lunes, 15 de septiembre de 2014

Respiramos aire tóxico y no le damos ninguna importancia

JORDI SUNYER Dirige el Centro de Epidemiología Ambiental
Es Catedrático de la Universidad Pompeu Fabra y un reconocido investigador internacional

Acaba de recibir el prestigioso Premio internacional John Golsmith

Planeaba vivir la medicina a través del fonendoscopio, pero el destino le sacó de la consulta y le llevó a estudiar las enfermedades del aire. Después de 30 años destapando la relación entre medio ambiente y salud, Jordi Sunyer acaba de recibir el Premio internacional John Goldsmith, el más prestigioso en epidemiología ambiental.

¿Es muy nocivo el aire que respiramos?
Es el noveno factor de riesgo respecto a la salud. Por delante está el alcohol, el tabaco, la hipertensión, y pocas cosas más. Está demostrado que la contaminación afecta al aparato respiratorio y también al cardiovascular, entre otros. De hecho, desde hace unos años estamos viendo cuál es su efecto neurotóxico. Mi investigación actual se centra en el posible papel de la contaminación en el crecimiento del cerebro, en su desarrollo.
Si existe una relación tan clara con la salud, ¿por qué recibe menos atención que otros factores?
Supongo que si lo viéramos dentro de 100 años nos llevaríamos las manos a la cabeza, porque realmente lo que está pasando es que estamos respirando un aire tóxico. Y no le damos ninguna importancia porque estamos acostumbrados y nadie cae muerto a nuestro lado. Tenemos una vida en la que el coche es un elemento de alta prioridad, socialmente representa mucho y no queremos renunciar a él.
¿Cómo podemos saber si el sitio en el que vivimos tiene unos niveles altos de contaminación?
Es muy fácil: cuanto más coches, más contaminación. Esto tiene que ver con la densidad del tráfico, así de claro. En California varios estudios demostraron que los niños que acudían a colegios cercanos a vías de tránsito muy denso tenían peor desarrollo pulmonar. Allí ya no se pueden instalar centros educativos cerca de autopistas. Y Dinamarca y otros países han hecho lo mismo.
¿En España estamos a años luz de este tipo de medidas?
Aquí no nos lo hemos tomado en serio. Y claro, en algún momento deberemos hacerlo, tendremos que cambiar porque tenemos unos niveles de contaminación que doblan a los de la mayoría de países europeos.
¿En estos 30 años ha notado cierta evolución en este sentido?
Ha aumentado mucho la cultura de la gente, el nivel educativo. De manera que hay más gente preocupada por estos temas. Y hay algunos parámetros de contaminación atmosférica que han disminuido. Pero el problema del tránsito no lo ha hecho y en Europa las cosas han sido muy diferentes. Ha habido planes de calidad del aire en más de 200 ciudades europeas, pero no aquí. Por otra parte yo no querría ser excesivamente crítico con la política. Es decir, lo que necesitamos es diálogo entre los que hemos estudiado estos fenómenos y los que pueden aportar soluciones.
Mientras llegan estas soluciones. ¿Hay algo que podamos hacer de forma individual?
Nosostros hemos publicado recientemente que los niveles de contaminación dentro de las escuelas son iguales que fuera de las escuelas, es decir, que el confinamiento no sirve para nada. Hay algunos estudios que dicen que una dieta rica en vegetales y fruta tiene un papel protector, y es útil escoger la calles menos contaminadas si vas a usar la bici o hacer jogging. Pero las soluciones han de ser colectivas, no pueden ser individuales. Es un problema colectivo y lo que necesitamos son planes de descontaminación.
¿Qué se conseguiría?
Las ciudades que han hecho estos planes tienen más conectividad social, porque la gente está más en la calle; los niños pueden jugar, hay más espacios verdes, menos ruido, la gente hace más ejercicio... Es todo un paquete de circunstancias que benefian la salud y además reducen riesgos. Por eso es clave la implicación de profesionales como los urbanistas o los arquitectos.
¿Por qué decidió estudiar este ámbito?
Todos somos esclavos del destino. Cuando terminé mi especialidad de medicina de familia y comunitaria, había hecho un master en epidemiología y en aquel momento había unas epidemias de asma en Barcelona y no había mucha gente formada para estudiarlas. Empecé haciendo este tipo de investigación a pesar de que mi vocación era ser clínico. La primera hipótesis que se planteó era que el problema se debía a la contaminación atmosférica, pero luego descubrimos que estas epidemias, que se produjeron en los años 80 y eran muy graves, estaban causadas por la descarga de soja. A partir de ahí ya cogí este camino.
¿Usted cómo se desplaza?
Yo utilizo el transporte público o ando. Andar me relaja y llego a caminar hasta 2 horas al día. Las ciudades de todo el Sur de Europa son perfectas para caminar o ir en bicicleta alternativamente.
¿Alguien que conoce también la relación entre contaminación y salud vive con cierta ansiedad aquí?
No, ansiedad ninguna. Pero resignación tampoco. Al contrario, vivo con mucha voluntad de seguir luchando para que se apliquen soluciones a este problema. Deben ser soluciones muy radicales. Aquí estamos hablando de cambiar el aire de las ciudades. Este será un tema que en pocos años tendrá impacto en la elección de los alcaldes. Al menos este es mi deseo.

Fuente: ElMundo.es

viernes, 12 de septiembre de 2014

La capa de ozono, en el camino de la recuperación.

Informe de la ONU

Un nuevo análisis del estado la capa de ozono ha determinado que este 'escudo natural' de la Tierra podría recuperarse a mediados de siglo si continúan las medidas de restricción de emisiones de los productos que la destruyen.

El estudio ha estado avalado por la Organización Meteorológica Mundial (WMO) y por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA). En la elaboración de la primera evaluación exhaustiva realizada en los últimos cuatro años han participado 300 reputados científicos, que han concluido que gracias a las medidas adoptadas por el "Protocolo de Montreal relativo a las Sustancias que Agotan la Capa de Ozono", en vigor desde 1989, se está cumpliendo el objetivo de recuperar los niveles de referencia de 1980, cuando aún no había indicios considerables de agotamiento.

El informe declara que, de no ser por este protocolo, los niveles de concentración atmosférica de gases dañinos podrían haber llegado a multiplicarse por diez antes de 2050. Sin embargo, todo parece indicar que el proceso se ha revertido.
Las sustancias más nocivas son los gases CFC (clorofluorurocarbonos) y los halones. Estos productos se han usado en refrigeradores, atomizadores, espumas de aislamiento y equipos de extinción de incendios.

En 1987, estas sustancias produjeron cerca de diez gigatones, aproximadamente siete veces el poder destructivo de las bombas que destruyeron Hiroshima y Nagasaki, de emisiones de dióxido de carbono. Teóricamente, en la actualidad esas emisiones han disminuido más de un 90%. En la práctica, se sabe que hubo reducciones generales de la capa de ozono en las décadas de los 80 y los 90, en los 2000 hubo un estancamiento y, actualmente, hay indicios de recuperación.

Según los cálculos del PNUMA, la aplicación del Protocolo de Montreal habrá evitado dos millones de casos anuales de cáncer de piel en 2030, además de impedir lesiones oculares, daños al sistema inmunológico humano, y de proteger la fauna, la flora y la agricultura.
La eliminación de sustancias nocivas también ha tenido efectos secundarios beneficiosos para el clima mundial, ya que muchas de esas sustancias son también gases con potente efecto invernadero.

Sin embargo, el estudio también advierte que con el rápido aumento de ciertos sustitutos, que también son gases de potente efecto invernadero, podría perderse el terreno ganado. De hecho, los científicos alertan de que la suerte que pueda correr la capa de ozono en la segunda mitad del siglo XXI depende, sobre todo, de las concentraciones de dióxido de carbono, metano y óxido nitroso, los tres principales gases que permanecen en la atmósfera.

