jueves, 29 de diciembre de 2011

¿Por qué el año comienza el 1 de enero?


La decisión de comenzar el año en enero tiene su origen en la antigua Roma, en el siglo II a.C., pero durante la Edad Media el inicio del año se celebraba en la Navidad, la Encarnación o la Pascua. La historia de nuestro calendario, el más usado del mundo, es el resultado de aproximaciones sucesivas del año civil al año astronómico que marca las estaciones.

Fragmento de un antiguo calendario romano.

Fragmento de un antiguo calendario romano.

Un fundamento astronómico

El día y el año (tal y como está definido hoy) tienen su fundamento en el movimiento de la Tierra sobre sí misma y en torno al Sol. El día y el año son pues los ladrillos de un calendario solar. Sin embargo, el mes es una unidad basada en el movimiento de la Luna y forma la base de los calendarios lunares. La semana, una unidad intermedia muy conveniente para organizar los días de trabajo y de descanso, corresponde aproximadamente a una fase lunar.

El laberinto romano

Nuestro calendario actual es obviamente solar, pero sus orígenes se remontan al antiguo calendario romano que tenía un fundamento lunar. En la antigua Roma, varios siglos antes de nuestra era, el año era una sucesión de diez meses: Martius (dedicado a Marte), Aprilis (del latín aperire, abrir, por los brotes vegetales), Maius (por la diosa Maia), Junius (por Juno), Quintilis (el mes quinto), Sextilis (sexto), September (séptimo), October (octavo), November (noveno), y December (décimo).

El año comenzaba el primer día (calendas) de Marzo, bajo los auspicios del dios guerrero, pues esta era la fecha que marcaba el inicio de las campañas militares con la designación de los cónsules. Los meses comenzaban con la luna nueva, algo que era difícil de determinar observacionalmente (precisamente porque en esa fase la luna no es visible).

Julio César.

Julio César.

Además, como el año era mucho más corto de 365 días, su inicio iba cambiando de estación, lo que creaba inconvenientes en las campañas militares. Para evitar este problema, se intercalaban meses adicionales cada cierto tiempo. Esta situación se prestaba a un gran desorden. Los pontífices (encargados del calendario además de los puentes de Roma) alargaban y acortaban los años fraudulentamente, según su conveniencia, para prolongar la magistratura de sus amigos y reducir la de otros.

Numa Pompilius trató de acompasar el calendario romano a las estaciones añadiendo de manera permanente dos meses al final: Ianarius (dedicado a Jano, mes 11) y Februarius (de februare, purificación, mes 12).

A mediados del siglo II a.C., las campañas militares lejos de Roma (y concretamente en Hispania) requerían nombrar a los cónsules con suficiente antelación al comienzo de las actividades. En el año 153 a.C. se fijó el principio del año en el día 1 de Ianarus (en lugar del 1 de Martius), fecha en que se pasó a realizar el nombramiento de los cónsules, esto es, dos meses antes del comienzo de las campañas.

Enero, del calendario de �Las horas del Duque de Berry�.

Enero, del calendario de �Las horas del Duque de Berry�.

Gracias a los dos meses adicionales introducidos por Numa Pompilius, el año había pasado a tener unos 355 días, pero aún así era demasiado corto respecto del año de las estaciones. Ocasionalmente se introducía un decimotercer mes, algo también propicio a manipulaciones por intereses políticos o económicos. En el año 46 a.C. el año del calendario se encontraba desfasado unos tres meses respecto de las estaciones y seguía reinando el desorden.

César bien asesorado

Fue Julio César (102 – 44 a.C.) quien en el 45 a.C. (año 708 de Roma) decidió realizar una reforma definitiva del calendario. Encargó el trabajo al prestigioso astrónomo griego Sosígenes que estaba establecido en Alejandría. Sosígenes se despreocupó de la Luna y ajustó la duración de los meses para fijar la duración total del año en 365,25 días por término medio, es decir, unos 11 minutos más cortos que el año trópico (el de las estaciones, que dura 365,2422 días), transformando así el calendario de lunar a solar. Como resultaba conveniente que el año tuviese un número entero de días, se fijó el año ordinario en 365 días (como el de los egipcios) y para que no se acumulase un decalaje con las estaciones se decidió intercalar un día extra cada cuatro años.

