deltas de los países ricos estarán a salvo. Introduciendo en su mapa nuevos elementos, como la progresiva elevación del nivel del mar y la proliferación de eventos climáticos extremos, ambos relacionados con el cambio climático, el mapa mundial de los deltas cambia de forma sustancial.
Los deltas de los ríos del golfo de Bengala seguirán siendo los más expuestos, pero los gigantes que mueren en el Mar de China, como el Yangtsé, y el Mekong, en el sudeste asiático, entran entre los 10 más expuestos. Lo más llamativo, sin embargo, es que grandes deltas occidentales, como los del Rin, el Misisipi o el Ródano multiplicarán hasta por cinco veces su índice de riesgo. Y es que, a pesar de su capacidad económica, las inversiones para la protección de estos estuarios crecerían de forma exponencial. Para Tessler, se hace necesario buscar sistemas sostenibles inspirados en la naturaleza si se quiere asegurar los deltas en el futuro.
El milagro holandés se agota
"Las sociedades humanas necesitan buscar técnicas innovadoras para sostener los deltas. Una manera de hacerlo sería con la ingeniería basada en la naturaleza", sostiene el profesor de la Universidad de Amberes, Stijn Temmerman. "No tenemos mucha experiencia con estos sistemas, pero se está ejecutando algunos grandes proyectos en algunos deltas y aún necesitamos más investigación sobre estos proyectos basados en la naturaleza", añade este investigador, ajeno al estudio de Tessler.
Temmerman conoce bien el caso del delta del Rin y, en general, el de los Países Bajos y su eterna pelea con el mar. Después de siglos de arrebatarle tierra al océano, unos nueve millones de personas viven allí por debajo del nivel del mar. Sin embargo, la creciente necesidad de nuevas inversiones para ampliar la infraestructura de diques, muros y canales está empezando a agrietarse.
El satélite Landsat muestra el avance del mar en el delta del Misisipi entre 1973 y 2014.
 /ZACHARY TESSLER, CON DATOS DEL USGS/NASA LANDSAT PROGRAM

"El modelo holandés, ganar tierra al mar levantando diques y presas, ha sido relativamente exitoso en los pasados siglos, cuando el cambio climático y la elevación del nivel del mar eran mínimos, pero está bajo una creciente presión debido a la aceleración del ritmo de elevación del mar por el cambio climático, la alteración humana del proceso natural del delta y los crecientes costes para mantener las estructuras artificiales contra las inundaciones", explica Temmerman.
Para el investigador belga, como para Tessler, solo hay una alternativa y es volver a la naturaleza: "lo que significa conservar y restaurar los humedales todo lo que se pueda, ya que estos absorben las acometidas del agua, reduciendo el riesgo de inundaciones en las zonas pobladas del delta. Son además más sostenibles, al acumular tierra con la elevación del mar y más eficientes desde el punto de vista de los costes".

Fuente: ElPais.com


sábado, 2 de mayo de 2015

La cubierta vegetal mundial aumenta a pesar de la deforestación tropical.

China y Rusia tienen muy mala prensa ambiental. Tampoco sale bien parada la oscilación térmica conocida como El Niño (ENSO), un complejo fenómeno que provoca periodos de sequías alternados con intensas lluvias en muchas partes del planeta. Sin embargo, un estudio muestra como, a pesar de la deforestación de las selvas tropicales, estos tres actores o factores están haciendo reverdecer el planeta. Pero los investigadores advierten de que no se puede fiar el futuro del clima de la Tierra a chinos, rusos y los caprichos de El Niño.

Las plantas son la base de la vida. Sobre ellas descansan los ecosistemas de los que, en última instancia, dependen los humanos. La cubierta vegetal es, además, la primera línea de defensa contra el cambio climático. Bosques, selvas, pastos, matorrales o campos cultivados retiran de la atmósfera la cuarta parte del CO2 antropogénico (en su mayoría por los combustibles fósiles) que está calentando el planeta. Por eso, cada hectárea arrancada a las selvas amazónicas, de Indonesia o el África ecuatorial es un drama global.

Sin embargo, un estudio publicado en Nature Climate Change y realizado por investigadores de Australia muestra ahora que la deforestación de los bosques tropicales está siendo compensada con la reforestación en otras partes del planeta en la última década. Con datos de varios satélites de 20 años, los científicos han comprobado que grandes zonas de Rusia, China, el norte de Australia, el sur de África y hasta el este de Brasil están recuperando el verde.

"A pesar de la continua deforestación en América del Sur y el sudeste de Asia, hemos encontrado que la disminución en estas regiones se ha visto compensada por la recuperación de los bosques fuera de zonas tropicales y un nuevo crecimiento en las áridas sabanas y matorrales de Australia, África y el sur de América", dice el científico del Centro para la Investigación del Cambio Climático de la Universidad de Nueva Gales del Sur (Australia) y principal autor del estudio, Yi Liu.
Entre las ganancias de masa forestal y, por tanto, retirada de CO2 de la atmósfera, destacan las obtenidas en Rusia y China. Las mediciones satelitales muestran que en ambos países la cubierta vegetal ha aumentado en las últimas décadas, aunque por razones bien diferentes. "En Rusia, los bosques han ocupado de forma natural las tierras de cultivo abandonadas tras la caída del comunismo. Mientras, en China, los proyectos de repoblación masiva de árboles han aportado una cantidad destacada a la biomasa global", sostiene Liu. "Entre ambos actores, compensan más de la mitad de la pérdida de carbono debida a la deforestación tropical", añade.

En concreto, la pérdida de selvas tropicales ha conllevado una reducción de su capacidad de retener carbono robado a la atmósfera de unas 210.000 toneladas de CO2 (Tm/CO2) anuales entre 2003 y 2012. Por su parte, la nueva cubierta vegetal en Rusia y China captura cada año 100.000 y 70.000 Tm/CO2 respectivamente. Si se tiene en cuenta que la aportación de las selvas tropicales al total es de un 44%, por un 17% de los bosques templados y boreales, China y Rusia se merecen un aplauso.

El resto de las felicitaciones por aumentar la cubierta vegetal del planeta hay que dárselas a las sabanas y áreas de matorral. Su aportación al ciclo del carbono (medido como el intercambio neto entre la atmósfera y la tierra) no ha sido estudiada con la misma intensidad que la de los bosques. Por supuesto, por hectárea, su capacidad de captura es menor, pero se trata de grandes extensiones que, por azares del clima, están más verdes que nunca.

"Estos otros paisajes son relevantes porque cubren una extensión muy grande, particularmente en el hemisferio sur, cubriendo una buena parte de Australia, las sabanas africanas y en el sur de la Amazonia, el Cerrado. Si incluimos las áreas de matorral de zonas semiáridas, abarcamos una extensión aún mayor", recuerda el director del Global Carbon Project y coautor del estudio, el catalán Josep Canadell. Para este investigador de CSIRO, la agencia nacional de investigación de Australia (como el CSIC en España), "los flujos y cantidades de carbono son aún más pequeños que en los trópicos, pero lo importante es que estas regiones están cambiando".
Combinadas, la biomasa de sabanas y matorrales alojan, según el estudio, 50.000 Tm/CO2 al año desde hace un lustro. Eso hace que la captura neta global haya aumentado en los últimos años, invirtiendo la tendencia general de pérdida de cubierta vegetal observada en la última década del siglo pasado.

