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martes, 22 de enero de 2019

Premio para el hombre que frenó al desierto.





























El agricultor burkinés Yacouba Sawadogo recibe el reconocimiento de Right Livelihood (el 'Nobel alternativo') tras popularizar una técnica de riego en el Sahel y crear uno de los bosques con más diversidad de la región

Yacouba Sawadogo tiene 72 años y es el artífice de un milagro:«Convertir tierra estéril en bosque y demostrar cómo los agricultores pueden regenerar su suelo a través del uso innovador del conocimiento local e indígena».
Las palabras de reconocimiento corresponden a la organización del premio Right Livelihood, un galardón conocido popularmente como el Nobel alternativo que en su última edición ha querido distinguir la labor de este pionero nacido en Burkina Faso. El mismo al que en la región del Sahel se conoce como El hombre que detuvo el desierto. Así se titula, de hecho, el documental de 2010 que cuenta su historia.
Fue a comienzos de la década de los 80, un periodo en el que su país sufrió una sequía extrema, cuando Sawadogo recurrió a una exitosa técnica de irrigación tradicional. «No sabría decir exactamente cuántas miles de personas murieron por la sequía, pero fueron muchas. La falta de agua provocó la escasez de alimentos, y muchas dejaron sus hogares para sobrevivir», explicó a Papel días antes de recibir el galardón -dotado con 97.000 euros- en Estocolmo.
La población burkinesa abandonó en grandes oleadas entonces, hace casi 40 años, las áreas rurales para trasladarse a las ciudades en busca de un empleo que les garantizara el sustento. Sawadogo, sin embargo, optó por viajar en sentido contrario, decidido a resucitar la tierra arrasada por la falta de agua.
Tras varias pruebas, encontró la solución en la técnica del zaï. Consiste en excavar pequeños pozos (de entre 10 y 20 centímetros de profundidad y 20 y 30 de diámetro) durante la estación seca para luego rellenarlos con residuos agrícolas o estiércol. Después de las primeras precipitaciones, cada pozo se cubre con una fina capa de suelo. En el centro se colocan semillas de sorgo o mijo.
Dicha técnica permite aprovechar mejor el agua y, consecuentemente, mejorar el rendimiento de los cultivos hasta en un 500%. Para sorpresa de quienes dudaban de la idea de Sawadogo -algunos agricultores lo tacharon de loco e incluso llegaron a incendiar sus campos debido al desconocimiento-, el zaï logró transformar unas tierras estériles en un bosque de casi 40 hectáreas donde actualmente conviven 60 especies de árboles y arbustos. O lo que es lo mismo: un bosque de insólita diversidad en una de las zonas más áridas del mundo.
El trabajo de Sawadogo ha sido aclamado tanto dentro como fuera de las fronteras de su país. No hay una semana que no reciba a algún grupo de agricultores interesados en copiar su sistema. «Los grupos suelen ser de unas 10 personas y pasan una semana conmigo para ver en qué consiste el zaï», reconoce. A su encuentro vienen no sólo agricultores locales o de países vecinos, sino también investigadores, ONG internacionales e incluso la Convención de las Naciones Unidas para Combatir la Desertificación (UNCCD), que en 2013 también reconoció sus esfuerzos en la lucha en este campo.
Frente a la amenaza que suponen los cambios en los patrones del clima en los países en vías de desarrollo, como se ha podido apreciar en algunas regiones africanas tras el paso del fenómeno de El Niño en 2015, disponer de un sistema que asegure el abastecimiento agrícola es sinónimo de una sociedad pacífica. La mayoría de los conflictos en las áreas rurales africanas son derivados, precisamente, de la escasez de alimentos y de la lucha por el del control de las tierras.
Sawadogo, por tanto, se ha convertido en un pacificador del centro de África sin empuñar jamás un arma. Lo paradójico es que ahora su trabajo se encuentra amenazado por la expansión de la ciudad de Ouahigouya, que ya se encuentra en los límites del bosque. Y ello porque el hombre que detuvo el desierto ha trabajado durante décadas en estas tierras sin importarle no ser su dueño.
El manzano de Sodoma es una de las especies que ahora crece en la región. GETTY

Fuente: ElMundo.es


viernes, 6 de abril de 2018

Una grieta kilométrica recuerda que África se está dividiendo en dos

La tierra se abrió hace unos días en el suroeste de Kenia (África). A lo largo de varios kilómetros, atravesando campos, agrietando carreteras y agujereando la reserva Masai Mara, la abertura ha alarmado a los lugareños y ha provocado cierto revuelo en algunos medios. Hay quienes dicen que el continente africano se está partiendo en dos. Es cierto, pero aún quedan unos cuantos millones de años para que eso ocurra.


La raja en la tierra es un recordatorio de que la Tierra es un planeta en movimiento. La superficie terrestre está agrietada como un viejo cuadro en varias placas tectónicas que, en su roce, desatan fenómenos como terremotos o erupciones volcánicas, levantan montañas y abren valles. Ese mismo movimiento hace que cada placa sea también inestable. En el caso de la región oriental de la placa africana, el encontronazo constante con las placas arábiga e india, que empujan desde el norte, está desgajando la porción este del continente africano. Su manifestación más visible es el Gran Valle del Rift, una amplia franja de terreno que va desde Mozambique, al sur, hasta el cuerno de África y más allá.
"Por debajo hay una falla en el terreno que está separando África en dos", dice el catedrático del departamento de geodinámica de la Universidad de Granada, Juan Ignacio Soto. Pero el tiempo de la separación es geológico, llevará millones de años. "Sabemos que pasará, pero no cuándo", añade. En cierta medida es el proceso inverso al que produce cordilleras como el Himalaya o los Andes. Mientras estas se elevan por el choque de dos placas que convergen, en este valle se están separando.