Posteriormente, el mes Quintilus fue renombrado Julius (en honor de Julio César) y el Sextius pasó a llamarse Augustus (por Augusto) pero, por inercia del lenguaje, September, October, November y December han conservado unos nombres que hoy nos resultan aparentemente absurdos y que son, obviamente, inadecuados.

Reticencias con Enero

Este calendario, denominado juliano en memoria de Julio César, permaneció válido durante más de dieciséis siglos. Pero durante muchos de estos siglos, los católicos se resistieron a celebrar el principio del año en un mes dedicado a una deidad pagana.

En la Edad Media, diferentes pueblos de Europa tenían por costumbre celebrar el principio del año en fechas de significado religioso. Dependiendo del estado europeo, se utilizaba el ‘estilo’ de la Navidad (el año comenzaba el 25 de diciembre), el de la Encarnación (25 de marzo), o el de la Pascua (¡con el año comenzando en fecha variable!). Y en algunos de los estados se cambiaba a veces. Por ejemplo, en Aragón se utilizó el estilo de la Encarnación hasta 1350, y entonces se cambió al de la Navidad que permaneció hasta principios del XVII. En pocos estados (por ejemplo Polonia, desde 1364) se utilizó el estilo de la Circuncisión, con el año comenzando el 1 de enero.

El inicio del año el 1 de enero se hizo obligatorio en muchos estados europeos a partir del siglo XVI. Se impuso en Alemania mediante un edicto hacia 1500; Carlos IX lo decretó en 1564 en Francia y entró en funcionamiento en 1567; en España se generalizó hacia el siglo XVII (en el XVIII en Cataluña), y en Inglaterra hubo que esperar hasta 1752.

Calendario gregoriano, Unión Soviética, del año 1930. | ELMUNDO.es

Calendario gregoriano, Unión Soviética, del año 1930. | ELMUNDO.es

Del juliano al gregoriano

Con el transcurso de los siglos, los 11 minutos de diferencia en la duración del año juliano y del trópico, generaron una deriva muy significativa. A finales del siglo XVI, a pesar de la corrección introducida en el concilio de Nicea (año 325 d.C.), el equinoccio de primavera (muy importante para la Iglesia, pues determina la fecha de la Pascua) caía hacia el 11 de Marzo, es decir, 10 días antes de la fecha que la Iglesia le había impuesto en Nicea. Esta situación llevó al papa Gregorio XIII a realizar una importante reforma en 1582, año al que recortó 10 días.

En el excelente calendario resultante, denominado gregoriano, vigente hasta hoy, el año tiene una duración media de 365,2425 días. Pero aún contiene diferencias significativas respecto del año astronómico (el año gregoriano dura 26 segundos más que el trópico) y aún conserva numerosas curiosidades y elementos peculiares. Por ejemplo, sigue conteniendo años bisiestos (entre los que se encuentra el 2012), pero se suprimieron los años seculares de entre tales bisiestos (salvo aquellos que son divisibles por 400).

También interesante

  • El término calendario deriva del latino calendas que se empleaba para denominar el día inicial de cada mes. Calendas, a su vez, procede del verbo calare (llamar). A primero de mes los cobradores reclamaban los tributos y, para ello, llamaban a los ciudadanos a gritos. El libro en el que estos cobradores anotaban sus cuentas se denominaba calendarium...

