domingo, 12 de junio de 2011

El silencioso avance del desierto.


Los fenómenos naturales y la actividad del hombre a través de los años han provocado la infertilidad de algunos suelos. Un problema que avanza en el mundo. A nivel provincial, es la Universidad Nacional de San Juan la pionera en investigaciones referidas al tema y quien advierte la falta de planificación, mientras que la Secretaría de Medio Ambiente puso en marcha a partir de este año el plan de conservación de bosques nativos como una acción más para detener este flagelo.

En general cuando se habla de problemas ambientales, los temas que salen a la palestra son la contaminación y el cambio climático, y pocos hacen alusión a la degradación del suelo, conocido como desertificación, que avanza sin pedir permiso en todo el mundo, sobre todo en zonas áridas. San Juan, no sólo que no está ajena a este problema, sino que está seriamente afectada, de acuerdo con las investigaciones realizadas por el equipo del Instituto de Investigaciones Socio Económicas de la Facultad de Ciencias Sociales de la UNSJ. De un total de 9 millones de hectáreas que tiene el territorio provincial, 3,5 están comprometidas por la erosión sobre todo en los altos valles cordilleranos (Calingasta); el Gran Bajo Oriental (llanos de Valle Fértil), y la depresión del Río Bermejo.

"La acelerada expansión del oasis basada en el manejo del agua y la exportación de los productos agrícolas, produjo una intensa demanda de los recursos del desierto que se fueron extrayendo en función de su fácil acceso, sin contemplar su conservación", indica la investigación. Esto implica que durante años y años la tierra se fue degradando con el sobrepastoreo, la tala indiscriminada y otras actividades, sin que el hombre tomara conciencia de ello, por lo que ha llegado el momento de detener ese deterioro o tratar de revertirlo.

Es más, en los monitoreos realizados durante los últimos años y cuyas conclusiones fueron recientemente presentadas por el mencionado instituto, indican que al menos en la zona de Valle Fértil (a la que hace alusión este trabajo), "no hay una profundización del proceso, según indicadores tanto físicos-biológicos como socio-culturales, debido fundamentalmente a cambios presentes en las actividades económicas y en el contexto político. El declive de las actividades económicas tradicionales (ganadería y explotación forestal), ha disminuido la presión ejercida históricamente sobre el soporte natural y la mayor presencia del Estado en la zona morigera la situación de pobreza a través de planes sociales, jubilaciones, lo que levemente mejora las condiciones materiales de vida de la población".

No obstante se advierte la inexistencia de una planificación del desarrollo sustentable y la no incorporación de la temática ambiental en la gestión de gobierno municipal, además del cumplimiento parcial de la legislación (tanto a nivel nacional como provincial) sobre la protección del ambiente

En definitiva es un tema que sigue alarmando por las consecuencias ambientales, sociales y económicas que acarrean contar con tierras en estado desertificación.

"El objetivo de esta investigación en el Gran Bajo Oriental de Valle Fértil fue comparar la evolución del fenómeno en dos periodos: uno hasta la década de los noventa y otro posterior a ella", explica Zulma García, quien encabeza esta última investigación junto a colegas de diferentes áreas (ver recuadro).

Con el mismo fin el equipo de investigadores de la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la UNSJ encabezado por el profesor Ola Karlin (titular de la cátedra "Manejo de bosques y pasturas naturales"), la doctora Mariana Martinelli (secretaria de extensión universitaria), y el licenciado en Ciencias Geológicas, Oscar Damiani, en pocos días darán inicio a un nuevo estudio de la depresión del Río Bermejo, otra de las grandes zonas comprometidas, que tendrá una duración de tres años para conocer a fondo la situación.

En uno de los intentos por frenar este proceso que consiste en la degradación de tierras causada por el impacto de los procesos económicos y sociales, así como los naturales inducidos que destruyen el equilibrio del suelo, vegetación, fauna, aire y agua, San Juan cuenta desde hace menos de medio año con una ley de ordenamiento territorial que comprende bosques de dos de las zonas afectadas (Valle Fértil y Bermejo). Al respecto, Marcelo Jordán, director de Conservación y Areas Protegidas, de la Secretaría de Medio Ambiente, explicó que "quizá no en forma directa, pero siempre se llevan adelante acciones para tratar de revertir el proceso de desertificación, y en este sentido la ley nacional de presupuestos mínimos hará un aporte importante ya que establece pautas para la protección, restauración y conservación de los bosques nativos. También establece la búsqueda de la conservación de los bosques a través de un uso sustentable. Esto llevó a que la provincia sancionara el año pasado la ley 8.174, de protección ambiental que como punto fundamental propone un ordenamiento del territorio relacionado con los bosques, con áreas protegidas, protección de cuencas, lo que nos permitirá este año recibir un fondo para garantizar el cumplimiento de la ley. Antes había una prohibición general de hacer algo en los bosques nativos, y ahora algo se destraba y se pueden presentar proyectos de manejo o estudios preliminares para su cuidado y uso sustentable, que es lo que estamos poniendo en marcha".