Está previsto que el grupo de Evaluación Científica presente las conclusiones principales del nuevo informe en la Reunión anual de las Partes en el Protocolo de Montreal, que se celebrará en París en noviembre de 2014.

Agujero en la Antártida

A pesar de los signos de recuperación, el agujero sobre la Antártida sigue formándose cada primavera y se prevé que esta tendencia continúe durante la mayor parte de este siglo, dada la persistencia en la atmósfera de sustancias nocivas, pese a que ya no se emitan.

El agotamiento del ozono en este continente ha contribuido al enfriamiento de la estratosfera inferior, lo cual es, probablemente, la principal causa de los cambios registrados en los veranos del hemisferio sur en las últimas décadas, con los consiguientes efectos en la temperatura de la superficie, las precipitaciones y los océanos, según especifica el informe.

Fuente: ElMundo.es

domingo, 7 de septiembre de 2014

Temblores y erupciones volcánicas: ¿el combustible del futuro?

Agobiadas por los precios del petróleo, las pequeñas islas del Caribe miran a la energía geotérmica, que se genera en sus propias entrañas, como sustituto del oro negro

En vez de espantar a la gente, la energía que liberan terremotos y volcanes pronto podría echar a andar coches, lámparas y maquinarias.

Esto es especialmente cierto en las pequeñas islas del Caribe, que además de ostentar playas paradisíacas, cuentan con una recién descubierta fuente de energía subterránea que podría ser la gran respuesta al caro y poco sostenible consumo de combustibles fósiles.

Siete países del Caribe oriental tienen enorme potencial para la generación de energía geotérmica, que se puede confirmar con mayor exploración, según un estudio del Banco Mundial. Por ejemplo, en la isla de Guadalupe ya se han desarrollado recursos geotérmicos con la planta eléctrica La Bouillante, que genera 15 Megavatios (MW), lo suficiente como para satisfacer las necesidades de 64.000 hogares. Los recursos en esa región continúan inexplorados, pero los expertos sugieren que el potencial comercialmente explotable podría alcanzar los 850 MW.

Una vez desarrollada, esta energía podría ofrecer a las islas una fuente alternativa y a la vez limpia, económica y menos vulnerable a circunstancias inevitables como el cambio climático. Además, ofrecería un suministro energético confiable a un precio estable --una buena noticia para los usuarios caribeños, que cada fin de mes enfrentan, comparativamente, algunas de las facturas de luz más caras del mundo.

A merced del petróleo

Hoy en día, el uso de la electricidad va de la mano del desarrollo, pero en muchas partes del Caribe y Centroamérica el acceso a este servicio fundamental es cada vez más costoso por su dependencia del petróleo. Más del 90% de sus necesidades de energía primaria proviene de combustibles fósiles --un tercio por encima del promedio regional y el doble del promedio global.

Y mientras países como Brasil y México gozan de fuentes de energía renovable abundantes y diversas para satisfacer sus requerimientos, los pequeños países del Caribe oriental están cada vez más a merced del impredecible mercado del petróleo.

“El reto principal para los países del Caribe oriental (OECS, en inglés) es su alta dependencia del petróleo para generar electricidad. Para poner un ejemplo, en Santa Lucia, el 100% del suministro viene de petróleo,” explica Migara Jayawardena, especialista en infraestructura del Banco Mundial.

En promedio, los estados insulares gastan colectivamente más de 67 millones de sólares al día en petróleo para satisfacer sus necesidades energéticas. Pero con los cambios constantes de precios, cualquier aumento se traslada al consumidor, encareciendo aún más servicios ya costosos, reduciendo la competitividad de las empresas y empeorando la calidad de vida de los caribeños.

Una mina de oro energética

La extracción de energía de los volcanes y los movimientos de la corteza terrestre ya se aplica con éxito en otras regiones, como Indonesia, pero también parece ser una alternativa viable en México y Nicaragua, donde ya se está aprovechando el vapor que surge de las entrañas de la tierra para generar electricidad.

Basta ver un géiser lanzar vapor a la atmósfera para tener una idea de la cantidad de energía que se esconde bajo nuestros pies. Las centrales geotérmicas utilizan las aguas subterráneas en constante ebullición por el calor del magma. El vapor de estas aguas impulsa sus turbinas que, a su vez, generan electricidad. Finalmente, el agua se inyecta de vuelta a la reserva acuífera para mantener vivo el ciclo.

Globalmente, el potencial para la energía geotérmica es más de 75 veces el consumo mundial de electricidad en 2011, según la Agencia Internacional de Energía. En promedio, cada latinoamericano consumía 2045.5 kwh de electricidad en 2010 según el Banco Mundial, casi 4 veces más que en África subsahariano pero apenas el 15% del consumo per cápita de Estados Unidos.

¿Solución perfecta?

Aunque parezca la solución perfecta, la energía geotérmica no es una inversión del todo segura. A diferencia de un yacimiento petrolífero (que se puede detectar antes de empezar a perforar la tierra) la única forma de posible determinar si se liberará energía geotérmica es taladrando la corteza terrestre.

Al contrario de las centrales termoeléctricas, que requieren compras regulares de combustible a precios fluctuantes, con una central geotérmica casi todo se paga por adelantado. Desde el punto de vista del consumidor, esto allana el camino hacia la reducción y la estabilidad de precios energéticos, ya que solo hay que amortizar la inversión inicial y no se producen más gastos variables.

En promedio, construir una central geotérmica cuesta entre 60-70 millones de dólares, una cuantiosa inversión inicial que está mucho más allá del alcance de las altamente endeudadas economías caribeñas.

Una de las soluciones que propone el estudio del Banco Mundial para emprender estas grandes inversiones, es la creación de alianzas entre el sector público y el sector privado en las islas del Caribe Oriental. También recomienda estudios más precisos para determinar cuánto se necesita invertir para desarrollar exitosamente esta tecnología.

Fuente: ElPais.com

Las guerras del fin del mundo.

Veinticinco años después de que Fukuyama proclamara el fin de la historia, civilización y barbarie siguen combatiendo en el escenario global. El enemigo es ahora el radicalismo islámico



Francis Fukuyama publicó en 1989 su famoso artículo sobre el fin de la historia y, en 1992, el libro en que amplió y argumentó su teoría, explicando que, con la desaparición de la Unión Soviética y del comunismo, la democracia no tendría ya en el futuro alternativas de peso e iría poco a poco integrando al mundo en una civilización global de paz y libertad.

¿Quién se atrevería un cuarto de siglo después a sostener una tesis tan optimista? Donde uno vuelva ahora los ojos, la historia está más viva que nunca, las contradicciones y rechazos violentos a la cultura democrática son el signo de la época y ganan terreno por doquier. La URSS y el comunismo han desaparecido para todos los efectos prácticos y los dos últimos Estados comunistas —Cuba y Corea del Norte— son dos antiguallas destinadas a extinguirse más pronto que tarde. Pero Rusia, bajo el liderazgo de Vladímir Putin y su cogollo de antiguos agentes del KGB, resucita como una potencia despótica que desafía a Occidente con éxito y va reconstituyendo su imperio ante un Estados Unidos y una Europa que, con el respaldo de su respectiva opinión pública, protestan y amenazan con sanciones pero no van a ir hoy a la guerra por Ucrania, ya medio devorada por el gigante ruso, ni mañana por los Estados bálticos que serán probablemente el próximo objetivo del nuevo imperialismo ruso.

