martes, 3 de noviembre de 2009

La Puna es el lugar del mundo donde el Sol causa más daño.

Es porque los rayos inciden con más intensidad. Allí una persona puede recibir un 10% más de radiación que un astronauta en el espacio. Esto no tiene que ver con el deterioro de la capa de ozono.

El Sol se hace sentir en la Puna argentina como en ningún otro lugar en el mundo. Y no es sólo una sensación de visitantes ansiosos por encontrar alguna sombra. Se trata de un fenómeno singular: la región del Norte es el lugar donde el Sol incide con la mayor intensidad en el planeta.

Lo descubrieron investigadores del Instituto de Física de Rosario, dependiente del Conicet, y de la Universidad Nacional de Rosario en colaboración con el Instituto de Energías No Convencionales de Salta y la Universidad de Innsbruck, de Austria.

Registraron dos récords mundiales que dan cuenta que la radiación del Sol alcanza con valores extremos a la Puna. Incluso, ahora se sabe que la estrella pega más fuerte en la región norteña en comparación con lo que ocurre por afuera de la atmósfera.

"Detectamos que, en circunstancias particulares, la intensidad solar global que llega a la Puna puede ser un 10 por ciento mayor a la que experimenta un astronauta cuando sale de la atmósfera del planeta", dijo a Clarín Rubén Piacentini, investigador superior del Conicet que ha formado parte de la comisión de árbitros de la ONU sobre efectos medioambientales del ozono.

El físico presentó recientemente los resultados de los estudios sobre radiación solar durante el acto de su incorporación a la Academia Nacional de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales. Antes, ya habían sido publicados en dos revistas especializadas como Journal of Atmospheric and Solar Terrestrial Physics. Los dos récords surgieron a partir de medir dos tipos de parámetros, la radiación solar en general y la radiación eritémica.

En primer lugar, los científicos analizaron la intensidad solar global, algo que incluye a las diferentes radiaciones que llegan desde el Sol: la radiación ultravioleta, la visible y la infrarroja. En 1997, Humberto Bárcena y el austríaco Alexander Cede se fueron de campaña al Cerro Azul, en el norte de la provincia de Jujuy. Allí, registraron los valores que hasta ahora son los máximos que se han alcanzado y que sirven para advertir que la gente que vive o visita la Puna debe prevenirse mejor contra el Sol.

"No queremos alarmar con los datos, pero sí creemos que el conocimiento científico puede ser utilizado para proteger mejor a la población", afirmó Piacentini. En el Cerro Azul, a 3.900 metros de altura, llegaron a registrar 1.528 vatios por cada metro cuadrado de superficie. "Esperábamos encontrar valores altos, pero nunca pensé que iban a ser tan altos", contó Alexander Cede, quien contó con una beca de la Fundación Cáncer de Piel y ahora trabaja para la NASA en EE.UU.

El valor extremo que registraron tiene sus razones. Aunque antes los investigadores se ocuparon de aclarar: "Es un fenómeno natural y no tiene relación con el deterioro de la capa de ozono", dijo Piacentini. Las condiciones que sí facilitaron el valor extremo de la intensidad solar en la Puna fueron: el momento en que se se hizo el registro (cerca del 21 de diciembre, cuando la radiación solar incide prácticamente en dirección vertical), la atmósfera estaba límpida de partículas en suspensión (poco común en un desierto intertropical) y la altura de casi 4.000 metros, donde la atmósfera es menos espesa. Además, había nubes cúmulos que ayudaron a aumentar la intensidad de radiación.

Los científicos, con apoyo del Servicio Meteorológico Nacional, también se ocuparon de medir la radiación ultravioleta eritémica: analizaron el tiempo que tarda esta radiación en provocar enrojecimiento en la piel. Lo hicieron con un filtro que simula la piel humana, un instrumento ubicado en La Quiaca, Jujuy. El filtro indicó valores que iban entre los 18 y los 20 o más, cuando el nivel moderado es entre 4 y 6.