Estos procesos geológicos son lentos para la cronología humana. "A veces se separan unos milímetros y otras muchas la fractura se produce en el interior sin que la veamos", explica el catedrático. En otras, como esta vez, la raja es superficial y de metros de ancho. "Lo llamativo es la longitud de esta", añade. Aunque habría que confirmarlo, se apunta a que las lluvias habrían ensanchado la magnitud de la brecha.
No será la última vez que suceda. Bajo la tierra hay un proceso de división de la placa africana en dos nuevas, la nubia al oeste y la etíope al este. Es ese mismo proceso el que está detrás de algunas de las maravillas de esta parte de África. El Gran Valle del Rift está formado en realidad bajo varias fracturas de la corteza terrestre. Por encima se corresponden con el Rift Albertino el Rift de África Oriental.

El conjunto de valles sobre las fallas tiene una extensión de unos 5.000 kilómetros. A lo largo de las fracturas se encuentran los principales volcanes africanos. Los grandes lagos, desde el Victoria al Tanganica, pasando por el Turkana o el Natrón, se deben a la presencia de estas fallas. Y gracias a ellas también esta zona es la región con la mayor porción de biodiversidad que queda en el planeta. En algún momento, quizá dentro de 50 millones de años, habrá dos áfricas, pero aún no.


Fuente: ElPais.com

sábado, 22 de abril de 2017

El fenómeno de El Niño controla los brotes de cólera en África.

Encuentran un vínculo entre el fenómeno atmosférico y la distribución de esta enfermedadEl Niño causa en el sur de África la peor hambruna desde 2005
MAR DE MIGUELMadrid@MarJungle
10/04/2017 21:05Cada año el cólera se lleva, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la vida de entre 100 y 120 mil personas en Asia, África, América Central y del Sur. La epidemia, endémica en zonas de guerra, hambruna, o condiciones sanitarias deficientes, podría reducirse de forma considerable si se tuviera en cuenta tan solo un pronóstico climático: el de El Niño.Observado desde 1892, este fenómeno atmosférico cíclico se produce cada siete o diez años y, aunque está asociado a la corriente marina de la costa del Pacífico ecuatorial, tiene un impacto notable en todo el planeta. El estudio publicado este lunes por científicos de la Universidad de Baltimore en Estados Unidos establece una relación entre sus efectos en África y la incidencia de la enfermedad del cólera en ese continente.En general, El Niño conlleva un calentamiento de las aguas oceánicas, lo que produce un cambio en la circulación atmosférica y una reducción de las lluvias. En África, en los periodos de El Niño aumentan las precipitaciones en la región oriental y disminuyen las lluvias en la meridional, occidental, y zonas del Sahel, la franja que se encuentra entre el desierto del Sahara y la sabana africana.El cólera es una enfermedad del tracto digestivo producida por la bacteria Vibrio cholerae, que infecta al hombre a través del agua o alimentos contaminados por este patógeno. Un suministro deficiente de agua, debido a sequias o condiciones salubres, contribuye a la transmisión de esta enfermedad, por lo que fenómenos como El Niño y su relación con brotes de cólera son plausibles y de hecho ya se habían demostrado para la región de Bangladesh. Sin embargo, hasta la publicación en la revista PNAS de los resultados del equipo liderado por el epidemiólogo Justin Lessler, no existía una evidencia de este vínculo en África. El uso combinado de mapas de alta resolución y de incidencia de brotes de cólera ha permitido percibir un cambio en la distribución de la infección en toda África en los años de El Niño."Los métodos utilizados aquí se pueden aplicar para entender cómo la incidencia de cualquier enfermedad se relaciona con el clima. Los resultados, sin embargo, son específicos del cólera", ha precisado el científico en declaraciones a EL MUNDO. La investigación muestra un mismo número total de casos de cólera, tanto en la época en la que se da El Niño como en la que no. Pero la distribución geográfica de los casos cambia. La enfermedad se traslada al África oriental durante los años de El Niño, aumentando en unos 50.000 casos adicionales y disminuyendo en 30.000 casos en el sur de África.Una atención eficaz durante un brote de cólera es fundamental para evitar la muerte de los afectados por esta bacteria, que de no recibir los cuidados necesarios, morirían en pocas horas. Las cifras son llamativas, pasando de un 50-60% de fallecimientos al 1% cuando los pacientes son tratados a tiempo. Un pronóstico climático adecuado asociado a El Niño, que puede darse desde 6 a 12 meses de adelanto, podría utilizarse para notificar a los países de África de cuándo es probable que vean un cambio importante en su riesgo de cólera. A este respecto Lessler ha afirmado que "Este trabajo ya se ha utilizado para ayudar a predecir qué años los países en particular son más propensos a hacer solicitudes a la reserva mundial de vacunas".Fenómenos como el de El Niño de 2015 y 2016, cuando se produjeron múltiples epidemias de cólera en África oriental, podrían ahora evitarse y salvarse muchas vidas. "Hemos presentado nuestros resultados en algunas reuniones internacionales con colaboradores africanos. Esperamos que este documento aumente la conciencia del tema", ha concluido el investigador estadounidense.

Fuente: ElMundo.es

martes, 24 de abril de 2012

Detectan una gran reserva de agua subterránea en Africa.

Un mapa geológico elaborado por científicos británicos muestra que África puede descansar sobre una descomunal reserva de agua subterránea, cuyos mayores acuíferos se situarían en el norte. El volumen total de agua bajo el suelo ascendería a medio millón de kilómetros cúbicos, una cantidad que equivale a veinte veces el agua procedente de las precipitaciones anuales en todo África, y que podría aliviar la sed de más de 300 millones de africanos. Las reservas tienen 5.000 años de antigüedad, época en la que el Sahara era un vergel. Algunos pozos se encuentran solo a 25 metros de profundidad y sería posible explotarlos.
Alrededor de la mitad de estas reservas -que datan de hace unos 5.000 años- se encontrarían en Libia, Argelia y Chad, coincidiendo con una parte del desierto del Sahara, ha explicado Alan MacDonald, el geólogo que lideró la investigación. "Estas grandes bolsas de agua podrían aliviar la situación de más de 300 millones de africanos que no disponen de agua potable, así como mejorar la productividad de los cultivos", ha afirmado el experto de la institución científica British Geological Survey.