La primavera árabe, que despertó tantas esperanzas en todo el mundo democrático, está muerta y enterrada. Sobrevive de milagro en Túnez, pero desapareció en Egipto, donde las elecciones libres subieron al poder a unos Hermanos Musulmanes que comenzaron a instalar una teocracia excluyente y agresiva y han sido echados del Gobierno por una dictadura militar vesánica. En Libia, la dictadura paranoica de Gadafi se hizo trizas y su caudillo fue liquidado, pero el país vive ahora en una anarquía sangrienta en la que facciones religiosas y militares se desangran sistemáticamente y en la que, sin duda, terminarán prevaleciendo los fundamentalistas islámicos.


El caso más trágico, sin duda, es el de Irak. La intervención militar destruyó la tiranía sanguinaria de Sadam Husein pero, luego de un breve paréntesis en que pareció que un régimen de legalidad y libertad podía echar raíces, se declaró una guerra sectaria entre chiíes y suníes, y los terroristas de Al Qaeda y otras organizaciones islamistas extremas se hicieron presentes y han perpetrado verdaderas orgías de atrocidades, clima en el que un movimiento aún más cruel y fanatizado que Al Qaeda, el Estado Islámico, se ha apoderado de parte del país al igual que de Siria e instalado allí un nuevo califato, en el que imperan la sharía y demás formas extremas de la barbarie, como decapitar, crucificar y enterrar vivos a quienes se niegan a convertirse a la rama fundamentalista del islam y donde las mujeres son esclavizadas y, aún niñas, entregadas como concubinas a los militantes y futuros mártires.

El gran movimiento de liberación que se alzó en armas contra la dictadura de Bachar el Asad en Siria, y en la que, en un primer momento, dominaban las fuerzas democráticas y modernizadoras, fue traicionado por los países occidentales, que se bajaron los pantalones ante Putin, proveedor de armas de la dictadura, permitiendo de este modo que los principales protagonistas de la lucha contra El Asad fueran los fanáticos del Estado Islámico. Ahora, la situación en Siria ha llegado a una pantomima grotesca, en que, como la última alternativa es la peor, Estados Unidos y la Unión Europea consideran bombardear a los enemigos del tirano, ya que éste, aunque un asesino genocida de su propio pueblo, resulta un mal menor comparado al califato.

No menos trágica es la situación de Afganistán, donde los talibanes parecen invencibles. Durante su campaña electoral, Obama criticó al presidente Bush, afirmando que éste se había equivocado dando la primera prioridad a Irak, cuando el verdadero peligro para el mundo libre lo constituían los fanáticos talibanes. Y, al subir al poder, aumentó el número de efectivos y de armas para combatirlos. Unos años después, ante el fracaso de este esfuerzo, ha retirado las tropas, al igual que el resto de los países de la OTAN, de modo que allí queda sólo una pequeña dotación militar más bien simbólica y no es improbable que el régimen que prohibió a las mujeres estudiar, ejercer cualquier profesión, las encerró en el hogar como esclavas, restauró la sharía, destruyó el patrimonio cultural del país e instaló una dictadura oscurantista medieval, vuelva al poder más pronto que tarde.

Dentro de semejante barbarie, quién lo hubiera dicho, América Latina parece un ejemplo de civilización. No hay guerras, la mayor parte de los países tienen elecciones más o menos libres y en la mayoría de ellos se practica la convivencia en la diversidad. Pero sería imprudente echar a volar las campanas. La más larga dictadura de la historia del continente, Cuba, está allí todavía, en manos de dos momias que parecen aquejadas de inmortalidad, y, con la excepción del puñadito heroico pero poco efectivo de resistentes, en la isla da la impresión de que no se moviera ni una mosca. Y en Venezuela, donde hace algunos meses la movilización de los estudiantes parecía haberle dado a la oposición una dinámica ganadora, Maduro y compañía parecen haber consolidado por ahora su poder mediante una represión feroz retrasando una vez más la hora de la liberación. El país está en ruinas, pese a la riqueza de su subsuelo, pero la pobreza, el racionamiento, la inflación y la corrupción no son suficientes, como demuestra la historia hasta el cansancio, para traerse abajo una dictadura. Por el contrario, un pueblo sometido a la carestía, la escasez, al miedo y a la mera supervivencia suele volverse más propenso a la resignación y a la pasividad, lo que explica tal vez la longevidad de tantas dictaduras latinoamericanas y africanas.
Esta visión a vuelo de pájaro del estado de la democracia en el mundo se enturbia todavía más si analizamos la profunda crisis que atraviesa la Unión Europea, el más ambicioso proyecto contemporáneo de la cultura de la libertad. La unidad europea ha traído ya enormes beneficios a los países del antiguo continente, entre otros hacerlos vivir el más largo periodo de paz y convivencia de su historia. Pero, en los últimos años, sobre todo a raíz de la crisis económica y financiera, el cuestionamiento de Europa en su propio seno ha crecido con el retorno de los nacionalismos y de fuerzas de extrema izquierda y de extrema derecha que rechazan la Unión, quisieran acabar con el euro y regresar a las viejas nacionalidades. De hecho, la primera fuerza política es hoy, en Francia, el Front National, un partido neofascista que quiere liquidar la moneda única y la integración de Europa. Todas las ENCUESTASdicen que en Reino Unido una mayoría de ciudadanos quiere salirse de la Unión y que el referéndum que, al respecto, ha prometido convocar el Gobierno, lo perderían los europeístas. Sin Reino Unido, Europa nacería baldada.

¿Qué concluir de esta deprimente visión panorámica de la eterna pugna entre la civilización y la barbarie? ¿Que esta última avanza incontenible y terminará por aplastar pronto a aquella? Eso sería tan falso como sostener, ahora, la tesis que lanzó hace un cuarto de siglo Francis Fukuyama sobre la irreversible victoria de la democracia. La pugna sigue en pie, con fluctuantes alternativas, y sólo en un sentido —aunque importantísimo— se puede decir que la democracia gana puntos. A diferencia del comunismo, un mito capaz de seducir a mucha gente con su sueño igualitarista, el fundamentalismo religioso islámico, hoy el principal adversario de la civilización, sólo puede convencer a los ya convencidos, pues sus ideas y paradigmas son tan primitivos y cavernarios que se condena a sí mismo a ser derrotado tarde o temprano por agentes exteriores o por descomposición interna. Esa guerra nunca nadie la ganará de manera definitiva; se ganarán y se perderán batallas, y, eso sí, lo realista sería reconocer que, en los últimos tiempos, la causa de la libertad las ha estado perdiendo muchas más veces que ganando.

Fuente: 
Autor: Mario Vargas Llosa
Ilustración: Fernando Vicente
ElPais.com


domingo, 31 de agosto de 2014

Puerto Rico se vacía lentamente.


La población de la isla decrece por la migración y la baja natalidad
Aumenta a su vez el número de personas que viven en Estados Unidos
Las tasas de natalidad en Puerto Rico están entre las más bajas de la región y de su historia

Los puertorriqueños no regresan, no nacen ni se quedan en su isla de origen. Desde hace un lustro hay más de ellos viviendo en Estados Unidos que en Puerto Rico, donde la población se avejenta y decrece, en medio de la crisis económica que comenzó en 2006 y que desde entonces ha impulsado la más reciente ola migratoria de isleños hacia el continente, que ya luce como la más grande del último siglo y no se detiene. Y al mismo tiempo, en tierra firme la comunidad se reacomoda: a la vez que los nuyoricans del norte se desplazan (puertorriqueños en Nueva York), se afianzan en el sur los disneyricans (isleños que viven en Florida).

