martes, 27 de septiembre de 2011

La OMS publica el primer mapa de la contaminación mundial.


  • Un informe de la OMS muestra el grado de contaminantes del aire en el mundo
  • España, como otras ciudades europeas, supera los niveles recomendados
  • Los países escandinavos son los que mejor controlan sus emisiones

¿Cuánto afecta el medio ambiente en nuestra salud? ¿En qué grado se podrían evitar determinadas enfermedades si mejoramos el nivel de contaminación atmosférica? ¿Qué países tienen un aire más limpio? A éstas y otras preguntas ha querido dar respuesta la Organización Mundial de la Salud (OMS) a través de un informe realizado por más de 100 expertos en el que analizan los datos de 14 regiones del planeta. El objetivo: conocer los factores ambientales que más dañan la salud y concienciar sobre las medidas que, de tomarse, podrían evitar millones de muertes.

La primera imagen que muestra este informe es la contaminación atmosférica del planeta, responsable de 1,3 millones de muertes cada año. Si se redujeran el nivel de partículas grandes (PM10) y pequeñas (PM2,5) presentes en la atmósfera se podrían evitar 1,09 millones de todos esos fallecimientos. Vivir en ciudades cuyo aire no tiene unos mínimos de pureza genera un mayor riesgo de sufrir una enfermedad respiratoria o una cardiovascular.

"Por lo general, las ciudades siguen siendo lugares contaminados. Hay pocas que cumplan las recomendaciones de la OMS, como el caso de las escandinavas, que han aumentado su transporte público y aplican rigurosamente las leyes. En Europa, la situación es parecida, el transporte representa un porcentaje elevado de contaminación, debido al aumento del número de vehículos", explica a ELMUNDO.es María Neira, directora del departamento de Salud Pública y Medio Ambiente de la OMS.

Esta experta señala que la situación en los países desarrollados no debería compararse con la de los estados más pobres, ya que en éstos son mayores las causas que contaminan la atmósfera. "En regiones como África, la calidad del aire es mala debido, sobre todo, a la contaminación de interiores [por el empleo de ciertos combustibles para cocinar]. En el caso de la India o China, todavía se usa el carbón para generar electricidad, lo que fomenta la contaminación", señala. Neira aclara que uno de los objetivos de este informe "ha sido agradecer a las ciudades que cuidan su contaminación y empujar a otras a que lo hagan".

Según los datos analizados, Mongolia y Botsuana son los países que tienen unos niveles de PM10 superiores a los 200µg/m3 (microgramos por metro cúbico), 10 veces más de los recomendados por la OMS. Por detrás les siguen Egipto, Bangladesh, Bosnia-Herzegovina, la India, Kuwait, Nepal, Nigeria, Pakistán, Arabia Saudí, Senegal, Emiratos Árabes e Irán, todos ellos por encima de 100µg/m3.

Pero son muchos más los que superan los valores aconsejados por la OMS, que se fijan en 20µg/m3, incluida España, cuyo valor medio está en 29µg/m3, según datos de 2008. Los niveles de contaminación en nuestro país superan a los de Francia, Alemania, Dinamarca, Austria o Reino Unido. Italia es uno de los pocos países europeos que tiene su aire más 'viciado' que el nuestro. En un listado más detallado, el informe ofrece la concentración de partículas de 25 ciudades españolas. De éstas, la que soporta una mayor 'suciedad' en su atmósfera es Zaragoza, con 45µg/m3, seguida por Granada, con 40µg/m3; mientras que las que pueden presumir de un aire más limpio son Santiago de Compostela (18µg/m3) y Logroño (18µg/m3).

Aunque el informe también ofrece datos de la concentración de las partículas más pequeñas, éstos son menos detallados, ya que muchos países no ofrecen esta información. No obstante, puede observarse la misma tendencia, siendo Mongolia la que tiene un aire con un mayor nivel de estas partículas, seguida por Madagascar, Ghana o Kuwait, encontrándose todas ellas en torno a los 50µg/m3, cuando la recomendación de la OMS es que debe ser inferior a los 10µg/m3. Nuestro país tampoco cumple con estos mínimos, estando la media en 12,9µg/m3.

Desigualdad y pobreza

Pero no se trata sólo de contaminación atmosférica. Existen otros factores ambientales, como la falta de agua potable o la ausencia de letrinas, que merman la salud de los ciudadanos en todo el planeta y aumentan las desigualdades entre países. Estas deficiencias "representan el 25% de la mortalidad y morbilidad de los países en vías de desarrollo, lo que en números reales se traduce en unas 13 millones de muertes al año", explica Neira. En cambio, en las regiones desarrolladas, la mortalidad por factores medioambientales sólo supone un 17% del total.