Cien veces más que en la superficie

El estudio, en el que también participan expertos del University College de Londres, indica que el volumen de agua de los acuíferos es cien veces superior a la cantidad que existe en la superficie. Se trata de la primera investigación que abarca todas las reservas de agua subterráneas de África e incluye una serie de mapas, que publica hoy la revista científica "Environmental Research Letters".
Para su elaboración, los expertos recolectaron los planos hidrológicos elaborados por distintos países africanos así como los resultados de 283 estudios regionales previos. En el norte de África las bolsas de agua almacenada tienen un grosor de 75 metros y se encuentran protegidas por rocas de gran dureza como el granito, lo que ha supuesto una sorpresa para los investigadores. Sin embargo, estos acuíferos no se rellenan con el agua procedente de las precipitaciones recientes y filtrada a través de la tierra, sino que sus reservas datan de hace aproximadamente 5.000 años.
En esa época, el Sahara era un vergel, con numerosos lagos y vegetación de sabana, pero se convirtió en el mayor desierto cálido del planeta hace 2.700 años después de una lenta desertización. Además, los geólogos hallaron grandes reservas en la costa de Mauritania, Senegal, Gambia y parte de Guinea-Bissau, así como en Congo y en la región limítrofe entre Zambia, Angola, Namibia y Botsuana.

Abastecer a la población

En muchas zonas áridas y semi áridas del continente sería posible extraer agua para abastecer a la población -aunque no para cultivos intensivos- mediante pozos de mano, dado que las reservas se encuentran a menos de 25 metros de profundidad. La excepción son algunos países norteños como Libia, donde los acuíferos yacen a partir de los 250 metros, en los que sería necesaria una infraestructura más cara y compleja.
"En el Cuerno de África se encuentran los acuíferos más pequeños, pero aún así habría suficiente cantidad como para el consumo humano y no resultaría caro extraerlo mediante pozos. Además, no sería necesario invertir en tratamiento del agua, porque su calidad es muy buena", añadió MacDonald.
Sólo el 5 por ciento de la tierra fértil de África está irrigada, y las proyecciones demográficas para las próximas décadas indican que el auge de la población incrementará la demanda de agua para consumo y riego de cultivos. Eso sí, MacDonald ha advertido que explotar estas grandes bolsas de agua sin límite no es conveniente. "En la mayoría de África las precipitaciones no son suficientes como para rellenar los acuíferos, por lo que yo recomendaría no extraer más agua de la que se recarga cada año por la lluvia", ha aconsejado.

Fuente: ABC.es

viernes, 22 de julio de 2011

Nació un nuevo país: Sudán del Sur.

Desde 1955, el norte y el sur de Sudán han peleado por diferencias religiosas, étnicas, ideológicas y por el petróleo. A partir del pasado 9 de julio, Sudán del Sur es un nuevo país independiente.

AUTOR: Por Matthew Teague / F: George Steinmetz

(El siguiente es un fragmento del artículo original)

(...)
El origen de las tensiones en Sudán es tan geográfico, tan agreste, que se podría ver incluso desde la superficie de la Luna. El ancho marfil del Sahara en el norte de África, pegado a la sabana verde y las selvas del centro del continente, cada vez más estrecho. Un gran colmillo manchado de pasto. Por lo general, las poblaciones están a un lado u otro de esa brecha vegetal. Qué lado, norte o sur, define en gran parte la cultura -la religión, la música, la vestimenta, la lengua- de la gente. Sudán se extiende a ambos lados, abarcando el desierto árido en el norte y las praderas y bosques de lluvia tropical en el sur, y las culturas enajenadas a cada lado.

En Sudán, los árabes y los africanos negros se han enfrentado desde hace tiempo. Los conquistadores islámicos del siglo VII descubrieron que muchos habitantes de la tierra que entonces llamaban Nubia ya eran cristianos. Los nubios lucharon contra ellos hasta alcanzar un punto muerto que duró más de un milenio, hasta que el gobernador otomano en El Cairo los invadió, explotando la tierra al sur de Egipto como una reserva de marfil y humanos. En 1820 esclavizó a 30,000 personas conocidas como "sudán", que significaba simplemente "negros".

A la larga, la repulsión que mostraba el mundo hacia la esclavitud sacó a los comerciantes de esclavos del negocio. Los otomanos se retiraron a principios de los años ochenta del siglo xix y, en 1899, después de un breve periodo de independencia para Sudán, los británicos tomaron el control y gobernaron sus dos mitades como regiones distintas. No pudieron guarnecer todo Sudán -es un país enorme, 10 veces el tamaño del Reino Unido-, así que gobernaron desde Jartum y otorgaron poderes limitados a los líderes tribales en las provincias. Mientras tanto, fomentaron el islam y el árabe en el Norte, y el cristianismo y el inglés en el Sur. Invirtieron esfuerzos y recursos en el Norte y dejaron al Sur languidecer. Y surge la pregunta: ¿por qué? ¿Por qué se creó un solo Sudán?

Una razón, de nuevo, es geográfica. Conforme el Nilo fluye hacia Egipto, une las culturas dispares a lo largo de sus riberas en una relación irregular, a veces odiosa. Define el comercio, el medio ambiente, incluso la política, vinculando los asuntos del Norte con los del Sur. Cuando los británicos gobernaban, necesitaban controlar el Canal de Suez en la boca del Nilo, porque unía a Gran Bretaña con la "joya de la corona", India. Eso significaba que había que controlar el Nilo.
No es de sorprender que cuando los británicos se retiraron, a mediados de los cincuenta del siglo XX, el lugar cayó en una guerra civil. Los rebeldes del Sur combatieron ferozmente al gobierno del Norte durante los sesenta, y medio millón de personas murió antes de que las dos partes alcanzaran un acuerdo en 1972. Sin embargo, el pacto sólo le dio a cada lado una oportunidad de rearmarse para lo que sería una guerra mucho más sangrienta.