Entre el año 2000 y el 2010, la población de Puerto Rico decreció por primera vez en su historia moderna en un 2,2%, de 3,8 millones de HABITANTES a 3,7 millones, y se cuadruplicó el porcentaje de puertorriqueños viviendo en Estados Unidos, de 12% en 1950, en el periodo conocido como “la gran migración”, a 55% en 2010. En esa década, unas 300.000 personas nacidas en la isla o que habían regresado a ella, se mudaron a alguno de los 50 Estados del país norteamericano. Y el flujo de migrantes ha sido muchísimo mayor durante los últimos tres años: solo entre 2010 y 2013, 144.000 puertorriqueños se mudaron a Estados Unidos y el número de habitantes de la isla se contrajo aún más —a 3,6 millones—, de acuerdo con un análisis publicado el pasado 11 de agosto por el Centro de Investigaciones Pew.

“Esa cifra es realmente impresionante, es la primera vez que se puede documentar esa cantidad”. El antropólogo Jorge Duany ha estudiado durante décadas los movimientos migratorios en el Caribe, desde del siglo XIX hasta ahora. Según su análisis, hasta 2010 ésta era “una nación en vaivén”, en un trasiego constante de sus habitantes entre la isla y el continente. “Ese vaivén se ha ido reduciendo. Desde 1970 en adelante el flujo de regreso fue significativo, pero ahora el movimiento es en una sola dirección. Cuando esto empezó la gente pensó que era más de lo mismo. Pero estamos hablando ya de una sangría muy grande de personas y que continúa”, dice Duany.

Entre 1900 y 2009, 1,8 millones de puertorriqueños habían abandonado la isla para irse a Estados Unidos. A partir de 1917, cuando el Congreso otorgó la ciudadanía estadounidense a los puertorriqueños, un buen número de ellos se estableció en Nueva York, el puerto mejor conectado con el de San Juan. Más tarde, entre 1945 y 1965, medio millón de jornaleros agrícolas se alistaron en el ejército o fueron empleados como mano de obra barata en las granjas estadounidenses. Este movimiento pasó a la historia como “la gran migración”. Las siguientes tres generaciones de puertorriqueños nacidos en Estados Unidos, los nuyoricans, comenzaron a regresar a la isla a partir de 1970.

Solo una década después, se reanudó el éxodo, ya no solo hacia los destinos tradicionales en el noreste —Nueva York, Nueva Jersey, Boston, Hartford—, sino también en dirección a la costa oeste y al sur —California, Texas, Florida. Y luego en 2006 entró en vigor la eliminación de la sección 936, el programa federal de exenciones contributivas que dio impulso a la industria manufacturera en Puerto Rico y la convirtió en el primer destino de las inversiones estadounidenses. Esto provocó un colapso económico que se mantiene hasta ahora, y que ha sido una de las causas principales de la huida en la última década.
Los que se van no tienen reemplazo en EL FUTURO, ya que las actuales tasas de fecundidad en Puerto Rico están entre las más bajas de la región y de su historia. “La natalidad era altísima hasta mediados del siglo pasado, había 40 nacimientos por cada mil personas. Eran como cuatro, cinco o seis niños por mujer”, recuerda Duany. Pero el país se convirtió “en un laboratorio” para ensayar técnicas de control de natalidad: llegaron las píldoras y la esterilización. En la actualidad, nacen 10 o 12 niños por cada mil personas, 1,7 por mujer. “La experiencia histórica indica que cuando la tasa de fecundidad llega a ese nivel tan bajo es muy difícil que se recupere, a menos que haya un cambio en las circunstancias de la economía y un grupo de migrantes jóvenes que afecte esas tasas”, según este antropólogo.
Hasta 2012 había en Estados Unidos 4,9 millones de puertorriqueños. En proporción son más jóvenes que sus connacionales en la isla. Unos 300.000 de ellos viven en la región central de Florida, entre las ciudades de Orlando, Tampa y Miami, y se les conoce popularmente como disneyricans, floriricans u orlandoricans. La gran migración a estas ciudades comenzó en los años 70, con la apertura de los parques temáticos de Disney y la consolidación del bum turístico.
“Las estadísticas socioeconómicas para los puertorriqueños en Orlando son más favorables que en otras partes de Estados Unidos y la comunidad en su conjunto es sustancialmente distinta de las demás”, explica Duany. Al menos la mitad de los disneyricans nacieron en la isla y son inmigrantes recientes; el 65% se define como “blanco”, el idioma que predomina entre ellos es el castellano, son políticamente más conservadores y la mayoría son propietarios. En Nueva York, en cambio, las dos terceras partes de los puertorriqueños nacieron en Estados Unidos, la mitad se define como “blanco”, el inglés es su primera lengua, su situación económica es más precaria y tradicionalmente han sido más demócratas.
La influencia política de los disneyricans en la política estadounidense está aún por definirse, pero de antemano se prevé que podría ser determinante. “Desde hace varios años se viene diciendo que los puertorriqueños de Florida podrían decidir las elecciones presidenciales o de gobernador. Se habla de un gigante dormido que no se acaba de despertar”, concluye el antropólogo.

Fuente: ElPais.com

Un Atlas de la vida marina en el océano Antártico.

Un grupo de cerca de 150 científicos ha creado el Atlas Biogeográfico del Océano del Sur, que documenta la biodiversidad marina en el Antártico desde los tiempos de las primeras expediciones a la zona, según ha informado el Comité Científico de la Investigación sobre el Antártico (SCAR, por sus siglas en inglés), que ha coordinado la investigación, presentada en la conferencia científica que se celebra del 25 al 28 de agosto en Auckland (Nueva Zelanda).

Según la organización, la iniciativa ha contado con la participación de 147 investigadores procedentes de 91 instituciones en 22 países como, entre otros, Australia, Bélgica, Canadá, Chile, Dinamarca, Francia, Alemania y también España. Durante los últimos cuatro años, este equipo ha recopilado datos sobre la presencia, evolución, cambios genéticos y efectos del cambio climático sobre más de 9.000 especies de la zona, desde bacterias hasta ballenas.

"Por primera vez, desde los años en los que el Capitán Cook exploraba el Antártico, la comunidad científica ha reunido, analizado y cartografiado la diversidad marina de este entorno en un atlas comprensivo, una base de datos accesible que facilitará la conservación de la vida salvaje", ha destacado el principal editor e investigador del Real Instituto Belga de Ciencias Naturales, Claude de Broyer.

'Un aumento espectacular'

La cantidad de especies catalogadas por el Atlas constituye un "aumento espectacular" con respecto a los números que se manejaban anteriormente, según el científico del British Antarctic Survey, Huw J. Griffiths, que ha explicado a Europa Press que, gracias a nuevas técnicas como el análisis del ADN, la comunidad científica ha podido revisar el conocimiento existente sobre la vida salvaje en el Antártico y constatar, por ejemplo, que el isópodo gigante Glyptonocus antarcticus, que se consideraba una especie es en realidad "once especies distintas".
Preguntado por los efectos de la actividad del ser humano en la biodiversidad en el Antártico, Griffith ha distinguido entre especies "más amenazadas" como las ballenas, focas y algunos peces, que "todavía se están recuperando" de la explotación humana en el pasado, y otros grupos como los invertebrados que habitan el fondo del mar, que se han mantenido "razonablemente a salvo" de la influencia humana.

No obstante, ha advertido de que tanto unos como otros se enfrentan al "desafío común" que presentaría un potencial aumento de las temperaturas, sumado a la acificación de los océanos y las alteraciones en las fuentes de alimentación, entre otros.