  • En Inglaterra, el inicio del año en el 1 de enero se decretó en 1752 (antes se celebraba el 25 de marzo). Para ello hubo que suprimir enero, febrero y veinticuatro días de marzo del año 1751, que sólo tuvo 282 días (del 25 de marzo al 31 de diciembre). Al mismo tiempo, se impuso el calendario gregoriano para lo que hubo que suprimir 11 días de 1752 (en lugar de los 10 que fueron necesarios cuando se instauró la reforma por vez primera en 1582). Al miércoles 2 setiembre de 1752 siguió el jueves 14 de setiembre. Lord Chesterfield, promotor de las reformas, tuvo que aguantar sátiras en las que se le reclamaba: "Devuélvenos nuestros once días".

  • El peculiar calendario republicano francés, que estuvo vigente apenas trece años (desde octubre de 1793 hasta diciembre de 1805) cambió el principio del año del 1 de enero al día del equinoccio de otoño en París, aniversario de la Primera República (22 de setiembre de 1792). El mes en que comenzaba el año pasó a denominarse Vendémiaire (por la vendimia).

  • Fuente: ElMundo.es

domingo, 11 de diciembre de 2011

¿Para qué sirve el heredero de Kioto?

La cumbre de Naciones Unidas sobre el clima culminó en Durban con la aprobación, tras muchas discusiones, de un paquete de medidas con numerosos aspectos significativos. Entre ellos, destacan:

Protocolo de Kioto

La cumbre logra la firma de un segundo plazo de este tratado, que se aplica a los países desarrollados, a excepción de EEUU, que no firmó el Protocolo, cuya fecha de caducidad era el 31 de diciembre de 2012. Además, Canadá, Japón y Rusia, que ya anunciaron su intención de no renovar Kioto, se caen del segundo periodo de compromisos.

Durban fija la fecha de inicio del segundo periodo de compromiso de Kioto para 2013 -se decidirá el año que viene en la Cumbre sobre el Clima de Qatar-, con lo que se evita un vacío en la lucha contra el cambio climático, pero deja para posteriores reuniones su fecha de finalización, 2017 o 2020.

No se formulará un nuevo acuerdo que suceda al Protocolo de Kyoto hasta la próxima conferencia sobre el clima, que tendrá lugar en Qatar en 2012. En los próximos años deberán fijarse los objetivos de reducción de emisiones para los distintos países. Sin embargo, la UE y los Estados que se han adherido al Protocolo de Kyoto sólo generan un 15% de las emisiones globales de gases contaminantes. Países como China y la India, dos de los grandes contaminadores, no están sometidos a esta normativa.

Finanzas

El Fondo Verde para el Clima pondrá a disposición de los países en desarrollo 100.000 millones de dólares anuales (74.000 millones de euros) para que puedan adaptarse a las consecuencias del cambio climático. Además, con ese monto se promoverán proyectos para la protección del clima. La creación del fondo se acordó ya en Cancún, pero en Durban los delegados pactaron un programa de trabajo para 2012 con el fin de hacer factible el fondo, entre otros, contratando personal.

Protección de los bosques

No se ha avanzado significativamente en los acuerdos para la protección de los bosques. Tampoco hay previsto dinero para ello en el Fondo Verde. Así, cobra fuerza la posibilidad de que la financiación para la protección de las selvas venga de centrales eléctricas e industrias, que entonces no tendrían que reducir tan drásticamente sus emisiones. Como el bosque absorbe mucho dióxido de carbono, podría abaratar los derechos de contaminación.

Hoja de ruta

La COP17 de Durban logra poner en marcha una hoja de ruta, propuesta por la UE, para la adopción de un nuevo acuerdo global vinculante de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, aplicable a todos los países, al contrario que Kioto, que sólo incluye a los Estados desarrollados.

Tras un pacto entre la India, reticente a asumir compromisos vinculantes, y la Unión Europea, el documento final acuerda empezar las negociaciones para adoptar, en 2015, un "resultado con fuerza legal" para todos los países.

La ambigüedad del término traslada a posteriores cumbres la verdadera negociación, que consistirá en establecer exactamente el marco legal y las obligaciones a las que se someterán los países que lo ratifiquen.