Hay varios factores que están elevando el protagonismo de sabanas, áreas de arbustos y, en menor medida de los campos cultivados: cambios en el uso del suelo, mejores técnicas agrícolas, reducción de incendios... Pero para Canadell hay dos elementos claves. "Hay evidencias de que una razón es el aumento de la eficiencia en el uso del agua debido al incremento del CO2 en la atmósfera", comenta. Puede parecer una paradoja, pero, como recuerda el investigador catalán, "el CO2 es malo para el clima, pero no para las plantas". Como sucede en un invernadero, al haber mayor concentración de dióxido de carbono, los estomas de la planta (poros en las hojas que le permiten respirar) no tienen que abrir tanto para tomar la misma cantidad de CO2, perdiendo menos agua que pueden usar para crecer más.
El otro factor tiene que ver con la oscilación térmica El Niño y su reverso, La Niña. Este fenómeno, que se inicia en el océano Pacífico, afecta a los patrones de lluvia, alternando periodos muy secos con meses de lluvias torrenciales en zonas donde dominan las sabanas o el matorral. El cambio climático está afectando a este juego infantil, alterando aún más la impredecible duración de cada periodo y su carácter más o menos seco.

"El cambio climático está trayendo más variabilidad al clima y, por tanto, a los ciclos de auge y colapso. Hemos estudiado estos ciclos y la vegetación crece más cuando hay más lluvia que la que se pierde cuando hay menos, por lo que creemos que el resultado final es que los sistemas podrán capturar más carbono", explica el director ejecutivo del Global Carbon Project.

Sin embargo, este aumento en el verde del planeta no basta. Como recuerda Canadell: "sabemos que sobre el 50% de las emisiones procedentes de las actividades humanas permanece en la atmósfera aún después de que la otra mitad sea retirado por la vegetación terrestre y los océanos. La única manera de estabilizar el sistema climático es reducir las emisiones de los combustibles fósiles a cero".

Fuente: ElPais.com
Miguel Angel Criado

miércoles, 11 de febrero de 2015

El hombre ya contaminaba antes de la Revolución Industrial.

La actividad minera impulsada por los conquistadores españoles en América del Sur generó polución desde el s. XVI, según muestran partículas halladas en un glaciar peruano

Durante más de cuatro siglos la nieve y el hielo han conservado las pruebas que demuestran que el impacto causado por el hombre en la atmósfera era ya anterior al inicio de la Revolución Industrial, a mediados del siglo XIX. Se trata de minúsculas partículas contaminantes procedentes de las minas de plata de Bolivia, cuya explotación intensiva impulsaron los conquistadores españoles desde el siglo XVI.

Un equipo de científicos de la Universidad de Ohio (EEUU) las encontraron en 2003 en el glaciar Quelccaya, al sureste de Perú. Ahora, publican los resultados de su análisis en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS).

Según aseguran, constituyen las pruebas más antiguas de contaminación atmosférica en América del Sur, pues en otros lugares de la Tierra se han hallado restos de contaminación anteriores. Por ejemplo, en Groenlandia se descubrieron trazas de contaminación del siglo V a.C que, según se cree, fueron generadas por las actividades que llevaban a cabo las antiguas civilizaciones griega y romana y transportadas por el aire.

Partículas transportadas por el viento
Las partículas halladas en el glaciar peruano también viajaron cientos de kilómetros (unos 800 km) pues, según exponen los investigadores en su estudio, lo más probable es que fueran generadas en la mina de Potosí (en la actualidad es Bolivia), donde los conquistadores españoles obtenían la mayor parte de la plata. Desde allí, habrían sido trasladadas por el viento hasta el glaciar de Perú.

Aunque la mayor parte de la polución generada en esa época tenía su origen en Potosí, donde se encontraba la mina de plata más grande del mundo desde el siglo XVI al s.XVIII, había más minas en uso que también contribuyeron a contaminar la atmósfera durante más de 200 años.

Según recuerdan los científicos, en el siglo XVI, el imperio español obligó a las incas a trabajar en las minas de plata de Potosí. Aunque este avanzado pueblo ya sabía cómo llevar a cabo el refinado de la plata (para separarla de las impurezas), los españoles introdujeron una nueva tecnología para incrementar la producción.

Así, por primera vez, se generaron en la cordillera de los Andes espesas nubes de polvo que contenían plomo. Estas partículas fueron trasladadas por el viento hasta el glaciar Quelccaya, donde quedaron sepultadas por la nieve durante siglos.

Los científicos compararon el tipo de partículas de Quelccaya con las encontradas en Tierra de Fuego (Chile) y en depósitos de distintas regiones de América del Sur: Potosí y otras zonas de Bolivia, y Perú.

Al extraer muestras del hielo de este glaciar, los científicos encontraron una capa que contenía estas finas partículas, cuya datación coincide con ese periodo histórico. Su análisis reveló que contenía trazas de polvo y lleva la firma química de las minas de plata de Potosí, según sostienen.

Para Paolo Gabrielli, autor del estudio, este hallazgo "respalda la idea de que el impacto humano en el medio ambiente estaba ya ampliamente extendido incluso antes de la Revolución Industrial", pues fueron generadas unos 240 años antes de su inicio. El glaciar Quelccaya, no obstante, es uno de los pocos lugares de la Tierra en los que ha sido posible estudiarlo.

Esta masa helada de Perú es considerada por Lonnie Thompson, que también participa en este trabajo, como una piedra de Rosettta para el clima, pues de ella han podido obtener muestras del hielo que se ido formando durante los últimos 1.200 años en los Andes. Los científicos analizan la composición química de las distintas capas para intentar averiguar los cambios climáticos que han ido sucediéndose.

La obtención de plata
Para hacer su análisis, utilizaron un espectrómetro de masa y estudiaron la concentración de polvo contaminante depositado entre los años 793 y 1989 . Buscaron restos de antimonio, bismuto, molibdeno y sobre todo plomo, ya que la técnica introducida en América del Sur por los españoles para refinar la plata consistía en triturar la mena de plata (que contiene plomo) para convertirla en polvo. La plata molida se mezclaba entones con mercurio y se dejaba reposar durante semanas. Posteriormente, esa amalgama se lavaba y se fundía para obtener plata más pura. Ese proceso se llamaba amalgamación.

En las capas de hielo con una datación anterior al año 1450 la cantidad de partículas contaminantes era baja y estable. El espectrómetro usado para este estudio detectó picos en la concentración de esos elementos en las muestras de hielo, también durante los años anteriores a la llegada de los españoles. Sin embargo, creen que esas capas probablemente procedían de fuentes naturales de contaminación, como erupciones volcánicas. Un poco antes del año 1600, se empezaron a acumular en el glaciar Quelccaya cantidades mucho mayores de esos elementos, que persistieron hasta principios del siglo XIX, cuando los países de América del Sur se independizaron.

Las partículas contaminantes, explican los investigadores, no eran visibles al ojo humano (la muestra de la que las extrajeron tenía la apariencia del hielo limpio) y sólo pudieron ser detectadas gracias al análisis espectroscópico. El hecho de haberlas encontrado en una zona tan remota como este glaciar peruano y alejada de la mina de Potosí, añaden, sugiere que la cantidad de contaminación generada por la minería y la metalurgia debía ser significativa. En cualquier caso, son cantidades muy inferiores a las que se han registrado durante el siglo XX.

Fuente: ElMundo.es

miércoles, 3 de diciembre de 2014

El año más cálido jamás registrado.

2014 es uno de los años más cálidos hasta ahora y apunta a ser el más cálido de los que existen registros, lo que confirma la tendencia al calentamiento global a largo plazo, según ha informado la Organización Mundial de la Meteorología (OMM) que ha presentado este miércoles sus estimaciones preliminares sobre el estado del clima.

"De la información provisional para 2014 se desprende que catorce de los quince años más calurosos de los que se tiene registro se han dado en el siglo XXI", manifestó en rueda de prensa el secretario general de la OMM, Michel Jarraud.

"Lo que ha ocurrido en 2014 corresponde plenamente a lo previsible en una situación de evolución del clima. Un calor sin precedentes sumado a lluvias torrenciales y a inundaciones provocaron la destrucción de medios de subsistencia y de vidas", alertó Jarraud.

El informe se denomina oficialmente "Declaración provisional de la OMM sobre el estado del clima mundial en 2014" y en él se indica que la temperatura media mundial del aire sobre la superficie terrestre y la superficie del mar de enero a octubre fue superior en aproximadamente 0,57 grados centígrados a la media del periodo de referencia de 1961-1990, que fue de 14 grados.

Asimismo, las temperaturas en los diez primeros meses del año fueron 0,09°C superiores a la media de la década anterior (2004-2013). Si en noviembre y diciembre se mantiene la misma tendencia, probablemente 2014 sea el año más caluroso jamás registrado, advierte la OMM. Los precedentes años más calurosos fueron 2010, 2005 y 1998.

Jarraud subrayó que estos resultados confirman la tendencia subyacente al calentamiento a largo plazo. "Debido a unas emisiones de gases de efecto invernadero sin precedentes y a su concentración en la atmósfera, el planeta se ve abocado a un futuro de lo más incierto y, probablemente, inhóspito", advirtió Jarraud.

La Declaración provisional se publicó para que sirviera de base a las negociaciones anuales sobre el cambio climático que se están desarrollando esta semana en Lima.

Las altas temperaturas de enero a octubre se alcanzaron pese a que no se había dado realmente un episodio del fenómeno El Niño, que ocurre cuando unas temperaturas de la superficie del mar superiores a la media en la parte oriental del Pacífico tropical se combinan con sistemas de presión atmosférica que se refuerzan y afectan a las condiciones meteorológicas mundiales.

Durante el año, subieron las temperaturas de la superficie del mar hasta alcanzar casi los umbrales de El Niño, pero esa subida no fue acompañada de una respuesta atmosférica. Sin embargo, en gran parte del mundo se observaron muchas de las condiciones meteorológicas y climáticas normalmente asociadas con el El Niño.

Con respecto exclusivamente a la temperatura media del aire en la superficie de la Tierra, de enero a octubre de 2014 fue de aproximadamente 0,86°C por encima de la media correspondiente al período 1961-1990, lo que la convierte en la cuarta o la quinta más alta de las registradas para dicho periodo.

Las temperaturas mundiales en la superficie del mar fueron las más altas de las que se tenía registro, situándose en unos 0,45°C por encima de la media de 1961-1990. Para los meses de enero a junio, las temperaturas en las profundidades oceánicas de hasta 2.000 metros fueron también sin precedentes. Estas condiciones hicieron que se dieran olas de calor en varios países y en octubre se registró un calor sin precedentes en el norte de Argentina, Paraguay, Bolivia y el sur de Brasil.

Asimismo, durante este año se dieron precipitaciones extremadamente cuantiosas en diversos lugares. En Sudamérica, Buenos Aires y las provincias nororientales de Argentina se vieron gravemente afectadas por las inundaciones. En mayo y junio el total de las precipitaciones superaba en un 250 % la media a largo plazo en Paraguay, el sur de Bolivia y partes del sureste de Brasil.

Las intensas lluvias provocaron el desbordamiento del río Paraná, dando lugar a inundaciones que afectaron especialmente a Paraguay, resultando perjudicadas más de 200.000 personas. Sin embargo, en otros lugares se dieron sequías catastróficas, como en partes de América Central y Brasil. El informe indica especialmente el caso de la ciudad brasileña de São Paulo, que este año se ha visto particularmente afectada por la sequía.

Fuente: ElMundo.es

lunes, 15 de septiembre de 2014

Respiramos aire tóxico y no le damos ninguna importancia

JORDI SUNYER Dirige el Centro de Epidemiología Ambiental
Es Catedrático de la Universidad Pompeu Fabra y un reconocido investigador internacional

Acaba de recibir el prestigioso Premio internacional John Golsmith

Planeaba vivir la medicina a través del fonendoscopio, pero el destino le sacó de la consulta y le llevó a estudiar las enfermedades del aire. Después de 30 años destapando la relación entre medio ambiente y salud, Jordi Sunyer acaba de recibir el Premio internacional John Goldsmith, el más prestigioso en epidemiología ambiental.