Durante la tregua entre las dos guerras civiles, el gobierno en Jartum se unió a Egipto para embarcarse en un impresionante proyecto en el Sur. Donde el Nilo se extiende a través del sur de Sudán -esa gran planicie- forma el Sudd, uno de los humedales más grandes de África. Las inundaciones anuales del río rejuvenecen las tierras de pastoreo donde las tribus del Sur han mantenido por mucho tiempo su ganado. Los socios decidieron construir un canal de 360 kilómetros para desviar el río pasando el Sudd, en dirección al norte, para abastecer de agua al sediento Egipto. Trajeron una máquina excavadora de ocho pisos y los hombres de la tribu se quedaron de pie mirando cómo destrozaban sus pastos.

A comienzos de la guerra civil de 1983 se formó un grupo rebelde llamado Ejército de Liberación del Pueblo de Sudán (ELPS) y en uno de sus primeros y llamativos actos atacó las oficinas centrales de la constructora del canal Jonglei, interrumpiendo el proyecto.

Siguieron años de derramamiento de sangre, que terminaron en 2005 después de que las extraordinarias maniobras diplomáticas a puerta cerrada trajeran consigo el Acuerdo de Paz Integral de Sudán. Este pacto le dio al sur de Sudán una medida de autonomía: su propia constitución (basada en la separación de la religión y el Estado), un ejército y una moneda. Ahora Sudán se tambalea entre la posibilidad de una paz duradera y la amenaza de la violencia reciente. En 2011, según el pacto, la gente del sur de Sudán votará para ver si se separa del norte y forma un país completamente independiente.

Ambos lados sonríen y asienten frente al pacto, temerosos de que romperlo incite la intervención extranjera. Al mismo tiempo, continúan una guerra subterránea de acusaciones y antagonismo. Las profundidades de esa duplicidad -y las oscuras posibilidades de paz- se me hicieron evidentes a la mitad de mi estancia en Sudán, cuando media docena de hombres en traje me abordaron en el aeropuerto de Juba, la capital del Sur. Me metieron a la fuerza en un camión lleno de soldados pertrechados con rifles de asalto y me llevaron a un complejo habitacional de la ciudad. Ahí me quitaron el teléfono y la cámara, me negaron agua o el acceso al baño durante un día y una noche de interrogatorios. Se rehusaron a llamar al consulado de Estados Unidos. Eran agentes de inteligencia sudaneses.

El arresto me desconcertó, no sólo porque no levantaron ningún cargo en mi contra sino también porque su comportamiento iba contra la calidez y la buena voluntad que los sudaneses del sur suelen mostrar a los occidentales. Esa noche, cuando me liberaron, un oficial de seguridad de nombre Gas me explicó: la agencia de inteligencia pensó que era un espía. Más tarde me enteré que un chofer que había tratado de extorsionarme me había señalado como tal, pero el incidente subraya lo profundo de las sospechas entre Norte y Sur.

De manera que surge otra pregunta: ¿en medio de semejante animosidad, por qué el Norte no ha dejado simplemente que el Sur se separe? Y una vez más la respuesta es la geografía, que ahora los une de una manera nueva: el petróleo. Mucho del petróleo está en el Sur, pero el Norte, donde se encuentran todas las refinerías, controla la distribución de las ganancias.

(...)
Las fuerzas del Norte poseían equipo y armas muy superiores. Utilizaban aviones para bombardear los tanques de combustible y a las tropas del Sur, de manera que el ELPS peleaba una guerra de guerrillas en el monte. Cada vez que la unidad de Logocho se trasladaba a un nuevo territorio, cada uno de los soldados cavaba una zanja poco profunda del tamaño de un hombre. Cuando escuchaban el rugido de los bombarderos sobre sus cabezas, se metían en las zanjas, esperando lo mejor. Más de una vez, Logocho se acostó boca abajo, aspirando el olor de la tierra removida, mientras sus amigos morían a su alrededor.

Un amigo cristiano le había mostrado una Biblia y una de sus historias ahora cobraba sentido. "Ay -había dicho Isaías sobre el sitio que hoy se llama Sudán-. Ay de la tierra ensombrecida por el zumbido de las alas que está más allá de los ríos de Etiopía".
los bombarderos sobrevolaban como langostas. Roger Winter sabía que había cruzado una línea. Pero el liderazgo del sur de Sudán encontró un guía e inspiración en Winter.

En 1994, los líderes del brazo político del ELPS, el Movimiento de Liberación del Pueblo de Sudán (MLPS), tuvieron su primera convención nacional bajo las copas de la selva cerca de la frontera con Uganda. Jartum sabía de la reunión y había enviado aviones a bombardearla.

Hacía mucho tiempo que los líderes del Sur habían abandonado los poblados y las carreteras -blancos fáciles para las bombas- y se habían adentrado en la selva. Hombres como Garang y su segundo al mando, Salva Kiir, habían crecido en campamentos rurales de ganaderos y se sentían cómodos refugiados en el campo. Más de 500 personas de todo Sudán se abrieron paso hasta el sitio de la reunión y los soldados del ELPS se movían entre el pasto alto de los alrededores, peinando los pisoteados senderos para que los bombarderos no pudieran verlos. Los organizadores de la reunión habían tallado escalones en la ladera de la colina, donde la gente se sentó en un anfiteatro camuflado naturalmente y escuchó a Winter hablar sobre democracia.

Después de esa primera y accidentada convención política, el ELPS formó su propio gobierno, con Garang como presidente.