El nuevo acuerdo global deberá estar listo antes de 2020, periodo en que finalizan los compromisos voluntarios de recortes efectuados por los Estados en la cumbre de la ciudad mexicana de Cancún (COP17) de 2010.


Fuente: ElMundo.es

jueves, 8 de diciembre de 2011

Tres informes revelan la 'extrema vulnerabilidad' del Himalaya al cambio climático.








Presentados durante la Cumbre de Durban
  • Analizan la situación de la región montañosa Hindu-Kush-Himalaya
  • Aquí se encuentran algunas de las montañas más altas, como el Everest
  • Es una de las áreas ecológicamente más sensibles y con más biodiversidad
  • Los estudios alertan de la rápida reducción de la masa de los glaciares

Un total de tres informes revelan la "extrema vulnerabilidad" de las montañas más altas del mundo al cambio climático, ya que el aumento de las temperaturas ha alterado el equilibrio de la nieve, el hielo y el agua de estos picos.

Esta evaluación, que han sido presentados durante la XVII Cumbre de la ONU sobre Cambio Climático en Durban (Sudáfrica), se ha realizado sobre la región montañosa asiática Hindu-Kush-Himalaya (HKH) -en donde se encuentran, entre otros de los montes más altos del mundo, el Everest- con el fin de proporcionar la recopilación más actualizada de información sobre el estado actual de esta región y obtener los datos más precisos sobre el número y la extensión de los glaciares que allí se encuentran, así como los patrones de precipitaciones de nieve.

El director general del Centro para el Desarrollo Integrado de Montañas (ICIMOD, en sus siglas en inglés), David Molden, ha señalado que "aunque la HKH es físicamente imponente, es una de las áreas ecológicamente más sensibles en el mundo" y ha indicado que esta situación supone una amenaza para los 210 millones de pobladores de las montañas, que viven gracias a sus recursos, y a los 1.300 millones de habitantes que viven río abajo en las cuencas fluviales más importantes de Asia.

Rica biodiversidad

Molden ha destacado la rica biodiversidad de las montañas. Así, ha apuntado que la HKH es el hogar de 25.000 especies animales y contiene una mayor diversidad de tipos de bosque que el Amazonas. Sin embargo, a pesar de la abundancia de recursos naturales en la región, la pobreza está muy extendida. Los países a los que pertenece la HKH representan el 15 por ciento del total de las migraciones en el mundo.

En cuanto a los glaciares, ha indicado que la cordillera es conocida como 'el tercer Polo', ya que en ella se sitúa el 30 por ciento de los glaciares del mundo. En este sentido, uno de los informes señala que se han contabilizado más de 54.000 glaciares en la región, lo que supone una superficie cubierta de hielo de unos 60.000 kilómetros.

De estos 54.000 glaciares, sólo diez han sido estudiados con regularidad para determinar la pérdida o ganancia neta de hielo y nieve (llamado balance de masa). Estas investigaciones muestran una pérdida de balance de masa de aproximadamente el doble entre 1980 y 2000. Además, en la zona del Everest, los datos muestran una marcada aceleración en la pérdida de masa glaciar entre 2002 y 2005.

En cuanto a la reducción de cada país, los estudios han encontrado que en los últimos 30 años fue del 22 por ciento en Bután y el 21 por ciento en Nepal. También han destacado que los glaciares de la meseta tibetana están retrocediendo a un ritmo "más rápido" que los glaciares del Himalaya central que gracias a su estructura, con mucho escombro, tiene un efecto aislante.

También es "preocupante" los resultados obtenidos sobre una disminución general de la cubierta de nieve durante la última década. Al respecto, el informe indica que entre los glaciares y la nieve se da vida a las cabeceras de los 10 principales sistemas fluviales que se extienden a través de ocho países de Asia: Afganistán, Bangladesh, Bután, China, India, Myanmar, Nepal y Pakistán.

Fuente: ElMundo.es