miércoles, 25 de marzo de 2015

Los corales narran la historia del cambio climático.

Científicos británicos elaboran una historia del océano Atlántico con el estudio de los corales marinos para rastrear la huella de los cambios climáticos sobre la Tierra
El calor ‘desaparecido’ del cambio climático se esconde a 300 metros bajo el Atlántico

El futuro de la investigación sobre el cambio climático podría estar entre Tenerife y Puerto España, en Trinidad y Tobago, las dos orillas del Atlántico. Un proyecto científico financiado por la Unión Europa investiga desde hace cuatro años los corales y los sedimentos de los fondos marinos oceánicos a lo largo de los miles de kilómetros que separan una y otra ciudad. En ellos podría estar la huella de cambios climáticos pasados y la clave de los futuros. “Datando los corales, observamos que su surgimiento va y viene a lo largo del tiempo y nuestra hipótesis es que esto está relacionado con períodos de cambio climático”, indica la responsable de la investigación, Laura Robinson, de la Universidad de Bristol.

En el pasado ha habido períodos en los que el clima global ha cambiado rápida y bruscamente, y no solo por la actividad del Sol o la fusión del hielo, sino también por la toma o liberación de CO2 por parte de los océanos. “Así pues”, explica Robinson, “reconstruyendo los registros climáticos del pasado estableceremos cuándo y por qué se produjeron esos cambios climáticos y con qué consecuencias, lo que nos dará información para establecer modelos con los que hacer proyecciones del cambio climático en el futuro”.

En los océanos hay actualmente más CO2 que en la atmósfera, unas 60 veces más. Los océanos son un sumidero esencial del llamado carbono antropogénico, es decir, el CO2 generado por la actividad humana. Uno de los riesgos que los científicos están analizando de cara al futuro es la posibilidad de que el océano invierta su papel y pase de atrapar CO2 a liberarlo, lo que podría causar una catástrofe ambiental a nivel mundial.
“Por ese motivo, comprender cómo funcionan los océanos es esencial porque pequeños cambios en ellos pueden tener un efecto muy profundo en la atmósfera”, explica Robinson.

Uno de los puntos centrales de investigaciones como esta reside, precisamente, en la toma del carbón antropogénico por parte de los océanos, un proceso que está haciendo decrecer el PH de los mismos, es decir, los está volviendo más ácidos, lo que es devastador para la biodiversidad de sus ecosistemas. “Tenemos que tratar de evaluar cuánto CO2 exactamente están tomando, si el ratio está cambiando o, de lo contrario, si cambiará y si podremos prever cuándo será ese cambio”, puntualiza Robinson.

Uno de esos períodos en los que se produjo un cambio climático brusco y rápido fue en la transición entre la última glaciación, hace unos 20.000 años, al más cálido período del Holoceno, que comenzó hace 10.000 años.
“Durante ese tiempo”, detalla Robinson, “el clima no cambió hacia un calentamiento estable y suave. Los registros climáticos muestran que, al contrario, los cambios sucedieron en saltos bruscos en una escala de décadas y no estaban sincronizados entre el hemisferio norte y sur”.
Datando los corales, datando el clima

Para reconstruir el pasado climático de la Tierra, el equipo liderado por Robinson analiza miles de muestras de corales y de sedimentos marinos recogidos del fondo del océano Atlántico durante la expedición científica de 48 días realizada entre octubre y noviembre de 2013 a bordo del buque James Cook, un nombre que no es fortuito: en junio de 1770, el explorador británico de dicho nombre se convirtió en el primer europeo en navegar sobre la Gran Barrera de Coral de Australia, el mayor arrecife de corales del mundo. Más de dos siglos después, otros corales, los del Atlántico, pueden ofrecer la clave para comprender el futuro del cambio climático.
“Uno de nuestros mayores logros hasta ahora ha sido establecer la edad de dichos fósiles corales”, comenta Robinson. Una vez datados, el equipo de Robinson se centra ahora en investigar por qué esos cambios han podido ocurrir, para lo que están comparando la edad y la profundidad de las muestras recogidas con la ubicación de poblaciones modernas de corales.
El equipo ha hallado patrones distintos de crecimiento y muerte de corales diferentes a uno y otro lado del Atlántico. Este proyecto ha recabado también 50 terabytes de grabaciones en alta definición que el grupo va a analizar para “establecer también controles medioambientales de ecosistemas modernos de aguas profundas”, comenta Robinson. 

Fuente: ElPais.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario