lunes, 25 de julio de 2016

Un año en la Tierra visto a 1,6 millones de kilómetros de distancia.

En menos de tres minutos resume la evolución del lado iluminado de la Tierra a lo largo de todo un año, desde agosto de 2015. Pero lo más sorprendente del nuevo vídeo de la NASA es que se ha grabado a 1,6 millones de kilómetros de distancia, en una región del espacio conocida como Lagrange 1 donde la gravedad de la Tierra y el Sol ejercen fuerzas similares. El metraje es una rápida sucesión de 3.000 imágenes -un time lapse- tomadas por la cámara EPIC del satélite DSCOVR.
Desde su punto de vista, EPIC es testigo de la salida del Sol por el oeste y el ocaso por el este, al menos, 13 veces cada día. Tampoco pierde detalle de laniebla que aparece sobre la superficie terrestre y que se debe a la dispersión de la luz por parte de las moléculas de la atmósfera; el mismo fenómeno que hace que el cielo sea azul durante el día y rojo al atardecer. Durante ese año, además, ha captado la sombra de la Luna durante el eclipse solar del pasado marzo.
Con este tipo de herramientas, la NASA pretende estudiar los niveles de ozono y aerosoles presentes en la atmósfera, además de la altura y cambios en la cubierta de nubes que ayuda al balance térmico, la vegetación y cómo se refleja la radiación ultravioleta. EPIC viaja a bordo del satélite DSCOVR, que se lanzó en febrero de 2015. DSCOVR es una asociación de la NASA, la Administración Oceánica y Atmosférica Nacional (NOAA) y la Fuerza Aérea de los Estados Unidos. Su objetivo es hacer un seguimiento del viento solar, aspecto de vital importancia para asegurar la precisión y la anticipación de las alertas y los pronósticos del tiempo espacial de la NOAA.
Fuente: ElMundo.es
Video: Info Set (Youtube)

viernes, 1 de julio de 2016

La capa de ozono empieza a recuperarse.

El agujero antártico se ha reducido en 4 millones de kilómetros cuadrados desde su máximo del año 2000

Han pasado tres décadas de incertidumbre desde que casi todos los países del mundo firmaron el protocolo de Montreal para prohibir los gases que destruyen el ozono atmosférico, y en octubre pasado hubo un susto cuando el agujero de ozono antártico batió un récord de inesperada gravedad. Pero las cosas han empezado a enderezarse. Los científicos han obtenido pruebas, por primera vez, de que la capa de ozono se está recuperando. Desde 2000, cuando alcanzó su máximo histórico (25 millones de kilómetros cuadrados), el agujero antártico se ha reducido en 4 millones de kilómetros cuadrados, más o menos la superficie de la Unión Europea (sin el Reino Unido).

Los investigadores también presentan evidencias de que la causa principal de la recuperación ha sido el protocolo de Montreal, es decir, la prohibición de los compuestos orgánicos clorados (clorofluorocarbonos, CFC) que se usaban en la limpieza en seco, la refrigeración y los aerosoles como desodorantes y lacas. La sustitución de estos compuestos por otros igual de eficaces pero inocuos para la atmósfera ha resultado, por tanto, de importancia capital.
También hay fenómenos naturales que dañan el ozono, como la temperatura en las capas altas de la atmósfera y, sobre todo, las erupciones volcánicas. Esto ha complicado mucho las mediciones hasta ahora. De hecho, el agujero de ozono récord que se registró en octubre pasado se debió, piensan ahora los científicos, a la erupción del volcán Calbuco, en el sur de Chile. Los volcanes no emiten CFC, pero sí una gran cantidad de pequeñas partículas que ascienden a la atmósfera y favorecen las reacciones que destruyen el ozono.

Susan Solomon, una geóloga del MIT (Massachusetts Institute of Technology, en Boston) que fue una pionera de la investigación sobre la destrucción del ozono hace 30 años, presenta los resultados en Science junto a colegas del Centro Nacional de Investigación Atmosférica, en Boulder, y la Universidad de Leeds, en Reino Unido. El trabajo combina observaciones por globos y satélites con avanzados modelos matemáticos.

Solomon se muestra exultante. “Ahora podemos confiar en que las cosas que hemos hecho han puesto al planeta en el camino de la curación”, dice. “Eso dice bastante de nosotros, ¿no? ¿No somos asombrosos los humanos, que creamos una situación tras la que decidimos colectivamente, como mundo, que íbamos a eliminar esas moléculas? Las eliminamos, y ahora estamos viendo que el planeta responde”.
La pérdida de ozono tiene unos efectos directos sobre la salud, porque ese gas es, en las capas altas de la atmósfera, la protección natural más importante contra la radiación ultravioleta de la luz solar, que causa cáncer de piel, cataratas y daños en el sistema inmune. Naciones Unidas estima que el protocolo de Montreal evitará dos millones de casos de cáncer de piel desde su entrada en vigor hasta 2030. La pérdida de ozono afecta a todas las latitudes, pero es más grave en los polos, y sobre todo en la Antártida, que es donde se mide la magnitud del agujero.

El agujero de ozono se descubrió en los años cincuenta, y su gravedad se confirmó en los ochenta. Las mediciones se han tomado desde entonces en los meses de octubre, cuando la primavera austral genera las condiciones óptimas para la destrucción del ozono en las capas altas. Solomon y sus colegas muestran ahora las ventajas de medirlo en septiembre, poco después de que la Antártida empiece a salir del oscuro invierno austral. La luz es necesaria para las reacciones que dañan el ozono.

Fuente: ElPais.com