En enero me senté con Salva Kiir, quien se convirtió en presidente de Sudán del Sur tras la muerte de Garang en 2005, en un choque de helicóptero. Se veía intranquilo en la oficina presidencial, rodeado del oropel del poder político centroafricano. Llevaba un sombrero vaquero negro, obsequio del presidente George W. Bush, y estaba desparramado torpemente sobre un sillón vistoso que parecía apretarle. Su cargo político también lo oprimía, en sentido figurado. Jamás se hubiera esperado que le impusieran la presidencia, dijo, y en su visión de un Sudán del Sur se ve a sí mismo pasándosela a alguien más. "Una transferencia de poderes pacífica -dijo-, esa es la base de una democracia". Pareció cobrar vida cuando le pregunté sobre su infancia entre las vacas, durmiendo a su lado, amamantándose de ellas. "Delicioso", respondió sonriendo. ¿Aún tiene vacas? "Un hombre nunca dice cuántos hijos o vacas tiene -dijo-. A veces dices una. Pueden ser 10 o 100 o 1000". ¿Entonces cuántas tiene? Se rio. "Una".

En los años que siguieron a la reunión en la selva, Winter continuó obsesionado con el sur de Sudán, esforzándose por que Sudán y Estados Unidos se entendieran. En Sudán del Sur la gente sabía poco sobre la política de Occidente; a menudo lo llamaban senador Roger cuando se aparecía en la selva. Los estadounidenses sabían aún menos acerca de Sudán. Para 2001, Winter había aceptado un puesto en la Agencia para el Desarrollo Internacional de Estados Unidos y la guerra en el sur de Sudán lo consumía.
La mañana del 11 de septiembre se encontraba en una junta en Washington, donde se discutía un posible cese al fuego en los montes Nuba. Las noticias de los ataques terroristas de ese día llegaron a media reunión, junto con órdenes de evacuar las oficinas federales. Winter recuerda haber pensado que no iría a ninguna parte. Estamos tan cerca. Había planeado conducir hasta la embajada sudanesa, pero el tráfico estaba paralizado y era imposible, así que se pasó el día negociando por teléfono.
Durante los primeros años de la guerra civil, los únicos estadounidenses que prestaban atención especial a los problemas del sur de Sudán eran algunos miembros de las iglesias cristianas. Veían la guerra como un asunto religioso entre agresores islámicos y víctimas no musulmanas. El 11 de septiembre fortaleció esa idea. Los líderes de la iglesia y sus congregaciones presionaron a los responsables de fijar las políticas en Washington para que hicieran algo en el sur de Sudán.

Winter sabía que la guerra civil sudanesa no era simplemente una batalla entre el islam y el cristianismo: en muchas partes, Sudán del Sur es un mosaico de tribus animistas que no saben nada del cristianismo. Sabía que la lealtad étnica significa más que la religión. Conocía la economía involucrada, sabía que el Norte había reprimido el desarrollo en el Sur. Quería que más estadounidenses, especialmente los de Washington, pensaran en Sudán, y reclutó la ayuda de periodistas y legisladores.

Allí donde árabes y africanos negros habían peleado históricamente por las tierras de pastoreo, ahora luchaban por el petróleo, que ascendía incluso hasta 3000 millones de barriles, en su mayoría en una línea fronteriza en disputa entre el Norte y el Sur donde las tribus y los clanes han estado en conflicto durante mucho tiempo.

El conflicto era complicado, pero Winter nunca dio por descontado el poder de la religión como una fuerza para el bien. Lo había visto por sí mismo en 2002.

En un poblado sudanés del sur llamado Itti, cerca de la frontera con Etiopía, Winter había encontrado una iglesia presbiteriana donde más de 300 personas se reunían bajo el techo de hierba cada domingo. Un domingo, el joven pastor, un hombre llamado Simon, a quien Winter había conocido antes brevemente, se paró al frente y habló acerca de la "paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento", citando al apóstol Pablo. La paz incluso con los árabes.

Después del oficio se acercó al grupo de viejos de la iglesia y les preguntó qué podía hacer para ayudar a la congregación. Ellos se consultaron entre sí mientras Winter y Simon discutían las posibilidades.
Nuestro pastor, Simon, es un hombre listo, dijeron. Pero nunca ha tenido una educación apropiada como pastor. ¿Podrías ayudarlo?

Winter estaba atónito. Esta gente apenas tenía suficiente para comer, ¿y escogían educación? Durante los siguientes años pagó personalmente la asistencia de Simon a la escuela de teología en Kampala, Uganda, aceptando la palabra del joven de que regresaría a la desolación relativa de la pequeña Itti.
(...)
Los años que Winter invirtió en riñas diplomáticas culminaron con un pacto en 2005 firmado por el Norte y el Sur. El caos y la carnicería de la historia de Sudán hacen imposible predecir si el tratado se mantendrá durante las votaciones de 2011 para la independencia. Pero Winter ?junto con sus colegas estadounidenses y los negociadores de Kenia, Reino Unido, Noruega y otras partes? negoció algo en Sudán que alguna vez pareció imposible: la paz. Una paz que se ha mantenido por cinco años.
(...)

Fuente: National Geographic

jueves, 21 de julio de 2011

Catástrofe en África.

La ONU declara la hambruna en Somalia e implora ayuda. El organismo pide 211 millones para frenar la «desesperada situación»

La ONU declara la hambruna en Somalia e implora ayuda.

El organismo pide 211 millones para frenar la «desesperada situación»

La hambruna habitualmente se declara cuando dos adultos o cuatro niños de cada 10.000 habitantes de un país mueren cada día y un tercio de los menores están severamente malnutridos.

En dos regiones del sur de Somalia ya mueren seis personas al día y son más de la mitad de los niños los gravemente malnutridos, pero no ha sido hasta este miércoles cuando la ONU ha decretado oficialmente la hambruna allí. Lo ha hecho a la vez que realizaba un llamamiento urgente de movilización de una comunidad internacional que oenegés como Oxfam han criticado por considerar una respuesta "lenta, inadecuada y complaciente" a una crisis que lleva tiempo gestándose.