¿Cuáles son las señales más evidentes de este impacto medioambiental en el ser humano? En primer lugar están las infecciones respiratorias y las diarreas. Entre las dos generan más de tres millones de muertes cada año. Muchas de ellas podrían evitarse si se redujeran, en el caso de las patologías respiratorias, el empleo de combustibles sólidos (leña, carbón, etc.), muy frecuente en los hogares del tercer mundo, el nivel de contaminación por el tráfico, o la exposición al humo del tabaco. Favorecer el acceso al agua potable, el uso de letrinas y una mejora de las medidas higiénico-sanitarias, evitaría el 94% de todos los procesos diarreicos.

"Estos datos se pueden traducir en positivo ya que con inversiones y proyectos en medio ambiente se puede proteger la salud y, al mismo tiempo, reducir el calentamiento global", incide Neira.

La lista de enfermedades provocadas, o potenciadas, por un entorno insano es larga: malaria, tracoma, Chagas, filariasis, dengue... El medio ambiente es responsable, directo o indirecto, de hasta 85 trastornos. Y sin embargo, las medidas son casi siempre parecidas: control del agua, mejorar las condiciones de las viviendas para evitar la presencia de parásitos o insectos, cambiar los hábitos de higiene personales, como el lavado de manos antes de comer, o emplear medidas de protección laboral. Son las reglas de oro para que no se produzcan enfermedades infecciosas o parasitarias, accidentes en el trabajo, o trastornos psiquiátricos, entre otros.

En el caso de los países ricos, aunque el panorama cambia, todavía habría que establecer numerosas intervenciones. "Hay que decirles a estos países que está claro que han avanzado (se sacaron las fábricas de las ciudades, por ejemplo), pero queda mucho por hacer. De cómo vayan a ser diseñadas nuestras ciudades va a depender nuestra salud. Si se fomenta el transporte público, disminuirá la contaminación y las enfermedades respiratorias, como el asma o el cáncer, se caminará más y se reducirán las enfermedades cardiovasculares. En definitiva, la mejora de los ambientes urbanos supondrá una prevención primaria de las enfermedades".


Fuente: ElMundo.es

viernes, 16 de septiembre de 2011

Isla de basura en el Océano Pacífico.

Cerca de 100 millones de toneladas de desechos flotan a la deriva en el océano, formando un área casi equivalente al territorio de Chile, o dos veces el de Italia.

Cada año, en todo el mundo, se producen 100 millones de toneladas de plásticos. Un 10% termina en el mar. Así es como ha llegado a formarse el llamado trash vortex (vórtice de basura), un área de 700 mil kilómetros cuadrados ubicada entre los Estados Unidos y Japón y que puede llegar a tener, en promedio, 334 mil piezas de desechos por kilómetro cuadrado.

Esta masa inmensa de residuos fue descubierta en 1997 por el investigador Charles Moore cuando volvía de una competición de vela de Hawaii. "Cada vez que subía a cubierta para inspeccionar el horizonte, veía una botella de jabón, una tapa de la botella o un trozo de plástico flotando", contó por aquel entonces. "Aquí estaba yo, en el medio del océano, y no había ningún lugar al que pudiera ir que no tuviera plástico".

Fue él quien dio a conocer al mundo científico sobre los seis kilos de residuos plásticos que podían encontrarse en el norte del Pacífico por cada kilo de placton, el alimento básico de muchos de los organismos marinos.

La también llamada "sopa flotante" cubre 800 kilómetros de la costa de California, rodea Hawaii, y llega casi hasta Japón. "Los plásticos absorben contaminantes y liberan químicos, que van a parar al pescado que comemos", explicó el científico Marcus Eriksen, del centro de investigación marino Algalita.

Esta institución, fundada por Charles Moore, realizó en 2008 un estudio en el que descubrió que, de los 671 peces que analizaron, el 35% estaban contaminados. Más allá del peligro que eso puede representar para el ser humano, también se han encontrado cadáveres de pájaros que tenían el estómago lleno de tapas de botellas de plástico, cepillos de dientes, restos de jeringuillas y otros restos no biodegradables.

El problema, a juicio de Moore, es que la mayoría de los productos de plásticos se usan una sola vez y no existe un buen modo de que vuelvan al consumidor para que sean reciclados, por lo que estos residuos pueden terminar en el mar. Este oceanógrafo ha explicado cómo las corrientes submarinas han provocado que a lo largo de los años se concentren en el norte del Pacífico unos 100 millones de toneladas de basura, o dicho de otro modo, el 2,5% de todos los productos de plástico que se han elaborado desde 1950.

No deja de ser llamativo que el 20% de los residuos provengan de las mismas embarcaciones marinas que surcan los mares, mientras que tres de los países que generan parte de los desechos del norte del Pacífico son México, Australia y China, grandes consumidores y productores de residuos.

Debido a la salinidad de las aguas, la temperatura y sobre todo la escasez de viento, en el Pacífico Norte se ha creado una zona en la que las corrientes marinas apenas tienen movimiento. Esta área se llama Giro del Pacífico Norte y es la más grande de las cinco principales que existen en el planeta.