¿Es muy nocivo el aire que respiramos?
Es el noveno factor de riesgo respecto a la salud. Por delante está el alcohol, el tabaco, la hipertensión, y pocas cosas más. Está demostrado que la contaminación afecta al aparato respiratorio y también al cardiovascular, entre otros. De hecho, desde hace unos años estamos viendo cuál es su efecto neurotóxico. Mi investigación actual se centra en el posible papel de la contaminación en el crecimiento del cerebro, en su desarrollo.
Si existe una relación tan clara con la salud, ¿por qué recibe menos atención que otros factores?
Supongo que si lo viéramos dentro de 100 años nos llevaríamos las manos a la cabeza, porque realmente lo que está pasando es que estamos respirando un aire tóxico. Y no le damos ninguna importancia porque estamos acostumbrados y nadie cae muerto a nuestro lado. Tenemos una vida en la que el coche es un elemento de alta prioridad, socialmente representa mucho y no queremos renunciar a él.
¿Cómo podemos saber si el sitio en el que vivimos tiene unos niveles altos de contaminación?
Es muy fácil: cuanto más coches, más contaminación. Esto tiene que ver con la densidad del tráfico, así de claro. En California varios estudios demostraron que los niños que acudían a colegios cercanos a vías de tránsito muy denso tenían peor desarrollo pulmonar. Allí ya no se pueden instalar centros educativos cerca de autopistas. Y Dinamarca y otros países han hecho lo mismo.
¿En España estamos a años luz de este tipo de medidas?
Aquí no nos lo hemos tomado en serio. Y claro, en algún momento deberemos hacerlo, tendremos que cambiar porque tenemos unos niveles de contaminación que doblan a los de la mayoría de países europeos.
¿En estos 30 años ha notado cierta evolución en este sentido?
Ha aumentado mucho la cultura de la gente, el nivel educativo. De manera que hay más gente preocupada por estos temas. Y hay algunos parámetros de contaminación atmosférica que han disminuido. Pero el problema del tránsito no lo ha hecho y en Europa las cosas han sido muy diferentes. Ha habido planes de calidad del aire en más de 200 ciudades europeas, pero no aquí. Por otra parte yo no querría ser excesivamente crítico con la política. Es decir, lo que necesitamos es diálogo entre los que hemos estudiado estos fenómenos y los que pueden aportar soluciones.
Mientras llegan estas soluciones. ¿Hay algo que podamos hacer de forma individual?
Nosostros hemos publicado recientemente que los niveles de contaminación dentro de las escuelas son iguales que fuera de las escuelas, es decir, que el confinamiento no sirve para nada. Hay algunos estudios que dicen que una dieta rica en vegetales y fruta tiene un papel protector, y es útil escoger la calles menos contaminadas si vas a usar la bici o hacer jogging. Pero las soluciones han de ser colectivas, no pueden ser individuales. Es un problema colectivo y lo que necesitamos son planes de descontaminación.
¿Qué se conseguiría?
Las ciudades que han hecho estos planes tienen más conectividad social, porque la gente está más en la calle; los niños pueden jugar, hay más espacios verdes, menos ruido, la gente hace más ejercicio... Es todo un paquete de circunstancias que benefian la salud y además reducen riesgos. Por eso es clave la implicación de profesionales como los urbanistas o los arquitectos.
¿Por qué decidió estudiar este ámbito?
Todos somos esclavos del destino. Cuando terminé mi especialidad de medicina de familia y comunitaria, había hecho un master en epidemiología y en aquel momento había unas epidemias de asma en Barcelona y no había mucha gente formada para estudiarlas. Empecé haciendo este tipo de investigación a pesar de que mi vocación era ser clínico. La primera hipótesis que se planteó era que el problema se debía a la contaminación atmosférica, pero luego descubrimos que estas epidemias, que se produjeron en los años 80 y eran muy graves, estaban causadas por la descarga de soja. A partir de ahí ya cogí este camino.
¿Usted cómo se desplaza?
Yo utilizo el transporte público o ando. Andar me relaja y llego a caminar hasta 2 horas al día. Las ciudades de todo el Sur de Europa son perfectas para caminar o ir en bicicleta alternativamente.
¿Alguien que conoce también la relación entre contaminación y salud vive con cierta ansiedad aquí?
No, ansiedad ninguna. Pero resignación tampoco. Al contrario, vivo con mucha voluntad de seguir luchando para que se apliquen soluciones a este problema. Deben ser soluciones muy radicales. Aquí estamos hablando de cambiar el aire de las ciudades. Este será un tema que en pocos años tendrá impacto en la elección de los alcaldes. Al menos este es mi deseo.

Fuente: ElMundo.es

viernes, 27 de junio de 2014

La Tierra, cambios profundos en 2050.


De los trópicos a los polos, el calentamiento global habrá transformado el planeta de forma incontestable en pocas décadas. Los impactos serán económicos y humanos
El Ártico, menos hielo e intereses económicos
La Antártida, el difícil continente aislado

La geotransformación ha comenzado. El planeta Tierra está inmerso en un cambio insólito, por lo acelerado que, de una manera o de otra, con efectos diferentes aquí o allá, llega a todos los lugares. “A mediados de siglo las evidencias del cambio climático, en aspectos que ahora pueden no ser aún muy visibles, serán incontestables”, dice el experto Manuel de Castro. Muchos países no tendrán capacidad económica para poner en marcha medidas de adaptación que eviten los impactos más adversos. Los desarrollados seguramente sí, pero con un coste alto. En España, por ejemplo, solo la subida del nivel del mar hacia 2050, en algunas provincias, puede suponer un coste equivalente a entre el 0,5% y el 3% de su PIB, que llegaría al 10% a finales de siglo, según un reciente estudio liderado por Íñigo Losada, director de Investigación del Instituto de Hidráulica Ambiental de Cantabria.

Las temperaturas seguirán aumentando y, hacia 2050, la media global será entre uno y dos grados más alta que ahora, dependiendo de cuántos gases de efecto invernadero se emitan. “Y eso es mucho: hay que tener en cuenta que se ha fijado, el límite de dos grados de aumento, aproximadamente, desde la época preindustrial, como máximo a no superar para evitar las peores consecuencias, y a mediados de siglo estaremos muy cerca o ya en esos dos grados”, continúa De Castro, catedrático de Física de la Tierra de la Universidad de Castilla-La Mancha. Hay que tener en cuenta, recuerda, que desde la época preindustrial, hacia 1780, la temperatura media del planeta ha subido ya 0,8 grados y —no se cansan de repetir los científicos— no es que la Tierra no haya sufrido cambios climáticos en el pasado; al contrario, han sido abundantes, pero no hay registro de ninguno tan rápido como el actual. La gran novedad, además, es que en esta ocasión se debe a la actividad humana. “Es Física: se refuerza el efecto invernadero por las emisiones, sobre todo de los combustibles fósiles, y el planeta se calienta”, afirma taxativamente De Castro.
La convulsión del clima tiene múltiples manifestaciones, efectos y retroalimentaciones. “A mediados de siglo, el Ártico será un océano libre de hielo en verano, con importantes rutas de navegación y transporte marino, así como grandes puertos e infraestructuras asociadas”, describe Carlos Duarte, del Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados (IMEDEA, CSIC-UIB). Y más sobre el Ártico dentro de 50 años: “Muchas especies asociadas al hábitat del hielo, como el oso polar, focas, morsas y algas, se encontrarán en un estado crítico de conservación o se habrán extinguido, mientas que muchas otras, como el bacalao, gambas, bosques de algas y praderas submarinas se habrán extendido creando nuevos ecosistemas con nuevas funciones y servicios a la sociedad”, añade este oceanógrafo experto en los confines septentrionales de la Tierra.