En el mundo más de 250 millones de personas se hallan directamente afectadas por la desertificación y alrededor de 1.000 millones están amenazadas por ella. En San Juan este proceso de degradación compromete al 40 por ciento de la superficie total, incluyendo los cordones montañosos. A esto hay que agregar que el oasis sólo comprende entre el dos y tres por ciento del suelo sanjuanino. El sobrepastoreo, los incendios forestales y la tala indiscriminada son los principales factores que están provocando el avance del desierto.

De esto se desprende que una de las patas del problema es netamente social "y si la gente no está informada y no tiene participación, nada se puede revertir porque son procesos en los que el hombre a través de los años ha estado participando", indica Oscar Damiani, licenciado en Ciencias Geológicas y titular de la cátedra "Manejo de suelos y recursos hídricos".

Según Lester Brown (1988), un investigador que realizó un estudio en todo el país, la superficie de la provincia de San Juan que está afectada por erosión hídrica en forma grave alcanza unos 2 millones de hectáreas, y en forma moderada aproximadamente 1,5 millones de hectáreas.

Del último monitoreo realizado por el Instituto de Investigaciones Socio Económicas, una de las grandes debilidades en la zona de Valle Fértil (sin descartar que sea similar en las otras áreas), es la inexistencia de una planificación explícita del desarrollo sustentable a nivel local; la no incorporación efectiva a la temática ambiental en la planificación de la gestión de gobierno; la ausencia de una lógica ambiental en la organización y el cumplimiento parcial de la legislación (tanto a nivel nacional como provincial) sobre la protección del ambiente.

Además este departamento no está adherido ni demanda a otros niveles de gobierno la inclusión al Plan Nacional de Lucha contra la Desertificación, que cuenta con apoyo de organismos internacionales que aportan recursos financieros para frenar el avance de la desertificación.

En detalle

"La desertificación es ante todo una cuestión vinculada al bienestar humano y a la preservación del medio ambiente. Los problemas sociales y económicos, así como la seguridad alimenticia, las migraciones y la estabilidad política, están estrechamente relacionados con la degradación de tierras y otras cuestiones ambientales como el cambio climático, la diversidad biológica y el abastecimiento de agua potable", explica el informe del Instituto de la Facultad de Ciencias Sociales.

Las formas más comunes de utilización no sostenible de la tierra son el sobrecultivo, el pastoreo excesivo, la deforestación y las prácticas inadecuadas de riego. El 70 por ciento de las tierras secas del mundo, con excepción de los desiertos hiper áridos, o sea, 3.600 millones de hectáreas, están degradadas.

Entre las consecuencias de la desertificación pueden mencionarse: la resistencia de las tierras ante la variabilidad climática natural, la disminución de la productividad del suelo, el deterioro de la vegetación, la pobreza, los grandes costos sociales y las importantes erogaciones de recursos económicos.

"La lucha por la supervivencia suele degradar la base de los recursos naturales que resultan vitales para la población rural, de allí que revertir la degradación de las tierras y mitigar la pobreza son dos objetivos que van de la mano. Ambos suponen mejorar la seguridad alimenticia, educar y capacitar a las personas, fortalecer las capacidades de las comunidades locales y movilizar las organizaciones no gubernamentales", indica la investigación académica.

El deterioro ambiental también está directamente vinculado a algunos estilos de desarrollo como es aquel que ha generado desaprovechamiento, degradación y deterioro del ambiente. "No se trata de promover igual o similar subdesarrollo con menor deterioro ambiental, sino de conciliar el desarrollo con la preservación del ambiente como proveedor de recursos, es decir un uso sustentable de los mismos. Según la Comisión de Medio Ambiente y Desarrollo de Naciones Unidas, el desarrollo sustentable es entendido como la posibilidad de asegurar la satisfacción de las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer las propias", dice la investigación.

En pocas palabras, es un tema que demanda de acciones directas e indirectas para frenar el avance del desierto provocado por años de explotación de los suelos sin prever las futuras consecuencias.

Fuente: DiarioDeCuyo.com.ar

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