"Los vientos y las corrientes tienden a dirigir a la materia que flota en el agua hacia la zona central de baja energía del remolino", explica Greenpeace. Los trozos de plástico se degradan poco a poco con la luz del sol, se desintegran en minúsculos pedazos y así terminan en el estómago de aves y de todo tipo de animales marinos. El daño que hacen al ecosistema marino es incalculable, aunque la ONU lanza algunas cifras: cada año, mueren un millón de aves y hasta 100 mil animales marinos por tratar de deglutir residuos plásticos.

Semejante extensión de basura podría ser muy impactante sólo a simple vista, pero el plástico es transparente y la mayor parte de los residuos están justo debajo de la superficie, así que las fotos por satélite no podrían mostrar el horizonte de desechos que cubre el norte del océano Pacífico.

Soluciones, por ahora, no hay ninguna. El impacto medioambiental es extraordinario y las medidas para revertirlo deberían plantearse a largo plazo para ser sostenibles. Hay, no obstante, algunas iniciativas como la del Proyecto Kaisei, que estudia el detritus de los residuos para evaluar la posibilidad de transformarlos en algún tipo de combustible.

Esta institución, junto con otras organizaciones ecológicas, alertan del perjuicio medioambiental que conlleva la existencia de la isla de la basura, aunque no haya fotos impactantes y aunque no se perciba desde tierra adentro. Éste es un riesgo real del que no está excluido el ser humano.

Fuente: Infobae.com

jueves, 15 de septiembre de 2011

San Juan es la sexta provincia con más ancianos en Argentina.

El 1,1% de la población tiene entre 80 y 84 años. Está después de Santa Fe, La Pampa, Buenos Aires, Entre Ríos y Mendoza.

El Instituto Nacional de Estadísticas y Censo (INDEC) comenzó a difundir los datos definitivos, y discriminados, del Censo que se realizó el año pasado. Datos que, por ejemplo, demuestran que San Juan es una de las diez provincias que menos crecimiento poblacional tuvo en los últimos 9 años, y que ocupa el sexto lugar con mayor cantidad de ancianos, detrás de Santa Fe, La Pampa, Buenos Aires, Entre Ríos y Mendoza.

Del total de las 681.055 personas que viven en San Juan, más de 7.491 tienen entre 80 y 84 años, según los datos del último Censo. Porcentaje que se repite en Tucumán en donde el total de la población es de 1.148.188 habitantes, casi el doble de la población local. Otras de las provincias donde también la cantidad de hombres y mujeres de entre 80 y 84 años es del 1,1% son Catamarca y San Luis, pero en una población de 367.828 y 432.310 habitantes respectivamente.

Lo curioso, según los datos proporcionados por el INDEC, es que San Juan supera ampliamente en cantidad de gente de este rango de edad, a otras jurisdicciones donde la cantidad de población es mucho mayor que la sanjuanina. Por ejemplo, en Misiones donde hay 1.101.593 habitantes, el 0,3% tiene entre 80 y 84 años, es decir el 0,8% menos que la provincia.

Desde el Instituto de Investigaciones Económicas y Estadísticas (IIEE), que intervino en la realización del Censo 2010, dijeron que aún desconocen las razones por las que San Juan, con menos cantidad de población que otras provincias, tenga mayor número de personas de entre 80 y 84 años. "No podemos decir que sea porque haya crecido la expectativa de vida, aunque puede ser una de las causas, porque todavía no hemos hecho ningún tipo de análisis de los datos obtenidos en el censo. Una vez que hayamos procesado toda la información, pasaremos a la etapa analítica", sostuvo Sila Mugnani, titular del instituto mencionado.

Mugnani también dijo desconocer las causas de que la provincia sea una de las diez que menos crecimiento poblacional registró desde el Censo del 2001 hasta el del año pasado. Según los datos, en San Juan, en el lapso de nueve años, creció en un 9,8% la cantidad de habitantes, pasando de 620.023 a 681.055. Mientras, en provincias como Santa Cruz y Tierra del Fuego, la población creció en un 39,1 y 25,8% respectivamente.

Al respecto, Mugnani sostuvo que, por el momento, tampoco se puede afirmar por qué el crecimiento de población entre los censos 2001 y 2010, es casi menos de la mitad del registrado entre los censos 1991 y 2001. En este lapso la cantidad de habitantes creció más del 17%, pasando de 528.715 a 620.023 personas.

La titular del IIEE dijo que sobre este tema se analizará si el menor crecimiento producido, con respecto al registrado entre los censos 1991 y 2001, se originó como producto de un mayor número de muertes y de emigraciones, o fue producto de un descenso en la tasa de natalidad. Estimó que en un par de semanas ya se tendrá el análisis y lectura de todos los datos obtenidos con el censo del año pasado.