Otra extensa parte de planeta que habrá cambiado dentro de unas décadas es la Amazonia, que puede sufrir una deforestación acelerada por el efecto combinado de las sequías prolongadas y los incendios, como muestra un trabajo publicado en Proceedings (Academia Nacional de Ciencias, EE UU) por Paulo Monteiro Brando (Instituto de Pesquisa Ambiental da Amazonia) y sus colegas. “Las interacciones entre el clima y los cambios del uso de la Tierra pueden desencadenar la extensa degradación de las selvas amazónicas; los incendios de alta intensidad asociados a los fenómenos meteorológicos extremos pueden acelerar esta degradación incrementando abruptamente la mortalidad de los árboles”, explicaban hace un mes.
Los estudiosos del clima puntualizan que las proyecciones climáticas no consisten en predecir el tiempo meteorológico que hará dentro de 50 años, en una semana concreta en una localidad determinada. No se trata de una predicción del tiempo a larguísimo plazo, sino de identificar los rasgos y de calcular los cambios del clima de la Tierra y sus posibles manifestaciones en la medida en que se vayan acumulando más o menos gases de efecto invernadero en la atmósfera. “La precipitación media global dentro de 50 años aumentaría entre un 5%, en el escenario más favorable de menor concentración de gases de efecto invernadero, y un 15% de incremento en el escenario más desfavorable”, resume De Castro. “Pero su distribución será muy desigual entre regiones. Como regla general, las zonas húmedas recibirán más precipitaciones y las áridas, tendrán menos lluvias, con pocas excepciones”.

Tampoco el cambio en las temperaturas será uniforme, de manera que habrá entre un 20% y 70% menos días de frío extremo respecto a los actuales, especialmente en latitudes altas, mientras que el número de días de calor realmente alto aumentará entre un 30% y un 250%, sobre todo en latitudes medias. Y la duración e intensidad de las sequías es probable que aumenten en regiones como la cuenca del Mediterráneo, Europa Central, Centroamérica, noroeste de Brasil y Suráfrica, apunta el catedrático de Castilla la Mancha. En la península Ibérica “los inviernos será un poco más suaves y, aunque seguirá habiendo días muy fríos, serán menos frecuentes; los veranos serán mucho más tórridos y las precipitaciones serán menos abundantes entre abril y octubre”.

Millones de personas notarán el cambio climático directamente en las regiones costeras que el mar, al subir, se habrá comido literalmente o erosionado mucho. Algunas islas, como varias del Pacífico, o las Maldivas, tendrán problemas serios de pérdida de habitabilidad por áreas sumergidas o por la salinización de acuíferos. Los deltas de los ríos se verán afectados, además de playas y costas en todo el mundo, con impacto enorme, por ejemplo, en el turismo.

“En España, el aumento del nivel del mar afectará a toda la costa. Será notable en el delta del Ebro o zonas bajas como la desembocadura del Guadalquivir o Huelva; el impacto será destacable también en puertos e infraestructuras costeras, incluso con pérdida de operatividad en muchos casos, y se perderá gran parte de las playas encajadas en las costas del Cantábrico y de la Costa Brava”, explica Losada. Advierte de que las grandes y dañinas tormentas que ha sufrido este invierno la costa norte española pueden ser más habituales dentro de pocas décadas.
“La subida del nivel medio del mar desde 1900 ha sido de unos 20 centímetros, y los valores proyectados para 2050 están entre 24 y 29 centímetros más”, resume Losada. ¿Y ese crecimiento del agua, de dónde saldrá? La mayor parte, responde este experto, se debe a la expansión térmica del agua, la dilatación de un material que se calienta, pero también de la fusión de los glaciares y las masas de hielo en Groenlandia, Ártico y Antártida. “Por ejemplo, si se fundiera la masa de hielo que cubre Groenlandia, lo que sería posible excediendo temperaturas globales por encima de dos o cuatro grados respecto a la preindustrial, se estima una subida del nivel medio del mar global de hasta siete metros”, explica Losada. Pero eso sería, en todo caso, mucho más allá de finales del siglo XXI. De momento, las tres evidencias claras de cambio climático en el océano son: subida del nivel, calentamiento del agua y acidificación de la misma, con gran impacto en prácticamente todas las especies marinas y muy especialmente en los corales.

Los trópicos se están ampliando hacia latitudes cada vez más altas, y el proceso seguirá. No solo la frontera con las latitudes medias, determinada por la circulación atmosférica específica de la banda ecuatorial, se desplaza hacia el Norte y el Sur arrastrando sus condiciones de vientos secos y desiertos. Desde 1979, el cinturón atmosférico tropical se ha ensanchado entre 225 y 530 kilómetros, sumando el efecto en ambos hemisferios. Además, según han anunciado dos equipos científicos hace poco, la fase más intensa de los ciclones tropicales, como huracanes y tifones, se desplaza igualmente con el ensanchamiento del trópico. Las migraciones de millones de personas huyendo de las zonas más acosadas por la sequía serán seguramente una realidad dentro de 500 años.

Para finales de siglo, muchos de estos efectos del calentamiento global se habrán agudizado y otros habrán empezado a mostrarse con toda claridad. “Lo seguro es que dentro de 50 años ya no habrá climaescépticos”, concluye De Castro, “puesto que hará tiempo que las evidencias del calentamiento global antropogénico habrán llegado a ser absolutamente incontestables”.

Pronósticos para todo el planeta

Los expertos de la NASA resumen las proyecciones climáticas para las grandes zonas del planeta.
Europa. Aumenta notablemente el riesgo de inundaciones catastróficas en el interior. En las costas también habrá inundaciones más frecuentes y la erosión de agudizará por las tormentas y la subida del nivel del mar, se reducirán los glaciares en las áreas montañosas así como la cubierta de nieve en las latitudes altas. La pérdida de especies animales y vegetales será importante y se reducirá la productividad de las cosechas en el sur del continente.
América Latina. En general se registrará un reemplazo gradual de la selva tropical por la sabana en la Amazonia oriental, con un alto riesgo de pérdida de biodiversidad y extinciones de especies en muchas áreas tropicales, y cambios significativos en la disponibilidad de agua dulce para el consumo humano, la agricultura y la generación de energía.
América del Norte. Habrá una disminución de las nieves en las regiones montañosas occidentales, un incremento de entre el 5% y el 20% de las precipitaciones en algunas regiones agrícolas (lo que será favorable) y un incremento en la intensidad y frecuencia de las olas de calor en lugares que ya las sufren.
África. Ya a finales de esta década habrá entre 75 y 220 millones de personas expuestas al incremento de la escasez de agua dulce, pueden reducirse las cosechas que dependen de las precipitaciones hasta un 50% en algunas regiones y el acceso a la alimentación pude estar gravemente comprometido.
Asia. Especialmente en el sur, el centro, el este y el sureste, se reducirá la disponibilidad de agua dulce hacia 2050; extensas áreas costeras están en riego por el incremento de las inundaciones y en algunas regiones se esperan más y más intensas sequías.

Fuente: ElPais.com

martes, 3 de junio de 2014

La tragedia de la basura electrónica.