En este sentido, su compañero en la investigación y profesor de Oceanografía Biológica en la Universidad Marie Curie de París (Francia), Philippe Koubbi, ha añadido que la Comisión para la Conservación de los Recursos Marinos Vivos Antárticos (CCAMLR, por sus siglas en inglés) lleva trabajando desde 2005 para la designación de Áreas Marinas Protegidas (AMP) en el Antártico, con espacios ya declarados como la reserva en las Islas Orcadas del Sur, otros en camino de serlo como los del mar de Ross y Antártida del Este y otros todavía por proponer como el mar de Weddell o la Península Antártica.

"Aunque el sector de la pesca está bien controlado por el CCAMLR, todavía existe el problema de capturas ilegales. Por eso es fundamental un Atlas como este, con una base de datos que nos proporcione una comprensión global de la biodiversidad en el Antártico. A partir de ahora, los científicos ya sabrán qué áreas hay que proteger y podrá continuarse así con estudios área por área, a nivel regional", ha subrayado.

Fuente: ElMundo.es

martes, 12 de agosto de 2014

América Latina debe cuidar el agua para calmar su sed de energía.

Se calcula que la región aumentará un 550% su generación de electricidad en los próximos 35 años
La sequía: el enemigo silencioso de Latinoamérica.

¿Recuerda la última vez que se quedó sin luz en su casa? ¿Y la última vez que se fue el agua? ¿Qué pasaría si estas restricciones comenzaran a producirse a menudo y simultáneamente? Estas son situaciones que no son ajenas para muchas personas en América Latina y con el crecimiento previsto de la población mundial en las próximas décadas, la demanda de agua y energía no hará más que aumentar presionando aún más los recursos existentes.

Las últimas cifras de la Asociación Internacional de Energía (IEA) señalan que para 2035, el consumo mundial de energía crecerá un 35% y el consumo de agua por parte del sector eléctrico se incrementará en un 85%, especialmente en los países en desarrollo, una prueba de la interdependencia que existe entre ambos sectores.

Si bien la crisis hídrica global todavía es una posibilidad del futuro, los problemas energéticos son un fenómeno presente. La escasez de agua ya genera impactos negativos en el sector energético en muchos lugares del mundo. La relación entre agua y energía es tan estrecha que, cuando esta falla, se generan a su vez problemas en el consumo del agua, en especial en el sector agrícola.

Según el Consejo Mundial de Energía, para el año 2050, por ejemplo, en América Latina la generación de electricidad se incrementará en 550% y el consumo de agua crecerá en 360%. En África, por otra parte, la producción de energía aumentará un 700% y el uso del agua en 500%. Este aumento se explica por la mayor demanda de agua para las centrales hidroeléctricas, pero también por la refrigeración de las centrales térmicas y nucleares, así como la extracción y el refinado de combustibles.
En este contexto, el cambio climático también amenaza con elevar la temperatura del planeta y causar sequías más frecuentes y pronunciadas, que reducirán la disponibilidad de agua.

En un mundo que no cuide sus recursos naturales afectados por el cambio climático, los números pueden llegar a ser mucho peores, con impactos en la economía y la estabilidad política de muchos países, señala el estudio del Banco Mundial "Energía Sedienta: Asegurar suministros en un mundo con disponibilidad limitada de agua".

Un problema de todos

Este problema es bien conocido en Brasil. En 2012, el nivel de agua en las represas en el sudeste y centro-oeste del país alcanzó el 28% de su capacidad a causa de la peor sequía en 50 años. Este volumen de agua, está por debajo del mínimo para garantizar el suministro de electricidad.

Casi 10 años antes, el país vivió ocho meses de racionamiento a causa de la sequía en el noreste, que resultó en una pérdida de 54 mil millones de reales (23 mil millones de dólares) para la industria y un fuerte impacto en el crecimiento económico de 2001. En la vecina Venezuela, otro país muy dependiente de la energía hidroeléctrica, también la población ha estado enfrentando problemas de cortes en el suministro.

Pero la menor disponibilidad de agua no afecta únicamente a las represas. Otras modalidades de generación de energía también están padeciendo la escasez de este recurso. En 2007, en Australia —que entonces vivía la peor sequía en mil años— tres plantas de carbón tuvieron que reducir la producción para proteger los depósitos de agua municipales.

En resumen, el 59% de las empresas de energía y el 67% de las empresas eléctricas sufrieron algún inconveniente relacionado con los recursos hídricos en los últimos cinco años, según el Informe del Agua de 2013, publicado por CDP, una consultoría de temas ambientales.

Si las empresas tienen dificultades por la falta de agua y energía, la situación no es más fácil para la población. Hoy en día, más de un tercio de los habitantes del planeta viven en zonas donde se reduce el suministro de agua, según el Programa Mundial de Evaluación de los Recursos Hídricos (WWAP). Y de acuerdo con el AIE, 2.500 millones de personas tienen poco o ningún acceso a la electricidad.

Una planificación realista

A pesar de estas preocupaciones, la planificación y la producción en el sector de la energía se han hecho sin tener en cuenta las limitaciones actuales y futuras de agua. Esta es una de las principales conclusiones del estudio, el primero de una iniciativa —también llamada Energía Sedienta— cuyo objetivo es alentar a los países a actuar de manera diferente.

China, uno de los primeros países que trabajan con la iniciativa, incorporará esta limitación a su próximo plan quinquenal de energía (2016-2020). Entre las soluciones propuestas a China y otros países, están:

Usar más energía renovable, como la solar y eólica
Reciclar y reutilizar el agua usada en la operación de las centrales nucleares
Reemplazar las plantas viejas e ineficientes
Aumentar la eficiencia de la producción de biocombustibles
Crear leyes y regulaciones sobre el derecho de uso del agua en tiempos de escasez
Integrar la infraestructura de energía y agua
Y, por último, se anima a los gobiernos y las personas a hacer algo simple, pero que no siempre se cumple: conservar el agua y ahorrar energía siempre que sea posible, sin importar el lugar. Este es el primer paso hacia un mundo en el que los cortes de luz y agua sean cada vez menos una amenaza.

Fuente: ElPais.com 
Mariana Kaipper Ceratti

Huracanes censurados.

¿Quién se encarga de bautizar a estos ciclones tropicales y elabora la lista con los nombres que se les asignará en cada temporada?
Nos encontramos en plena temporada de huracanes en la zona del Atlántico Norte y noreste del Pacífico. Abarca desde el 1 de junio hasta el 30 de noviembre, aunque cada zona del planeta tiene su propia época del año donde se dan las condiciones para que estos monstruos de la naturaleza puedan formarse. Uno de los factores principales será la temperatura del agua, que ha de tener como mínimo 26,5 grados centígrados hasta una profundidad de al menos 50 metros. Pero ¿quién se encarga de bautizar a estos ciclones tropicales y elabora la lista con los nombres que se les asignará en cada temporada? En esta ocasión nos centraremos en el Atlántico Norte. El organismo encargado de tal función es el Centro Nacional de Huracanes de EE UU. En 1979 se crearon seis listas, cada una con 21 nombres alternativos de hombre y mujer desde la A a la Z, con lo cual estaban cubiertos los seis años siguientes. Si en una temporada se forman más de 21 ciclones, se utilizarán las letras del alfabeto griego (alfa, beta...). Cuando pasan seis años y se acaban las listas, se vuelven a reutilizar, pero con una condición: si un huracán por su fuerza e intensidad resultara muy destructivo, devastador o causara un número elevado de víctimas, el Gobierno del país afectado podrá pedir que se sustituya por otro, que empezará por la misma letra y género (masculino o femenino). Uno de los motivos es por respeto a las víctimas. Desde entonces, muchos han sido los huracanes retirados de estas listas. Seguro que recuerdan algunos… Camille (1969, vientos superiores a 300 km/h), Andrew (1992), Mitch (1998, con 11.000 muertos y 8.000 desaparecidos), Katrina, Rita, Wilma, Stan y Dennis (2005), Tomás (2010), Sandy (2012), Ingrid (2013)...