En cifras

2,1 es el porcentaje de la población actual de la provincia que tiene entre 70 y 74 años de edad.

291 es la cantidad de viviendas colectivas (hospitales, albergues, etc.) que hay en la provincia actualmente.

11 mil es la cantidad aproximada, en la provincia, de personas mayores de 10 años que son analfabetas.

Fuente: DiariodeCuyo.com.ar
por Fabiana Juárez

miércoles, 14 de septiembre de 2011

El hielo del Ártico está en mínimos históricos y continúa bajando su extensión.

El hielo flotante sobre el Ártico ha disminuido este verano hasta un nivel desconocido desde que empezaron a tomarse mediciones por satélite en 1972. Los mapas sobre la extensión del hielo que publican regularmente los climatólogos de la Universidad de Bremen indican que el hielo sobre el Ártico cubría el pasado 8 de septiembre 4,24 millones de kilómetros cuadrados, lo que supone un récord histórico, ya que la mínima extensión conocida, que data del 17 de septiembre de 2007, fue de 4,27 millones de kilómetros cuadrados.

Y ese mínimo histórico todavía podría reducirse más, ya que el periodo de deshielo no ha terminado todavía en las latitudes boreales y queda al menos una semana de fusión. Como es sabido, el agua del Ártico sigue un ciclo anual de congelación y deshielo, llegando a su máxima extensión en torno a marzo, al final del invierno, y al mínimo en septiembre, cuando acaba el verano.

En las últimas décadas los científicos han observado un continuo descenso de la extensión del hielo, que se aprecia especialmente en el mínimo anual de septiembre. Desde 1972, además, se ha duplicado la velocidad de deshielo durante el verano y la extensión se ha redudido un 10% por década hasta llegar a la de 2011, que para los expertos de Bremen es el récord histórico conocido por el hombre y posiblemente, el punto más bajo alcanzado por el hielo en los últimos 8.000 años según sus estimaciones.

El National Snow and Ice Data Center (NSIDC) de EEUU, el gran centro de referencia mundial en el estudio de los hielos, todavía no ha emitido su informe de septiembre, pero se espera que los resultados sean similares a los de la Universidad de Bremen. Ya en agosto, el NSIDC señalaba que el nivel de hielo estaba cerca del récord anterior de 2007 y con una tendencia a empeorar.

Un Ártico navegable por primera vez

De hecho, en el verano de 2011 ha sido posible navegar por dos históricos pasos cerrados al hombre durante siglos. Tanto el Paso del Noroeste, al norte de Canadá, como el Paso del Noreste, por el norte de Siberia, han quedado abiertos para el paso de los grandes barcos de carga. Esto ocurrió por primera vez en la historia conocida en 2008 y en 2009 y se ha vuelto a repetir por tercera vez en 2011. La apertura de espacios hasta ahora vedados al hombre ha despertado el interés por llevar a cabo una explotación comercial del Ártico y ha generado la disputa diplomática entre los países con intereses en el área.

[foto de la noticia]

Los pasos del Noroeste y Noreste, abiertos en el verano de 2011

En el Ártico, las temperaturas han aumentado en las últimas décadas el doble que en el resto del planeta y el hielo ha retrocedido de forma tan continua y rápida que los científicos creen que es posible que dentro de 30 años se podrá ver un océano Ártico completamente desprovisto de hielo en verano, cuando las peores predicciones del Panel Intergubernamental para el Cambio Climático de la ONU daban como fecha el año 2100.

Los datos fósiles prueban que la última vez que el Ártico estuvo sin hielo en verano fue hace 125.000 años, en pleno mínimo glacial y cuando la civilización humana no existía, pues el 'Homo sapiens' ni siquiera había salido de África.

Para los expertos de Bremen, el deshielo creciente del Ártico es fruto de la acción humana y de la emisión de gases de efecto invernadero que calientan la atmósfera. "No hay variabilidad natural ni fenómeno meteorológico que explique estos cambios de un año para otro que está experimentando el hielo. Los modelos climáticos muestran que la reducción está relacionada con el calentamiento global de origen humano, que en el Ártico cobra especial notoriedad debido al efecto albedo", afirman en un comunicado.

El efecto albedo o el de reflexión de la luz por las superficies claras explica el proceso de aceleración espiral en la que ha entrado el Ártico. Las superficies blancas del hielo reflejan casi el 100% de la luz que reciben, pero cuando el hielo se derrite por una ligera subida de temperatura del mar, la superficie de agua oscura absorbe más luz, con lo que el agua se calienta más rápido y produce más deshielo. Esto crea unp proceso de retroalimentación severo que hace que cada vez sea más rápida e intensa la pérdida de agua helada.

