jueves, 30 de junio de 2011

Los aviones aumentan las nevadas y granizadas en las cercanías de los aeropuertos.

En 2009 una inmensa nube con un agujero en el medio, que le confería aspecto de platillo volador, despertó todo tipo de conjeturas y teorías de la conspiración. Nadie sabía explicar a qué se debía esa formación. A pesar de que ya en los años 80 un avión de investigación climática había percibido que sus propulsores dejaban un reguero de cristales de hielo a su paso, los científicos no han dado con la explicación para los agujeros en las nubes dejados por los aviones.

Ahora, una investigación publicada en la revista 'Science' no sólo ha conseguido explicar los procesos físicos que residen tras la formación de los agujeros en las nubes, sino que también concluye que los aviones influyen de esta forma en la meteorología local, sobre todo en las cercanías de los aeropuertos.

No ocurre con todos los modelos de aviones, pero la investigación dirigida por el investigador Andrew Heymsfield del Centro Nacional de Investigación Atmosférica de EEUU ha descubierto que numerosos vuelos comerciales y jets privados generan este tipo de agujeros en las nubes e influyen en las nevadas y granizadas de las zonas que dejan a su paso.

Explicación del proceso. | Science

Explicación del proceso. | Science

No afecta al clima global

Es poco probable que este fenómeno afecte el clima global, según los científicos. Pero, ya que muchos grandes aeropuertos tienen de forma habitual una cubierta de nubes bajas en el invierno, esto puede hacer que sea necesario en el futuro aumentar las medidas anti hielo en algunos de los aeropuertos más importantes del mundo.

El fenómeno que describen los investigadores se debe al enfriamiento y expansión del aire que queda detrás de los propulsores del avión y sobre las alas. A menudo, el agua de las nubes está a temperaturas inferiores al punto de congelación del agua, pero permanece en estado líquido. Los científicos explican que cuando un aeroplano atraviesa una de estas nubes a menos de -10ºC, llamadas superfrías por los investigadores, el efecto de los propulsores puede ser suficiente para congelar espontáneamente las pequeñas gotitas de agua de la nube y formar cristales de hielo que van creciendo a medida que más gotitas se van uniendo a la 'bola' de hielo.

Precisamente esta reacción en cadena de formación de cristales de hielo, que puede durar varias horas tras el paso de un avión, es lo que da lugar a los agujeros en las nubes (como el que acompaña a estas líneas).

Una estela de hielo

Los aviones generan el impulso para el ascenso moviendo el aire sobre la parte superior de sus alas, lo que crea una situación de menor presión sobre las alas que por debajo de ellas. "Esto también expande y enfría el aire sobre las alas unos 20ºC, cifra más pronunciada a las velocidades de los aviones a reacción", asegura Heymsfield. "Y debido a este enfriamiento, el avión puede dejar una estela de hielo detrás de las alas".

Para extraer las conclusiones de la investigación, Heymsfield y su equipo analizaron 20 imágenes por satélite de una capa de nubes con agujeros que hubo en el estado de Texas el 29 de enero de 2007. Algunos de esos agujeros se veían desde cuatro horas antes y llegaron a tamaños mayores de 100 kilómetros de largo. Luego, los investigadores examinaron la información de la Administración Federal de la Aviación de EEUU sobre los vuelos que habían sobrevolado la zona. Su objetivo era para averiguar qué tipo de avión había volado en esa zona entre 7 y 8 kilómetros de altitud ese día. Identificaron una serie de aviones diferentes capaces de producir estos agujeros que va desde grandes aviones de pasajeros y aviones militares a aviones de hélice pequeños y jets privados.


Fuente: ElMundo.es

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