El 75% de los residuos electrónicos no llega a las plantas de reciclaje.
Un hombre pasea por un vertedero de residuos electrónicos en un suburbio de Acra, la capital de Ghana. Camina pisando pantallas rotas, carcasas de ordenadores y teclados. Pero va buscando algo concreto, pistas que poder seguir en su investigación. Mike Anane es un periodista ambiental local. De pronto, ve una inscripción sobre una carcasa rota: Leeds City Council. Tiene lo que buscaba. ¿Cómo ha terminado un ordenador achatarrado perteneciente a un ayuntamiento de Reino Unido en un vertedero de Ghana si la exportación de residuos electrónicos está prohibida en la Unión Europea? Habrá que preguntárselo al propio ayuntamiento de Leeds.

El inicio del nuevo documental de la realizadora alemana residente en España Cosima Dannoritzer (Dortmund, 1965), La tragedia electrónica -producido por Mediapro en colaboración con varias televisiones públicas como TVE, Arte France o Al Jazeera-, refleja con un ejemplo sencillo una realidad que las sociedades de los países industrializados parecen haber interiorizado y ven como una normal sucesión de acontecimientos, a pesar de estar prohibida desde 1992 por la Convención de Basilea. Todos los países del mundo han ratificado este acuerdo, excepto en Estados Unidos y Haití.

Cada año, los países desarrollados producen hasta 50 millones de toneladas de residuos electrónicos como ordenadores, televisores, teléfonos móviles, electrodomésticos... Y, según el documental de investigación, el 75% de todos ellos desaparece del circuito oficial y una buena parte se exporta ilegalmente a África, China o India. Los datos oficiales de la Unión Europea señalan que dos terceras partes -el 66%- de los residuos electrónicos del continente no se reciclan adecuadamente en plantas homologadas. «Se calcula que el tráfico de residuos electrónicos mueve ya más dinero que el negocio de la droga», narra Dannoritzer en el documental.

País por país, cada caso es diferente. Según las investigaciones que refleja el documental, en España el problema parece estar más en la negligencia y el tratamiento inapropiado en chatarrerías. Belén Ramos, de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), colocó con su equipo 16 rastreadores por satélite en residuos electrónicos que depositó en distintos puntos de toda España para comprobar si llegaban a plantas de reciclaje. De los 16 aparatos, sólo cuatro llegaron a plantas de reciclaje homologadas. El resto, un 75%, se eliminó ilegalmente. «Hay tanta gente interfiriendo en el sistema legal de reciclado, que será un milagro que alguno, por lo menos en España, llegue a una planta oficial», dice Ramos en el largometraje.

Pero, como pudo comprobar Mike Anane por sí mismo, en otros lugares se viola con asiduidad la prohibición de la Convención de Basilea de exportar a terceros países los desechos peligrosos. El 100% de la basura electrónica que se genera en Europa cuando los aparatos se estropean o quedan obsoletos debería gestionarse de forma controlada y con garantías sanitarias y ambientales dentro de las fronteras de la Unión Europea.

Sin embargo, alrededor del 10% de los 1,4 millones de toneladas de residuos electrónicos que produce Reino Unido se exporta ilegalmente, es decir, entre 100.000 y 140.000 toneladas de basura, en algunos casos, peligrosa. Y desde Alemania, cada semana parten hasta 100 contenedores con este tipo de residuos con destino a Ghana.

Los residuos electrónicos contienen, entre otros materiales, metales preciosos como oro y plata y también cobre, plomo y tierras raras como el lantano, el terbio o el neodimio, muy cotizados por la industria electrónica. Según refleja el documental, Europa gasta en la actualidad 130.000 millones de euros al año en importar metales estratégicos y parte de esa demanda se podría cubrir a través del reciclado de estos desechos.

Y, aunque sin garantías de salubridad ni de seguridad laboral ni ambiental, eso es lo que se hace en los países de destino de los residuos provenientes de Europa o de EEUU. De 50.000 teléfonos móviles se pueden extraer hasta un kilogramo de oro y 10 kilos de plata, valorados en más de 40.000 euros. Y la UE sólo recicla el 1% de los móviles que quedan en desuso.

En Estados Unidos no está prohibida la exportación de estos residuos y, según Joan Úbeda, productor ejecutivo del documental, el 60% de los que salen del país van a parar a China. Hasta el puerto de Hong Kong llegan cada día 63.000 contenedores, por lo que es imposible controlar al 100% la entrada ilegal de materiales. Se calcula que hasta 100 de ellos contienen residuos electrónicos. El equipo de rodaje tuvo que contar con personal chino para poder adentrarse en Guiyu, el mayor basurero electrónico del mundo. Y las prácticas de extracción de materiales que refleja el documental con toda crudeza dejan el corazón helado. No hace falta ser un experto ambientalista para comprobar la aberración que supone para el entorno y para la salud de los trabajadores. «Pero el coste de la obtención de materiales valiosos en Guiyu es una décima parte que lo que costaría en Europa o en EEUU», dice Úbeda.

«A China no pudimos viajar nosotros porque tienen mucha vigilancia y no nos dejarían grabar», aseguró ayer a EL MUNDO Cosima Dannoritzer, tras la presentación del largometraje en Madrid. «Pero de Ghana volvimos con problemas en la piel por el humo de los materiales que queman, imagina lo que debe ser respirar ese aire cada día... Los niños que se crían allí tienen muchísimos problemas de salud».

Fuente: ElMundo.es

martes, 29 de octubre de 2013

La fiebre del oro deforesta la Amazonía peruana.

En 2008, la crisis económica en Perú, asociada a un incremento del precio del oro, provocó un auge de la minería del preciado metal. Un estudio ha demostrado, mediante imágenes de satélite, mapas aéreos y datos de campo, que la superficie ocupada por esta actividad en la Amazonía occidental ha aumentado en un 400% entre 1999 y 2012, y que la tasa de deforestación que causa se ha triplicado.
El trabajo, publicado esta semana en la revista 'PNAS' y conducido por investigadores del Instituto Carnegie de Ciencias de Stanford (EE UU) y del Ministerio de Medio Ambiente peruano, analiza la evolución de las prospecciones mineras en torno a los ríos de la región de Madre de Dios (Perú), en plena selva amazónica.
Según los autores, esta zona es especialmente rica en biodiversidad, y "una sola hectárea de la región tiene más de 300 especies de árboles". Además, las reservas de carbono superan las 100 toneladas por hectárea y las poblaciones de depredadores como los jaguares y de grandes primates se incluyen entre las mayores del planeta.
Por todo ello, el estudio señala que "extraer el oro que subyace en la selva supone una amenaza para la biodiversidad y para el carbono secuestrado en las plantas y los suelos que cubren los depósitos".
Para el análisis, los científicos han utilizado imágenes de satélite de alta resolución tomadas entre 1999 y 2012, que contrastaron con los datos basados en observaciones in situ y con mapas aéreos.
Los resultados revelan un aumento de la extensión ocupada por esta actividad de 10.000 hectáreas en 1999 a más de 50.000 en septiembre de 2012. Estas cifras superan todas las mediciones anteriores proporcionadas por el Gobierno peruano y otras organizaciones, que utilizaban técnicas tradicionales de cartografía por satélite.