De hecho, los científicos señalan que el Ártico no sólo ha perdido extensión de hielo, sino también grosor y antigüedad del mismo. Tras el mínimo de septiembre, el hielo vuelve a recuperarse durante el oscuro invierno polar, pero el nuevo casquete que se crea es menos grueso y más frágil que los hielos antiguos que ya se perdieron y por eso, al llegar la primavera, se esfuman mucho más rápido que antaño.

El grupo de trabajo de la Universidad de Bremen, dirigido por Georg Heygster, observa los dos polos desde hace años por medio del satélite Aqua de la NASA. Para ellos, el deshielo ártico tiene repercusiones directas sobre los ecosistemas boreales. "Afecta a las algas y los pequeños animales que forman la cadena alimenticia de la que dependen los peces, los mamíferos y el propio hombre". Los científicos señalan que el Ártico tiene un papel fundamental en la regulación del clima de la Tierra, como si fuera una especie de termostato planetario. Los cambios que en él acontecen influyen sobre las corrientes oceánicas y atmosféricas de todo el globo y pueden generar alteraciones en cadena en todo el planeta.


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Fuente: ElMundo.es

sábado, 10 de septiembre de 2011

Los habitantes del archipiélago de Kiribati vivirán en una plataforma flotante.


El presidente de Kiribati, Anote Tong, advirtió a los líderes de los países de Oceanía que el hundimiento de las islas de su Estado a causa del cambio climático está tan próximo que contempla construir una plataforma flotante para albergar a la población. Otras naciones insulares como las Islas Marshall o Tuvalu, afrontan un problema similar al de Kiribati. ong envió este mensaje de socorro durante su intervención en la cumbre de jefes de Estado o de Gobierno del Foro de Islas del Pacífico que se celebra en la ciudad neozelandesa de Auckland, a la que asiste el secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki moon.

En reiteradas ocasiones el Gobierno de Kiribati, un archipiélago formado por 33 atolones y una isla de coral, ha advertido a la comunidad internacional de que tendrá que reubicar en otro país a toda su población si el nivel del mar continúa elevándose como consecuencia del cambio climático.

El presidente de Kiribati explicó que el modelo de plataforma flotante en el que ha estado pensando "será como de ciencia ficción" y similar al empleado por las compañías petroleras para la extracción de yacimientos situados bajo el lecho marino, por un coste que estimó en unos 2.000 millones de dólares.

Hace unos cuatro años, el Gobierno de este pequeño país inició conversaciones con estados insulares vecinos con el propósito de sondear la posibilidad de que estos alberguen comunidades de pobladores de Kiribati, país habitado por unas 105.000 personas.

En su intervención, retransmitida por la radio neozelandesa, Tong planteó también el proyecto de construir un muro a lo largo de la costa de las islas pobladas más amenazadas.

Otras naciones insulares como las Islas Marshall o Tuvalu, afrontan un problema similar al de Kiribati.

Durante la cumbre, los líderes examinaran medidas destinadas a reducir los efectos del cambio climático en los pequeños países insulares del Pacífico Sur.


Fuente: ElMundo.es

martes, 6 de septiembre de 2011

Conceptos de riesgo, peligro y desastre.


La temática ambiental lleva consigo una serie de conceptos que atañen esta problemática relacionada con el ambiente; dichos conceptos son riesgo, peligro y desastre.

El concepto de riesgo, que se usa en varias ciencias, muchas veces considerado indistinto con el concepto de peligro; sin embargo los riesgos implican un mayor grado de controversia científica que los peligros, respecto de sus causas, consecuencias y probabilidad que ocurra. Se considera al riesgo como la probabilidad de ocurrencia de un peligro.

Dicha probabilidad puede ser un acontecimiento natural o antrópico y está dado por los efectos negativos que pueden perjudicar al hombre; esos efectos son cualitativos de acuerdo con la valoración que el ser humano tiene sobre ellos, ya que un mismo riesgo puede acarrear distinta cosmovisión respecto al peligro que se corre por parte de distintas sociedades, esta concepción cualitativa puede hacerse cuantitativa por medio de medición de perdidas o probabilidad de ocurrencia. El paso de saber si un riesgo es tal o estar en la incertidumbre, está dado por la disponibilidad de datos que se cuente sobre el mismo.

El peligro, en cambio, es todo aquel evento que puede causar pérdidas donde se produzca. Para hablar de peligro en sí, es necesario la presencia del hombre que se vea afectado por él. Un fenómeno natural va a acontecer en peligro siempre que una sociedad lo valore como tal, ya que como se dijo, un mismo fenómeno natural puede ser rechazado o esperado según las sociedades; para que un fenómeno natural sea peligroso tiene que afectar al hombre.

Los peligros sociales, ocasionados por las acciones del hombre, son llamados también tecnológicos, porque se considera ser la actividad causante de peligros, pero los peligros como pobreza, desocupación, delincuencia, drogadicción, etc son provocados en su totalidad por acción humana.

Es lícito hablar de tres tipos de peligros: naturales (el causante del daño tiene su origen en la naturaleza), social (el causante del daño tiene su origen en la acción humana) y peligro ambiental, concepto que engloba los dos conceptos anteriores, este concepto es representativo de la interrelación propia del hombre con su ambiente.

El tercer concepto en cuestión es el de desastre o catástrofe, el cual es la realización del peligro, en el cual una sociedad sufre daños severos y las pérdidas afectan a sus miembros y sus bienes físicos, resistiendo la estructura social y sus funciones. Es el conjunto de daños que ocasiona la ocurrencia de un peligro; pero no siempre un peligro ocasiona desastres, ya que pueden ser evitados por los avances tecnológicos, en principios los peligros sociales.

Desde la óptica de las ciencias sociales, interesan los desastres que afectan a toda una sociedad con enfermedad, muerte, etc. Los desastres pueden ser causados por fenómenos naturales y/ o sociales, como se explicó, siempre que afecten al hombre.

El estudio de los peligros naturales y de los riesgos que estos plantean a los hombres surge en Estados Unidos a comienzos del Siglo XX, a raíz de las frecuentes inundaciones. Hacia 1927, el gobierno norteamericano inicia investigaciones destinadas a lograr una adecuada administración de las cuencas fluviales para que pudieran ser aprovechadas integralmente. Como resultado, en 1933 se presentaron 308 informes al Congreso, que contenían varios elementos técnicos y un análisis de costos y beneficios de los proyectos hidráulicos que se proponían. Estos informes se llevaron a la práctica en breve tiempo. Luego de 20 años, tras una cuantiosa inversión por parte del gobierno de Estados Unidos en obras públicas destinadas al control de inundaciones, se evaluaron los cambios llevados a cabo en las zonas afectadas. Esta tarea se consumó mediante la cooperación interdisciplinaria con el objetivo común de evaluar el grado de ocupación humana en zonas de peligros naturales, entre los geógrafos que realizaron esta tarea se destaca un grupo liderado por Gilbert White. Los resultados fueron que el gasto realizado para controlar las inundaciones no había podido erradicar los peligros; puesto que la ocupación humana había traspasado las defensas.

Desde fines del Siglo XIX los estudios de las causas físicas de los peligros naturales estaban avanzados, no así la respuesta de la gente a dichos eventos. En 1917 un desastre de origen antrópico impulsó este aspecto de la investigación; un buque con municiones explotó, cuyo saldo fue 2000 muertos y miles de heridos y daños materiales. Dicho evento lo documentó Samuel Prince, un sociólogo que se preocupó de describir los procesos socio sicológicos observados en el evento. Ello le permitió plantear ciertos principios básicos de conducta basados en el rechazo y la minimización del riesgo. Dicho trabajo que se puede considerar pionero en el tema, estimuló otros estudios sociológicos y la organización de defensa civil. Esta línea de investigación se concentró en ver la respuesta humana a los peligros tanto antrópicos como naturales, ya que si bien los primeros trabajos sociológicos fueron referidos a peligros humanos (explosiones, bombardeos, etc.) se vio que también podían aplicarse a peligros naturales como tornados, huracanes o terremotos. Así con el aporte de otras disciplinas, se fueron sucediendo una serie de hitos que dieron lugar al surgimiento de este nuevo cauce en la investigación geográfica.

La década de 1970 representa una etapa de madurez en los estudios sobre peligros ambientales, con la publicación de varios libros de la escuela de White.

La década de 1980 se caracteriza por cambios como el énfasis puesto en la relación entre peligros naturales y subdesarrollo económico, haciéndose hincapié en que este aumenta los efectos de los desastres, una mejor atención a los peligros antrópicos, y el reconocimiento de la naturaleza multidisciplinaria del tema: los modelos se vuelven más generalizados para poder estimar todos los peligros en un lugar.

En esta década, la noción de peligro adquiere una dimensión considerable por influencia de los movimientos ecologistas. La conciencia del riesgo y la decisión política, que forman parte del ordenamiento territorial, son tanto o más importantes que conocer y diagnosticar el problema (Jean Tricart, 1982). Es el hombre en definitiva, el que decide reconstruir o no en lugares que han sufrido catástrofes. Michel Faucher, al esbozar una geografía humana de los riesgos naturales, propone una metodología basada en la combinación de cartas temáticas de áreas con peligros naturales y su superposición con una carta de poblamiento. Reconoce, a la vez, que este tipo de cartografía hasta ese momento solo la habían realizado las grandes compañías de seguros.

En los años noventa, Faugère retoma el tema de los riesgos consagrando un cierto número de publicaciones a la geografía de los riesgos y a las ciencias del peligro. En dicha década ha aumentado y tomado cuerpo en la sociedad la conciencia acerca de la dimensión y diversidad de los peligros que se enfrenta la humanidad, y el estudio de los peligros y los riesgos ha llegado a un importante grado de maduración. Al componer la historia del peligro se puede develar cómo va emergiendo el archipiélago del peligro como llaman los autores al conjunto de peligros de la vida cotidiana, y el surgimiento de las ciencias del peligro o Cindyniques, como un intento del hombre para prevenir, mitigar o evitar los peligros. A la vez, desde el comienzo de la década, la comunidad internacional se ha abocado a tratar la prevención de los peligros, especialmente naturales.

En la actualidad, el estudio de los riesgos y peligros que amenazan al hombre y su ambiente, es un tema muy movilizador y de apertura masiva, que evoluciona con la celeridad de los procesos modernos. Si bien algunos peligros han sido enfrentados exitosamente hasta el punto de que han desaparecido o disminuido (por ejemplo la poliomielitis o la viruela) otros, por el contrario, han aumentado, o bien han surgido peligros nuevos como el sida o la contaminación. Es lo que podría llamarse transición de peligros, el pasaje de mortalidades tradicionales (tuberculosis) a mortalidades modernas (sida) con nuevas epidemiologías y traumatismos, de daños tradicionales (inundaciones) a daños modernos (contaminación). Dado que el peligro y el riesgo son un binomio inseparable también se puede hablar de transición de riesgos. Por otra parte, la población no puede darse el lujo de mantener esfuerzos aislados puesto que muchos de los riesgos se están generalizando. El efecto invernadero, la destrucción de la capa de ozono o la lluvia ácida, son procesos de origen antrópico que interactúan con una amplia gama de procesos de orden natural: erosión y descomposición de suelos, reacciones físico-químicas en la atmósfera, en la hidrosfera o en la biosfera. El funcionamiento entero del geosistema se encuentra afectado. Si bien los orígenes y consecuencias de este cambio global todavía están en discusión, no hay duda de que el planeta entero ha entrado en un período de riesgo global: erosiones litorales, inundaciones, sequías crónicas, cambios ecológicos, guerras, enfermedades, etc. Tomando conciencia de ello, la comunidad científica, las organizaciones internacionales y los gobiernos han comenzado a tomar medidas concretas pero todavía parciales para la prevención característica a partir de los años noventa. Se hace necesaria una gestión del peligro global puesto que muchos de estos eventos requieren soluciones globales. Es decir, respuestas encaradas integralmente a escala planetaria.

Los primeros trabajos de investigación sobre peligros y riesgos, llevados a cabo en Estados Unidos a principio de 1960, utilizaron métodos característicos de las Ciencias Económicas. La razón de ello es que estas investigaciones consideraban que los individuos enfrentan los peligros con una solución económica óptima, es decir, mediante medidas que conduzcan a la menor cantidad de pérdidas posibles. Sin embargo, en la práctica, quedó demostrado que la gente no se había comportado como se esperaba que lo hiciera, es decir, controlando los peligros: mientras las inversiones hechas en este sentido se habían multiplicado considerablemente, el nivel de los daños producidos se había elevado también. Se hacía necesaria una investigación de fondo para poder explicar el distinto comportamiento de los individuos y los grupos frente a los riesgos de un lugar. Es en este momento cuando se hace importante el aporte de los geógrafos, quienes incorporan la percepción como método de trabajo. Los tempranos trabajos de Gilbert White sobre desarrollo de cuencas fluviales y ocupación humana permitieron mostrar posibles soluciones a los problemas planteados. A través de la percepción pudo comprender mejor las decisiones individuales y colectivas y su impacto sobre los recursos naturales. Muchos avances en este sentido se han logrado gracias a la incorporación de la percepción como metodología de tratamiento. Así, se pasa de metodologías puramente economicistas a otras matizadas con aportes de la Psicología y la Geografía.

Anne Whyte, al analizar el período que va desde 1956 hasta 1985 (Whyte, en Kates and Burton, 1986, p.245), sostiene que en la primera década de ese período (1956-1966) la mayoría de los trabajos sobre el tema estuvieron abocados a las "investigaciones de campo" en especial a las técnicas de medición de percepción de peligros. En el quinquenio siguiente el énfasis de los trabajos se vuelca hacia la "exploración de métodos" apropiados, la mayoría de ellos tomados de la psicología social y la semiología. Las décadas de 1970 y 1980 son testigos de un énfasis puesto en los "estudios internacionales comparativos" y el ajuste de métodos y técnicas respecto de la percepción de peligros. Desde 1990, se puede considerar que los avances metodológicos respecto del estudio de peligros y riesgos se han detenido. Los esfuerzos de la comunidad internacional se han concentrado más en las consecuencias de los peligros o en su prevención que en las metodologías de estudio.