Fuente: ElPais.com

martes, 22 de julio de 2014

El enigmático cráter del 'fin del mundo' en la tundra siberiana.

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 Un insólito agujero descubierto por helicópteros en la península de Yamal, en el confín del Ártico siberiano, ha desatado la curiosidad científica.
Una primera expedición científica ha filmado en detalle el agujero desde el aire y la superficie. En mitad de la tundra, el cráter tiene un óvalo de unos 30 metros de diámetro y unos 70 metros de profundidad, con un lago helado en su parte inferior y agua cayendo sobre sus paredes erosionadas de permafrost. Por otra parte, se están estudiando imágenes de satélite para determinar cuando se formó.
Mientras que el equipo afirma que es un "fenómeno natural", insiste en que es esencial estudiarlo más para entender la formación del cráter en la zona de Yamal, un nombre que significa 'fin del mundo' en la lengua local.
"Hemos tomado muestras de suelo y de hielo que fueron directamente a los laboratorios. Podemos estar seguros al decir que el cráterapareció hace relativamente poco tiempo, tal vez hace un año o dos; por lo que es una formación reciente, no estamos hablando de decenas de años atrás", declaró al diario Siberian Times Andrey Plejánov, investigador senior del Centro Científico Estatal de Investigación del Ártico.
Para comprobar si podría estar relacionado con el calentamiento global, habrá que continuar la investigación. Lo cierto es que los dos últimos veranos fueron relativamente cálidos, y tal vez esto ha influido de alguna manera en la formación del cráter.
La mejor teoría por ahora es que el cráter se formó por fuerzas internas, no externas. "Por ahora podemos decir con seguridad quebajo la influencia de los procesos internos hubo una expulsión en el permafrost. Quiero hacer hincapié en que no se trataba de una explosión, sino de una expulsión, así que no se liberó calor cuando sucedió", añadió este experto.
"Existen registros de que este tipo de procesos tuvieron lugar hace unos 8.000 años. Tal vez se están repitiendo hoy en día. Si se confirma esta teoría, podemos decir que hemos sido testigos de un proceso natural único e inusual en el paisaje de Yamal", agregó Plejánov.
"No había ningún rastro de impacto antropogénico cerca del cráter, ni ningún rastro de presencia humana, a excepción de muy pocas huellas de trineo y, por supuesto, los rastros de renos. Si hubiera sido un desastre hecho por el hombre vinculado al bombeo de gas, habría ocurrido cerca de los campos de gas", dijo Andrey Plejánov.
Anna Kurchatova de Centro de Investigación Científica del Sub-Ártico cree que el cráter se formó por una mezcla de agua, sal y gas activado en una explosión subterránea como resultado del calentamiento global. El gas se acumuló en el hielo mezclado con arena debajo de la superficie y se mezcló con sal hace unos 10.000 años cuando esta zona era un mar.
El calentamiento global ha causado una alarmante fusión de la superficie helada, liberando gas que ha causado un efecto como el estallido de un corcho de botella de champán, sugiere esta experta.
Yamal, una gran península que se adentra en las aguas del Ártico, es el área principal de producción de gas ruso suministrado a Europa.

Fuente: ElMundo.es

viernes, 27 de junio de 2014

La Tierra, cambios profundos en 2050.


De los trópicos a los polos, el calentamiento global habrá transformado el planeta de forma incontestable en pocas décadas. Los impactos serán económicos y humanos
El Ártico, menos hielo e intereses económicos
La Antártida, el difícil continente aislado

La geotransformación ha comenzado. El planeta Tierra está inmerso en un cambio insólito, por lo acelerado que, de una manera o de otra, con efectos diferentes aquí o allá, llega a todos los lugares. “A mediados de siglo las evidencias del cambio climático, en aspectos que ahora pueden no ser aún muy visibles, serán incontestables”, dice el experto Manuel de Castro. Muchos países no tendrán capacidad económica para poner en marcha medidas de adaptación que eviten los impactos más adversos. Los desarrollados seguramente sí, pero con un coste alto. En España, por ejemplo, solo la subida del nivel del mar hacia 2050, en algunas provincias, puede suponer un coste equivalente a entre el 0,5% y el 3% de su PIB, que llegaría al 10% a finales de siglo, según un reciente estudio liderado por Íñigo Losada, director de Investigación del Instituto de Hidráulica Ambiental de Cantabria.

Las temperaturas seguirán aumentando y, hacia 2050, la media global será entre uno y dos grados más alta que ahora, dependiendo de cuántos gases de efecto invernadero se emitan. “Y eso es mucho: hay que tener en cuenta que se ha fijado, el límite de dos grados de aumento, aproximadamente, desde la época preindustrial, como máximo a no superar para evitar las peores consecuencias, y a mediados de siglo estaremos muy cerca o ya en esos dos grados”, continúa De Castro, catedrático de Física de la Tierra de la Universidad de Castilla-La Mancha. Hay que tener en cuenta, recuerda, que desde la época preindustrial, hacia 1780, la temperatura media del planeta ha subido ya 0,8 grados y —no se cansan de repetir los científicos— no es que la Tierra no haya sufrido cambios climáticos en el pasado; al contrario, han sido abundantes, pero no hay registro de ninguno tan rápido como el actual. La gran novedad, además, es que en esta ocasión se debe a la actividad humana. “Es Física: se refuerza el efecto invernadero por las emisiones, sobre todo de los combustibles fósiles, y el planeta se calienta”, afirma taxativamente De Castro.
La convulsión del clima tiene múltiples manifestaciones, efectos y retroalimentaciones. “A mediados de siglo, el Ártico será un océano libre de hielo en verano, con importantes rutas de navegación y transporte marino, así como grandes puertos e infraestructuras asociadas”, describe Carlos Duarte, del Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados (IMEDEA, CSIC-UIB). Y más sobre el Ártico dentro de 50 años: “Muchas especies asociadas al hábitat del hielo, como el oso polar, focas, morsas y algas, se encontrarán en un estado crítico de conservación o se habrán extinguido, mientas que muchas otras, como el bacalao, gambas, bosques de algas y praderas submarinas se habrán extendido creando nuevos ecosistemas con nuevas funciones y servicios a la sociedad”, añade este oceanógrafo experto en los confines septentrionales de la Tierra.

Otra extensa parte de planeta que habrá cambiado dentro de unas décadas es la Amazonia, que puede sufrir una deforestación acelerada por el efecto combinado de las sequías prolongadas y los incendios, como muestra un trabajo publicado en Proceedings (Academia Nacional de Ciencias, EE UU) por Paulo Monteiro Brando (Instituto de Pesquisa Ambiental da Amazonia) y sus colegas. “Las interacciones entre el clima y los cambios del uso de la Tierra pueden desencadenar la extensa degradación de las selvas amazónicas; los incendios de alta intensidad asociados a los fenómenos meteorológicos extremos pueden acelerar esta degradación incrementando abruptamente la mortalidad de los árboles”, explicaban hace un mes.
Los estudiosos del clima puntualizan que las proyecciones climáticas no consisten en predecir el tiempo meteorológico que hará dentro de 50 años, en una semana concreta en una localidad determinada. No se trata de una predicción del tiempo a larguísimo plazo, sino de identificar los rasgos y de calcular los cambios del clima de la Tierra y sus posibles manifestaciones en la medida en que se vayan acumulando más o menos gases de efecto invernadero en la atmósfera. “La precipitación media global dentro de 50 años aumentaría entre un 5%, en el escenario más favorable de menor concentración de gases de efecto invernadero, y un 15% de incremento en el escenario más desfavorable”, resume De Castro. “Pero su distribución será muy desigual entre regiones. Como regla general, las zonas húmedas recibirán más precipitaciones y las áridas, tendrán menos lluvias, con pocas excepciones”.

Tampoco el cambio en las temperaturas será uniforme, de manera que habrá entre un 20% y 70% menos días de frío extremo respecto a los actuales, especialmente en latitudes altas, mientras que el número de días de calor realmente alto aumentará entre un 30% y un 250%, sobre todo en latitudes medias. Y la duración e intensidad de las sequías es probable que aumenten en regiones como la cuenca del Mediterráneo, Europa Central, Centroamérica, noroeste de Brasil y Suráfrica, apunta el catedrático de Castilla la Mancha. En la península Ibérica “los inviernos será un poco más suaves y, aunque seguirá habiendo días muy fríos, serán menos frecuentes; los veranos serán mucho más tórridos y las precipitaciones serán menos abundantes entre abril y octubre”.

Millones de personas notarán el cambio climático directamente en las regiones costeras que el mar, al subir, se habrá comido literalmente o erosionado mucho. Algunas islas, como varias del Pacífico, o las Maldivas, tendrán problemas serios de pérdida de habitabilidad por áreas sumergidas o por la salinización de acuíferos. Los deltas de los ríos se verán afectados, además de playas y costas en todo el mundo, con impacto enorme, por ejemplo, en el turismo.

“En España, el aumento del nivel del mar afectará a toda la costa. Será notable en el delta del Ebro o zonas bajas como la desembocadura del Guadalquivir o Huelva; el impacto será destacable también en puertos e infraestructuras costeras, incluso con pérdida de operatividad en muchos casos, y se perderá gran parte de las playas encajadas en las costas del Cantábrico y de la Costa Brava”, explica Losada. Advierte de que las grandes y dañinas tormentas que ha sufrido este invierno la costa norte española pueden ser más habituales dentro de pocas décadas.
“La subida del nivel medio del mar desde 1900 ha sido de unos 20 centímetros, y los valores proyectados para 2050 están entre 24 y 29 centímetros más”, resume Losada. ¿Y ese crecimiento del agua, de dónde saldrá? La mayor parte, responde este experto, se debe a la expansión térmica del agua, la dilatación de un material que se calienta, pero también de la fusión de los glaciares y las masas de hielo en Groenlandia, Ártico y Antártida. “Por ejemplo, si se fundiera la masa de hielo que cubre Groenlandia, lo que sería posible excediendo temperaturas globales por encima de dos o cuatro grados respecto a la preindustrial, se estima una subida del nivel medio del mar global de hasta siete metros”, explica Losada. Pero eso sería, en todo caso, mucho más allá de finales del siglo XXI. De momento, las tres evidencias claras de cambio climático en el océano son: subida del nivel, calentamiento del agua y acidificación de la misma, con gran impacto en prácticamente todas las especies marinas y muy especialmente en los corales.

Los trópicos se están ampliando hacia latitudes cada vez más altas, y el proceso seguirá. No solo la frontera con las latitudes medias, determinada por la circulación atmosférica específica de la banda ecuatorial, se desplaza hacia el Norte y el Sur arrastrando sus condiciones de vientos secos y desiertos. Desde 1979, el cinturón atmosférico tropical se ha ensanchado entre 225 y 530 kilómetros, sumando el efecto en ambos hemisferios. Además, según han anunciado dos equipos científicos hace poco, la fase más intensa de los ciclones tropicales, como huracanes y tifones, se desplaza igualmente con el ensanchamiento del trópico. Las migraciones de millones de personas huyendo de las zonas más acosadas por la sequía serán seguramente una realidad dentro de 500 años.

Para finales de siglo, muchos de estos efectos del calentamiento global se habrán agudizado y otros habrán empezado a mostrarse con toda claridad. “Lo seguro es que dentro de 50 años ya no habrá climaescépticos”, concluye De Castro, “puesto que hará tiempo que las evidencias del calentamiento global antropogénico habrán llegado a ser absolutamente incontestables”.

Pronósticos para todo el planeta

Los expertos de la NASA resumen las proyecciones climáticas para las grandes zonas del planeta.
Europa. Aumenta notablemente el riesgo de inundaciones catastróficas en el interior. En las costas también habrá inundaciones más frecuentes y la erosión de agudizará por las tormentas y la subida del nivel del mar, se reducirán los glaciares en las áreas montañosas así como la cubierta de nieve en las latitudes altas. La pérdida de especies animales y vegetales será importante y se reducirá la productividad de las cosechas en el sur del continente.
América Latina. En general se registrará un reemplazo gradual de la selva tropical por la sabana en la Amazonia oriental, con un alto riesgo de pérdida de biodiversidad y extinciones de especies en muchas áreas tropicales, y cambios significativos en la disponibilidad de agua dulce para el consumo humano, la agricultura y la generación de energía.
América del Norte. Habrá una disminución de las nieves en las regiones montañosas occidentales, un incremento de entre el 5% y el 20% de las precipitaciones en algunas regiones agrícolas (lo que será favorable) y un incremento en la intensidad y frecuencia de las olas de calor en lugares que ya las sufren.
África. Ya a finales de esta década habrá entre 75 y 220 millones de personas expuestas al incremento de la escasez de agua dulce, pueden reducirse las cosechas que dependen de las precipitaciones hasta un 50% en algunas regiones y el acceso a la alimentación pude estar gravemente comprometido.
Asia. Especialmente en el sur, el centro, el este y el sureste, se reducirá la disponibilidad de agua dulce hacia 2050; extensas áreas costeras están en riego por el incremento de las inundaciones y en algunas regiones se esperan más y más intensas sequías.

Fuente: ElPais.com

Los efectos del cambio climático según un informe en EEUU.


Emisiones de CO2 y aumento de temperaturas en Estados Unidos y en el mundo
Un aliado en el hombre del tiempo
Fuente: 

 Programa de Investigación sobre Cambio Climático de EE UU y Agencia Internacional de la Energía.
 (Elpais.com)

martes, 17 de junio de 2014

Los centinelas del cambio climático.

La capa de hielo de la Antártida Occidental se contrae de manera irreversible... pero el mar de hielo del Ártico aumenta sorprendentemente en el verano de 2013. La temperatura de la superficie del mar se mantiene estable durante una década... aunque hay indicios de que el calor se está concentrando en las profundidades. Los científicos advierten que hay que dar por zanjado el debate y pasar a la acción, pero rara es la semana que dos o más noticias contradictorias sobre el cambio climático saltan a grandes titulares y vuelven a alimentar el escepticismo en la opinión pública y en la clase política.

La Agencia Espacial Europea (ESA) intentó terciar ayer en la polémica con una nueva visión del cambio climático: la ofrecida por la flota de satélites Sentinel que componen el ambicioso y costoso programa Copérnico (8.400 millones de euros). Desde su mirador a 700 kilómetros en órbita, los «centinelas» vigilarán a perpetuidad la capa de hielo en los polos, la subida del nivel del mar o la concentración de gases invernadero en la atmósfera.

El Sentinel 1, lanzado el pasado mes de abril, ha ofrecido ya unas poderosas imágenes de las inundaciones en Namibia y del glaciar de las isla de los Pinos, que ha perdido una 32 kilómetros cúbicos de hielo en menos de una década. La nueva generación de satélites, según la ESA, servirá no ya sólo para ofrecer datos que avalen el cambio climático, sino para para prevenir sequías e inundaciones, responder a los desastres naturales o evaluar el impacto del cambio de usos en la tierra.