Mark Bowden, el coordinador humanitario para Somalia de la ONU, lanzó la alerta por una "situación desesperada" que "requiere acción urgente para salvar vidas". Y cifró en 211 millones de euros la cantidad requerida en dos meses para evitar lo que ya se augura: que se extienda la hambruna a todo un país que está en medio de la peor sequía en seis décadas y al que además de pobres cosechas y enfermedades infecciosas abruman la guerra, la negligencia y aumentos de precios de hasta el 270%.

Aunque los problemas afectan a toda la región del Cuerno de África (donde necesitan ayuda inmediata 11,3 millones de personas), Somalia presenta retos especiales.

Por la fuerza en el país de Al Shabab, uno de los grupos vinculados al terrorismo islamista que más preocupa a Washington y que hasta hace solo unas semanas ha bloqueado la ayuda humanitaria, en los dos últimos años EEUU ha pasado de ser primer donante en Somalia a séptimo. Aunque ayer la secretaria de Estado, Hillary Clinton, prometió sumar 20 millones de euros a los 300 prometidos para el Cuerno de África este año, a Washington sigue preocupándole que la ayuda caiga en manos de Al Shabab, un riesgo que según Bowden la ONU se ha esforzado en minimizar.


Fuente: DiarioDeCuyo.com.ar

lunes, 31 de mayo de 2010

Desplazados por el cambio climático.


La mayoría de los afectados son africanos.

  • Alrededor de 50 millones de personas se verán obligadas a emigrar este año
  • Las causas medioambientales provocan ya más desplazados que las guerras
  • Los expertos piden que se apueste por una economía baja en carbono
  • África sólo es responsable del 14% de las emisiones de C02
El cambio climático está causando un nuevo tipo de pobreza. El aumento global de temperaturas afecta a todos los países pero son los más pobres y aquellos que están en vías de desarrollo los más perjudicados por la falta de agua, de alimentos y de otros recursos naturales.

En sólo un año, alrededor de 50 millones de personas de todo el mundo se verán obligadas a emigrar debido a causas relacionadas con el medio ambiente. El cálculo lo ha hecho Naciones Unidas y ha sido recordado esta semana con motivo del Día de África, que se celebró el pasado 25 de mayo.

El continente negro concentra a la gran mayoría de los afectados por la degradación medioambiental. Y ello, pese a que África sólo es responsable del 14% de las emisiones de C02.

La falta de agua y la degradación del suelo es particularmente grave en este continente, donde el sector industrial está muy poco desarrollado y en el que la mayor parte de la población que trabaja se dedica a la agricultura y a la ganadería.

Los combustibles fósiles son uno de los principales responsables del cambio climático así que los expertos consideran imprescindible apostar con firmeza por una economía sostenible y baja en carbono.

Sobreexplotación de recursos

El aumento de las temperaturas está intensificando las sequías, las lluvias torrenciales y la subida del nivel del mar, fenómenos que ya provocan más desplazados que las guerras. Según la Fundación CEAR-Habitáfrica, Solidaridad Internacional e IPADE, "se calcula que en los próximos 10 años, 60 millones de africanos migrarán al norte de África y a Europa" por estas causas.
La mayor parte de los desplazamientos se realizan del campo a la ciudad y después se trasladan a Europa. Por ejemplo, la sobreexplotación de los bancos de pesca de Senegal por parte de empresas europeas ha dejado sin trabajo a los pescadores de ese país. Algunos han llegado a nuestro país, donde han sido acogidos bajo el estatus de 'migrantes económicos'. Las ONG reclaman que sean tratados como "desplazados medioambientales" ya que no lo han hecho de forma voluntaria.

Y es que para garantizar el bienestar de la población ya "no sólo es necesario una economía fluida sino un entorno sano, un ambiente que cubra las necesidades de las comunidades que lo habitan con sus recursos naturales". Así lo creen los expertos de IPADE que han elaborado el informe 'Cambio climático y lucha contra la pobreza. La experiencia africana'.

El informe recomienda "apoyar un crecimiento que implique menor estrés y presión sobre el entorno y una ralentización de las emisiones de CO2 a la atmósfera". Para conseguirlo, habrá que cambiar el modelo de crecimiento y apostar por la producción limpia y consumo responsable.

Asimismo, las autoridades sanitarias temen que el cambio climático incremente la expansión de enfermedades como la malaria, pues facilitará que los mosquitos que la transmiten lleguen a zonas en las que actualmente no se registran casos de esta enfermedad. Según datos de la Organización Mundial de la Salud, 80 millones de personas podrían resultar infectadas en todo el mundo.


Fuente: ElMundo.es

domingo, 23 de mayo de 2010

El Mediterráneo Occidental, cada vez más caliente y salado.


  • La capa más profunda del mar se recalienta a un ritmo de 0,002 grados al año
  • La capa intermedia también es hoy más caliente
  • Se necesita mucho calor para calentar tal superficie de agua

Cada año la temperatura de la capa profunda del Mediterráneo occidental aumenta 0,002 grados centígrados y su salinidad, un 0,001 de unidad de salinidad.

Estos cambios, aunque mínimos de año en año, se producen de forma continua y constante con una aceleración desde los años 90. Los investigadores insisten en que aún habrá que investigar algunos años más para confirmar esta tendencia.

El estudio, realizado por investigadores del Instituto Oceanográfico Español y publicado en el Journal of Geophysical Research, presenta los resultados de la investigación, en la que los científicos analizaron la temperatura y salinidad de las tres capas del Mar Mediterráneo: la superior (desde la superficie hasta los 150-200 metros con agua que entra del Atlántico), la intermedia (de los 200 a los 600 metros de profundidad con agua del Mediterráneo oriental que entra en la cuenca occidental a través del canal de Sicilia), y la profunda (de los 600 metros al fondo del mar con agua del Mediterráneo occidental).