La investigación de un peligro implica, por un lado, tener en cuenta las características intrínsecas del fenómeno (frecuencia, magnitud, intensidad, duración, etc.) en el área donde se produce, y, por otro, conocer la percepción que tiene la población acerca de dicho peligro. Esto permite entender la respuesta de la sociedad, que generalmente no es uniforme y varía según las costumbres, la capacidad de ajuste y respuesta del grupo, la intensidad de ocupación humana, los bienes y la tecnología disponible. Todos los aspectos de la cultura contribuyen a la adaptación y reajuste ecológico de un grupo humano a su medio.

Retomando el concepto de desastre; donde este es el conjunto de daños que provoca la ocurrencia de un peligro. Mientras haya peligros habrá daños. Sin embargo, no siempre los peligros ocasionan desastres. Podría decirse que desastre es la consecuencia, no evitable de un peligro cuando se supera el nivel de daños socialmente tolerables. A medida que progresa la ciencia, es cada vez más frecuente, prever y a veces hasta evitar, los efectos de los peligros. Por otra parte, también es cierto, que actualmente hay un mayor número de desastres con efectos muy destructivos, pero ello no se debe al aumento del número de peligros naturales, sino más bien al aumento de: la densidad de población, la urbanización, la deficiencia en la infraestructura física, la vulnerabilidad de las poblaciones expuestas.

Todos estos problemas, que contribuyen a aumentar los desastres, no son privativos de los países subdesarrollados. La marginalidad urbana creada por la urbanización también se da en los desarrollados. El aumento de la vulnerabilidad, en estos países se debe al crecimiento económico. A mayor riqueza expuesta, mayores pérdidas. Además, mientras más se dependa de la tecnología, mayor será el desastre en caso de falla tecnológica. En los países subdesarrollados, el éxodo rural alimenta nutridos contingentes de marginados urbanos, cuya vulnerabilidad aumenta con su número y la escasez de recursos de todo tipo.

Según el daño que provoque el peligro, se puede hablar de desastres mayores y desastres menores. Este criterio de base eminentemente cuantitativa permitió a Sheehan y Hewitt calificar de desastres mayores a aquellos que provocaban por lo menos cien muertos, o cien heridos o bien pérdidas por un millón de dólares. Dicho criterio es relativo. Su umbral va a variar según el tamaño de la población y su situación económica. En otras investigaciones se han tomado umbrales diferentes y no se ha distinguido entre desastres mayores y menores. Simplemente se ha valorado el daño para hablar o no de desastres. En el ámbito mundial, las inundaciones son los peligros más frecuentes, pero los terremotos y huracanes son los que causan el mayor número de muertos. Las sequías son las que involucran a mayor cantidad de gente.


Fuente: ANEAS de CASTRO, Susana “Riesgos y Peligros: Una Visión desde la Geografía” 2000


(La imagen es de carácter ilustrativo y no pertenece a la publicación original)

viernes, 2 de septiembre de 2011

Primeros datos definitivos del Censo 2010 en Argentina.


El Censo 2010 reveló que el total de población de la República Argentina es
de 40.117.096 habitantes, 20.593.330 mujeres y 19.523.766 varones. En el período intercensal 2001/2010, tomando los datos del total del país, se observa un nivel de crecimiento del 10,6%, muy similar al registrado en la década 1991/ 2001.
En el año 2010 el total de extranjeros censados representó el 4,5% de la población total del país. De esta forma, por primera vez desde 1914 aparece un cambio en la tendencia descendente de su participación relativa; se verifica un leve aumento en la población extranjera para el año 2010. Probablemente este aumento sea producto de las mejores posibilidades de inserción laboral, acceso a los servicios de salud, educativos, etc. que brinda nuestro país.
El total de viviendas es de 13.835.751, presentando un incremento del 14,9% con respecto al Censo anterior.
Asimismo el total de hogares en el país es de 12.171.675 con lo cual se registra un incremento del 20,8% respecto al Censo anterior.
En cuanto a la disponibilidad de servicios en los hogares se destaca la disponibilidad del servicio de gas que ha pasado de una cobertura del 50,3% en 2001, a un 56,2% de hogares que cuentan con dicho servicio en 2010. Estos porcentajes representaban un total de 5.068.110 hogares en 2001, que se han convertido en 6.835.836 en la actualidad.
La situación en torno a las redes de agua corriente también presenta mejoras a nivel nacional, pasando de 80,1% (8.066.400 hogares) en 2001 a 83,9% (10.211.736 hogares) que cuentan con dicho servicio en 2010.
Respecto al desarrollo de los desagües cloacales en los hogares del país, se observa el pasaje de un 47,2%, en 2001, a un 53,1% en 2010. En este aspecto, todas las regiones presentan un alto grado de crecimiento. Se destaca el NOA, que ha pasado de 39,4 a 48,1% en los últimos 10 años, y la Región Patagónica que pasó de 63,5% a 72,4%.

Fuente: INDEC