Minería ilegal

Los autores indican que este fuerte incremento se debe a la aparición de miles de nuevas explotaciones de actividad clandestina que en 2012 constituían el 51% de la minería total de la región."El impacto ambiental que provocan estas pequeñas operaciones es equiparable al producido por las tres grandes minas de zona".
El trabajo pone en evidencia el rápido crecimiento de la minería del oro en esta zona y señala que los métodos de observación de alta resolución son necesarios para cuantificar con precisión el impacto de la actividad humana. "La tasa de incremento y los impactos ecológicos siguen siendo poco conocidos y subestimados", indica el estudio.
Las soluciones propuestas por los investigadores para luchar contra esta situación incluyen una mejor legislación para proteger las selvas tropicales y los cursos de agua, así como un mayor control de la especulación con el oro en los mercados financieros.

Fuente: ElMundo.es

viernes, 26 de abril de 2013

La Antártida registra el mayor deshielo estacional en mil años.

Un estudio determina que a mediados del siglo pasado este fenómeno sufrió un importante aumento.

El deshielo veraniego en la Península Antártica ha alcanzado el nivel más alto del último milenio, alertó la Universidad Australiana en un estudio divulgado hoy. Esta es una de las conclusiones de la investigación que ha realizado el centro universitario con la ayuda del Sondeo Antártico Británico para entender las causas de los cambios ambientales en la Antártida y calcular el impacto del deshielo en el aumento del nivel del mar.
El estudio, publicado en la última edición de Nature Geoscience, también indica que el deshielo aumentó durante la segunda mitad del siglo XX en esta península helada, situada en el punto más septentrional de la Antártida Occidental.
Un equipo de científicos de las dos instituciones perforó un núcleo de hielo de 364 metros en la isla de James Ross, al norte de la Península Antártica, para medir de esta forma la temperatura en los últimos mil años.
La jefa del proyecto y científica del centro de investigación de la Universidad, Nerilie Abram, explicó que las condiciones climáticas más frías se dieron hace 600 años y que en la actualidad se derrite hasta diez veces más cantidad de hielo en la región en la que se ha hecho el examen. "En aquella época, las temperaturas eran de unos 1,6 grados centígrados menos que las registradas en el siglo XX y la cantidad anual de nieve que se derritió y se volvió a congelar fue del 0,5%. Hoy vemos que se derrite hasta diez veces más de nieve de la que cae anualmente", apuntó Abram en un comunicado.
"Las temperaturas en el lugar han aumentado gradualmente en diversas fases durante muchos cientos de años, pero la mayor parte de la intensificación del deshielo ha ocurrido a partir de mediados del siglo XX", agregó la investigadora.

La Antártida es la parte que más rápido se ha calentado en el Hemisferio Sur
Según este estudio, la Península Antártica se ha calentado hasta un nivel en el que un pequeño aumento de la temperatura puede desencadenar una notable alza de la descongelación del hielo durante el verano austral. "Esto tiene implicaciones importantes para la estabilidad del hielo y los niveles del mar en medio del calentamiento climático", aseveró la científica.
El equipo de científicos se centró en la Península Antártica porque es la región que en el último medio siglo se ha calentado más rápidamente que cualquier otra en el hemisferio Sur. Para efectuar las mediciones, el equipo examinó las diferentes capas de hielo durante el periodo de deshielo y el de congelación. Así, los científicos pudieron examinar la historia de la congelación en el área por medio de comparaciones entre las capas y los cambios de temperatura en el núcleo de hielo durante los últimos mil años.
Robert Mulvaney, uno de los expertos que formó parte del equipo, señaló que los registros de la intensificación del deshielo en la Península Antártica, conocida en Argentina como Tierra de San Martín y en Chile por Tierra de O'Higgins, son particularmente importantes en momentos en que la pérdida de glaciares y la capa de hielo antártico es visible en el área.
El científico británico resaltó que se cree que el deshielo ocurrido durante la estación veraniega ha "debilitado las capas de hielo en la Península Antártica y ha generado una sucesión de derrumbes dramáticos y acelerado la pérdida de glaciares en los últimos cincuenta años".
Los científicos creen que, parcialmente, el deshielo en la Península Antártica está relacionado con el cambio climático provocado por la acción humana y el aumento en la fuerza de los vientos occidentales. Sin embargo, advierten de que este impacto no puede extrapolarse a toda la región occidental de la Antártida, en la que el deshielo y la pérdida de los glaciares son procesos complejos y desconoce si son causados por el cambio climático.

Fuente: ElPais.com

 

lunes, 25 de febrero de 2013

La problemática de los resíduos sólidos urbanos.


LA PROBLEMÁTICA DE LOS RESIDUOS

Las sociedades urbanas han producido desde hace mucho tiempo gran cantidad de residuos difíciles de reciclar; no tanto por su composición (similar a las áreas rurales), sino por su cantidad (Del Val, 1993).
Los residuos son aquellas materias primas generadas en las diferentes actividades de extracción, transformación, producción y consumo que no han alcanzado un valor económico en el contexto en que han sido generados, éste concepto es dinámico ya que lo que se desecha puede ser luego utilizado como materia prima en un proceso productivo bajo otros conceptos y donde sea necesaria la aplicación de técnicas y tecnologías adecuadas para su recuperación e integración; de no ser así los residuos que ya no tienen valor alguno deben eliminarse por medio de tratamientos ecológicos a fin de generar el mínimo de degradación ambiental (citado por Peyric, 2002).
La población y sus actividades genera grandes cantidades de residuos, los cuales al no recibir un manejo y tratamiento adecuado produce serios problemas ambientales, la incorrecta disposición final de los residuos sólidos urbanos y su dispersión irregular tienen un efecto negativo sobre el ambiente produciendo un deterioro paulatino y en ocasiones con resultados irreversibles (Peyric, 2002).
La utilización en gran escala de la energía del carbón y el petróleo para el transporte horizontal de alimentos y materias primas, y con la electricidad para el transporte vertical en los ascensores, se da el gran paso en la historia para llegar a las elevadas  poblaciones actuales, las que se consideran grandes transformadores de la materia prima (Del Val, 1993). Las fábricas emplean energías no renovables y generan una enorme producción de residuos. El desequilibrio natural del ser humano productor y consumidor, y no reciclador o descomponedor, llega al máximo en las sociedades actuales, productoras de residuos e incapaces de reciclarlos  devolverlos al medio sin agredirlo (Del Val, 1993).
Los residuos que se generan en la actualidad en las sociedades actuales de occidente, con excepción de pequeños núcleos rurales, corresponden a actividades similares de manufacturas, consumo doméstico, explotaciones mineras, agrícolas o ganaderas, etc., por lo que se diferencian en la cantidad y porcentajes más que en la calidad (Del Val, 1993).
En la actualidad los residuos son eliminados mediante en enterramiento en un vertedero o por medio de la incineración, sin embargo, según afirma Del Val (1993), éstas soluciones no lo son tanto ya que esconden o transforman la basura en algo perjudicial para el entorno. El vertedero es un enterramiento para evitar la contaminación, pero no siempre sucede así y se convierte en un camuflaje de basura que genera otros problemas como contaminación ya sea de las napas, del aire o visual ya que no siempre los vertederos son manejados como corresponde. La incineración no es más que un proceso de transformación de sustancias en otras que pueden resultar peligrosas y que necesitan de un vertedero para eliminar las escorias resultantes.
La solución más conveniente para el tratamiento de los residuos está dada por la posibilidad de recuperarlos o convertirlos en una sustancia de utilidad, es decir se pueden reciclar, en especial la materia inorgánica; y en el caso de la materia orgánica puede ser transformada en compost, que es un abono natural para los vegetales. Sin embargo éstas posibilidades ciertas están limitadas en primer lugar por la falta de cultura en las sociedades de realizar una selección de la basura en los domicilios particulares, ya que es necesario la separación en bolsas diferentes  la materia orgánica de la inorgánica, situación que no es tenida en cuenta en la mayoría de las ciudades[1]; por otro lado requiere de plantas de reciclaje o compostaje y no solo que no hay en la actualidad, en especial las segundas sino que significan grandes inversiones.
En los países en desarrollo el tratamiento y deposición final de los residuos sólidos urbanos significa un problema ambiental debido a la falta de tratamiento que son sometidos, sumado a la concentración homogénea de materia orgánica e inorgánica. Los vertederos han significado una fuente de subsistencia para personas desempleadas que mediante el cirujeo realizan una selección y facilitan el reciclaje mediante la venta de los elementos recuperables a empresas privadas posibilitando una mínima solución a la falta de intervención del Estado y organismos. 