"Estas capas, sobre todo la profunda, ocupan un volumen inmenso, y calentar cada año una milésima su temperatura requiere de una cantidad grandísima de calor", puntualiza el investigador Manuel Vargas-Yáñez.

El equipo también ha observado un aumento de la salinidad y del calentamiento de la capa intermedia del mar. En la capa superior no lo han visto de forma clara, "pero podemos inferirlo a partir del calentamiento del agua profunda", declara Vargas-Yáñez.


Fuente: ElMundo.es

jueves, 20 de mayo de 2010

Descubren nuevas fallas en el Mediterráneo.

La convergencia de las placas africana y europea ha variado el régimen tectónico

La campaña oceanográfica internacional MEDOC (Mediterráneo Occidental) en el mar Tirreno, coordinada por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), ha finalizado tras 30 días de recogida de datos que muestran que la región está sometida a un nuevo régimen tectónico, con fallas de reciente creación y dimensiones desconocidas.

La expedición, en la que han participado un total de 36 científicos y 12 técnicos, tiene como objetivo estudiar las grandes fallas tectónicas y los volcanes submarinos que han generado la cuenca submarina del Tirreno, creada por extensión continental entre la península de Italia y las islas de Cerdeña, Sicilia y Córcega.

Los datos obtenidos a bordo del buque del CSIC 'Sarmiento de Gamboa', en colaboración con el buque italiano 'Urania' y otros equipos en tierra, muestran que toda la región está sometida en la actualidad a un cambio en el régimen tectónico debido a los esfuerzos causados por la convergencia de la placa tectónica de África hacia Europa.

El coordinador de la campaña, César Rodríguez Ranero, de la Institució Catalana de Recerca i Estudis Avançats, en el Instituto de Ciencias del Mar del CSIC, explica: �l nuevo régimen tectónico de la zona, hasta ahora poco conocido, está generando un gran número de nuevas fallas tectónicas de dimensiones y peligrosidad desconocidas

Durante la expedición se han adquirido datos sísmicos y acústicos utilizando por primera vez el nuevo equipamiento geofísico de buque. Mediante el tratamiento matemático de los datos, los científicos han usado los ecos registrados para obtener imágenes detalladas de la distribución de las masas de agua, así como de rocas y fallas tectónicas en el subsuelo.


Fuente: ElMundo.es

miércoles, 17 de marzo de 2010

Una parte del Mediterráneo actual se secó hace seis millones de años.


El estudio pretende averiguar si el mar podría desecarse en un futuro.

Al menos una parte del Mar Mediterráneo estuvo seca hace millones de años, según un estudio de un grupo de investigadores del departamento de Ciencias de la Tierra y del Medio Ambiente de la Universidad de Alicante (UA).

La investigación pretende averiguar si el Mare Nostrum podría desecarse en un futuro.

Los científicos investigan sobre el nivel de este mar en otras eras a través de las huellas en rocas y estratos. Así, estudian su nivel de oxigenación, la luminosidad, los nutrientes o las huellas de animales mayores.

Los resultados del trabajo han revelado que hubo un tiempo en el que el Mar Mediterráneo llegaba hasta lo que hoy es tierra adentro y, por ejemplo, toda la Vega Baja estaba sumergida.

Sin embargo, de los cálculos también se desprende que hace unos seis millones de años se cerró la conexión del Mar Mediterráneo con el Océano Atlántico a través del estrecho de Gibraltar porque no entraba agua de este último. Las lluvias y el agua de los ríos no compensaban su evaporación, de modo que se desecó.

Para los investigadores, la clave está en saber en qué proporción se desecó antes de que el Estrecho de Gibraltar volviera otra vez a abrirse y la cuenca mediterránea a rellenarse.

El grupo investigador ha explicado que la hipótesis de que la cuenca mediterránea fue seca en algunos episodios del pasado surgió en los años setenta del pasado siglo, cuando barcos de exploración submarina comprobaron que había yeso en el lecho del mar, un mineral que se forma en condiciones de alta evaporación.

El estudio corre a cargo del grupo de Cambios Paleoambientales, dirigido por Jesús M. Soria e integrado por José Antonio Pina, Alfonso Yébenes, José Enrique Tent, Hugo Corbí y Alice Giannetti.

Fuente: ElMundo.es

martes, 19 de enero de 2010

Mapa de riesgo volcánico en Gran Canaria.

El estudio de las erupciones desde hace 11.000 años indica el riesgo actual.

Investigadores españoles y franceses han determinado la edad, la distribución, el volumen y la geoquímica de los volcanes de Gran Canaria durante el Holoceno, desde hace 11.000 años, para establecer un mapa de peligrosidad volcánica de la isla. El estudio demuestra que el área de mayor actividad volcánica es una de las zonas más pobladas del noreste de la isla, que en el periodo analizado ha sufrido 24 erupciones. El estudio se ha publicado en el Journal of Quaternary Science, informa SINC.

El equipo ha combinado los datos de estudios anteriores con los resultados del análisis de 13 nuevas edades de radiocarbono para conocer la historia de la isla y predecir las zonas de futuras erupciones volcánicas. El resultado es un mapa de peligrosidad volcánica en Gran Canaria que describe escenarios de riesgo.

"Hemos identificado 24 erupciones volcánicas que ocurrieron durante los últimos 11.000 años en Gran Canaria. Sabemos que el volcanismo se concentró en el sector septentrional de la isla y produjo pequeños conos estrombolianos monogenéticos (erupciones poco violentas que emiten lavas y piroclastos) y, de forma ocasional, calderas freatomagmáticas (expulsión de cenizas)", explica Alejandro Rodríguez-González, autor principal del estudio, liderado por investigadores de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC) y el Instituto de Ciencias de la Tierra "Jaume Almera" (CSIC, Barcelona). El equipo ha definido con gran exactitud los límites de las distintas unidades volcánicas (cono, lava y piroclastos de dispersión horizontal), con criterios geomorfológicos y estratigráficos. Los datos que ofrecen ahora los científicos permiten mejorar la evaluación de la magnitud y estilo de futuras erupciones en esta área.