Hasta 50 variables, detectadas por los satélites, servirán periódicamente a la ESA para tomarle el pulso al planeta. Aunque los científicos siguen sin ponerse de acuerdo ante una simple pregunta: «¿Cuál es el mensaje inequívoco que están transmitiendo a la Tierra?».

«El mensaje es que el clima está cambiando y que tenemos que prepararnos para la mitigación y la adaptación», responde Stephen Briggs, al frente del Sistema de Observación Global del Clima de la ESA. «Estamos ante un problema muy complejo y algunos datos pueden resultar fluctuantes o contradictorios si no se conoce a fondo el tema. Pero para mí hay un dato que lo dice todo: el nivel de los mares sigue aumentando año tras año».

Christopher Merchant, de la Universidad de Reading, recogió el envite durante el acto celebrado en la Royal Society y habló del «calentamiento de los mares». Pese a reconocer que la temperatura global en la superficie marina se ha mantenido estable en la última década, Merchant destacó cómo los océanos pueden estar almacenando el calor en las aguas intermedias, lo que puede disparar el aumento del nivel del mar a medio plazo.

Andrew Shepherd, de la Universidad de Leeds, habló de la «nueva perspectiva» del hielo y aseguró que las primeras imágenes del Sentinel 1 han servido para ratificar la creciendo preocupación por el adelgazamiento de la capa de hielo en la Antártida occidental y en Groenlandia. Otro satélite de la ESA, CryoSat, diseñado específicamente para monitorizar las regiones heladas de la Tierra, certificó en octubre pasado el sorprendente aumento en un año de un 50% en la capa de hielo del Ártico, hasta llegar a los 9.000 kilómetros cúbicos. Shepherd reconoció que la «buena noticia» no refleja de momento un cambio en la tendencia a largo plazo, sobre todo teniendo en cuenta que el «mar de hielo» del Ártico contaba con 20.000 kilómetros cúbicos en los años 80.

«Los problemas se ven en cualquier caso mejor desde la distancia», concluyó el director de los Programas de Observación de la Tierra de la ESA, Volker Liebig, en las conclusiones. «Lo cierto es que los satélites nos han ayudado mucho a comprender cómo funciona el clima, y con la nueva generación del programa Copérnico, unido a los avances de la computación en nube, vamos a ser capaces de interpretar mucho mejor los datos».

«Vivimos en la era de los grandes datos», reconoció Liebig. «Y la mejor manera de crear conciencia en la opinión pública e impulsar la acción política es precisamente haciendo abiertos y accesibles todos los datos sobre el cambio climático que sean captados en órbita por nuestros centinelas».

Mark Walport, uno de los mayores asesores científicos del Gobierno de David Cameron, hizo por su parte ayer una llamada a la clase científica para dejar atrás el debate sobre el calentamiento del planeta y pasar directamente a evaluar el impacto y las soluciones. «El cambio climático está sucediendo y los humanos estamos contribuyendo de un modo significativo», dijo Walport. «Los científicos deberían estar ya hablando claramnte de las opciones. El debate debe moverse del qué vamos a hacer al cómo lo vamos a hacer», aseguró.

Datos desde el cielo


Hielo. Los datos por satélite desde 1978 muestran una pérdida anual del 2,7% de la capa de hielo del Ártico. En 2013, se invirtió la tendencia y el hielo cubría el 50% más superficie que en el 2012.

Temperatura. El aumento de la temperatura en la superficie terrestre alcanzó un pico en 1998 y se ha ralentizado en la última década. Pero 2013 fue el sexto año más caluroso desde 1850.

Océanos. La temperatura en la superficie de los océanos subió 0,1 grados entre 1961 y 2003. Y está estable en la última década.

Deshielo continental. El nivel del mar aumentó 1,8 milímetros entre 1961 y 1993. Desde entonces, la subida se ha acelerado a un ritmo de 3,1 milímetros cada año.


Fuente: ElMundo.es

martes, 10 de junio de 2014

Impresionantes imágenes de la Tierra tomadas desde el espacio.

Miembros de la tripulación de la ISS continúan girando alrededor de la Tierra enviando sorprendentes imágenes de nuestro mundo.

La Expedición 39 de la Estación Espacial Internacional utiliza una lente de 14mm en una cámara fotográfica digital para fotografiar esta tormenta pre invernal situada justo frente a la costa del suroeste de Australia.

Este sector del cañón del Green River, en el este de Utah, se conoce como Curva del Bowknot debido a la forma en que el río se dobla sobre sí mismo.

Esta fotografía, tomada por un astronauta a bordo de la ISS el 12 de diciembre de 2013, muestra el destello blanco de un rayo en medio de las luces amarillas de la ciudad de Kuwait, en Arabia Saudita.

El satélite Landsat 8 capturó esta imagen de Nishinoshima, que se encuentra a unos 1.000 km (600 millas) al sur de Tokio, en la cadena de las Islas Ogasawara.

Esta imagen tomada con una lente de ángulo ancho fue fotografiada por un miembro de la tripulación de la Expedición 38 de la ISS y muestra una franja de este a oeste del océano Índico suroccidental, el 28 de enero de 2014. Dos islas remotas, una el sur de Francia y otra en las tierras antárticas, aparecen en el centro de la imagen.

El lago Sharpe cerca de Lower Brule, Dakota del Sur, se muestra en esta imagen fotografiada por un miembro de la tripulación de la Expedición 38 a bordo de la ISS, el 26 de diciembre de 2013.

La forma de araña que tiene Moscú, Rusia, ocupa la mayor parte de esta imagen fotografiada por la noche desde la Expedición 38 del ISS, 
el 29 de enero de 2014.

La preciosa isla de Cuba, fotografiada por uno de los miembros de la tripulación Expedición 38 a bordo de la ISS, el 26 de diciembre de 2013.

Una vista oblicua del Gran Cañón, desde la Estación Espacial Internacional, el 25 de marzo de 2014.

Manhattan, con su largo y estrecho Parque Central, fácilmente visible en el lado derecho de la foto, vista desde la Estación Espacial Internacional

La imagen del cráter dentro del lago Manicouagan, en el Municipio Manicouagan del condado de Quebec, Canadá, el 2 de enero de 2014.

La Península de Corea, prácticamente a oscuras de no ser por las luces de las ciudades.

Vista de un abanico aluvial en la provincia de Almaty de Kazajistán el 9 de septiembre de 2013. El río Tente fluye por un canal estrecho en las estribaciones de la cordillera Dzungarian Alatau.

Los picos nevados en cuatro montañas de igual número de islas se ofrecen en esta imagen fotografiada por un miembro de la tripulación de la Expedición 38 de la ISS.

La luna, por encima del horizonte de la Tierra, vista desde la ISS el 21 de febrero de 2014.

Los desiertos del centro de Irán, en Kavir. Uno de los tripulantes de la estación Internacional logra la imagen gracias una cámara digital equipada con una lente de 200 mm.

Estructura de una montaña en el centro de Namibia.

Neblina y nubes por encima de Malasia, vista desde la Estación Espacial Internacional el 13 de marzo de 2014.

Imagen de las montañas de piedra caliza en China. La imagen muestra parte de la provincia de Guangxi, en el sureste de China, un excelente ejemplo de la geología kárstica .

El volcán Bazman en Irán aparece en esta imagen fotografiada por un miembro de la tripulación Expedición 38 a bordo de la Estación Espacial Internacional, el 5 de enero de 2014.

Un panorama del campo de hielo al sur de la Patagonia. Con una superficie de 13.000 kilómetros cuadrados, el campo de hielo es la más grande capa de hielo templado en el hemisferio sur.

Fuente: DiariodeCuyo.com.ar