TRATAMIENTO DE LOS RESIDUOS SÓLIDOS URBANOS

Son variadas las alternativas para el tratamiento y disposición de residuos sólidos urbanos de manera de minimizar efectos ambientales. Los procesos se clasifican en mecánicos, térmicos y biológicos (Rosales Fritz, 2000).
El primero de los procesos puede subdividirse en trituración que homogeniza la basura favoreciendo la descomposición bioquímica; la compactación disminuye los espacios vacíos condensando la basura a bajo costo y la clasificación. que cosiste en la separación de materiales de la basura por interés económico (Rosales Fritz, 2000).
Entre los proceso térmicos se destaca la incineración, la que reduce un 10% la masa inicial y se realiza a temperaturas mayores a 1000° C; es costoso y genera problemas de contaminación. Otro proceso térmico es la pirólisis que consisten la descomposición térmica en ambiente carente de oxígeno  libre y ocurre a temperaturas menores que la incineración, produciendo gases o líquidos de alto contenido energético sin contaminación apreciable; la masa es mayor que en la incineración (Rosales Fritz, 2000).
Por último, los procesos biológicos se dividen en procesos aeróbicos que son higiénicos y productivos, éste es el proceso mediante el cual se realiza compost. Los procesos anaeróbicos son más lentos y se obtiene un producto (compost) de menor calidad además de estar limitado por el mal olor que produce; sin embargo éste proceso también es importante ya que produce gas metano o biogás. Otros procesos son los rellenos sanitarios y cubiertos que consisten en cubrir con tierra la basura.

VERTIDO CONTROLADO DE RESIDUOS SÓLIDOS

El método más antiguo y sencillo para eliminar los residuos sólidos ha sido el vertido, sin tomar precauciones especiales, en zonas más o menos próximas donde son producidos. El sistema de vertido resulta eficaz para poblaciones que generan una escasa producción de desechos, por lo que en la actualidad resulta inadecuado teniendo en cuenta el crecimiento urbano, con grandes cantidades de basura que deben ser eliminadas y con importantes impactos ambientales que provoca la acumulación incontrolada.
A raíz del problema que genera el vertido libre de residuos sólidos, han surgido nuevas tecnologías que tratan de evitar las implicancias negativas de éste, dichas nuevas posibilidades reciben el nombre de vertederos controlados.
Los vertederos controlados de residuos tienen una limitación en el grado de espesor y compactación de las basuras para conseguir una transformación aeróbica de la materia orgánica en compuestos estables. Además se realiza una cubrición diaria con una capa de tierra para prevenir proliferación de alimañas, vuelo de basura, peligro de incendio, malos olores y mal aspecto del vertedero.
Los métodos básicos usados en el vertido controlado de residuos son los de trinchera y área; en el primero se depositan los residuos en una excavación y son manejados por maquinaria que trabajan en el interior de dicha trinchera, en la cual se vierten y compactan los residuos, que son cubiertos con tierra de la misma excavación; en éste método se debe tener en cuenta el espesor del suelo y las características hidrogeológicas del lugar. El método del área consiste en cubrir con tierra a los residuos y compactarlos directamente en el terreno.
Los residuos depositados en los vertederos se degradan química y biológicamente dando productos sólidos, líquidos y gaseosos. Influyen sobre ésta descomposición el carácter heterogéneo de las basuras, sus propiedades físicas y químicas, las cantidades de oxígeno, la humedad dentro del vertedero, la  temperatura y la población bacteriana. La actividad biológica sigue un modelo determinado; los residuos sólidos en un principio aeróbicamente pero cuando el oxígeno se agota se inicia el predominio de los microorganismos anaeróbicos, produciéndose gas metano, ácidos orgánicos, nitrógenos, compuestos amoniacos y de hierro, manganeso, etc. (Barreto, 1990)


Fragmento GARCIA RUIZ, Juan Pablo “Recuperación de suelos en el Sudeste del Departamento Rawson” FFHA, UNSJ 2005.
Fuentes consultadas:
ROSALES FRITZ, Carla Vanesa “Geología de los depósitos modernos en las adyacencias del Río San Juan y Arroyo Agua Negra e implicancias ambientales, Departamentos 9 de Julio, Rawson y 25 de Mayo, Provincia de San Juan. Tesis de Licenciatura, Departamento de Geología, FCEFyN, UNSJ, 42pp. 2000.
DEL VAL, Alfonso “El libro del reciclaje” Manual para la recuperación y aprovechamiento de las basuras. Integral, Madrid, 1993.
PEYRIC Raúl “El vertido  de RSU en el Gran San Juan, impactos y perspectivas ambientales” en Seminario “Gestión y disposición de residuos sólidos urbanos” PRODEA, San Juan, 2002.
BARRETO, Yacoima “Reciclaje: Una opción para el futuro inmediato. Serie Monografías, Ensayos y Tratados ODEPRI/MET/01. Ed. MARNR, Caracas, 1990.




[1] Se hace referencia a ciudades de países en vías de desarrollo.