Una de las zonas más pobladas en el noreste de la isla ha tenido la mayor actividad volcánica durante los últimos 11.000 años y, por tanto, es previsible que en el futuro continúe la actividad volcánica. Sin embargo, no se puede predecir el momento en el que se producirá una erupción: "Si bien sí es determinable dónde hay una mayor peligrosidad futura, el conocimiento actual de los fenómenos volcánicos no permite predecir cuándo se puede producir una erupción", aclara Rodríguez-González.

Los nuevos resultados resaltan que durante el Holoceno se produjeron tres grupos de actividad volcánica "separados por cuatro periodos de inactividad". El más antiguo ocurrió hace más de 10.000 años y contó con una única erupción en El Draguillo, al este de la isla. Las otras series de erupciones se produjeron hace entre 5.700 y 6.000 años, y entre 1.900 y 3.200 años. Según los estudios arqueológicos, el periodo de erupciones más reciente afectó a los asentamientos prehistóricos humanos de la isla.

No obstante, los investigadores explican que en la actualidad "el número de centros eruptivos aumenta y los periodos de inactividad volcánica son cada vez más cortos". De este modo, también advierten de que durante los últimos 11.000 años "la cantidad de magma emitido y la explosividad de las erupciones han ido en aumento".


Fuente: ElPais.com

miércoles, 16 de diciembre de 2009

El mar Mediterráneo se llenó en menos de dos años.

El mar Mediterráneo llegó casi a secarse hace unos 6 millones de años, al quedar aislado de los océanos durante un largo periodo de tiempo, debido al actual levantamiento tectónico del Estrecho de Gibraltar. Cuando las aguas del Atlántico encontraron de nuevo un camino a través del Estrecho, llenaron el Mediterráneo con la mayor y más brusca inundación que ha conocido nunca la Tierra.

La cuenca mediterránea, entonces un enorme desierto a 1.500 metros de profundidad, tardó en llenarse de unos meses a dos años, según explican investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).

Hasta ahora se pensaba que este mar en medio de las tierras había tardado en llenarse de 10 a 10.000 años.

De acuerdo con el artículo que aparece publicado esta semana en la revista Nature, la enorme descarga de agua, iniciada probablemente por el hundimiento tectónico del Estrecho y el desnivel de ambos mares [de unos 1.500 metros], llegó a ser 1.000 veces superior al actual río Amazonas y llenó el Mediterráneo a un ritmo de hasta 10 metros diarios de subida del nivel del mar. La inundación que reconectó el Atlántico con el Mediterráneo provocó en el fondo marino una erosión de cerca de 200 kilómetros de longitud y varios kilómetros de anchura.

Los detalles

Uno de los responsables de la investigación, el investigador del CSIC Daniel García- Castellanos, que trabaja en el Instituto de Ciencias de la Tierra Jaume Almera, en Barcelona, detalla: "La inundación que puso fin a la desecación del Mediterráneo fue extremadamente corta y más que parecerse a una enorme cascada debió consistir en un descenso más o menos gradual desde el Atlántico hasta el centro del Mar de Alborán, una especie de megarrápido por donde el agua circuló a cientos de kilómetros por hora.

Como consecuencia, el canal erosivo que atraviesa el estrecho tiene unos 500 metros de profundidad y hasta ocho kilómetros de anchura, y se extiende a lo largo de unos 200 kilómetros entre el Golfo de Cádiz y el Mar de Alborán".

Cuando hace unos años los ingenieros del túnel que debía unir Europa y África estudiaron el subsuelo del Estrecho de Gibraltar se encontraron con este problema inesperado: un surco de varios cientos de metros de profundidad, rellenado por sedimentos poco consolidados. Los geólogos y geofísicos en los años 90 pensaron que esta norme erosión había sido producida por algún río de gran caudal durante la desecación del Mediterráneo.

"Esperamos que el artículo contribuya, en cierta medida, a planificar las obras del túnel para unir Europa y África. El trabajo se basa en buena parte en los estudios preliminares de ese proyecto, muy condicionado por la presencia de ese canal erosivo que nosotros relacionamos con la inundación. Sería cerrar un bello círculo que nuestra investigación acabara contribuyendo a la construcción del túnel con nuevo conocimiento", apunta García-Castellanos.

"Durante el periodo de desecación [la llamada crisis salina del Mesiniense, debido a la precipitación masiva de sal en todo el Mediterráneo con acumulaciones de varios kilómetros en algunos lugares de sus zonas más profundas], los principales ríos que desembocaban en el mar estudiado excavaron profundas e impresionantes gargantas en los márgenes del fondo marino, que quedaron expuestos.

Los ríos desembocaban entonces en lagos salinos situados en las partes más profundas de la cuenca", explica el investigador del CSIC.

No obstante, a partir del estudio de los perfiles sísmicos realizados en el Mar de Alborán y de los cálculos basados en modelos de erosión de los ríos de montaña, los investigadores demostraron que la erosión no fue producida por un río durante la desecación del Mediterráneo, sino por un enorme flujo de agua procedente del Atlántico.

García-Castellanos avanza las implicaciones que pueda tener el estudio: "Un cambio tan enorme y abrupto en el paisaje terrestre como el que hemos deducido pudo tener un impacto notable en el clima de aquel periodo, algo que no se ha estudiado aún con suficiente detalle y a lo que podría ayudar este trabajo. La técnica usada, además, nos puede servir también para estudiar otras inundaciones de las que se desconocen su intensidad o duración".


Fuente: Neomundo.com.ar