A partir de los resultados, Piacentini opinó: "Los datos obtenidos son útiles en dos direcciones: por un lado, sirven para recordar que las altas intensidades solares de la Puna pueden ser mejor aprovechadas para conseguir energía para la población. Por otro, indican que los habitantes de la zona deben usar sombreros con alas anchas, anteojos con filtro de radiación ultravioleta y —quizá—, protectores para la piel, según indicación médica".

Fuente: Clarin

2 comentarios:

  1. Expresar su adhesión, mes de agosto, a la Conmemoración Memoria de las Víctimas
    Contaminadas con Plomo-Norte argentino

    Holocausto: recordar es dignidad humana. Abra Pampa-Jujuy- Pueblo contaminado, pueblo olvidado

    Este mes de agosto sea la Conmemoración Memoria de las Víctimas Contaminadas con Plomo, el mayor caso hasta ahora conocido de genocidio del norte argentino. No podemos olvidarlo, porque entonces estaremos abriendo la puerta de par en par a una nueva ola de la vileza, el odio, el racismo, la xenofobia y la maldad, que está ahí, agazapada, siempre dispuesta a amenazar a la dignidad humana.
    Por eso es muy importante que desde las instituciones públicas se hagan esfuerzos para mantener vivo el recuerdo y se eduque a las nuevas generaciones sobre las monstruosidades que genera la complacencia a la contaminación con plomo.


    Pachamama-La injusticia dondequiera es una amenaza a la justicia en todas partes.-

    El Estado Argentino marca el Genocidio más grande de América del Sur por su
    criminalidad mediante una planificación estratégica y táctica, racionalidad y distribución de roles a fin de explotar y saquear los recursos naturales en el Norte Argentino, alias “Siberia Argentina”, un producto bio-social. Mediante la contaminación atmosférica, contaminación del agua y contaminación del suelo. El daño que produce el plomo es mayor cuando su absorción es lenta, casi invisible, sin signos y síntomas evidentes en la primera etapa, pero con graves consecuencias posteriores. Al hombre lo han esclavizado al trabajo en las minas, a la mujer la han prostituido, afectan a la fertilidad, a los niños lo han idiotizado. Sus ganados camélidos son reducidos a tiros de bala o destrozados por perros adiestrados; así como el agua contaminada afecta a los cultivos. No tienen un hospital para tratar la contaminación con plomo, tampoco hospital de niños ni maternidad infantil. El analfabetismo sigue estando vinculado al hambre, la pobreza y la exclusión. No tienen educación infantil ni universidad nacional. Son analfabetos, que no tienen acceso a las fuentes del conocimiento y son incapaces de producir nuevos conocimientos; como resultado de un genocidio argentino que premeditadamente olvida los principios fundamentales de vida de la Constitución Nacional, y leyes: de educación, de protección integral de los derechos del niño, niña, adolescente y familia; y otras.



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  2. ¡De Quebrada y Puna- Norte argentino! ¡Tantos pueblos más, habrán presentado petitorios por una educación universitaria!, por el ministerio de educación de la provincia, defensor del pueblo, legislatura provincial, cámara de diputados de la nación, senado de la nación, gobernante federal, y a otros que se consideran responsables de la educación argentina. La réplica es el silencio, su humillación, o es la respuesta del sociólogo Zygmut Bauman de “seres humanos residuales”; vidas improductivas porque no participan del mercado, por eso sus voces son enmudecidas y aun que los vemos todos los días su visibilidad es anulada o reducido sistemáticamente. Por el colonialismo ambiental que ya no se limita al ejercicio del biopoder sobre el pueblo vulnerado, sino que incluye una estructura sociopolítica y jurídica que da viabilidad a la explotación, sin consulta previa, y al saqueo de sus recursos naturales: agua, suelo, bosques, turismo, minerales: oro, plata, plomo, litio… ¡Que, mediante la convivencia y el consenso, se hagan efectivos los derechos que le corresponden al ser humano por la mera razón de existir! ¡Una Universidad Nacional!


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